La palabra inmóvil

Amor, fuera olvidarte como perder los ojos,
cegar frente a los verdes más claros de la vida,
caer en el invierno con un sueño encerrado
sepultando los brotes de la flor del prodigio.

Desconocer las formas que anidaron el tacto,
ignorar la sonrisa que prepara la aurora
en los húmedos labios terrenales;
no haber sentido nuca ese punto celeste
en el que culminaron los pasos de la sangre.

 » Leer Mas…

Madre nuestra la tierra

A ti, Coatlicue, Madre omnipresente;
principio y fin de todo ser terrenal.

Cuando dormías, Madre
–elásticas hamacas mecidas por el tiempo–,
halo de niebla apenas
en la blanca serpiente de tu órbita,
un diamante de labio transparente
cristalizó la sombra de tu cuerpo.

 » Leer Mas…

Prólogo y oración a la palabra

Vengo desde tus labios a mi presencia pura.
Inescrutable viaje subterráneo
al abismo del rostro sin edades.

Recóndito universo palpitante y cerrado,
perdido en el secreto de la tierra desnuda,
constelado de símbolos nocturnos,
de tactos germinales.

Retorno a mi figura,
como al contorno hueco de un ahogado en sí mismo
que avanza lentamente hacia la superficie
renaciendo en la muerte de otra vida,
emergiendo en el llanto del nuevo nacimiento.

 » Leer Mas…

Recóndita espiral

Aérea faz de roca construida,
suspendida en la noche de la infancia.
Recuerdas idolátricos perfiles
de inarmónica danza.

¿Eres diáfana sombra o luz caída,
anticipada muerte rescatada,
perímetro de ausencia o invadida
forma de realidad acumulada?

Entre muros de angustia vacilante
y estatuas calcinadas
húndese el horizonte de mi frente
en colérica sal desparramada.

 » Leer Mas…

Al amanecer

Asoma, Filis, soñoliento el día,
y llueve sin cesar, en los cercanos
valladares al pie de los bananos,
mi grey se escuda de la niebla fría.

Las vacas a sus hijos con porfía
llaman de los corrales, en pantanos
convertidos; y ruedan en los llanos
pardas las nubes y en la selva umbría.

 » Leer Mas…

El Papaloapan

Escucho aún tu plácida quejumbre,
gigante río. ¡Límpida guirnalda
tu sien orne y del médano la falda
ciñas con aparente mansedumbre!

Del sol hermoso la divina lumbre
retrátese en tu linfa de esmeralda
y en ti se vea tinta de oro y gualda
del Citlatépetl la nevada cumbre.

 » Leer Mas…

Camécuaro

Salve, la alberca azul, nido de fuentes
que en medio de antiquísimos sabinos
dilata de sus aguas transparentes
la soñolencia y el color divinos.

Las raíces lamiendo con molicie
de los troncos tan altos como viejos,
extiendes tu serena superficie,
que forma aquí y allá rotos espejos.

 » Leer Mas…

La cumbre

¡Soledad y quietud! Monte y más monte
de verdes tilos, álamos y abetos;
grandes peñascos húmedos y escuetos
sin raudales, sin cielo ni horizonte.
No hay alondra que el rigor afronte
del crudo frío en los salvajes setos;
y el negro buitre y céfiros inquietos
se alejan antes de que el sol tramonte.

 » Leer Mas…

La peña majestuosa

De un monte el dorso ríspido y serrado
tiene por trono, y la escarpada cumbre;
se corona en laurel, y su techumbre
las nubes son y el éter azulado.
Por cetro empuña verde y arriscado
monolito de enorme pesadumbre;
las colinas su regia servidumbre
son, y su imperio el valle dilatado.

 » Leer Mas…

Canto de un dios mineral

Capto la seña de una mano, y veo
que hay una libertad en mi deseo;
ni dura ni reposa;
las nubes de su objeto el tiempo altera
como el agua la espuma prisionera
de la masa ondulosa.

Suspensa en el azul la seña, esclava
de la más leve onda, que socava
el orbe de su vuelo,
se suelta y abandona a que se ligue
su ocio al de la mirada que persigue
las corrientes del cielo.

 » Leer Mas…

Abril

Mientras nosotros escribimos
la vida pasa fuera con su lámpara

Mientras nosotros amamos
todo lo escrito carece de importancia

Mientras bebemos y cantamos
el amor nos traspasa sin herirnos

Mientras estamos aquí
algo sucede

Tal vez abril

 » Leer Mas…

Criaturas para la recién casada (El piano)

Un gran ministro de ébano preside las reuniones en el pequeño
salón de la nostalgia. Un ministro mudo, en exilio. Hace años que
nadie le arranca un gemido, un ademán digno de su alta jerarquía.
Tal vez las abuelas bailaron a Strauss en veladas de organdí y ponche
de granada, tal vez alguna de ellas fue entonces tocada, a través del
guante, por la oscura corriente del instinto… Ahora tú escapas de
otras manos que te persiguen descalza, desnuda bajo el vestido
—finges huir de esas manos que finalmente te atrapan, justo al lado
del piano, y hacen saltar la nota más grave de tu risa, reactivan la
reciente música nupcial, señora de Steinway, derriba sobre la madera
prensil, y tu cuerpo se arquea y el ministro encuentra el acorde y se
abren las puertas de la casa.

