Venus

¿Por qué vuelves a despertarme, primavera?
Un soplo extraordinario corre sobre la tierra
Y hace resucitar todo antiguo deseo.
Dulce estremecimiento provoca esto en mi cuerpo.

Miles de cantos saludan a la preciosa madre,
Que, rejuvenecida, con la corona nupcial nos embelesa;
El bosque quiere hablar, los ríos corren con un murmullo,
Las náyades cantando surgen y se sumergen.

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ESCALONES

Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud,
mas no les es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos,
a nuevas y distintas ataduras.

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Loa del estudio

¡Estudia lo elemental! Para aquellos
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde.
¡Estudia el «abc» !No basta, pero
Estúdialo. ¡No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Estudia, hombre en el asilo!

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Despedida

Me colmas como la sangre en la herida fresca
derramándote en su oscura huella,
te extiendes como la noche en esa hora
en que el prado se tiñe de sombras,
floreces como rosas en todos los jardines,
tú, soledad de pérdida y vejez,
que sobrevives al morir los sueños,
después de tanto dolor y demasiado saber.

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Dime dónde

Si tuvieras anhelos todavía
(dime cuándo, dime dónde),
si aún con besos te encadenas
(amour -bel oiseau),

si con rumor de alas todavía
sobre los Andes planeas
cambiándote en dos mares
sin saber a quién vives,

si hablan aún las penas,
lágrimas por bel oiseau
te derriban y destruyen –
dime cuándo -dime ¿dónde?

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Dos sueños

Dos sueños. El primero preguntaba:
¿cómo es tu rostro ahora?:
¿qué son tus labios? , decía,
¿o aquello a lo que osaste sollozando
a una luz de crepúsculo?

Más claro te veía el otro:
una rosa o un trébol,
tiernos, dulces -un maravilloso
antiquísimo conservador de mundos
de las formas de concha de la mar.

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En una noche

En una noche que nadie conoce,
sustancia de niebla, humedad y lluvia,
en un lugar casi sin nombre,
tan ignoto, pequeño y alejado,

vi la locura de sufrir y amar,
lo transido de afán y de finales,
lo teatral de todos lados,
lo que Dios nunca apoya de las manos
que te acarician cálidas y sucias,
que quieren retenerte, mas no saben
cómo hay que retener al otro,

en qué mallas hay que zurcir que no se rasguen –
ay esta niebla, estos fríos,
esta ruina de todo lo que dura,
de todo enlace y de toda fe,
de todo apoyo y toda intimidad,
ay Dios -¡los dioses!

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Es que son humanos

«Tener las ideas confusas y no saber escribir
no es surrealismo».

Es que son humanos, se piensa
cuando el camarero choca con una mesa,
una mesa invisible,
una mesa de clientes habituales, o algo parecido, en un rincón,
es que son gente sensible, sibaritas,
que seguro tienen también sus sentimientos y sus penas.

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Hogar

Cuando resistes la noche solo
algo bebido pero no borracho
a través de nieve y polvaredas y chispas
viniendo de Dios sabe dónde
andas por el camino que va a casa

por el camino-del-adónde,
la gente está tumbada y mira fijamente
en el vacío, pero naturalmente podrían llenarse
de reminiscencias, discursos, apostillas
con los que el tiempo se abre como presente,
pero detrás de él, y delante, está el abuelo
como también los nietos, alternando y compartidos:
¿piensas que en ti había otra cosa,
con mirada e imagen, que la antigua locura?

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Melancolía

Cuando leemos sobre mariposas,
sobre cañaverales, sobre abejas
y que un bello verano se mece sobre esto,
preguntamos si existen estas dichas,
si no existe un engaño detrás de ello,
y también si el laúd del que ellos hablan,
con trinos, con aromas, vestidos vaporosos,
en donde fingen que se encuentran,
es algo cuestionable a otros oídos,
un potpourri engañoso, artificial –
la agonía del alma no se engaña.

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Metropolitano

Aguaceros suaves. Flor temprana. Llega
del bosque un aire a pieles cálidas.
Se alza el enjambre púrpura.
Asciende la gran sangre.

Ella, desconocida, viene a través de toda esa primavera.
El pie, la media, ahí, sí, pero concluye y se cierra
lejos, inalcanzable.

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Olímpico

Sepárate ahora de la fila
de las mujeres que llenan de flores el país entero,
sales, llevas la consagración
de los llamados a lo alto al fuego del amor.
Sepárate de la estirpe y de los tiempos,
de ancestros, pueblos, mezcla y extinción,
ahora eres tú la figura -serenidades,
expectativa, reclamo llevas tú, pero, ¿a quién
esperas para tu escalofrío?,
¿quién te bebe así y quién te reconoció
en tu eternidad de placer y tristeza?

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Palabras

Solo: tú y las palabras,
y solo de verdad,
clarines y arcos de triunfo
no están en este ser.

Tú les miras el alma,
su primer rostro buscas
años y años – mátate,
no vas a encontrar nada.

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Poema

¿Qué significan estas compulsiones,
palabra, imagen, cálculo -a medias?,
¿qué hay en ti?, ¿de dónde estos impulsos
de un callado sentir entristecido?

