Señor, de la enramada broten cocuyos brote flor de cerezo un cuenco de cere-
zas a la mesa una mesa de cerezo un mueble consola doce cuencos
multiplicados para los comensales de la comarca (Señor) el
cerezo aún cuajado para las bandadas interminables de paros
carboneros herreruelos gorriones.
Omnipresente, ciega mis ojos a todo impedimento que viene del miedo haz que
reencuentre como corresponde a mis progenitores sus
progenitores formando corro celeste a la alta puerta de
Jerusalén de la cintura (talle) del brazo bailando un
danzonete en la quietud de una puesta de sol en un
horizonte jade.
Omnisciente, encuentre yo el vestido amarillo de Ajmátova enterrado entre unas
piedras a la orilla del mar me siente a su lado a verla (escucharla)
componer un poema en Slepnyovo en Tsarskoye Selo
sobre el vestido amarillo que escondió entre unas piedras
se echó a nadar desnuda al mar (Señor) trenza mis cabellos
vísteme de seda amarilla estampada con flores de cerezo un
broche de jade la piel jaspeada de aquel color que tuve en mi
adolescencia señálame en arco (vuelta de carnero) el camino
de regreso (¿sabré si he de quedar en alto en un punto de luz
encrucijada de cuatro vientos cuatro puntos cardinales al eje
todos a un eje, culminados?).
Rey de Reyes concédeme el borde el terrón la hoja del laurel de Indias a punto
de desprenderse el grumo de la arcilla la miga la escoria el cendal
el harnero la harina candeal y la paja las barbas del maíz la
panoja corolas sépalos raíces adventicias corpúsculos de la
astilla un cisco del cisco una esquirla de serrín el hilo la
hilacha la gota de hiel en la boca de la mosca a la miel (Señor)
para mi hambre para mi hambre.