Los versos más largos y aquéllos más cortos
que tengan del arte las reglas concisas,
señora, aunque sean horribles abortos
decís que queréis en letras precisas;
Vos
Ni
Dios
A
Mi musa ignorante de tales hazañas
inspiran, señora, el grande talento
de hacer en el Álbum, con formas extrañas,
la rara poesía del genio portento
Que
Yo
No
Sé.
Poemas de Carolina Coronado
Señora, un Álbum cuando yo me río
por la extraña y ridícula manía,
de escribir en los Álbumes poesía
teniendo tan mal genio como el mío;
ya que no encuentre consonante en ío,
ya que no acierte a rematarlo en ía,
un dolor soberano de cabeza
me ha costado escribir esta simpleza.
A LA MEMORIA DE UNA JOVEN
¡Nadie se muere de amor!
¡Cómo habías de vivir
si amando, pobre mujer,
tenemos que combatir,
y el luchar nunca es vencer,
el luchar siempre es morir!
Cuando entre galas y flores
amor te daba la palma,
le dije a tus amadores:
«No le habléis tanto de amores
que tiene sensible el alma».
¿Por qué vengo a estas torres olvidadas
a hollar de veinte siglos las ruinas
espantando al subir con mis pisadas
las felices palomas campesinas?
¡Oh Walia! ¿no es verdad que prisioneras
la esclava del feudal y la del moro,
pobres mujeres de remotas eras,
regaron estas torres con su lloro?
Sólo en el pobre altar del pueblo mío
adoré yo al Señor —una mañana:
un templo veo junto a hermoso río
que embelesada miro… no es Guadiana…
De árboles tiene pabellón sombrío,
y por su orilla vi, con gente humana,
venir rugiendo un monstruo devorante
que se tragaba al río palpitante.
No le lloréis, amigos, ese canto,
himno de gloria al sueño de la muerte,
era la inspiración del alma fuerte
de aquel varón tan apacible y santo;
ya fatigado de enseñaros tanto,
y ya sintiendo su entusiasmo inerte,
quiso muriendo de su yerto labio
la postrera lección daros el sabio.
¿Dónde la amiga mía,
en dónde está la hermosa compañera
de tanta lozanía
y tanta gallardía
que daba envidia a la gentil palmera?
¿Adónde te hallaremos
si en esta soledad no te encontramos
por más que te busquemos,
por más que te llamemos,
por más que sin consuelo te lloramos…?
El fin de todo busca el alma mía
porque en esta existencia pasajera
del más hermoso y regalado día
siempre viene a turbarnos la alegría
el miedo del dolor que nos espera.
Si fe tenéis en la amistad lozana
del joven que en la infancia habéis querido,
desvanecida como sombra vana
por otra nueva dejaréis mañana
esa tierna amistad en el olvido.
Cuando cantaba yo de ésas que crecen
flores de abril, la vida perfumada,
entre tantos que flores os ofrecen
pude daros a vos la más preciada;
pero, señora, ya no canto nada,
sino las propias penas que entristecen;
y en vez de canto, regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
Un doctor muy afamado
mandó hacer una sangría
y después que hubo pasado
¿se ha sangrado usted, decía?
—Sí, señor, ya me he sangrado.—
Que se repita mayor.
Repuso, y volvió después,
—Se repitió— sí señor,
pues otra larga hasta tres
y calmará ese dolor.
¿Verdad que es triste que en el mundo todo
ceda a la ley de su exterminio fija;
No es verdad que es muy triste que se acaben
la juventud y la pasión, la vida
que la beldad perezca y los amores
y que la gloria al fin también se rinda?
Escúchame, poeta
un gracioso jilguero
joven, vivo y ligero
más que brisa coqueta.
Después de haber corrido
del valle a la colina
tras cada peregrina
yerbecilla perdido,
Después de haber cruzado
cien veces la pradera
cada flor hechicera
cantando enamorado.
Tenía Pablo en un rincón
de su corral un granado
que era de aquel vecindado
envidia y admiración;
Pero tan pegado estaba
a la tapia que ceñía
el corral, que la vestía
con su verde y la entoldaba.
Una noche de enero tempestuosa
a la luz que agitaba recio el viento
trasladaba al papel su pensamiento
una mujer, con mano presurosa.
