Soledad

Teja molida una plaza.
El muchacho hablando solo.
Cruje paso suela.
Cruje.
Allá verde verde.
Y en su pienso y digo
el azul.

El azul
siempre arriba
y en la plaza
el chico hablando solo
de lo que nadie dice nada.

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Trizas

Tiene una virtud,
son sus manos remotas.

Vuelve a veces buscando
la roca viva
refugio de finales
y el polvoriento violín
del que brotan
crisálidas perfectas.

Por el suelo,
en oscuro desorden,
las sombras,
móviles claroscuros
mixturan
las trizas detenidas
de una máscara.

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La primera palabra

La primera palabra se anuncia en el silencio.
Es un pliegue del aire, un resquicio del tiempo
y no sabe si es agua, o pájaro o estrella,
y si nombra, si llama, si se niega o espera.

La sustancia del viento se resuelve en un signo:
las farolas, el libro, la cuna, las estatuas.

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Agonía

Mis zapatos rotosos
hoy andan por la casa
explorando
una estela de su euforia.

En cada cosa
hay puntos vigilantes
y un olor a presencia
desgastada.

Yo sé que volverá
con dureza en las manos
y en los ojos,
un tributo de estrellas.

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En carne viva

Una vez más
los buitres
desgarrarán el centro
de su figura rota.
Desde la piedra falsa que grita y descontrola,
se estremece la celda
que llaga sus espaldas.
Entre los ojos de agua
del cautivo inocente,
se postra una mirada
peregrina
y ancla una mueca sorda
en el muelle de sus labios.

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La mentira

A veces vivo un poco,
y ostento la evidencia
como un coleccionista.

Algún trofeo
rutila en las escarchas de mi nombre
y emerge la que era
en el engaño del verbo flagelado.

Mi intemperie
descansa un instante
en el pedestal de hierba de sus ojos,
hasta volver,
crucificada,
a la oración unitaria de la casa.

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Utopía

Si pudiera de golpe
arrinconar olvidos y semanas
junto a los nidos de agua
de mi secreta cáscara.

Si lograra arrojar
en las islas neutrales
las cenizas que muerden el árbol y las lágrimas,
y pudiera dejar que una ecuación rotunda
insertase su atmósfera de pétalo
en cada pabellón desamparado;
empapada de estrenos sobre un licor tardío
bebería las notas
de un festival de espigas y de vuelos.

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Donde la vida y la muerte cruzan sus límites

Donde la vida y la muerte cruzan sus límites
se descuelgan las pieles feroces de un deseo interminable
se tropieza con toda rapidez

están rotas las medidas eficaces

armado de lo hondo a la burbuja del vientre
asoma y rompe el vacío de su presencia dejada
por la tenaz ausencia del probable visitante

¡tan a deshora se conmueve el corazón del amante
y de su amante!

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Las praderas

El tardío desplazamiento, un guijarro en las grandes praderas
extendidas de la miel.
…. ‘Se va para todos lados’ – las hermosas caderas
la mujer las aposenta en el desplazamiento.
‘la muerte del guijarro cuando tu miel…’ y
sigue cuando la gran falta desata sus motivos inmediatos
El cielo no pasa su color, aúllan los deslizamientos de sus gránulos
no constata si aquello merece una mirada

He compuesto de una manera su ausencia
las caderas hermosas no tienen nada de mayor importancia
Sentarse golpearse un poco las pestañas
Es difícil contemplar la hermosa y ardua presencia del guijarro
en ardua disputa con las hermosas caderas
ardua y difícil horizonte
las hermosas caderas
el guijarro
El horizonte ha enmudecido
Verifiquemos los anuncios
la vida siempre fue
de pronto nada hace falta
¿para anunciar las hermosas caderas, el guijarro;
Ellos necesitan del desplazamiento de los anuncios
‘ahora somos esto, el resto aparte: no nos conviene’
Señálese el punto cuando el sol descubre la primera
de las estrellas
es toda la transparencia del horizonte

Entonces para qué nos llama cuando ya estamos entre las cenizas más pálidas,
oh esperanza, tu resistencia a cualquier resistencia: esperanza
Pájaro frío en la puerta oblicua del verano

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Libro VI

Eterno como un perfil negro con rayas blancas
El cura de la valija negra camina por la pared del Salón
de los Pasos Perdidos
Sus piernas de molinete amansador de bestias.
Servicio completo: restaurant de los amantes.
Ella no funciona a engranajes sino a pequeños saltos vibratorios.

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Maldición del molusco

Los muertos no dicen esta boca es mía
Sus dulces consecuencias no laten entre los pastos
No respiran
¡Reino incorregible!

Consume la vida no dice adiós
Todo resta entre nosotros
La gran voz de trueno cae con sus claves
¡Imposible cultivo del engaño!

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Octógono fosforecente

De los cabellos pezuñas endiabladas,
corazones
configurados por la ausencia de los sonidos
en la flor azul sobre el tejado rojo

Los moribundos
no alcanzaron la altura del disco rayado

De los peregrinos
sobre
las huellas bajo los tallos gigantes
en las axilas de la mujer santa.

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Vientos propicios

La experiencia presenta su lado de aventura.
Lanzarse en las entrañas de la vida.
Gozar de todas las primicias.
Tocar, acariciar las partes dulces de las cosas,
perderse en las avenidas entre las multitudes.
Llenar el tiempo en conversaciones con desconocidos.

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arveja negra

Tengo un problema:
arranqué los ojos de mi muñeca
y ya no ve. Desde el noveno piso
lancé con ímpetu al patio interno
de mi vecina un ojito, el izquierdo.
En una alcantarilla, único
ojo abierto que permite
entrar a la imagen hecha cuerpo;
es de saliva poderosa
seduce agresiva cualquier intento
de entrega externa, la convierte
en interna destrucción.

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As de oro

Soplo, tiro los cuadraditos sobre el paño de la mesa y soy
feliz. Generala. Mujer déspota y sumisa
de la arbitrariedad.
Observo los tres ases. Son míos. Poderosa canto
aplasto sombreros con mi pierna corta, sonrío a la nuca
de los demás concursantes.

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glauca

¿Qué te pica? El alma
máter, pero a fuerza de miedo
no fui más que un pobre padre
para vos, hubiera querido
altares de frutas sin carozo
de flores sin centro y de carey
peinecitos sin dientes
para acariciar tus vellos
en la dirección correcta?

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Huevos

Las cigüeñas jóvenes que llegan
no ocupan nidos vacíos
Van al ataque de otros
hogares ocupados por familias,
los arrebatan o mueren. Hijas perdidas
tal vez, que vuelven a vengarse
inadaptadas pajaritas de papel
la mayoría, débiles.
Después de muertas, renacen buenas
y se ocupan de viajar cargando niños
rosados, normales, niñas también.

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Notas para un agitador

cuando era pequeño se le cayó un piano
en la nuca, desde ese día sus vértebras
suenan cada vez que baila
sobre la silla eléctrica: no muestra arrepentimiento
con palabras, no entona
baladas de protesta

Se dedicó a grabar sonatas
de guerra, percusión ósea contra
tiritar de dientes.

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Blues para Clara

¿Dónde hay un cuerpo para habitar?

Estos tristes duos no significan el amor,

solo la parte que sobre de cada uno.

¿Dónde un cuerpo abierto en lo estrecho?

¡Entramos a las ciudades con maletas vacías,

arrojamos el corazón

al fuego de la incertidumbre!

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