 » Leer Mas…

Criaturas para la recién casada (Malagua)

Náufraga flor, exiliada víscera, Malagua a merced del oleaje,
blando cristal que el mar expulsa como a un cáncer. En la espuma
de su sueño revolcada, bajo el ciclo de azoro que los niños sostienen
al contemplarla con un temblor sagrado. ‘Tal un beso de muchacha
núbil, es la quemadura de Malagua’ —dice, al pasar, un arponero—.

 » Leer Mas…

Alondras que mueren deslumbradas (I) Carne de la fiebre

Carne de la fiebre diminuta donde el rencor olvida,
tierra al fin donde medra el regocijo austero del amor,
cien veces herida por la eternidad, larva fugitiva,
cien veces cien más en el centro de un insaciable sabor.
No me acompañes a la muerte, carne, extingue mi semilla,
quema en el bostezo de una remota playa mi calor:
déjame volver hasta el silencioso lecho de la arena
y olvídame (helado hilo de viento), si aún estoy en vela.

 » Leer Mas…

Alondras que mueren deslumbradas (I) Corazón tan astuto

Corazón tan astuto del placer, que inocula y engaña
la estricta soledad de los amantes con su raro bálsamo,
con su minuciosa muerte de caricias y blandas brasas.
Placer casi sumiso y siempre inabatible, despojado
de sí mismo, preñado de vacío, furor que escapa,
que reclama su tormento de fugacidad en lo amargo
más amargo de la espera hacia la muerte: licor de todos
–corazón astuto del placer–, licor de los siete rostros.

 » Leer Mas…

Alondras que mueren deslumbradas (I) Sucesos

Sucesos de este mínimo buscar donde reconocemos
lo oscuro del calor, el canto de las formas acopladas,
el énfasis del ritmo, la curva arenosa de los cuerpos
reptando con su pálido sabor de ofrendas mutiladas.
Grotescas gemas más allá del mundo, más allá del eco,
centrífugas aguas de la aniquilación y la cascada,
turbulencia azul donde la razón se ausenta y se arrodilla
a este instinto sucesivo, gota en la miel de la caída.

 » Leer Mas…

Montsalvat (Fragmentos)

Sobre un acantilado las águilas guardan Montsalvat,
la cúspide en ruinas que alojaron los muros del castillo.
Ahora sólo el viento punza la sinfonía del eco y habla
contando la leyenda a las nieves latinas de los riscos.
La luna encumbra su vórtice de emblemas sobre el alcázar
y tensa los hilos del telar donde escapaba su frío,
junto al pecho iluminado por la ofrenda de otro regreso,
rumbo a la soledad, cuya pureza prometía el encuentro.

 » Leer Mas…

Antevíspera

1

No pienso el poema.
Dejo abiertas las branquias de la pleura
para la embestida del siroco.

Un tifón asalta
la cisterna
del oxígeno que reciclo,
azota las ventanas olfativas
denostando la cordura del instante.

 » Leer Mas…

Buzón de quejas

Agosto es un mes cruel. Nos abomina
con tórridos calores, con tifones
saturados de polvo callejero
que el frente tropical ha removido.

La humedad cava túneles secretos
bajo la confidencia de la blusa,
disgrega su hormiguero de sudor
en hilos presurosos.

 » Leer Mas…

Conticinio

Los perros son esfinges
de cemento opaco,
figuras congeladas
por el silencio raso.

Todo calla en el barrio
milagrosamente
como un hechizo exprés
decreto del azar.

Porque como nunca
la quietud es tan oblonga
a punto de abarcar
cosas y seres vivos:
entes presurizados
con la mano del hombre,
ramas agitadas
por el viento del mes.

 » Leer Mas…

Cuenco de luz

En la pelvis de la noche
reposa el poema.
La oscuridad es un cuerpo
restirado,
un cataplasma de tequila
donde bebo
los componentes de la euforia
detonante.

Levanto a nivel de la pupila
el trompo de la alucinación,
octaedro de imágenes ficticias
contoneándose sobre la barra.

 » Leer Mas…

Diurno de la estatua

No hay pájaro que ronde a estas alturas
por la anchura del cielo despejado;
la bóvedad es azul, mediterránea,
pero de sumo ardiente, intransitable.
Fustiga la hora nona el parabrisas
con la acupuntura de los rayos;
imaginad entonces la intemperie
que abrasa los perímetros del éter:
nadie sale de casa en los contornos
ni se desplaza a pie por las aceras
como si bajo el signo de noviembre.

 » Leer Mas…

Dormir acompañado

El silencio es el arte
de la quietud extrema,
el voto de autosuficiencia
que procura el vigilante
de una noche sin sueño.

Alguien duerme a mi lado
desde hace media hora,
alguien cuya respiración
es un eco ilimitado
en el brocal de mi cuerpo.

 » Leer Mas…

Epitafio para niño ahogado

a Juan Pablo (1991-1994)

Pastor de las aguas: la eternidad deshiela muelles sobre tus párpados de obsidiana latente, hoteles en domos para sondear motocicletas. La eternidad no tiene horas, ni forrajes de oxígeno que cubran tu silencio rebosante de loas, ni el sol de California que asocias calladamente con un secreto botánico de tu propio mérito.

 » Leer Mas…

Prolongación de la tregua

…que todo lo concibe sin crearlo.
MUERTE SIN FIN

Dios es glaciar
y estepa:

sabana de incandescencia,
plancha del mundo.

Eclipsado por la nada
huelga el pensamiento
vuelto agora
siberia de sal,
raso cristálico;

o, dicho de otro modo,
fulge dorado por la ausencia
de resoluciones.

 » Leer Mas…