A veces dél la blanca pluma alzaba,
y en alta voz lo escrito repetía,
y sus propios conceptos se aplaudía
y con su misma voz se enajenaba.
Si con tranquila faz, Génova mía
tu bello cuerpo destrozado miro,
no es por ingratitud, es que un suspiro
me parece en tus hijos cobardía.
Trofeos de constancia y valentía
en tus ruinas orgullosa admiro,
pues dondequiera que la vista giro,
encuentro en tu peligro tu osadía.
¡Eh!… peregrino que por esta vía
atraviesas con planta indiferente,
¿Vienes tal vez de tan remota gente
que el duelo ignoras de la patria mía?
¿Cómo no lloras ¡ay! cuando sombría
cruzas por medio su ciudad doliente,
como quien nada sabe, nada siente
del grave luto que oscurece el día?
De ti, señora, me contó la fama
que con ingenio vivo y alma inquieta
renuncias a la gloria del poeta
por no arriesgar el de modesta dama:
Pero dicen también que el Dios del arte
al verte abandonar su templo santo
sintió la ausencia de tu ingenio tanto
que a los poetas ordenó cantarte.
Las torres han temblado sacudidas,
las casas se han movido en sus cimientos,
las piedras y columnas desprendidas
hieren los inseguros pavimentos.
¡Mirad!… Mirad los templos derrumbarse
en masas enormísimas despresos
que abajo con estruendo al desplomarse
estallan de mil víctimas los huesos…
Allá baja el anciano desplomado
de su morada envuelto entre el escombro,
allí el joven sostiene ensangrentado
el quebrantado cráneo sobre el hombro.
I
Señora, os amo con igual ternura
que en el hora en que os dije mi deseo,
jamás, jamás hallé en mí devaneo
rival a vuestro genio y hermosura…
—Será verdad, garzón, mas no lo creo.
—Alejéme de vos, mas viva y fija
tal memoria llevé en mi corazón
que pensamiento no hay que mi pasión
no anime, no sostenga, no dirija
—Será verdad, mas no lo creo, garzón.
Veggo ardente nel cielo sffolgorare
de sua corona l’ornamento chiaro,
quel chi la luce dá superbo faro
e quel chi fá le piante germinare.
Veggo in la schezzia il pianto scintillare
de la matina, che á la terra è caro,
ascolto il fiume fra l’olcandro amaro
sulla pianura herbosa mormorare:
Odo l’uccelli e la sonora aureta
chi pello azurro spazzio tende il vuolo,
ma questa bello assai ridente stuolo
L’anima mia ancor non rende lietta:
sul bracio trista e languida mi piego
ch»il mio diletto ¡aimè!
EN UN ÁLBUM DE UNA SEÑORA QUE QUERÍA QUE SE DIJESE ALGO ACERCA DE LA DESGRACIA DE SER MUJER
¡Oh Dios! nacer mujer es triste cosa,
desventurada suerte nos rodea,
¡Ay infeliz de la que nace hermosa!
Y ¡ay infeliz de la que nace fea!
La palabra que Dumas no encontraba
es el nombre de ingrato, que merece;
España a Dumas de favor colmado
y él en pago la insulta y la escarnece.
Huéspeda en la risueña Andalucía,
hoy hallo con placer inesperado
tu nombre, buen maestro, aquí grabado
con el sello inmortal de tu poesía:
Y del pájaro igual no es la alegría
si solo, triste, incierto, fatigado,
por las ardientes zonas abrasado
halla una palma en la mitad del día.
«Quiero escribir —mi insuficiencia toco
principio y ceso— de lo malo poco».
Y yo que no sé hacer dos versos buenos
aún debo escribir menos.
EN UN ÁLBUM DONDE QUERÍA QUE LE EXPRESARA QUIÉN FUE EL INVENTOR DEL ÁLBUM
¿Quién inventó la poesía?
Y ¿quién los Álbumes hizo?
A la primera el demonio,
a los segundos su hijo.
Al recobrar la que lloré perdida
prenda de la amistad, con tanta pena
del hallazgo dichoso me enajena
el contento más dulce de mi vida;
Yo juré recobrarla, aunque escondida
del desierto se hallase entre la arena;
juré por tu bondad y tu hermosura
y la suerte cumplió mi ofrenda pura.
