1. Será un centauro, un ser hermafrodita…
Será un centauro, un ser hermafrodita,
el toro violador y la paloma,
con las mórbidas formas de una poma
y el escudo anguloso de un escita.
Será otro yo, y así, será exquisita
la unión.
1. Será un centauro, un ser hermafrodita…
Será un centauro, un ser hermafrodita,
el toro violador y la paloma,
con las mórbidas formas de una poma
y el escudo anguloso de un escita.
Será otro yo, y así, será exquisita
la unión.
1. Me mira. Pero no desde la altura…
Me mira. Pero no desde la altura,
como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
sobre la roca dura.
Sonríe con sonrisa tan impura,
que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
como a fruta madura.
Amor, hijo de Poros y Penía,
pobre como su madre la Pobreza,
cazador sin fortuna,
un solo pensamiento en la cabeza.
Lo que intenta alcanzar se desvanece
apenas alcanzado;
vuelve a buscar, y busca,
lanzando redes, flechas y añagazas,
infatigable, pobre desgraciado.
Un gemido doliente entre la alheña,
un rítmico suspiro en el helecho,
musgo y pluma por sábana del lecho,
por dosel hoja, por almohada peña,
y la lujuria tiene como seña
violar mujeres y violar derecho
y ley y norma, y un hermoso pecho
sabe el pecado y el pecado enseña.
¡Estériles! ¿Para qué lloras?
Si nunca podrás tener nada.
Si a demoras siguen demoras,
y la explicación huye alada,
y amargan tu lengua las moras
aún en agraz.
¿Y pides un poco de paz?
El drama es mil veces más viejo
que tú.
Hay demasiadas cosas
de las que preocuparse,
siempre distintas, siempre imprescindibles,
y nunca se termina,
y apenas se respira… Y además
está el muchacho que jamás nos mira,
la chica que no sabe que la amamos
Y Platón predicando represiones…
Y a esto le llaman vida…
Muchacha, si te entregas a los cerdos,
merecerás morir en la matanza.
No sería en todo caso más horrible que la horrible,
cínica contradanza.
Pregúntate por qué has de estar debajo
si eres mejor que ellos.
Créeme, muchacha, la heteropatía
nunca fue un buen invento.
Líbranos de la pena porque ella
destroza el corazón larvadamente
y trae sombra a los ojos de los niños.
Líbranos de la dicha porque a ella
le siguen siempre penas que la hacen
aún más amarga que las penas mismas.
A la serena duerme mi ganado…
Miguel Hernández
A un cordero que es entre los rebaños
lo que un muchacho hermoso entre la gente
lo quiero con cariño diferente,
más propio de un rapaz que de mis años.
Es la hora aquella en que el carro Febeo
ha comenzado ha poco su carrera,
y una boca de hoguera
su aliento abrasador da ya encendido
a hemisferio dormido,
cuando aquel a quien nunca llaman feo
ni han razón, que alto más que Cipariso,
que Jacinto fragante
y más ensimismado que Narciso
y orgulloso que Apolo ser pudiera
si Olimpo griego su morada fuera
por ciudad castellana,
vuelve a la vida desde el oscilante
caliginoso mundo que se habita
a párpados bajados
y disuelve la luz de la mañana.
Señores, yo sé bien de los venenos
de la literatura:
la tiranía impúdica y terrible
de una Belleza impura
que nos mancha los labios de palabra,
los ojos de figura
y el cerebro de sueños o pecados,
en flagrante, diabólica impostura.
El bello mundo me produce asco.
Si pudiera, lo haría
saltar en pedacitos por los aires,
y con él a mí misma.
Yo no pedí vivir; si Tú me hiciste,
es tu culpa, no la mía.
Atrévete a juzgarme si tu pobre
criatura se suicida.