Nada fue como dicen.
Yo descubrí mi cuerpo mojado en la maleza
y lo empecé a palpar.
Era mi cuerpo solo el que se hinchaba
inflamada mi vela.
No supe qué corría por mi vientre
trepaba hasta mi pecho
enceguecía.
Ella confunde la piel con algún río
y al corazón con la ciudad de enfrente
F. A. Dopico
Ella confunde la piel con un estanque
canta junto a mi oído su vieja melodía.
Sentada ante la rueca
Helena piensa en Paris.
Sus hijos crecen
y Menelao dormita entre las mantas
en un rincón desde donde la mira a veces.
Ella hilando la rueca
está pensando en Paris
la hermosura y el pánico
y tal vez una lágrima o un pálpito
mientras el hilo corre entre sus dedos
y Menelao dormita
y sus hijos persiguen mariposas
y Paris es un sueño que el tiempo le devuelve detenido
engalanado vencedor de nada
en esta dulce tarde en que Helena está hilando su recuerdo
con una limpia lágrima o un pálpito.
Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su impronta.
Cuando llegó
sin haberlo previsto
el sol quebró su cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy el sol es una moraleja.
Como sombras danzantes saliendo del telón
azules los anillos te atenazan
bajo una lluvia espesa.
Era tibio tu cuerpo
arañas asesinas sobre los vidrios rotos
y el atrio de la iglesia donde jugaba un niño.
Voces lejanas alegres pesadillas
bailan sobre la inútil falange enfebrecida
colman como lamentos la noche del espejo.
Sentada en su balcón
mirando al horizonte
la niña sueña con viajar muy lejos.
Europa bajo sus plantas
las luces de París en una mano
reconquista del mundo en sentido contrario.
La despeina el viento suave de las islas
y ella cierra los ojos atisbando a lo lejos
marido rico que mantendrá su ocio
y tiendas coloridas donde cubrir su cuerpo.
Hoja que marca el curso de la noche
el filo de una esquina traicionera
vendedora de historias trashumantes
disueltas en la bruma.
Nadie pasa a través de la muralla
nadie espera ya el soplo de la brisa
a las cinco de la tarde.
La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Vender el alma al Diablo
o vender el alma a Dios.
Vender el alma y que ella llegue alguna tarde
a ponerme su almíbar en los labios
a dejarme danzar descalza en esta alfombra.
Su almíbar o su furia sobre mis tristes huesos
que esperan por la muerte o la felicidad.
Todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Alguien lanza el oscuro mandamiento
la muerte es el mejor de los anuncios
cualquiera es el profeta.
Yo aquí me siento a ver el mar cuando anochece
a ver las horas regresar a su tumulto.
Los buques se deshacen al final de la línea
sin ver mi vela blanca ni mi hoguera.
La muchacha del óleo me ha mirado
de su pincel renazco sin saberlo
dos manchas sobre el lienzo
tinta negra.
El pincel es mi dedo dibujado en su espalda
su dedo en mi nariz
la caricia en la nuca.
Por Tosca, a Margarita
Terminó la función
y me he soñado arcángel
cuando soy sólo un violinista dormido ante su atril.
Vacía la taberna
vacío el corazón como una plaza pública
me encuentro frente a ti
frente a mí misma.
Cuando el avión se alzó sobre La Habana
y se perdió hacia el sur como una baratija
era otra vez el rito de las horas
y el aullido del mar
otra vez esa música enterrada en la arena.
Todavía te alzabas sobre mi dedo índice
desde allí me observabas aterradoramente.
A Teresa. A Darsi
Yo nunca fui la luz
yo sólo era la lámpara que su mano encendía
o el fuego primigenio que ella me descubrió.
Toda anticipación era ilusoria
yo broté de su mano como una planta nueva
me inflamé en esa llama torpe viento.
Yo venía rosada de fresca adolescencia,
por la campiña verde, bajo el azul de Dios…
Yo venía cantando mi sana florescencia
con el cristal sonoro de mi cándida voz.
Yo venía rosada. Yo venía fragante
oliendo a agüita clara y a risueño botón…
Tú estabas a la vera de mi huella triunfante
para torcer mis pasos hacia tu corazón!
(Para ti… Luna de mis silencios… Luna de mis tristezas).