EN UN ÁLBUM POÉTICO PARA UNA NIÑA QUE SE AHOGÓ EN EL MAR
Tú pensaste que el mar era tu cuna
y te adormiste en él tranquilamente,
no ha sido para ti poca fortuna
despertar en la gloria de repente.
Siempre al tender mi vista por el llano
del ámbito campestre que me encierra,
he visto el horizonte lusitano
lindando con los prados de mi tierra;
y he dibujado con mi propia mano
su hermoso valle y su cercana sierra
y he cogido las dobles amapolas
que ni son portuguesas ni españolas.
EN UN ÁLBUM QUE LLEGÓ DESPUÉS DE HABER FIRMADO OTROS CUATRO AQUEL DÍA
¡Vive Dios que es el siglo diez y nueve
de Álbumes tan fecundo semillero,
que a formarlos parece que se atreve,
el mismo Satanás hecho librero!
Así cuando al infierno se los lleve
para quemar allá a todo coplero,
luciremos con luces tan brillantes
que chispas brotarán los consonantes.
EN UN ÁLBUM QUE ME PRESENTARON CUANDO ESTABA CONTEMPLANDO UNA HERMOSA TARDE
La tarde va a expirar… lejano y tibio
el sol ya terminando su carrera
en las tranquilas aguas reverbera
su postrimera luz:
Y los alegres pájaros meciendo
entre las ondas sus pintadas plumas,
hacen saltar las cándidas espumas
con su leve chapuz.
EN UN ÁLBUM QUE TENÍA UNA LÁMINA QUE REPRESENTABA A LOS ÁNGELES MIRANDO LOS CLAVOS DEL SEÑOR
¡Ved los hombres cuál son, ved qué inhumanos!
Un Redentor el cielo les envía
y en la terrible cruz, dulce María,
clavan los hierros sus divinas manos;
mirad los hierros, y llorad, hermanos,
llorad por el dolor de su agonía
y con lágrimas laven nuestros ojos
los duros clavos en su sangre rojos.
EN UN ÁLBUM UNA DE CUYAS PÁGINAS SE REPRESENTABA A LA MAGDALENA EN ACTITUD DE CLAMAR AL CIELO
¡Piedad!… Virgen, arráncame y levanta
de entre estas rocas donde estoy hundida:
hieren sus filos mi desnuda planta,
no hay senda abierta y moriré en la huida.
EN UN ÁLBUM UNA DE CUYAS PÁGINAS REPRESENTABA EL NACIMIENTO DE JESÚS
Venid, pastoras, el milagro hermoso
del niño Dios a ver; posa en el heno
tiene inclinado el rostro albo y sereno
sobre su descubierto hombro gracioso;
bajo de sus bracitos, tembloroso,
espumas miente, su desnudo seno
y hay, semejante al cerco de la luna,
un resplendor en torno de su cuna.
Duerme, Niño, el sueño blando
en esta cuna escondida,
aunque tu madre llorando
por tu existencia llamando
quiera volverte a la vida.
Porque en la noche sombría
de nuestra vida ilusoria
no has de encontrar, alma mía,
la luz del eterno día
que has encontrado en la gloria.
Rompió el divino sol por Oriente,
engalanado en nuevos resplandores,
hervía el prado en olorosas flores,
rebosaba en perfumes el ambiente,
trinaba el ruiseñor más dulcemente,
acrecentaba el agua sus rumores,
de nuestro pueblo humilde el pavimento
retemblaba aguardando algún portento.
Yo elijo la postrera de tus hojas,
yo voy a anticipar tu despedida;
ya blanco libro, que mi nombre alojas:
sabes cuál es tu término en la vida.
¡Ay! si también pudiera el alma herida
anticipar el fin de sus congojas…
yo de mi juventud saber quisiera
qué nombre hay en su página postrera.
¡Oh de la madre tierra
hija mimada, fruto delicioso,
que en su espíritu encierra
hechizo venturoso,
divino ardor, perfume glorioso!
Flor a mí consagrada,
corona de mis sienes, perla mía,
la sola gloria amada
que mi ambición ansía,
luna en mi noche, sol claro en mi día
¿Dónde estás ¡ay!, adónde
la cabeza gentil triste reclinas?
Si las flores del jardín
mueren, joven, con el día,
también las de mi poesía
muerte igual tendrán al fin
aunque un poco más tardía.
