Pregón
El mar, la mar
Se equivoco la paloma
A volar
Del barco que yo tuviera
Ja, je, ji, jo, ju
Madrigal de Blanca-nieve
¡Madre, vísteme!
Nana de la tortuga
Nana del niño malo
La niña que se va al mar
La novia
El platero
Por qué me miras tan serio
Poemas infantiles
Gatos, gatos y más gatos
me cercaron la alcoba en que dormía.
Pero gato que entraba no salía,
muerto en las trampas de mis diez zapatos.
Cometí al fin tantos asesinatos,
que en toda Roma ningún gato había,
más la rata implantó su monarquía,
sometiendo al ratón a sus mandatos.
(poema escénico)
Me aburro.
Me aburro.
Me aburro.
¡Cómo en Roma me aburro!
Más que nunca me aburro.
Estoy muy aburrido.
¡Qué aburrido estoy!
Quiero decir de todas las maneras
lo aburrido que estoy.
(Autorretrato burlesco)
Por las calles, ¿quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pic!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
Sobre el cuerpo de la luna
nadie pone su calor.
Frente a frente sol y luna
entre la luna y el sol
que se buscan y no se hallan
tú y yo.
Pero por fin se hallarán
nos hallaremos, amor,
y el mundo será redondo
hacia nuestro corazón.
El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.
Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.
Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores.
Retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas.
Ríense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
La nena astuta
Un lobito muy zorro junto a un cortijo
se ha encontrado a una niña
y así le dijo:
– Mira niña, vente conmigo a mi viña
y te daré uvas y castañas.
Y respondió la niña:
– No, que me engañas.
Malvas, rosadas, celestes,
las florecillas del campo
esmaltan la orilla azul
del arroyo solitario.
Parece como si una
niña perdida en el prado,
con sus ojos dulces las
hubiese ido regando…
La brisa juega con ellas…
¡Oh, qué olor!
¡Qué mejor oración,
qué mayor ansia
que sonreír a las rosas
de la mañana;
ponernos su alma bella
en nuestra alma;
desearlo todo
con su fragancia!
¿Mar desde el huerto,
huerto desde el mar?
¿Ser el que pasa cantando,
oírlo desde lejos cantar?
Hallarme en las manos
jazmines con sol,
con el primer sol;
saber que amanece
en mi corazón;
oír en el alba
una sola voz…
Eso quiero yo.
Regresar sin odios
cerrar sin pasión;
soñarme en las manos
celindas con sol,
el último sol;
dormir escuchando
una sola voz…
Eso quiero yo.
¡Trasunto de cristal,
bello como un esmalte de ataujía!
Desde la galería
esbelta, se veía
el jardín. Y María,
virjen, tímida, plena
de gracia, igual que una azucena,
se doblaba al anuncio celestial.
Un vivo pajarillo
volaba en una rosa.
(Anda el agua de alborotada. Romance popular).
Doraba la luna el río
(¡fresco de la madrugada!)
Por el mar venían las olas
teñidas de luz de alba.
El campo débil y triste
se iba alumbrando.
Verde es la niña. Tiene
verdes ojos, pelo verde.
Su rosilla silvestre
no es rosa ni blanca. Es verde.
¡En el verde aire viene!
(La tierra se pone verde)
Su espumilla fulgente
no es ni blanca ni azul.
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar…
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar…
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
La rosa colorada
cogida ayer;
el fuego y la canela
que llaman clavel;
el pan horneado
de anís con miel,
y el pez de la redoma
que la hace arder:
todito tuyo
hijito de mujer,
con tal que quieras
dormirte de una vez.
Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.
Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.
Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.
Los astros son ronda de niños,
jugando la tierra a espiar…
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular…, a ondular…
Los ríos son rondas de niños
jugando a encontrarse en el mar…
Las olas son rondas de niñas,
jugando la Tierra a abrazar…
La tarde equivocada
se vistió de frío.
Detrás de los cristales
turbios, todos los niños
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río.
Y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos.
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué.
La Virgen,
sonríe muy bella.
¡Ya brotó el Rosal,
que bajó a la tierra
para perfumar!
La Virgen María
canta nanas ya.
