Erguido.
Parapetado a ras del cielo.
Las piedras rojas de la cumbre
encaminan pequeñas misericordias.
Un racimo de lluvia pretendió rebelarse,
sus compañeras en marabunta
lo condujeron con gravedad hacia abajo.
Mojó piedras negras.
Erguido.
Parapetado a ras del cielo.
Las piedras rojas de la cumbre
encaminan pequeñas misericordias.
Un racimo de lluvia pretendió rebelarse,
sus compañeras en marabunta
lo condujeron con gravedad hacia abajo.
Mojó piedras negras.
A MARIO MONTEFORTE,
quien me presentó a Pessoa
Sabe que no pertenece.
Se sabe sin lugar/ sin gente.
Abierto como Onán
a cualquier búsqueda
que no disponga encuentros
estira el papel/ lo mira.
La carne piensa y no llora.
JUAN GELMAN
«La carne piensa», dijimos,
recordando a alguien
que ya olvidamos.
Y es la sangre
la que construye el instinto
y es el instinto
el que seduce a la muerte
y es la muerte
la que desata la sangre
y es la sangre
la que comprueba la vida.
Un hombre vio en el desierto
lampos de luz sobre las rocas
anuncios de la oscuridad que espera.
(las rocas son lágrimas secas
vestigios de alguna memoria
deseosa de asirse a la tierra).
Un hombre vio en la distancia
sorbos de luz separando cielos y arenas
y mares que transpiran ausencia.
A LAUREN MENDINUETA
Algunos vieron el fin
creyendo encontrar el principio.
Pero creyeron.
Así se han hecho las cosas siempre.
Y los cuerpos quieren creer
como saben hacerlo las almas
o escarbar la ausencia
hasta ver un estallido en el aire.
cansa el cuerpo los huesos
el cielo es falso y lo vemos
(cúmulos de gas y mentira)
decir mujer es saberla sal
(esencia genesiaca de todo)
y no tener valor para arrancar
y poseer al amor en la tierra
soledad anuncia el polvo
que nada enseña siendo maestro
ese trazo inerme que recorre la tierra
esa ubicuidad cansada de esperarnos
el cielo es falso y lo vemos
bella lejanía:
una mujer triste
leyendo en la penumbra
una exactitud de carne suave
que no nos mira
Lenta es la luz
cuando quiere alumbrar
los pozos de lo olvidado.
A Brodsky lo encerraron
por huevón,
por «parasitismo social»
y nadie supo entonces,
nadie sabe ahora
que muchos más quedaron
saludando muros eternamente.
Hay quienes esperan,
hay los que confían
en que sus huesos se abracen,
se froten y clamen por ellos.
Más que la muerte
el miedo.
(Mujeres vestidas de negro,
vacunadas de amnesia.
Son tristes. No olvidan).
Un muerto,
más que un muerto
el miedo
de ser sangre corriendo,
de ser una sombra vaciada de vida.
¿Permanece la memoria?
(La sangre es certeza horrible.
El agua el semen del tiempo).
¿Acaso el tiempo quiso llamarnos
para reconocerse en el aliento de los mares?
Nuestros pies gastan la tierra
dejando láminas de piel en las rocas.
cuánta luz tragan las horas
en mí el llanto
de las criaturas perdidas
respirar en un insomnio
que haga de los huesos un cálido refugio
negro es el plasma de la noche
mucha la tierra que aparta a los enterrados
qué ser si no memoria
en este caos sin resguardo
del sol vivo quemante de la sangre
o la aventura del mal
o el amargo fondo de los ceniceros
la penumbra devela el origen
el nacimiento de algo antes muerto
que escapa por las rendijas de los siglos
pienso una palabra
al unísono mueren miles de hombres
nace de la muerte este susurro
que mojará los caminos de la carne
Desde mi calabozo
ensimismadas
redoblan gotas
de azufre
contra el fuego.
Se encienden candiles
con el viento
me ven
borrando lágrimas
en el crisol
de la otra mesa.
Deletreo los abismos
los desfloro
uno a uno
para que el miedo
(con sus gastados espectros)
en la noche
no persista.
¿Qué seremos ahora?
Enormes cóndores
que surcan los vastos empíreos
brindando su fealdad al orbe.
Camellos obstinados,
jorobados de tormentos,
cargando aguas amargas
para el susurrante desierto.
¿O es que somos paquidermos
armados de marfil
y nuestras patas son las torres
que encarcelan al miedo?
A JAVIER PAYERAS
Que este verso se oponga al siguiente.
Ah, la sustancia liminar del mundo.
La palabra tiene tentáculos
que el poeta esquiva
para encontrar raíces.
Si bien vale reconciliarse,
saber decir, verbigracia:
«la vida avanza cual velamen roto».
¿De qué sirve esperar
lo que nunca llega?
Un torrente de seres
se agolpa en la noche
y no dice algo nuevo.
Dice lo dicho. Nada más.
El que duerme está solo.
Todo aquel que duerme está solo.
A MAURICE ECHEVERRÍA
ser una sombra
(la luz malgasta su ser
no traduce el enigma)
ser la sombra de algo
una lengua de oscuridad
(torrente sin voz
instalado en el sueño)
a qué venir a quejarse
si los insectos siguen naciendo y muriendo
y viven su tránsito como ráfaga gozosa:
sus horas son mucho más largas
que nuestras horas
ser la sombra de algo
que quiso ser y no es
una piedra es legítima
y merece ser
aunque su destino sea
destrozar un cráneo
Tiembla la tierra
(todas las raíces desnudas)
llega el silencio
(memoria del relámpago).
Un ser nace y muere.
No le da tiempo
para pensar en palabras.
Nadie supo.
No-hombre:
efímero balbuceo de carne.
Carne sin palabras.
A BEATRIZ COSENZA
Contenerlo todo
(el vaso del universo)
y pulir piedras con miradas.
No cabe la poesía en la palabra:
la estira/ la tensa/ la quiebra.
Hay quien lo sabe y llora.
Entrega silencios
para parecerse a Dios.