Me zambullí
en el verde bosque
de tu mirada
creí que era navegable
solté mi velero
para llegar
a la otra orilla
Desde entonces
me he quedado
en la isla negra
de tu pupila
en espera de un rayo
que me parta
Me zambullí
en el verde bosque
de tu mirada
creí que era navegable
solté mi velero
para llegar
a la otra orilla
Desde entonces
me he quedado
en la isla negra
de tu pupila
en espera de un rayo
que me parta
hierbabuena
en la cama
hierbamala
en la sala
hierbabuena en la calle
hierbamala en su casa
hierbabuena en la fiesta
hierbamala en la iglesia
hierbabuena
de amante
hierbamala
de esposa
De puntillas
por el laberinto de setos
cruzaron miradas
ella tenía frío
mientras él tiritaba
Temprano muy de mañana
caminaron de la mano
para buscar la salida
Ella tenía la llave
él conocía el cerrojo
Al abrir la puerta
sus miradas los derriten
sus dedos los enlazan
sus entrepiernas se rozan
les hace falta una cama
Si viviera colgado
el cielo sería mi tierra
caminaría por nubes
maracaría mis pasos
con estrellas
los árboles guardarían arcoiris
y las tortugas serían
ángeles de nácar
Las tardes de lluvia
se pintarían de verde
y caerían diluvios
de hojas secas
Todo es mentira
todavía
tengo los pies
sobre la tierra
no estoy
enamorado
Por secarme una lágrima
me saqué un ojo
por persignarme
me arañé el corazón
por cortarme una uña
me quité la mano
por seguir una sirena
me enredé con una medusa
Al final del día
conocí a un demonio blanco
suave y triste
que quería sacarme
de este cielo
para llevarme
a su infierno
El centauro
se hizo un espejo
miró su cara peluda
su barba
tinta de vino
sus manos
sus cascos
Pero el reflejo
era pequeño
y no pudo ver
los cuernos
que le habían crecido
en la última
primavera
para la galería imaginaria
Que el verso sea como una ganzúa
Para entrar a robar de noche
Al diccionario a la luz
De una linterna
sorda como
Tapia
Muro de los Lamentos
Lamidos
Paredes de Oído!
Porque escribo estoy así Por
Qué escribí porque escribí ′es
Toy vivo′, la poesía
Terminóo con-
migo.
huero V a c u o
gastado e in-nútil ejer-
Cisio: «el adjetivo mata, Matta…!’
Fri-volidad ociosa, tediosa y
Esporádica
-hasta un cierto punto:
;
sobrevivo a una muerte
que podría vivirse.
Está mal hecha
La Mujer está mal hecha
dice la letra
de una cumbia
colombiana.
ESPANTOSA SENSACIÓN
cuando te consta y es evidente
que esa poesía que escribiste hace no mucho
también está mal hecha
La Poesía está
mal
hecha.
A la Gente Pobre se le comunica
Que hay Cebollas para Ella en la Municipalidad de Santiago.
Las Cebollas se ven asomadas a unas ventanas
Desde el patio de la I. Municipalidad de Santiago.
Tras las ventanas del tercer piso se divisan
Unas guaguas en sus cunas y por las que están un poco más abajo
Se ve algo de las Cebollas para la Gente Pobre.
el super poeta zurita se pasea
como un cristo bizantino por las calles de santiago
con el habla (mordiéndose la lengua)
casi perdida
erguido
el superpoeta es objeto, o tal vez víctima,
por dos veces
de sendos artículos en la dominical columna
del padre valente, crítico literario
del diario el mercurio, periódico serio observe las aliteraciones que giran en torno
a la r
no sólo es poeta, el superpoeta zurita
además, lo parece
se alucina se ilumina le observa el aura a la geografía de la faja
utopifica , como quien dice/ de alguna manera/
el superpoeta zurita
Se yergue a mayor altura que el cristo
de elqui de parra, el zuper poeta surita
zurita zurita
atiruz atiruz
neruda neruda
aduresn aduren
Se pajea/ se quema y se t ajea/ las mejillas.
Sala de un hospital, amplia y sombría,
el doctor ordenaba con imperio,
y de una úlcera, al ver la rebeldía
al practicante le pidió el cauterio.
Enrojecido lo acercó al paciente
sin preocuparse de su suerte aciaga;
el miserable se agitó imponente,
lanzó un rugido, y se extirpó la llaga.
Los que cumplís la terrenal condena
de ser mirados con escarnio y mofa,
si halláis a vuestro paso la gangrena
sangrienta y ruda, formulad la estrofa.
Como el doctor, sin escuchar el grito
de rebelión y de dolor que estalla,
quemad con vuestros cantos al maldito
aunque ruja y blasfeme la canalla.
Cuando en la calma de la noche quieta
triste y doliente la zandunga gime,
un suspiro en mi pecho se reprime
y siento de llorar ansia secreta.
¡Cómo en notas sentidas interpreta
esta angustia infinita que me oprime!
¡El que escribió esa música sublime
fue un gran compositor y un gran poeta!
