A Betty

Y Dios creó las grandes ballenas
allá en Laguna San Ignacio,
y cada criatura que se mueve
en los muslos sombreados del agua.

Y creó al delfín y al lobo marino,
a la garza azul y a la tortuga verde,
al pelícano blanco, al águila real
y al cormorán de doble cresta.

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Abril es ella quien habla por tus labios

Abril es ella quien habla por tus labios
como un joven sonido desnudo por el aire

En la noche ha volado con tu vuelo más alto
con risa de muchacha
como el fuego nocturno de los frutos del viento
donde vibran los pájaros

Manzana del amor
su voz bajo la lluvia es un pescado rojo

Embarcada en sus cuencos con los ojos absortos
es la virgen gaviota que ha bebido del mar

en el agua su sol mariposa de luz

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Asombro del tiempo

(Estela para la muerte de mi madre Josefina Fuentes de Aridjis)

Ella la dijo: Todo sucede en sábado:
el nacimiento, la muerte,
la boda en el aire de los hijos.
Tu piel, mi piel llegó en sábado.
Somos los dos la aurora, la sombra de ese día.

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Mitla

Señoras del presente y del olvido
las hormigas recorren
los espacios del silencio
arrastrando grumos de vida
hacia el mundo de las sombras

Como vampiros con las alas abiertas
en el horizonte borroso
los escuálidos señores de la muerte
sin proyectar sombra sobre el suelo arenoso
sin ser tocados por el viento o la hora

Entre peñascos rotos que un día acabarán
sobre el sabino antiguo que un día caerá
sin la memoria mínima de los dioses extintos
ni del Bigaña estricto que se volvió humedad
miro el sol que se muere

Bajan las sombras lentas
por los caminos ralos de Monte Albán
y dirigiéndose al otro mundo
atraviesan cuerpos y muros
con su temblor y frío

En el patio ruinosos al borde de una tumba
un sacerdote enjuto con camisas de grecas
arroja su espectro sobre el polvo
y traza con dedo descarnado
la forma de las constelaciones deshechas

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Poema de amor en la ciudad de México

En este valle rodeado de montañas había un lago,
y en medio del lago una ciudad,
donde un águila desgarraba una serpiente
sobre una planta espinosa de la tierra.

Una mañana llegaron hombres barbados a caballo
y arrasaron los templos de los dioses,
los palacios, los muros, los panteones,
y cegaron las acequias y las fuentes.

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Olvido

Cierra los ojos y a oscuras piérdete
bajo el follaje rojo de tus párpados.
Húndete en esas espirales
del sonido que zumba y cae
y suena allí, remoto,
hacia el sitio del tímpano,
como una catarata ensordecida.

Hunde tu ser a oscuras,
anégate la piel,
y más, en tus entrañas;
que te deslumbre y ciegue
el hueso, lívida centella,
y entre simas y golfos de tiniebla
abra su azul penacho al fuego fatuo.

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Repeticiones

El corazón y su redoble iracundo
el obscuro caballo de la sangre
caballo ciego caballo desbocado
el carrousel nocturno la noria del terror
el grito contra el muro y la centella rota
Camino andado
camino desandado
El cuerpo a cuerpo con un pensamiento afilado
la pena que interrogo cada día y no responde
la pena que no se aparta y cada noche me despierta
la pena sin tamaño y sin nombre
el alfiler y el párpado traspasado
el párpado del día mal vivido
la hora manchada la ternura escupida
la risa loca y la puta mentira
la soledad y el mundo
Camino andado
El coso de la sangre y la pica y la rechifla
el sol sobre la herida
sobre las aguas muertas el astro hirsuto
la rabia y su acidez recomida
el pensamiento que se oxida
y la escritura gangrenada
el alba desvivida y el día amordazado
la noche cavilada y su hueso roído
el horror siempre nuevo y siempre repetido
Camino andado
camino desandado
El vaso de agua la pastilla la lengua de estaño
el hormiguero en pleno sueño
cascada negra de la sangre
cascada pétrea de la noche
el peso bruto de la nada
zumbido de motores en la ciudad inmensa
lejos cerca lejos en el suburbio de mi oreja
aparición del ojo y el muro que gesticula
aparición del metro cojo
el puente roto y el ahogado
Camino andado
camino desandado
El pensamiento circular y el circulo de familia
¿qué hice qué hiciste qué hemos hecho?

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Cuerpo A La Vista

Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

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Algunos deseos

Que vuelvas a ver la enorme catedral
y la erizada Capilla
y sientas el paso distante, los rumores
de los Cruzados y de San Luis.

