Una rosa es una mano es una rosa
es una linfa es una isla es una
luna es una nube que viene en la tormenta.
Una tormenta es el otoño es el verano
es la infancia es el desaste es el viento
que arrastra consigo las nubes y las islas.
Una rosa es una mano es una rosa
es una linfa es una isla es una
luna es una nube que viene en la tormenta.
Una tormenta es el otoño es el verano
es la infancia es el desaste es el viento
que arrastra consigo las nubes y las islas.
A Juana Rosa Pita
Mañanica de diciembre
luminosa y perfumada,
ha llegado Juana Rosa
nacida en esta mañana.
Pastorcillos la anunciaron,
negras cantaron sus nanas,
y chiquillos sobre el Prado
líneas de luz dibujaban.
El sol sali?calentito
sobre toda nuestra Habana
y un Carnaval parecían
el Gran Faro y La Cabaña.
Creo en la grata mansedumbre de una manzana.
Y si de creer se trata, yo creo
en el día de Dios repartido en el cosmos
como un abanico que se abre
y cuyos rayos son caminos, tumultuosos caminos
por los cuales se despeña el hombre.
Hundirme en tu belleza
tan hondo, tan en ti
que yo perezca en tu caricia,
que ni el agua de mis ojos
o el silencio mismo
sean más que tu piel.
Soledad, milagro de tu frente,
en ti se advierte el ciervo
que dormita en el claro del bosque
y de pronto se pierde entre la yerba.
Yo soy el jorobado,
me retuerzo en la sábana nocturna
soñándome atleta.
Y soy el paralítico
en una silla dura y giradora,
la muchacha fea, el pederasta
cuando escupe la sal,
el corredor caído que gime
y se levanta y sobre todo
se siente triunfador del mundo.
Escucha: qué silencio, qué silencio.
Me abraza el silencio como un padre
y como un padre de muerte me circunda.
Ni siquiera el sonido de las aguas.
Si cantara tres veces algún gallo.
Qué silencio, Dios mío, cuánta espuma
de tiempo se agolpa en la tristeza.
Hacia dónde me pides que marche,
hacia qué Vellocino, hacia cuál Ítaca,
si toda marcha será la de Ícaro
mirado por Narciso en una tarde de lluvia?
¿He de irme hacia dónde, cuál fue el sitio
que me vio partir huyendo de la nada?
Con esos mismos ojos miras a través
de la ventana, y ves el movimiento
efímero y eterno.
Con esos mismos ojos desnudaste
el cuerpo y sus prodigios,
el paisaje estelar.
Te sirvieron como peces,
te abrieron los caminos.
Tigre, tigre:
El poeta está sobre las ramas.
Allí lo veo como un ángel cotidiano.
El poeta vive sobre esas ramas verdes
o está tratando de vivir como quien pone
el pie en la tierra y el otro en lo infinito.
Te vas quedando solo.
Apoyaste todo tu amor en los ancianos
que te sonríen y luego se marchan.
Escribiste páginas borrables
y poemas de corta duración, como tu vida.
Ni los libros leídos ni los más amados
estarán contigo allá, que es dónde.