De abejas la turba ahora
el ramillete florido
de mis cantares adora;
mas cuando hayan perecido
abejas, arpa y cantora,
Tras los años destructores,
¿sabes tú si de esas flores
que hoy brota mi pensamiento
no se habrá llevado el viento
hojas, aroma y colores?
Es dulce recordar sueños de niño,
el vago acento de la edad primera
que en nuestro oído resonar hiciera
el ángel que anunció nuestro cariño;
cuando figuro que tu cuello ciño
en esa edad tranquila y placentera,
embriagada mi alma en sus memorias
digo que amor es gloria de las glorias.
¡Qué hermoso es Dios, qué hermosa su cabeza!
¡Qué gallardo su andar, su voz qué suave!
Rasgos los cielos son de su belleza,
pasos los siglos de su marcha grave;
la voz de la inmortal naturaleza
de sus conciertos la sonora clave,
su acento arroba, su mirar abrasa,
tiembla el mundo a sus huellas cuando pasa.
HIMNO AL NACIMIENTO DE LA PRINCESA DE ASTURIAS, CANTADO POR LA SECCIÓN LÍRICA DEL LICEO DE BADAJOZ
«Viva, viva, la tierna heredera
que ha nacido a la Reina Isabel,
la hermosura hemos visto que impera
de las Reinas es hoy el dosel».
Del íntimo del alma agradecida
una voz exhalar sólo quisiera,
una voz tan profunda y tan sentida,
que cual yo me conmuevo, os conmoviera;
pero a bondad tan dulce sorprendida,
yo no puedo cantar por más que quiera;
y temblando y confusa en este instante
no encuentro ni una voz, ni un consonante.
¿Queréis formar un coro,
hermosas las del canto peregrino,
más dulce, más sonoro
que el rumor argentino
del agua y de los pájaros el trino?
¿No veis cómo las aves
cantan en amigable compañía
a unos acentos graves
los otros de alegría,
uniendo en perfectísima armonía?
Sí; los cimientos del antiguo mundo
a estremecerse van: sonó la hora.—
Grecia exhala gemido moribundo,
y corónase Roma vencedora.
¡Vana corona! espíritu infecundo,
la religión cruel y destructora
de ese pueblo tan sabio y tan valiente
no ha de salvar la humanidad doliente.
Levanta lira caída;
ven, que el dolor te convida
con mil tonos acordados
tengan también en la vida
su fiesta los desdichados.
No temas ¡oh!que en tu acento
vaya el mundo a sorprender
vuestro ignorado tormento…
lo mismo ha de comprender
tu canción que mi lamento.
¿Qué es esa claridad que de repente
de la ermita ilumina el campanario,
y del Gévora oscuro la corriente
brillar hace en el campo solitario;
y por qué palidecen de la gente
los rostros al fulgor extraordinario
mientras sus sobresaltos y temores
revelan los ancianos labradores?
Días hay en nuestra vida
más grandes que los demás,
en que el alma suspendida
mira la extensión perdida
que vamos dejando atrás.
En ellos nos detenemos
para ver los desengaños
que del camino traemos;
es un descanso que hacemos
una vez todos los años.
Ya se presenta allí, ya nos aguarda:
decid, ¿no os acobarda,
corazones humanos, su venida?
¿hay alguno que inquieto
no esté con el secreto
que esconde el porvenir para su vida?
Yo os conjuro a mirar la última estrella
que humilde luz destella,
cuando empieza a radiar el sol naciente;
y os conjuro, mortales,
a recordar los males
que lloráis del pasado amargamente.
Entre el musgo de mi huerto
germina una hermosa planta
coronada de flor tanta
que su tronco no se ve;
muestra el capullo entreabierto
ya su primer florecilla
y la octava maravilla
son cáliz, hojas y pie.
Venid, hermosas doncellas,
vosotras que amáis las flores,
si los vivos resplandores
no os deslumbran de esa flor;
venid a mirar cuán bellas
brillan sus hojas carmines,
en la suavidad jazmines,
ambares en el olor.
Esta serenidad de la campiña,
la virginal vegetación del suelo
que a nuestros ojos representa niña
la vieja tierra; el canto, el manso vuelo
del bando de aves que hacia aquí se apiña:
la vaca dando leche al tierno hijuelo
en medio el monte solo y sosegado
¿habéis en este mayo contemplado?