“Hoy será un domingo más que agradable
Sin duda.” Afirma el diario matutino.
Para José, quien es aún un niño,
No es esta expresión muy razonable.
Su padre lo obliga con voz de sable
A cubrir la esquina, a que revenda flores.
“Hoy será un domingo más que agradable
Sin duda.” Afirma el diario matutino.
Para José, quien es aún un niño,
No es esta expresión muy razonable.
Su padre lo obliga con voz de sable
A cubrir la esquina, a que revenda flores.
¿Por qué el alma establece alternativa
Entre el buen obrar y el mortal pecado?
Sería más fácil que mientras viva
Se inclinara siempre hacia el mismo lado.
¿Por qué no se escabulle fugitiva
Hasta arrodillarse ante el Dios amado?
Y deja de negarse a ser soldado
De la sangre de Cristo rediviva.
Señor que sin desprecio me miraste
El día que encontré una cruz de acero,
A Ti no te repugna un cartonero
Si hasta a los pecadores Tú salvaste.
Jesús, te juraría que me hablaste
Y no me digas que no soy sincero.
miserable estratagema
para tenerte: parecerme
a vos
ser en espejada lejanía
lo que brilla por ausencia
una estrella
¿sabías? ausencia es ese algo
de nada que hace falta
en el mar
como los muertos
en corazón sensible
no me llames ilusa, no me mires
con cara de víctima
nerviosa, estoy arriba
reina de la nada
ardiendo en mis heridas
soy tu pequeño espejismo
qué peor atadura
ah, si quisieras llegar hasta aquí
y entraras en esta luz vacía
en todo caso, si así fuera, querido mío
la luz hiere, la luz es realidad
felino de ceniza en la cimbreante
piel de labios revueltos
(gimen sus
nalgas
en el maquillaje)
agridulce de los senos
desordena la pena
mil pedazos
frente al espejo
liz
la pelirroja bailará roc an rol
algún vestido de papel glacé
y sus pestañas de velludo sexo
esa mujer a punto de volar
al compás de ese blues la mujer
se desnuda
le sale de la voz un viejo armiño
turbio
y deshuesado
el sol de algún zapato
brilla
como seno de lava
revolverá la noche con un pubis violáceo
frente al pezón opaco de su espejo
del espejo
a su cuerpo
los ojos caen como frutos
dormidos
en su cama de sangre no verán
donde arroja la piedra
en qué tiempo penetra su imagen
o quién
(por favor quién)
la llama desde un pozo
pájaros disecados en un
cielo de zinc
cubren de espuma negra ese plumón
vacío del espejo
que apunta con su llaga
de luz dormida
en un diluvio de cognac
dinosaurios aquellos
cuerpos
sólo
ciegos pedazos de aire
Duerme tranquilamente que viene un sable
a vigilar tu sueño de gobernante.
América te acuna como una madre
con un brazo de rabia y otro de sangre.
Duerme con aspavientos, duerme y no mandes
que ya te están velando los estudiantes.
Tantas veces me mataron
tantas veces me morí
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal
y seguí cantando.
Tantas veces me borraron
tantas desaparecí
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo
(pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra)
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.
Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
En sus mármoles y sus bronces
parecía la Chacarita
aquel viejo café del Once
con orquesta de señoritas.
Allá íbamos muchas tardes
una barra de juvenilia
a escucharlas desde el oscuro
reservado para familias.
En su palco las señoritas
repetían con todo esmero
pasodobles y rancheritas
que no daban para el puchero.
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy.
Por todo y a pesar de todo
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
You are forced to be a good loser,
everything has run past you and away
from you.
Artur Lundkvist
‘…Ahora que llueve, que irrumpen las voces de la noche, el vientre de
la noche, la inspiración azul. Que todo se derrumba al fondo de sí mismo,
los héroes huyen, el silencio brama, lo cerrado es abierto, la parte el
todo, lo ambiguo ambiguo.
Como el alma que canta por sí misma
en su limpia casa de cristal
Hermann Broch
Tuve que viajar a Nevada para verte. Una gran planicie rodeaba la casa
donde me esperabas con una túnica blanca, más alta que de costumbre.
Venecia completamente hundida. Sólo se ven los duomos, estatuas sobre
los duomos, el cobre de algún campanil. En la tarde, el agua tiene el
color de los espejos falsos. Melancolía en gris, duelo a la deriva. Pasa
un zapato de charol negro, enorme, de taco altísimo.
al estilo de cendrars o del franco alsaciano arp
que posaban de
políglotas
enamorada de las palabras que acentúan
lo inentendible o verosímil
en aras de pequeñas
desorientaciones
imprescindibles
querida:
exponerse por ahí es verdad que luce el gesto / pero fluctuar entre
representar algo y ser eso / ha sido tarea de cíclopes / desde mary
carmichael para acá.
