En la pradera una violeta había
encorvada y perdida entre la yerba,
con todo y ser una gentil violeta.
Una linda pastora,
con leve paso y desenfado alegre,
llegó cruzando por el prado verde,
y este canto se escapa de su boca:
-¡Ay!
En la pradera una violeta había
encorvada y perdida entre la yerba,
con todo y ser una gentil violeta.
Una linda pastora,
con leve paso y desenfado alegre,
llegó cruzando por el prado verde,
y este canto se escapa de su boca:
-¡Ay!
Era el lúgubre osario… en orden, mudos…
quédome absorto al remirar la fila
de cráneos polvorosos y desnudos;
y atónito, nublada la pupila
en la visión, soñé los tiempos idos…
y fue el pasado en su mudez tranquila.
Los que tanto se odiaron, ora unidos,
rozándose, mezclaban los despojos
de duros huesos en la lid partidos,
y acostados en cruz ante mis ojos,
en posición de beatitud serena
dormían dulcemente sus enojos:
vi en sueltos eslabones la cadena
de omóplatos en tanto el mundo ignora
¡qué fardo les impuso la condena!
-¿Conoces el país de medra el limonero
y doradas naranjas bajo la parra brillan?
Del cielo azul un leve céfiro se desprende
plácido el arrayán y altivo el laurel vibran.
¿Conoces el país?, dime.
-¡Oh, sí, allá
contigo, amado mío, quisiera yo volar’
-¿Conoces tú la casa?
¡Oh, Desdichadas estrellas! Vuestro destino lamento.
Vosotras que han iluminado el mar y el marinero,
Radiantes destellos que adornan los cielos;
Dioses y hombres os han despreciado:
No las aman, jamás han aprendido a amar.
Incesante e interminable danza os mueve
En el espacioso cielo, donde vuestro encanto se despliega.
Son los ojos de la amada
pasmo cierto de las gentes;
yo, que todo lo conozco,
sé muy bien lo que me advierten.
Dicen ellos: -A este adoro,
a este sólo, a nadie más;
cesen pues, oh buenas gentes,
vuestro pasmo, vuestro afán.
Del arte practicar los modos nuevos,
sagrado deber es que se te impone;
según el ritmo y el compás prescritos,
moverte tú también como yo puedes.
Que si con fuerza el ánimo se excita,
entonces justamente pide calma;
y por más aspavientos que hacer pueda,
al cabo su remate la obra halla.
sabemos que hay que hacer algo inmediatamente
lo sabemos
pero naturalmente es demasiado pronto para hacerlo
pero naturalmente es demasiado tarde para hacerlo
lo sabemos
que realmente estamos bastante bien
y que así vamos a continuar
y que esto no sirve para nada
lo sabemos
que somos nosotros los culpables
y que no es culpa nuestra que seamos culpables
y que somos culpables por ese mismo hecho
y que estamos hartos con ello
lo sabemos
que quizá no vendría mal callarse un poco
y que a fin de cuentas no vamos a callarnos
lo sabemos
lo sabemos
y que a nadie podemos ayudar verdaderamente
y que nadie verdaderamente puede ayudarnos
lo sabemos
y que somos tan inteligentes
y libres para elegir entre la nada y lo nulo
y que debemos estudiar este problema muy cuidadosamente
y que echamos dos terrones de azúcar en el té
lo sabemos
que somos enemigos de la opresión
y que los cigarrillos han subido de precio
lo sabemos
y que la nación se está metiendo en un tremendo lío
y que nuestros vaticinios se mostrarán ciertos
y que no sirven para nada
lo sabemos
y que todo esto es verdad
lo sabemos
y que sobrevivir no es todo sino muy poca cosa
lo sabemos
y que sobreviviremos
lo sabemos
y que todo esto no es nada nuevo
y que la vida es preciosa
y que eso es todo
lo sabemos
lo sabemos
lo sabemos perfectamente bien
y que lo sabemos perfectamente bien
eso también lo sabemos
De «Poesías para los que no leen poesías» 1971
Versión de Heberto Padilla
a günter eich
cuando me despierto
la casa está en silencio.
sólo se oyen los pájaros.
por la ventana no veo
a nadie. ningún
camino pasa por aquí.
ningún hilo en el cielo
ningún cable por tierra.