Rayo de luna suave que llegas a mi estancia…
Entre tus velos blancos mi Carne disolved!
Este espíritu puro puede ser la fragancia
del espíritu blanco de tu buena merced!
Me veo aún, asegura de la mano de un ángel,
liviana, livianísima, como sobrevolando por extraños follajes.
Me perseguía un viento negro de cuchillos y lágrimas.
Volaban por el aire mis camelias deshechas.
Y con horrible estruendo se abrieron cráteres y abismos
poblado del duro instante de escalofriantes máscaras.
Esa araña dorada que vive en tu jardín
es la misma que se instaló una noche en medio de mis ojos.
Perforó mi frente y estableció su casa
nadie pudo sacarla.
Se irá cuando ella quiera
(Tal vez no se irá nunca)
O ya se ha ido.
Amanecen memorias
saltan desde la noche
sin regreso / la certeza rompe las yemas de los dedos.
Callar es necesario.
La sombra se despide del pasado
el cielo aclara / señales luminosas
revelan misterios de ausencias/
la palabra no sirve / apaga el fuego
lluvias descienden del alba/
dan nombre a la desnudez / negación de heredades.
Tal vez no sea en vano
la herencia de una llaga púrpura
el límite del miedo pintado en espejos enfrentados
lamiendo tus paredes interiores.
Mi abuelo repetía
‘Siempre hay que mirar
el lado bueno de las cosas’.
Son ciertas sus palabras.
Sobre la dura camilla
con una goma que rodea la cabeza y mantiene mi boca abierta,
después de haber sentido náuseas tantas veces,
el médico y la enfermera bromean sobre la forma
de mantener a una mujer sin emitir palabra.
El monitor en colores muestra imágenes
que semejan instantes
de la película ‘2001.
A Natalia
Por un hilo descienden las estrellas
hasta el río sin peces/
tus sueños van y vienen
entre noches y días/
la tierra grávida respira primavera.
Tus manos siembran fragancias
despedazan la muerte/
indagan temores infantiles/
hay un dios que se luce entre tus dedos.
Dentro de mí hay una fuente
Me estoy ahogando en ella.
El insomnio ha llegado. Siempre llega.
Aturde.
Se levanta como un fantasma gigante
cubre con su sombra lo que toca.
Fabrica pájaros de vidrio
se deja caer entre letras entrelazadas.
He sido la cautiva
de palabras hambrientas de justicia.
Pero no soy la única.
Los campos y el fondo del río
son calendario de huesos
de los sin miedo.
Hierba de utopía.
I
Amanezco entre nieblas de jabón perfumado
y visito los cuartos.
Allí el sueño espía entre dos pétalos pequeños
y una boca perfecta
sonríe
quien sabe a qué duende secreto y misterioso.
Y también aquel otro
donde la frente pálida
esconde sus abismos
caminos que suelen bifurcarse
y que huelen a hierbas.
El otoño está cerca
nadie calla las chicharras/
el mediodía se desliza en fuego
desde la espuma nacen lágrimas redondas
pequeños rubíes encendidos.
Ese grano de sal resuelve eternidades/
la pequeñez se derrama
diluvio de amanecer
cardumen que remonta la vida.
‘Hay momentos en que la vida es
una bruma que no se puede navegar’
Juan Gelman (‘Valer la pena’)
Intentó ser historia amó lo natural
llenó el vacío/ creó un destino
conquistó el abismo de la grieta
y dudó de la huella.
Y pienso qué será de vos cuando me vaya
como se fue mi madre
Quién te ayudará a recordar
que la vida hay que vivirla con espadas de luz.
Como si fuera una pausa de la muerte.
A cada ser le brotan alas o muñones.
‘El perfume nocturno instala su cuerpo
en una segunda perfección de lo natural.’
Joaquín Giannuzzi (‘Poemas’)
Está sin nombre / es el cuerpo quien habla/
gesticula humanidad / expresa miradas en gemidos/
enuncia incomprensión / susurra soledad/
atrapa palpa se anuncia/
reconoce los olores/
reclama la piel tibia/
adentra música en palabras/
bebe la miel descubre las opciones/
y elige
la esperanza se muda a una botella
con marcas y medidas.