Y canta a una estrella
que supo bajar
a Belén volando
como un pastor más.
Hay un Niño que dicen
que llora música.
¡Vamos a verle todos
con aleluya!
Hay un Niño nacido.
¡Qué resplandores!
¡Vamos a verle todos
no sea que llore!
¡Hay un Niño con alas
en el pesebre…!
Jesús, María, y José
estaban junto al pesebre.
El niño tenía frío.
María tenía fiebre.
Al Niño Jesús Bendito,
le entretiene un angelito.
Se arremolina la gente,
Vienen los Reyes de Oriente.
Se acercan los mensajeros.
El Niño hace pucheros.
No para Jugar a Matar (de mentira)
Las pistolas (ni de agua)
El revolver (ni de broma)
La escopeta (ni tocarla)
Los juguetes para todo
Y las armas para nada.
Para dibujar un niño hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
que esté comiendo un barquillo;
muchas pecas en la cara que se note que es un pillo;
Continuemos el dibujo: redonda cara de queso.
Como es un niño de moda, bebe jarabe con soda.
La gallinita,
en el gallinero,
dice a su amiga
-Cuánto te quiero.
Gallinita rubia
llorará luego,
ahora canta:
-Aqui te espero…
«Aqui te espero,
poniendo un huevo»,
me dio la tos
y puse dos.
Don Pato y don Pito
dan un paseíto.
-¡Qué suerte, don Pito,
me encontré este güito!
Y los dos le quiere
y los dos se hieren.
Y todos se extrañan
de ver que regañan.
Y mientras se zumban,
bailando la rumba…
Viene el dueño, otro patito,
y éste se lleva su güito.
Doña Pito Piturra tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra, muy elegantes.
Doña Pito Piturra tiene un sombrero;
Doña Pito Piturra, con un plumero.
Dona Pito Piturra tiene un zapato;
Doña Pito Piturra, le vino ancho.
Dona Pito Piturra tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra, le están muy grandes.
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
La plaza tiene una torre,
la torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
ha pasado un caballero
-¡quién sabe por qué pasó!-
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama
su dama y su blanca flor.
Vosotras, las familiares, inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío, en el salón familiar,
las claras tardes de estío en que yo empecé a soñar!
Con la mitad de un periódico
hice un barco de papel,
en la fiente de mi casa
le hice navegar muy bien.
Mi hermana con su abanico
sopla, y sopla sobre él.
¡Buen viaje, muy buen viaje,
barquichuelo de papel!
-Este es el niño chiquito
y bonito; al lado de él
se encuentra el señor de anillos;
luego, el mayor de los tres.
Este es el que todo prueba
y, sobre todo, la miel.
-¿Y éste, más gordo que todos?
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marchó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La poeta se casó con el poeto
Y en vez de tener un niño
Tuvieron un soneto.
La vaca está triste,
muge lastimera,
ni duerme, ni bebe
ni pasta en la hierba.
La vaca está triste,
porque a su chotito
se lo han llevado
los carniceros
al mercado.
Está tan delgada,
la vaca de Elena,
que en vez de dar leche,
da pena.
Caracoles negros.
Los niños sentados
escuchan un cuento.
El río traía
coronas de viento
y una gran serpiente
desde un tronco viejo
miraba las nubes
redondas del cielo.
Niño mío chico
¿donde estás?
Te siento
en el corazón
y no es verdad.
Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!
Agua, ¿dónde vas?
Riendo voy por el río
a las orillas del mar.
Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar.
Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada.
Yo…, ¡temblar!
El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
– ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
– ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
– ¿Y qué más?
Por la mañana
El dentista de la selva
Trabajó intensamente
Con un feroche cliente.
Era el rey de la jungla,
Era un león imponente,
Con colmillos careados
Y que le faltaba un diente.
Por la tarde
Y dijo el doctor dentista
A su enfermera reciente:
-pon el cartel en la choza,
no recibo más pacientes,
ha venido un cocodrilo
que tiene más de cien dientes.
Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Se vistió la nieve
de vagos carmines.
¿Me quieres?, me dijo.
¡Te quiero!, le dije.
Me besó en la boca
con un beso inmenso.
Abril vino al mundo
Y yo quedé muerto.