él ríe
está preocupado
expone bajo el cielo mi cara y mis cabellos
hace salir palabras de mi boca
tiene dinero y miedo y pasaporte
y riñe y ama
y se mueve
y lucha
pero no yo
que soy el otro
el que no se ríe
el que no tiene cara que exponer al cielo
ni palabras en la boca
a quien desconozco y es un desconocido de sí mismo
no yo: el otro: siempre el otro
que no gana ni pierde
que no está preocupado
i ni se mueve nunca
el otro
que se es indiferente
de quien no sé nada
a quien nadie conoce
ni me conmueve
ese soy yo.
oigo constantemente hablar de ella
como si fuera la culpable de todo;
pero observen qué suave y decidida
ella viene a sentarse debajo de nosotros
¿por qué entonces mancharle
su buen nombre
y prodigárselo
al presidente de los ee.uu.
aparecen dos hombres en un tractor
(chou en-lai está en moscú)
dos hombres en monos grises
(los premios nobel en frac)
dos hombres con varas finas
(medallas de oro en tokio)
en la cuneta entre hojas amarillas
(los guerrilleros muertos de viet nam)
entre hojas amarillentas
dos hombres en monos grises
levantan varas finas
una a la izquierda y otra a la derecha
cada cincuenta pasos
varas oscuras en la luz de noviembre
(chou en-lai está en moscú)
dos hombres en monos grises
en la luz sesga de noviembre
huelen la nieve que cubrirá
hojas y hombres
y borrará el camino
hasta que no se vea más nada
menos cada cincuenta pasos
una vara a la izquierda y otra a la derecha
para que el quitanieves
encuentre su camino
allí donde el camino es invisible
De «Poesías para los que no leen poesías» 1971
Versión de Heberto Padilla
hay palabras
ligeras
como semillas de álamo
se levantan
llevadas por el viento
y vuelven a caer
difícil agarrarlas
porque se van muy lejos
como semillas de álamo
hay palabras
que más tarde quizás
removerán la tierra
proyectarán tal vez alguna sombra
una sombra delgada
o tal vez no
De «Poesías para los que no leen poesías» 1971
Versión de Heberto Padilla
deja que se haga trizas
el cielo entre tú y yo,
que se haga trizas la bandera blanca
con que nos envolvimos en el sueño
suavemente injertados uno al otro
echando hojas futuras.
pero el lunes llegó.
quiero que llegue un viento
a borrar la verde memoria
de las coronas
y que llegue una nieve
y que se pierda el humo
encima de la casa
y que el cielo vomite
frías cenizas pacientes
y haga girar en torno a tu cabeza
y envuelva lentamente a la mía
esta nieve hecha trizas.
«Bienaventurado aquel que no anduvo
en consejo de los sin Dios…»Â¹
Cámbiese con tacto el tema.
«El sentido de la vida…»
¡Penoso desliz!
«Se trata de revolucionar todas las condiciones
en las que el hombre
es un ser humillado…»Â²
Todos bostezan, se molestan, ríen.
Oh, profetas de espaldas al mar,
de espaldas al presente, oh, hechiceros
que observáis plácidamente el futuro,
oh, chamanes eternamente
recostados en la borda,
¡basta hojear un libro de bolsillo
para descubrir vuestros misterios!
Leyendo huesos, estrellas, ruinas, entrañas,
para beneficio público, todo lo que ha sido
y todo lo que será, ¡oh, ciencia!,
bendita seas tú y los rayos de luz que nos ofreces,
mitad alarde y mitad estadísticas: tasas
de mortalidad, límites de suministro de fondos,
la creciente entropía…
¡Adelante!
Hay enunciados.
Hay enunciados que son verdaderos.
Hay enunciados que no son verdaderos.
Hay enunciados en los que no se puede decidir
si son verdaderos o falsos.
Hay enunciados en los que no se puede decidir
si el enunciado que no se puede decidir
si es verdadero o no,
es verdadero o no,
etc.
Un amigo mío, Berlín Este, Leipziger Straβe,
Deutsche Akademie, hace poco que ha abierto
a la ciencia un campo absolutamente nuevo:
la lingüística de los errores. Sí,
ahí hay mucho que hacer.
Como profano no me puedo permitir ninguna valoración,
pero tengo la impresión
de que las faltas se multiplican:
ratones blancos, albinos con ojos rojos,
que trepan unos encima de otros,
sobre sillones y camas
y cada vez arrojan más ratones blancos.
¿Nada tengo en contra del microprocesador,
pero cómo estaríamos sin agua?
¿Qué es una sonda de Júpiter
comparada con el cerebro de una mosca?
¡Cómo se esfuerzan
esos ratones de laboratorio con la clonación!