Que vuelvasa la calle Monsieru le Prince
para asomarte a los escaparates
y, luego, en la calle Vavin,
a los inventos de los herboristas
y su lento prodigio -la invisibilidad de los olores.

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Cuaderno de noviembre (fragmentos)

Humo de rosas quemadas en el jardín donde hemos conocido a la noche
con brazos más extraños que la palabra Deseo,
donde sobrevive un aire de recuerdo inútil,
mordido por la venenosa fragilidad que distribuye la sombra al pasar,
cuando el frío se transforma en una cercanía igual a una oscura
concavidad
y nuestros ojos tienen un color escondido que respira con un fulgor
desnudo y desconcertante.

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El peso de una chispa

Entro en una gasa letárgica
hecha de fantasma y Purgatorio.
Está detrás de una velocidad de párpado
la fractura de una Afirmación.
Pero yo nada puedo ya afirmar
en esta ensordecedora negociación
de bien, mal, política, moralidad.
Entro y salgo de vestiduras tensas,
la Afirmación me enardece:
debo escoger, tomar partido,
pronunciar una sentencia
y mantener los ojos abiertos.

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Escena de costumbres

La región que buscabas en el azul del sábado es una reliquia
desprendida del corazón húmedo del aire: una zona de poca
fortuna
Para la riqueza de tus manos —rectas y dolorosas, metidas en el azar
de un brusco acercamiento
o penetradas por el disturbio de una desnudez que nadie sospecharía.

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La noche del cuerpo

En la noche del cuerpo se preparan
los alimentos de Dios,
la cena carmesí de los esclavos, el místico bocado
de los turbios amantes-

sudor, lágrimas, mierda-

el humus lento, el óvalo marchito,
el resto náufrago del visionario,
el regalo sedente
que se posa en la tierra-

un vapor de Demonios
rodea los Testimonios.

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Nocturno

Milímetros de ti convergen ahogándose, bajo la noche, la fantasía de toda
la transparencia empozada en el cuarto.

Tu mirada oscila con un cerrado esplendor,
y en tu saliva surgen pedazos de nombres, alas de quemaduras: la noche
resuena en tu paladar
con paso lentísimo de larva y roce tibio,

de animales numerosos extraviados en el reino de tus ropas, mezcladas
de cualquier modo en la silla sombría,

bajo techos muertos y lúcidos, recogido tú en los dones del sueño sobre
tu cabeza hipnotizada de silencio.

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Olvidar

Aquí están los nervios
que envuelven, como un papel fragante,
las melodías obtusas
del rencor.
Y aquí la risa
como un pájaro ebrio…

Escuchar. Olvidar. Dos neblinas.
La espuma del sufrimiento
cala en el encaje náufrago
de mi silbido matinal.

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Plegaria

Señor, salva este momento.
Nada tiene de prodigo o milagro
como no sea una sospecha
de inmortalidad, un aliento
de salvación. Se parece
a tantos otros momentos…
Pero está aquí entre nosotros
y crece como una luz amarilla
de sol y de encendidos limones
– y sabe a mar, a manos amadas,
huele a una calle de París
donde fuimos felices.

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A Asunción

Mire usted, Asunción: aunque algún ángel
metiéndose envidioso,
conciba allá en el cielo el mal capricho
de venir por la noche a hacerle el oso
y en un acto glorioso
llevársela de aquí, como le ha dicho
no sé qué nigromante misterioso,
no vaya usted, por Dios, a hacerle caso,
ni a dar con el tal ángel un mal paso;
estése usted dormida,
debajo de las sábanas metida,
y deje usted que la hable
y que la vuelva a hablar y que se endiable,
que entonces con un dedo
puesto sobre otro en cruz, ¡afuera miedo!

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A CH…

Si supieras, niña ingrata,
lo que mi pecho te adora;
si supieras que me mata
la pasión que por ti abrigo;
tal vez, niña encantadora,
no fueras tan cruel conmigo.

Si supieras que del alma
con tu desdén ha volado
fugaz y triste la calma,
y que te amo más mil veces,
que las violetas al prado
y que a los mares los peces;

tal vez entonces, hermosa,
oyeras el triste acento
de mi querella amorosa;
y atendiendo a mi reclamo,
mitigaras mi tormento
con un beso y un «yo te amo».

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A Rosario

Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.

Esta hoja de un laurel que aún me emociona
como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.

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A una flor

Cuando tu broche apenas se entreabría
para aspirar la dicha y el contento
¿te doblas ya y cansada y sin aliento,
te entregas al dolor y a la agonía?

¿No ves, acaso, que esa sombra impía
que ennegrece el azul del firmamento
nube es tan sólo que al soplar el viento,
te dejará de nuevo ver el día?…

¡Resucita y levántate!… Aún no llega
la hora de que en el fondo de tu broche
des cabida al pesar que te doblega.

