Todo fue sobre ruedas una mutua

Todo fue sobre ruedas una mutua
corriente entre las tazas
de té inglés les iba enmarañando
-complicada una música de fondo
en el asunto- todo
todo a pedir de boca las sillas casi juntas
los corazones casi paralelos…
mas ese olor de la transpiración
inevitablemente percibido
la aureola indiscreta de la axila
convirtieron la afinidad en franca
retirada de él vergüenza en ella
y todo fue desvaneciéndose
en disculpas qué lástima
que esté tan ocupado esta semana
roto el hechizo bien pensado
no era para tanto
ella perdida
sintió una presa fácil
maldijo su pecado destruyendo
-ya de vuelta en su casa-
la cuidadosa trampa de su rostro con lágrimas
pero he aquí que una amiga
percatada de todo y sonriente
susurró unas palabras
mágicas en su oído
y todo se arregló desde que ella
adoptó nuestro estilo de atracción personal
emplea nuestro jabón desodorante
(las sillas se fundieron
definitivamente
en un fragante abrazo
y vivieron felices gracias a…)

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Vulcano Eros Addatopem

1

De nuevo llueve y lunas
se suceden: el ara
en la espera se moja,
de hiedra se recubre,
de líquenes se llena
en la espera del fuego
ritual que era suyo.

2

Se repiten los soles,
calcinanse las yerbas
alrededor del fuego
ritual que, sin ara,
se purifica solo,
quema tiempo en la espera
del ara que era suya.

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Ya lo sabes, amada

Ya lo sabes, amada
ahora podemos
realizar nuestros sueños imposibles
esa luna de miel en cielo exótico
viaje todo incluido
vistas al mar crepúsculos
íntimos revisados por expertos
a nuestro alcance todos
los silencios románticos
con el nuevo sistema de cómodos
pagos a plazos: a escoger
islas privilegiadas o lugares
de gran mundo -aquel sueño
ya es una realidad-
(o bien quedarse aquí junto a la brecha
al lado de la lucha que aún hay tiempo
de jugarse el pellejo para algo)
una de dos, amada mía, no olvides
que elegir es el único problema
que este sistema ofrece.

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El bando

No el astuto plebeyo que no pierde
de vista y disimula
las llaves de la cava.

Habla de la poética gravemente
reclama la verdad, astuto zorro
que entre un hipo y traspiés mantiene algo
que hasta el Señor confunde, virtuoso.

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Fábula del perro policía

con pistolas, con rifles, con decretos.
Ángel González

Sabueso desdentado
no del todo: conservan
tu masticar de cada día las prótesis
caninas oficiales
la paga extraordinaria y el honor
de ser reconocido
como un guardián celoso
del orden prepotente en tu doble
cometido de cancerbero -orlado
por semanal incienso
y una intachable hoja de servicios-
y eficaz husmeador de pasos ilegales
de improntas digitales descarriadas…
ve a avisar a tu amo
llévale la panoplia de decretos
al borde de la cama
ve a lamerle el asiento dignatario
corre a dorar sus distintivos vuelve
al lugar destinado para que
te lleves a la boca
los restos del festín pero no olvides
-ejercita tu rabo entre las piernas-
las instrucciones (ya amarillas)
para el empleo del timbre
de alarma fiel mastís que viene el lobo.

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Reflexiones morales ante una foto de una niña vestida de primera comunión

(enpaquetada en una tarta nupcial de tules y organdises
con gesto de cabreo forzando una sonrisa a jesusito de
mi vida sufriste la prueba de los focos del fotógrafo)

la cofia era de perlas
cultivadas los guantes
de gasa la sonrisa
del carmín de tu tía
el libro guarnecido
de nácar con el lomo
dorado y reluciente
igual que la custodia del santísimo
el rosario de plata
labrada zapatitos
de charol el vestido
de vuelo almidonado el almidón
se extrae de la patata

el labrador que labra la patata
vela su crecimiento subterráneo
acaba malvendiéndola
para usos industriales o privados
el labrador que guarda sus ahorros
para decir
«la cofia era de perlas…»
de su hija de seis años.

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A LA TRISTEZA

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.

¡Oh, tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.

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SONETO CVIII

Como el triste que a muerte está juzgado,
y de esto es sabidor de cierta ciencia,
y la traga y la toma en paciencia,
poniéndose al morir determinado.

Tras esto dícenle que es perdonado,
y estando así se halla en su presencia
el fuerte secutor de la sentencia
con ánimo y cuchillo aparejado:

así yo, condenado a mi tormento,
de tenelle tragado no me duelo,
pero, después, si el falso pensamiento

me da seguridad de algún consuelo,
volviendo el mal, mi triste sentimiento
queda envuelto en su sangre por el suelo.

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SONETO CXI

Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.

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SONETO CXXIX

Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,

dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?

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SONETO LIV

Ha tanto ya que mi desdicha dura,
que en esto solo tuve mi esperanza;
esperé de fortuna su mudanza,
que por mí no negara su natura.

Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.

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SONETO LXI

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme;

dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!

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SONETO LXXIV

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ello en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

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SONETO LXXXII

Cargado voy de mí doquier que ando,
y cuerpo y alma, todo me es pesado;
sin causa vivo, pues que estó apartado
de do el vivir su causa iba ganando.

Mi seso está sus obras desechando;
no me queda otra renta, ni otro estado,
sino pasar pensando en lo pasado,
y cayo bien en lo que voy pensando.

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SONETO LXXXV

Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.

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SONETO XXIX

Nunca de amor estuve tan contento,
que en su loor mis versos ocupase:
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.

Esto siempre juzgó mi entendimiento,
que deste mal todo hombre se guardase;
y así porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.

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Aquel calor

Si esta noche la sombra
cayó sobre la sombra,
y el silencio su sello puso
sobre labios ya mudos,
qué puede sorprenderte.

Si aquel calor es una historia antigua
y sus cenizas las esparce el viento.

Qué puede sorprenderte,
si ya tanto llovió sobre mojado.

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Buenas noches, tristeza

La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

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Casablanca

As time goes by…

Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

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Contra ti

Y si tú fueras un hombre de bien
(que no lo eres)
vendrías a mezclarte conmigo en las afueras
de Argel o de Venecia
para besar «insieme il sacro piede
e admirare le spaventose meraviglie
superbe della antichitá…»
como cantar solían los poetas.

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Contradicciones, pájaros

Las verdades son la única verdad,
esas pequeñas huellas
de nuestra historia.
Si las verdades dijeran la verdad
mentirían.

Aunque las verdades
también mienten con su verdad:
la contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.

Las contradicciones parecen insufribles
en nuestro mundo.

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El espejo de los espías

Estamos al fin hechos
a cierta imagen y semejanza vana
de esta violencia que se ha llamado vida.
Que cada día
nos arrastra de nuevo
para llevarnos siempre
al mismo sitio.

Así el lenguaje
acaba siempre siendo un animal
herido, un topo que no zapa,
mudo,
helado espejo de los espías.

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