¡Cuán hermosa es la muerta! Exuberante
su desnudez sobre la losa brilla;
yo la contemplo pálido y jadeante
y tiembla entre mis manos la cuchilla.
El profesor, que la ocasión bendice
de poder explicar algo muy bueno,
a mí se acerca y con placer me dice:
-Hágale usted la amputación del seno.
cómo ato mis ojos a los tuyos. cómo callo la mano
que te escribe. mi mano no deja de nombrarte. de
noche se levanta. vela tu ser. poda tu cuerpo o mar
o cielo muchamente. no te deja descansar. bebe de
tu agua todo el existir.
ayer escuché una canción que se parecía mucho
a tu cuerpo. o sea que estuve triste de adioses toda
la noche. de ausencias. estuve triste porque la canción
no terminaba y era como tu cuerpo. a veces me pregunto
cómo pudiste aparecer a tan altas horas de mi dolor.
para josé luis rey
dylan thomas me dio su jilguerito para que cantara
mi llorar. el jilguerito de dylan entró por el sol de
una mañana y se quedó parado como una eternidad.
quieto a ras de mi alma. sus alas movían los esqueletos
de mi ser.
-jaime sabines, a tu memoria-
el día de tu muerte se hizo un árbol de fuego
en lo más dulce de mi mujer. el día de tu muerte.
cayeron pájaros del costado izquierdo de mi mujer.
una bugambilia le nació.
el mundo nunca fue de nuestra parte. viejo. o sea
que podemos conversar. podemos hacer batallas contra
su desgracia. contra el desastre que nos recorrió desde
la vez primera. desde la vez primera me doliste. viejo.
me dolió que tu verdugo fuera dios.
en el cielo crecido de fulgor. agrio de noches que
comí. recordé la vez que mamá me sacó como pedazo
arrancado de su carne. recordé un día esa noche que no
podía salir de su carne magullada. sucia como casa que
no alquiló nunca la alegría.
en los cielos de mi existir dejaste de volar. desde
mañana no te quise. desde mañana prometí que
amor no hiciera heridas o levantara templos de
amargura en mí. cárcel eterna era el tuyo amor para
mis manos. esas edificadoras. esas que se levantan
en pleno vuelo o caen.
herido busco mi país. busco tu nombre. busco la calle
donde te conocí. me caían sombras. me caías. tú llorabas.
me salpicabas tu tristeza. tu tristeza era como mi país.
tenía árboles. animales. unos arroyos que no acababan.
tu tristeza salpicaba mi país y yo nadaba con brazos
y pies en mi derrota.
jorge manrique. mi maestro. dice que querer hombre vivir
cuando dios quiere que muera es locura. jorge manrique.
mi maestro. amigo o fuego que releo en noches con fervor
dice que mi empeño o mi pasión. ese tocar tu rostro o escribir
es vano.
la llama viva de san juan alumbra noches donde nada
tuyo vi. la llama viva de san juan en mi cuartito frío
alumbra. es una aurora donde te busqué. un sol caído en
gajos o retazos que arden como las pajas del querer.
llueve en la mañana del cielo. la hormiga y la arañita
discuten las últimas noticias de mi porvenir. nadie sabe
adónde partió el calcetín que rentaba mi buró. adónde
mis camisas arrugadas. el aire me borró de tus fotografías.
mi paraguas está caído.
los que se compadecen. los que miran mi corazón
henchido. solo. esos que tienen hijos y sombras
inofensivas. esos que preguntan por mis ojos tristes.
por mi alma sin ti. los que tocan a mi puerta. los que
riegan un poco mi alegría.
mi país es más pequeño que tu cuerpo. mujer.
mi país no cobija como tus manos. realmente
no incendia o alborota. no hay sombras como
las que te beso. no hay una colina para ver el
mar. desde ti yo puedo ver el mar o el alma.
no termino de acostumbrarme a ver mi casa
rodeada de tanta agua. me duelen los barcos de
cádiz. me duelen los pañuelos del adiós. extraño
los mercados de oaxaca. extraño a la tía tita. ¿te
acuerdas de la tía tita? por qué no la olvido.
rogelio grande amó cuatro pedazos de su carne
del mismo modo como amó a dos mujeres que lo
mataron de odio o de tristeza. las dos cosas juntas
porque son lo mismo. una viene antes que después
pero vienen firmes como huella o pisadura y se
quedan enterradas de por siempre en la memoria.
¿y estas ansias que levantan a oscuras mi esqueleto
y hacen cielos como alas o maderas que no paran
de crujir? ¿y estas ansias llovidas por ajenas lluvias?
¿y este dolor despertado en el meritito amanecer? ¿qué
son a estas horas?
(nobody knows revariation)
A veces, en el tren que fuga
hacia Venusberg o las
constelaciones,
en pleno día
tú yo
tan desconocidos
como siempre,
giramos al uní
sono las bruñidas
cabezas de agónicos
y arcaicos
maniquíes
como en un bien ensayado
paso de baile sobre
el desvencijado
maderamen.