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Adiós a México

Escrita para la Sra. Cayrón
y leída por ella en una función
de despedida.

Pues que del destino en pos
débil contra su cadena,
frente al deber que lo ordena
tengo que decirte adiós;

Antes que mi boca se abra
para dar paso a este acento,
la voz de mi sentimiento
quiere hablarte una palabra.

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Amor

¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
y escuchar a su lado
lo dulce y armonioso de su acento;
tener su boca a nuestra boca unida
y su cuello en el nuestro reclinado,
es el placer mas grato de la vida,
el goce mas profundo
que puede disfrutarse sobre el mundo!

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La brisa

A mi querido amigo J.C. Fernández

Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo.

Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?

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La felicidad

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!…

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad…!

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Nocturno a Rosario

¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

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Por eso

Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.

Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.

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Resignación

¡Sin lágrimas, sin quejas,
sin decirnos adiós, sin un sollozo!
cumplamos hasta lo último… la suerte
nos trajo aquí con el objeto mismo,
los dos venimos a enterrar el alma
bajo la losa del escepticismo.

Sin lágrimas… las lágrimas no pueden
devolver a un cadáver la existencia;
que caigan nuestras flores y que rueden,
pero al rodar, siquiera que nos queden
seca la vista y firme la conciencia.

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Aeropuertos

De pie, frente al área de llegadas, he descubierto que el amor concentrado por la espera vuelve a los humanos seres blandos que, de un momento a otro, desaparecerían por las coladeras; actitud tan solo pospuesta por el infinito placer que supone el encuentro con la persona amada.

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Como amar

Como amar
como verde amar y las lagunas,
sin sentir y sin sentido.
Como amar
profundo tibio y cielo,
sin pasión y sin medida.
Como amar
incandescente y tardío,
desentrañable y cronológico.
Como amar
repetitivo y poético,
recurrente y sin amor,
esa es tu forma: mi mar.

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Costo/beneficio

sería bueno convencerte de las ventajas de tenerme
presentarme un día a tu puerta y con un catalogo a color
venderte la idea de un amor compartido, por semanas para dos
en algún lugar paradisíaco, como puede ser mi habitación
por la noche siendo sombras nos inventariamos el uno al otro
y de mañana me vestiría de luz para abrazarte mientras duermes
me encontrarías como fruta al desayuno
y al resbalar por tu boca el sabor te resultaría familiar,
voltearías a la cama, sintiendo que estoy ahí pero sería tarde
yo ya habría volado al clóset, para esperar a que vistieras
de cal y canto sobre tu cuerpo con mi blanca sombra terciopelo
sería la envidia del las aguas y los soles,
del viento ocuparía el lugar en tus pulmones,
para que no me olvides
para que no me olvides
sobre tu pecho anidaría cual voz con alas
para volar rompiendo silencios que no existen.

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Cyberamores

– ¿cómo eres?

– soy alta, delgada, de cabello claro (a media espalda), ojos grandes y verdes… ¿y tú?

– yo soy alto, moreno, de ojos y manos grandes….. ¿te gusta el cine?

– si

– ¡ a mi también!

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Me gustaría

me gustaría tenerte desnuda ahora y poder hablar de tu cuerpo
de la distancia exacta que hay entre tus senos
me gustaría poder contarles de tus piernas
ese par de tijeras con las que has podado mis pudores
con las que abrazaste mi inocencia
hablarles de tus manos,
y de las caricias que estas encierran
de tus ojos y la paz con la que nado en ellos
de tus caderas firmes y de tu vientre plano
de tu sexo, ese eterno manantial de mis pecados,
de tus pies que marcan mis pisadas
de tus uñas y como dibujan con la sangre de mi espalda
de tu lengua como ágil oponente de mis dientes
y de toda tu cuando estas desnuda…
me gustaría tenerte desnuda ahora aquí
para no contarles nada.

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Si existiera un Dios

Si existiera un Dios
preferiría que fuera mujer
y así hablarle de tú y de ti
y que me aconsejara
preferiría que fuera mujer
y que fuera mi amiga
y que su sexo no fuera barrera
sino pretexto
que fuera mujer y amiga
de aquellas que dan la vida
cada vez que lo solicitas
que fuera mujer y amiga
para que me escuchara
y me consolara y cerrara mis heridas
Si existiera un Dios,
en definitiva, me gustaría
que fuera como tú,
aunque entonces ..