Confluye en ti desde la nada todo,
viene de cosas sueltas, de un potpourri;
coges allí cenizas, allí llamas,
las esparces, apagas y proteges.

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Postludio

Tienes que sumergirte, que aprender,
unas veces es dicha, otras oprobio,
no te rindas, no debes alejarte
cuando a la hora se le fue la luz.

Aguantar, aguardar, estando hundido,
desbordado unas veces, otras mudo,
es una ley extraña, no hay centellas,
no estás solo, mira a tu alrededor:

La tierra quiere dar sus fresas
en abril, aunque tenga pocas flores,
mantiene sus pepitas,
callada, hasta que lleguen buenos años.

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Sintaxis

Todos poseen el cielo, el amor y la tumba,
no queremos ocuparnos de eso,
ya se ha discutido y estudiado bastante en nuestra civilización.
Pero lo que es nuevo es la cuestión acerca de la sintaxis
y esto es urgente:
¿por qué expresamos algo?

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Sólo dos cosas

A través de mil formas transido
-nosotros, tú, yo- sólo sé
que en todas hemos sentido
la eterna cuestión: -¿Para qué?

Pregunta pueril que no oíste,
pues sólo tarde supiste
que dado te fue padecer
-o razón, o locura, o mito-
tu estigma fatal: el deber.

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Última primavera

Toma en lo hondo de ti la campanita china
y cuando llegue la lila, mezcla ésta también
con tu sangre, tu dicha y tu miseria,
con el oscuro fondo del que dependes.

Lentos días. Todo superado.
Y no preguntas si principio o fin,
luego tal vez te llevarán las horas
todavía hasta junio, con sus rosas.

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Venid

Venid y conversemos,
quien habla no está muerto,
mas se agitan ya llamas
junto a nuestra penuria.

Venid, «azul» digamos;
venid, digamos «rojo»,
oímos, escuchamos, miramos,
quien habla no está muerto.

Tú solo en tu desierto,
en el espanto de tu Gobi –
te vuelves solitario, sin un busto,
sin nadie a quien hablar y sin mujeres,

y cerca del rompiente
tú conoces la barca,
débil y vacilante; –
venid, moved los labios,
quien habla no está muerto.

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Cuestiones

A orillas del mar desierto,
Junto al piélago intranquilo,
Un joven lleno de dudas
Se detiene pensativo,
Y así a las ondas inquietas
Dice con aire sombrío:
-«Explicadme de la vida
El arcano no sabido,
Enigma que tantas frentes
Ardieron por descubrirlo;
Cabezas engalanadas
Con adornos pontificios,
Frentes con mitras hieráticas,
Con turbantes damasquinos,
Con birretes doctorales,
Con pelucas, con postizos
Cabellos, y tantas otras
Cabezas que el escondido
Enigma saber quisieron,
Decidme, yo os lo suplico:
¿Qué es el hombre?

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El emperador de la China

Mi padre fue un zoquete, templado y receloso;
Mas yo el champagne apuro, y sé un monarca ser.
¡Oh mágica bebida! yo descubrí gozoso,
Que cuando alegre libo el néctar espumoso,
La China se embriaga de gloria y de placer.
Cual tulipán precioso de púrpura manchado,
Mi imperio, flor de Oriente, se extiende aquí y allá.

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El tambor mayor

¡Qué cambio! miradle, es el cansado,
Viejo tambor mayor:
Allá cuando el imperio florecía,
Rozagante y feliz se contempló.
Erguido, y en los labios la sonrisa,
Orgulloso movía su bastón;
Los galones de plata de su traje
Brillaban deslumbrantes ante el sol.

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¡Estad tranquilos!

De Bruto con el sueño dormimos confiados;
Mas despertó, y a César hirió con su puñal;
Que los romanos eran malsines desalmados,
Insignes tiranófagos sin ley y sin piedad.
No vive entre nosotros romano peligroso;
Fumamos buen tabaco; tocó a cada nación
Una grandeza; Suavia, es el país dichoso
Que la mejor morcilla a fabricar llegó.

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Insomnio

Cuando de noche pienso en Alemania,
No desciende a mis párpados el sueño;
Mis ojos no se cierran, mas los mojan
Mis lágrimas de fuego.
El tiempo va pasando; ya doce años
Desde que vi a mi madre trascurrieron;
Con la ausencia se acrecen cada día
Mi pena y mis deseos.

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Intermezzo lírico

Érase un caballero macilento,
Trémulo, triste, silencioso y lento,
Que vagaba al acaso,
con inseguro paso,
Siempre en hondos ensueños sumergido,
Tan desairado y zurdo y distraído,
Que susurraban flores y doncellas
Al pasar, vacilante, junto a ellas.

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La barca

¡Carcajadas y canciones!
Los rayos del claro sol
Sobre las aguas derraman
Su sonriente fulgor:
Alegre barca las ondas
Mecen con su oscilación;
Con mis amigos mejores
Sentado en ella voy yo.
Choca la barca, deshecha
En mil trozos por el mar.

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La diana

Bate sin miedo el tambor,
Y abraza a la cantinera:
He aquí la ciencia entera;
Esta, del libro mejor,
Es la acepción verdadera.
Que de tu tambor el ruido
Despierte al mundo dormido:
Toca con ardor diana.
¡Adelante, siempre erguido!

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