Mucho mejor es follar.
¡Y el diente de león sobre todo,
cómo se lo monta: graciosa
elegancia insuperable!
Aquí tienes una caja,
una caja grande
con una etiqueta que dice
caja.
Ábrela,
y dentro encontrarás una caja,
con una etiqueta que dice
caja dentro de una caja cuya etiqueta dice
caja.
Mira adentro
(de esta caja,
no de la otra)
y encontrarás una caja
con una etiqueta que dice…
y así sucesivamente,
y si sigues así,
encontrarás
tras esfuerzos infinitos
una caja infinitesimal
con una etiqueta
tan diminuta,
que lo que dice
se disuelve ante tus ojos.
Tu corazón humeante es testigo,
único rey, al viento
tu mirada a causa de la pena.
Eres el compañero del encantamiento,
esclarecido por muchos desiertos,
coronado por la desobediencia.
No estás moldeado por el tiempo,
ni salpicada de ceniza
está tu frente fiel.
A menudo pensé alabar con canciones
Tu bondad silenciosa,
Tu amoroso cuidado con un alma salvaje
Al curar de mil dulces maneras
La inquietud y desconcierto del hombre
Sonriendo entre lágrimas y del todo entregada.
Mas cuando al escribir levanto la mirada,
Ante mí estás sentada tan hermosa
Y con muda aflicción, el niño entre los brazos,
En tus ojos azules paz y fidelidad infinitas,
Y al verte de este modo lo dejo todo –
Tal esposa dio Dios a aquél a quien ama!
En dulces juegos ahora se han perdido
Los ojos de mi amada, y respira apacible.
Sentado permanezco a la escucha junto a la dulce niña,
Acarició los rizos, que aparto de su frente y mejillas.
¡Ay! Gozo, luna y estrellas ya pasaron,
En la ventana requiérenme los vientos matinales:
Que aleje de la nunca en silencio los brazos
Que aun en sueños me abrazan con cariño.
Profundamente lo he sentido muchas veces, el alma de la joven
Para sí misma no nació, sól0 para el amado.
Va ahora errante expulsada y perdida, y en secreto
Envía bellísimas miradas que, como mensajero,
Aquí en la tierra le busquen una estancia.
Camino en la noche silenciosa,
Deslizase la luna cautelosa
A veces de entre las oscuras nubes
Y a un lado y otro del valle
Despierta el ruiseñor,
Luego todo gris y en calma.
¡Oh, magnífico canto de la noche!:
A lo lejos el paso de los ríos,
Suave temblor en los oscuros árboles –
Tú me confundes las ideas,
Mi canto confuso es sólo
Como un clamor del mundo de los sueños.
¡Adiós costa llena de equivocadas penas,
Temor, felicidad y miseria, hundíos en el mar!
Ahora libre soy, por fin me siento a salvo.
No hay esperanzas vanas que lleguen hasta aquí.
¡Qué paz donde se posa mi mirada!
¡Qué amplitud y qué altura sin fin en derredor!
El bosque se vuelve amarillento, las hojas caen,
¡Qué soledad y silencio en todas partes!
Sólo los riachuelos corren por los hayedos
Con un suave susurro, como en sueños,
Y suenan las campanas vespertinas
Muy lejos de los lindes del bosque.
Oigo el susurro del río
En el bosque, aquí y allá,
En el bosque, en el susurro,
Y no sé dónde me encuentro.
En la soledad sus cantos
Entonan los ruiseñores,
Parecen querer decir algo
De aquel hermoso pasado.
¿Vuelvo a verte, árbol querido,
En cuyos tempranos brotes, siendo joven
Y en un bello sueño de primavera
Hendí el nombre de mi primer amor?
¡Cómo ha cambiado desde entonces la curva de tus ramas!
Al crecer y endurecerse el tronco
Desaparecieron esos rasgos tan queridos,
Así como su amor y las horas de dicha!
La noche es como un mar en calma,
Dicha y pena y lamentos de amor
Se acercan de manera tan confusa
En la suave oleada.
Los deseos son como las nubes,
Navegan por los espacios silenciosos,
¿Quién reconoce en el ligero viento
Si son sueños o pensamientos?
Corazón, mi corazón ¿por qué estás tan ufano,
Inquieto y distraído,
Como si ya, alegre, llegara por los montes
La hermosa primavera?
Porque de nuevo una gentil muchacha
Cordialmente te estrecha el corazón,
Te deleitas feliz al contemplar
Cielo y tierra.