I can sing of myself a true song, of my voyages telling
‘The Seafarer’
Life is an affair of people, not of places.
But for me, life is an affair of places
and that is the trouble
Wallace Stevens
Pensó que si no volvía a escuchar el chirrido de los
carros sobre las piedras de Fleet Street, no escribiría
jamás otro verso
Virginia Woolf
Otro esplendor hubiera sido la historia
de un naufragio.
Como si de tanto ser abril, abril se esfumara. Y yo, esa mujer cansada, sin
saber qué hacer con tanta huida, dónde esconder las armas del exilio y
la astucia. Al entrar, primero a un corredor y luego a un patio cuadrado
y generoso, alcanzo a ver al hombre que tal vez me enseñe a amar.
I
Muerte,
fatal término, ausencia por siempre.
Sólo el campo yermo que nos recibe,
de su tierra, nuevo abono.
Nunca más la fragancia de la brizna de hierba
ni el arder de encendidos leños;
tampoco la fina llovizna de la ola rompiente
en el rostro de frescura ávido.
Alguien dijo que recuerdas
un niñito de Murillo,
y en verdad que lo pareces
por tu gracia y por tus rizos.
Tienes cabellos castaños,
ensortijados y finos
con algo de oro en las sienes,
como si fuera rocío.
¿A qué apenarse tanto por las pequeñas cosas?
Guardemos el pesar para lo irreversible.
Si se olvidan los besos y marchitan las rosas,
soportemos la vida, con ánimo apacible.
Vistámonos con alas de etéreas mariposas,
soñemos en lo alto la cumbre inaccesible,
que dejando detrás ideas enojosas
la vida cotidiana será más accesible.
He querido morir, Señor, pero he vivido
y confieso ante Ti mi aleve cobardía.
¿Qué dejo para aquellos semejantes que han sido
probados en dolor a punto de agonía?
Y por querer morir, Señor, he revivido
puesto que Tú dispones que pase al nuevo día,
retornada a mí misma, tras haber pretendido
ordenar mi existencia como si fuera mía.
Resultará forzoso el cruel alejamiento
y habrá que decidirse, como lo inevitable,
lo mismo que aceptamos la violencia del viento,
el rugido del mar o el tiempo inexorable.
Habrá que tener ánimo en el fatal momento
para abdicar de todo lo que nos fue agradable,
y saber resignarnos en el recogimiento
con el gesto tranquilo ante lo inapelable.
Entre un romper de olas descubro el monumento
de la que fue poeta y ante todo mujer.
La luz va declinando en apagarse lento
y ya en el horizonte muere el atardecer.
Como dulce canción me llegan con el viento
las palabras de otrora, recuerdos del ayer,
y todo cobra vida, mágico, en un momento,
igual que si de nuevo hoy la volviera a ver.
Ansia de estar un día en un puente de mando,
recibir en el rostro el castigo del viento;
sin ninguna arribada, por siempre navegando,
sin dudas ni temores, cansancio o desaliento.
Y no saber siquiera, en qué forma, ni cuándo,
ha de concluir el viaje en milagro de cuento;
ni cuándo retornar a éste mi lecho blando,
ni a la antigua ventana, ni al dorado aposento.
Lo he meditado mucho, Señor, aunque no espero
visión de corcel blanco o de espada en tu boca,
estrella o mar de vidrio ni menos, candelero:
quiero de Ti otra gracia y mi labio la invoca.
Quiero sí un nuevo nombre: el que nadie conoce,
únicamente sólo aquel que lo recibe,
para perfeccionar en infinito goce
lo que apenas el alma en sus ansias concibe.
¿Qué quiere decir glauco?
Muy simplemente, verde.
Y añil, ¿qué significa?
Azul; es bien sencillo.
¿Y el escarlata, madre?
Di, para que me acuerde,
como siempre recuerdo que el gualdo es amarillo.
Del latín scarlatum deriva el carmesí,
o más preciso el rojo, el de Caperucita,
y ya más definidos, los tonos de rubí:
encarnado, bermejo, sin que el punzó se omita.
No tendrá Buenos Aires un río de cobalto
ni en sus cofres tesoros de vivas esmeraldas,
pero el cielo celeste es bandera en lo alto
y extensa pampa verde se brinda a sus espaldas.
Falto de Budas de oro o faroles de piedra,
alminares curiosos o jardines alados,
mas es rica en paredes apretadas de hiedra
y jazmines, aromos y ceibos colorados.