Como en un bodegón flamenco, dispuestos
sobre una mesa (una mesa
imaginaria, que es
y que no es: un plano
de consistencia): papas
fermentadas por el calor,
diminutos quelonios de color de ciénaga,
el acre olor insituable del verano.
(Berlín) infuturos
Las grandes ruedas se detuvieron
pero el odio continúa.
En el poema más perfecto
es falsa una línea.
Berlín: ciudad abierta.
En la oscura madeja avanzan
lentos-rápidos trenes.
No somos (nunca seremos)
como ellos.
Me escapé
del interminable
cañaveral,
y ahora estoy
mirando la
oigopa
de antiguos parapetos,
los
pastos verdes sin fin
bajo los cuales
sin duda
fluyen también
el silencio
el olvido
y la sangre.
La historia de una mujer
está en sus labios.
Mira la cabeza
de Jannine
contra
el muro ciego
del patio.
Su cara ennegrecida
por la luz.
Sus ojos cercados
por la sombra: a
sombrados, sin
conciencia
de ser
bellos o
cualquiera de esas
magníficas e
inexistentes
cosas
idio
sincrásicas.
Vivir la vida,
¿no es cruzar un campo?
Perplejo ante
la abrumadora
sabiduría de los muros,
trató
de volver la vista
atrás, hacia
su vida
oscura o clara como un
túnel. Deslumbrado
por el sol de invierno.
La hija acompañando
a la madre
cuya primavera
ha pasado,
es como el verano
acompañando al invierno.
El calor y el frío
dialogando.
Policromos vasos de vidrio
con vuelos de holanda y tersuras de pollock.
El hosco Cernunnos en la corteza del árbol.
El mundo se va a acabar.
Dice el niño ante el coro de niños.
¿De dónde le viene esta extraña sabiduría?
Esta palabra ajena e inconmensurable
Este peso oscuro y aterciopelado con el que él juega
ligeramente, como un saltimbanqui
con un gran globo transparente, suspendido (en el aire) (?) (?)
Él mismo suspendido (?)
Es una broma dicen los niños.
Isotropía: «Como es arriba es abajo».
Esto no sucedió en lo antiguo,
ni en el hoy esferoidal.
El inconsciente afirma R. no existe. Es sólo agrego yo, R., su doble la conciencia desdoblada.
¿De dónde partir? ¿A dónde llegar?
El vano intento de asegurar la puerta con una espina de pescado.
Los oblicuos, pardos obreros agrupados en el claro de luna.
Un niño. (¿Aviso? ¿Advertencia?)
Finalmente, todo ha de llegar.
El todo como Advenimiento.
El todo como Aparición.
La última vez que estuve en Sils Maria
había estos mismos tres (o cinco) escalones rotos.
He ahí toda la filosofía.
Sólo la música es distinta (para mal).
La locura es siempre esto de la página y
más aún: de la lengua.
Ahora debía
yo también
comerme una manzana,
si hubiera estado
a solas conmigo mismo,
visto ya
lo que no debía verse,
esto y aquello
oculto durante años,
y nada fue
tan sobrio,
pero seguía siendo oscuro.
Los pensionistas hablan de trombosis
en los autobuses
o aguardan el final
en los bancos de los parques públicos
entre mierda de palomas y jeringas
ensangrentadas,
o me paran en la calle
ante escaparates llenos de electrodomésticos
para preguntarme la hora
e interesarse por la raza de mi perro.
Salgo del trabajo. Los huesos, el cuerpo entero
dulcemente dolorido, como -a veces-
después de un polvo de los buenos.
La luna, sajada en dos pedazos, me recuerda
el ojo ese famoso de Buñuel,
asomada un tanto tenebrosamente
por encima de los árboles.
the imposibility of being human…
Ch. Bukowski
Releyendo
10 años después
El árbol de la ciencia
Me pregunto
-entre otras cosas
porque no lo sé-
si este magistral desharrapado
conoció a ese otro
Doctor de los Infiernos
que fue Céline.
Tú sí
tú no
tú sí
tú no
tú sí
tú no
tú sí
tú no
tú sí
tú no…
y en cuanto a ti
no sé
mejor será
que espere
a ver
qué dice
la competencia,
no vaya a ser
que a estas alturas
me coma
algún marrón.
Me asomo a la terraza.
Una mujer se arregla el pelo
delante de un espejo
en el edificio de enfrente
de mi casa.
Estaba leyendo
a Dostoyewski. Cierro el libro,
lo dejo encima de la mesa,
me siento y abro
otra cerveza.
Me llama. Está
borracho. Un poco
borracho; la lengua
le patina, y me imagino
su babosa, su estúpida sonrisa.
Quiere a toda costa conseguir
un gramo, medio gramo,
lo que haya.
Está en la casa
de una chica a la que dije:
«No sé muy bien cuándo será.
No puedo leer un solo libro.
Una sola página.
Un solo párrafo.
Ni una línea.
No puedo escribir,
ni coger el teléfono,
ni encender un cigarrillo,
ni extender las piernas,
ni levantarme
siquiera
de esta silla.