Madrigal de Mujer

La fortuna te dió un escaso privilegio.
Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas
tornándote más bello su extraño sortilegio …
¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

Los honores doblaron en reverencia grave
su multitud de frentes a tu valer rendidas.

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Me pesaba su nombre

Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.

Ya no está junto al mío la injuria de su nombre, y… me pesa!

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Palabras de un Amante

a Luisa Ackermann

Como yo del amor me entrego a la corriente
y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado,
mi corazón, y estrecho contra mí , locamente,
un ser idolatrado.

Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza
forma, que puede helarse de pronto, sombra vana,
y que ese corazón de llama y ceniza
será polvo mañana.

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Pensamientos de otoño

I

Inquietud de Otoño,
soledad de los parques,
tristeza de las cosas,
languidez de los árboles,

cielos de esmaltes grises…
Otoño, oro y blancura,
¡tu sol es blanco y frío
como la luna!…

Nacen en ti los vientos,
hijos son del Ogro,
y roban a los parques
sus tapices de oro.

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Renovación

Amor único mío,
de mi vida, amor bueno,
que haces de nuevo cándida mi alma,
mi cuerpo virgen y mis labios nuevos.

Maravillosa esponja
de mis dolientes desengaños, fueron,
buen amor, el dulzor de tus palabras,
piadoso amor, la esencia de tus besos.

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Siempre

Porque te llevo bien metida en mis entrañas
y porque con mis ojos y con mi luz te alumbras,
porque pende tu vida de un hilo entre mis dedos
!no te olvidaré nunca!.

Porque el pan que te comes es mi amor quien lo amasa,
porque tengo la llave de tu llanto escondida,
porque guardo en mis manos tu copia sonrisa
¡te amaré por la vida!

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El Mundo al Revés

La tienda «El Mundo al Revés»
compra a cuatro y vende a tres.
Consigue así tal clientela
que vende que se las pela,
por eso cuesta un horror
llegar hasta el mostrador,
y el parroquiano apurado
compra todo equivocado.

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Ante el arroyo

Aguas que multiformes y turbulentas
entre las rigideces de los peñascos,
con nostálgico vértigo de tormentas,
ruedan en un sonoro tropel de cascos;
aguas de claridades hondas y quietas,
traidoras en su ignota melancolía,
aguas, todo belleza, de los poetas,
aguas, todo tristeza, de los suicidas;
vierten vuestros rumores en mis oídos
la tumultuosa vida de las montañas,
agua maravillosa de los olvidos
bullente en el bochorno de mis entrañas.

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Desmayo (I)

Allá, cuando las lomas reverdecen,
donde hay almas que viven de esperanzas
y arreboles de fuego que florecen
en las inacabables lontananzas;
allí donde mi madre me ha llorado
con melodioso corazón de fuente,
por más que digan que los sueños mienten,
quisiera ser feliz y lo he soñado.

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Desmayo (II)

Y, sin embargo, hay algo que me empuja
hacia los horizontes de los tristes,
hay alguien que mis carnes arrebuja
con el mismo jirón que su ser viste.
Ir sin ellos, el sueño de mi vida;
y al ver que no lo alcanzo y que me pierdo,
mientras en ese sueño rasgo y muerdo,
me duele el corazón como una herida.

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Desmayo (III)

He visto al victimario de mis ansias.
Aullaba en su boca la ignorancia.
Envenenadas puntas que taladran,
las voces ancestrales cómo ladran.
Quizás si lo que llevo aquí en la frente,
que yo creo una selva, es una grieta,
y seré como el triste del poeta
que se murió de sed junto a la fuente.

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El amor

El amor es grave y el amor hastía.
El ansia del beso mató mi alegría.
El beso que espero y el beso que evoco,
ambos son dos pasos hacia la agonía;
el amor es triste, desmayado y loco.

Sólo las mujeres pueden con su carga.

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Estrella

Yo sé de una estrella que luce remota.
Su rayo en mi noche desmayado flota.
Su rayo que finge la expresión tranquila
de una soñadora virginal pupila.
Su rayo que anima temblor de sollozo,
su rayo que es prenda de amor doloroso.