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Siempre

siempre he sido mi casa
el lugar al que vuelvo cuando todo oscurece
me encierro y miro por la ventana la noche,
mi corazón desnudo,
te dibujas en el cielo como tormenta que se acerca
viene el viento devorando distancia,
calándome hasta los huesos, rugiendo porque no contesto…
no vuelo por no saber que el cielo me tiene un lugar preparado
me dedico a ver cómo arrancas suspiros y árboles a tu paso
desde mi casa, mi ventana te admira
yo solo soy un espectador,
alguien que ha aprendido a corear tu pasión gritando miedo
esperando
siempre he sido mi casa
y a puertas abiertas te espero.

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Aquel tren

Yo era un niño

En el tren a Chihuahua
el paisaje era un frágil futuro
arenoso y sin gente

La paciencia
rodaba en el alma
con ruido de hierro

Un túnel oscuro veía mis temores
marcaba las líneas ocultas
del agrio destino

En una estación de madera
una niña desértica puso
sus ojos brillantes en mí

Yo supe al momento
que nunca podría
encontrarlos de nuevo

Yo era un niño

Miraba las vías
corriendo ligeras
hasta un sitio llamado horizonte
donde interrumpían su destino

Cuando niño
la tierra era plana
había trenes y sueños
y yo nunca había
perdido un amor
por no descender
en aquella estación
oportuno y puntual

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Breve historia

Yo venía de otros bullicios
ella traía también en sus silencios
algunos rastros que la vida deja.

A veces me miraba y sonreía
y yo quería tejerle una canción
que anduviera con ella para siempre.

Era febrero
y la dicha existía junto con ella
que no había conocido mis defectos

que ignoraba mis dudas y mis miedos
que creía que por fin había encontrado
un amor irrepetible

y no había sentido nunca
que el amor
alguna vez igual que un cántaro
podía resquebrajarse
y dejar escapar toda su agua cristalina

¿cuánto tiempo puede un corazón vivir sin agua?

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Búsquedas

si un hombre busca su corazón
en una calle
donde todos pasan
y se camina como si el mundo fuera otro
es que lo habrá perdido ahí o no recuerda
si fue en un terremoto o en aquella mujer
que volvió negro el corazón del hombre

si un hombre busca su corazón en la batalla
es que lo trae consigo
y piensa que aquel ruido aquel dolor
aquel golpe en su pecho
es una multitud o una mujer
pero lo trae consigo
como una furia o alegría
inseparables

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Canto por el hombre que bebía música

Ebrio viene el hombre nuestro
En sus piernas arrastra el secreto de Dios

Tropieza con el aire como un pájaro ciego
Las palabras de su lento alcohol
las entienden los niños y los árboles

Agoniza entre muros de la ciudad ajena
bajo el cielo plomizo de un amor extraviado

No tiene más dolores que su solo alcohol
y en sus brazos la fuerza de una bestia herida

Su pecho se agota finalmente
y su puño se crispa como un nido apedreado
donde agoniza el trino de un gorrión de viento.

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Carta a Gelman fechada el tres de mayo

En este día bebíme tres cervezas por usted,
por Juan y juan, indistintamente hombre o poeta;
conspiré por la poesía toda,
escribí un poema de amor
sobre la lápida donde escarbo mi sueldo semanal,
leí a Tuñón, hermoso,
y aun sin haber encontrado una ranura
donde echar veinte centavos, miré el mundo,
el verdadero, el otro,
por el que conspiramos y escribimos,
por el que amamos aunque a veces
la mujer sea parecida a una seca negación.

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Dispersiones

I

ella tiene el pelo corto y su cara toma los más
despiadados amarillos, tensa las cuerdas pensando
en los guerreros que limpiaban su lanza en la
entraña enemiga.
luego canta con la seguridad de un pirata que ha
encontrado en su mapa el sitio exacto del tesoro.

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En el sueño la imagen

En el sueño la imagen se advierte en blanco y negro;
es un espacio incierto, igual que las palabras.
Los ojos adivinan de aquel cuerpo el contorno,
las sombras, los oídos. Los odios dan aromas.
El que sueña no sabe por que tanto alboroto:
quién penetra, perturba, perpetra, parapeta;
quién, intruso, introduce el uso del temor;
quién atisba y observa lo que el sueño desarma.

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La mesa del escribano

“No soy un escritor,
soy un escritorio”,
habría trazado Pessoa
con un íntimo ritmo marítimo
en el papel amarillento como un mapa
sobre la mesa hostil
donde escribía
las cartas comerciales
de su supervivencia.

Y Álvaro de Campos habría pensado:
“no soy una persona,
soy un personaje”,
mientras Fernando escribía
en su escritorio múltiple
las voces más expresivas del convulso Siglo.

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