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Habla la nieve

Mi vida cristalina
es azahar y mortaja.
Yo soy la inaccesible peregrina
que muere cuando baja.
Soy un silencio grave,
soy ala en agonía.
No hay quién la hiel de mi pureza lave.
Soy la melancolía.

Soy la única, la sola,
condenada a posar sobre la cumbre
cuya serenidad augusta viola,
con sutil pesadumbre,
mi beso que su flanco desmorona
y su línea pervierte,
mi beso que corona
con sudario de muerte.

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La guitarra

La guitarra tiene el alma de una niña de ojos claros.
En su caja guarda un nido tembloroso de gorjeos.
A jardín por primavera su cordaje yo comparo:
la tonada es una fuga de nostálgicos deseos
que susurran los ensueños de la niña de ojos claros.

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Las mareas

¡Oh perenne armonía de las olas, rugientes
con las inagotables fiebres del infinito,
preñados de lo eterno, vuestros flancos hirvientes
con su ser justifican la belleza del mito
que los ojos helenos glorificaban antes,
ebrios de agua y de sol en las playas egeas,
en los pechos heroicos los hálitos gigantes
de las vastas mareas!

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Voz en el desierto

Musa de juventud, que a la eterna distancia
del olvido dilatas tu perenne armonía,
el último vestigio de una ideal fragancia
hoy sube del jardín de mi melancolía.

Verdor de las praderas cuajadas de rocíos,
tu recuerdo minora la fatiga doliente
con que los corazones de ilusiones vacíos
se pierden en la noche pacífica y doliente.

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Amargo amor

Teje tu tela, teje de nuevo tu tela;
deja que el mes de junio azote el invierno de mi patria;
teje la tela de acero y de cemento;
junta tus hilos uno a uno, oh hermoso tejedor;
forma tu tela con fuertes lazos,
con orgullosos rastros de sueño.

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Arpa rota bajo la lluvia

Cuando la lluvia tenue detiene los recuerdos
sobre el mar solitario; cuando el tren ha pasado
dejando en los durmientes sus metálicas furias;
cuando tiembla el almendro tocado por los muertos;
cuando la breve música te borra las distancias
y silencioso escuchas que tu cuerpo ha partido,
que sólo estás en otro cuerpo que te recuerda,
vibra tu mano rota mordida por la lluvia.

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Canto de partida

¡Recíbeme, recíbeme en la noche, oh viejo viento de junio,
mientras regreso bajo las suaves estrellas silenciosas;
viento amado del invierno, viento de lluvia y eco,
recíbeme hasta el último suspiro de tu pecho,
y, ahora que regreso, oh noche, espérame en tu puerta!

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Comienzo

El jardín se ha posado en mi jardín.
Toda su galaxia resplandece a medianoche.
Los árboles destellan, las flores fulgen.
Tiene el césped una tersura de nimbo.
Bajan los Transparentes
y de sus cuerpos surgen peldaños de escala.
Los Radiantes me llaman con sus cristales.

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Dama

Esta dama sin cara ni camisa,
alta de cuello, suave de cintura,
tiene todo el temblor de la hermosura
que el tiempo oculta y el amor desliza.
Esta dama que viene de la brisa
y el rango lleva de su propia altura,
tiene ese no sé qué de la ternura
de una dama sin fin, bella y precisa.

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Distancia de dos

¿Desde dónde surgiste para encender la llama
sobre la nieve sola? ¿Desde dónde los suaves
besos se levantaron sobre tu piel perdida,
enamorada sombra de unos días lejanos?

Cuando hacia ayer subimos, bajaba tu silencio
de la nieve y los ríos.

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Escrito al amanecer

… la más suave doncella
me vierte el aguamanos en jofaina de plata;
me sirve pan y vino sobre mesa pulida
antes de que se acerque la noche.

Y me dormí pensando en él, mientras la nieve
cae profundamente en mi pasado, y cae
sobre este mar de tinta.

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La encantada

La encantada, la ofendida,
la trocada y trastocada,
la que a mí me mudaron
como árbol sin hojas,
como sombra sin cuerpo.
Dios sabe si es fantástica o no es fantástica,
si en el Mundo se encuentra o no se encuentra.

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