Aquí, contigo, en ti
sobre tu cuerpo escribo,
trazo increíbles garabatos
con la vara del recuerdo.
Con las sílabas de mi carne
describo descabellados actos
aprendidos de memoria
a flor de calle
y apenas alcanzo a descubrir
el infierno que arde en tu boca.
Poemas panameños
Se requiere mujer hermosa;
senos mirando al cielo de por lo menos
dieciocho pulgadas cada uno
torneando suavemente una
cintura tierna que las manos
puedan abarcar dentro de veinte pulgadas
más abajo treinta y seis esta vez
sobre la pelvis
todo será canjeado por un viaje alrededor
del mundo automóvil último modelo
maridos eventuales presentacioens en TV
anuncios publicitarios
y el mejor maquillaje a prueba de agua
que se conozca.
Dos amigos por la vida andan
juntos como hermanos
se trenzan por la misma vía
van como tiburones jadeantes invencibles
reman con sus dos fuerzas contra
una corriente que luego de discutida y analizada
resulta lamentable a ojos vista
hasta que un día
uno de ellos ciego cogido por la cola
rompe el hechizo
-el amor no basta-
los dos amigos se hablan luego sólo de vez en cuando
ya no se miran a los ojos
justifican un encuentro casual con intermitencias
aisladas
de allí en adelante
seguirán siendo tiburones jadeantes enflaquecidos
con un par de tristezas sobre el río.
La única mujer que puede ser
es la que sabe que el sol para su vida empieza ahora
la que no derrama lágrimas sino dardos para
sembrar la alambrada de su territorio
la que no comete ruegos
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios
la que desaprende el alfabeto de la sumisión
y camina erguida
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.
No significa nada, Patria, nuestro dolor de antes.
Es ahora cuando nos duele el cuerpo y el alma y la vida.
Es ahora cuando respiramos sangre por tanto tiempo contenida.
Es ahora, Patria,
cuando nos abrochamos el cordón umbilical al corazón
y podemos marchar contigo
y podemos dolernos, hacia adentro,
con dolor de Patria
por tantos muertos y tantos caídos.
Durante toda una mañana
contemplo niños jugando en el parque
en mi infancia yo fui como ellos
también disfruté del aire y lancé mis
manos como mariposas hacia la copa de los árboles
ahora en cambio ellos siguen corriendo
mientras yo permanezco
y no recuerdo en qué preciso momento
mis manos ya no fueron más mariposas
Eres más fuerte que una máquina
hasta ahora has hecho el trabajo
tuyo y el de otros
eres más inteligente que el tiempo
has ganado más batallas que los
que las han provocado
eres más suave que el rocío
más ligera que el viento
y todavía preguntas ¿qué hacer?
No como el hombre que plantea Prevert
que nada puede contra ese mundo
en el que sólo el hombre
llena los estómagos
no
como ese
que a duras penas
imagina
cabezas de ternera
o cualquier cosa
con tal que sea
comestible
no
como ese
que mueve suavemente
las mandíbulas
porque -claro- entre ellas
aprieta apenas viento
no
como ese
de ojos
de manos
de patas de borrego
no
como ese
que nada tiene que perder
pues nada tiene
sino
como este nuevo
que va a tomar lo suyo
lo que de siempre le perteneció
y le fue usurpado
todos los frutos las carnes las aguas las flores
-que también
pueden
comerse
las flores-
y sabe
que de ahora en adelante
destruirá
al que quiera arrebatarle
su dicha
Algún día
echaremos a los niños
el cuento del soldado Calley
que mató y mató
entre drogas tragos y chingongo
mascado
arriba y abajo de los dientes
algún día
echaremos a los niños
el cuento de Angela Davis
que se levantaba cada mañana
dudando
entre ponerse la armadura contra las balas
o llenarse los bolsillos
la carterita y la ropa interior
con glicerina
porque se dio cuenta que era negra
toda negra:
alma
cuerpo
futuro
y pensó en voz alta que era un lindo color
algún día
echaremos a los niños
el cuento aquel del águila
que se hizo vieja
viciosa
ciega
y no se enteró
sino muy muy tarde
que ya bajo sus garras
bajo sus patas bajo sus dos alas
momificadas
nadie
-porque ya no había locos criminales ni mafiosos-
esperó más
a que contáramos
esta historia
Si para trabajar te bastan las manos
para comer te bastan las manos
para luchar te bastan las manos
para amar te bastan las manos
para morir te bastarán las manos
¿para qué quieres más?
Oh mis herederos
oh mis heredades
oh mis oh bestiales que aún puedo nombrar
con nombre limpio de caballo nupcial
cuerpos como heliotropos antropófagos
tibios para el beso para el apareamiento
frentes para sembrar sólamente la paz
tierra mía tierra nuestra tierra
para caber y pernoctar
sembrada de gavilanes peces huracanes
que aguardan agigantándose arañando
el único hueco del reposo
agua de nuestra lengua agua de
nuestra casa agua luminosa de nuestras bajamares
sofocada estación que nos señala
ahora y después
el camino que viene
Es toda la soledad quien está contigo
y te seduce
necesaria densa impávida como templo
al que aún no entras
recogida sangre la de tu vidamuerte
distraída tantas veces del horario sonoro
de la máquina que espera por tu sagacidad
crean números como serpientes
que comerán lentamente tu cráneo
y tu barrio de emociones se agolpa y milita
ojos han de salir a tus angustias
para llorar y barbas a tu corazón
para debilitar la esperanza que no morirá
y es que no muere esta vida inmortal
que te estoy heredando
Persigo una imagen como la babosa
acurrucada y lívida pegada a una hoja
sintiendo la luz que hunde su lengua
y corta venas puños genitales puros
suaves como nochebuenas de infancia
vértigo que mece el deseo profundo
espejo de mil tumbas con mil muertos
mis muertos
cantando y resucitando
tres días consecutivos
persigo la imagen que aún no conozco
le doy forma con sangre de otras sangres
que debo a hurtadillas como una ladrona
–mini-drácula de risa–
en cazuela ajena
imagen / deslumbradora
imagen que siento como gota
clara en el cerebro
Estas palabras las leerás mañana
y te sorprenderás
de cuán difícil era modularlas
no entenderás cómo era
en estos tiempos
mantenerse despierto a todas horas
recoger una pequeña piedra
cepillarte los dientes
jugar a la pelota
tener las manos limpias
acumular el deseo en la transparencia de unos ojos
que también
pudieron delatarte
será difícil pero a la larga
entenderás que este secreto
que tú y yo
estamos compartiendo
es el mismo que une
al cazador y su presa
Te miro y me cercioro que cada día
estás más lejos de mí
y me divierte comprobar que el aire
nos circunda igualmente
en esta ciudad y en otra
debe pasar lo mismo a tantos conocidos:
es la hora de alejarse
recordaré el hueco sereno de tu vientre
o el color de algún pañuelo
quizás alguna palabra recogida en otros labios
alguien ha de decir un nombre y yo
quedaré paralizada un instante
un ave graznará y luego
sonreiré a esos ojos nuevos que desearán
para sí todo este amor que ahora te entrego
A los gritos de un niño
que cae de un balcón
se me pone la
piel de gallina
y si leo en los diarios
la crónica de la tortura
se me pone la
piel de gallina
cuando conozco cuerpos
trenzados sin amor
se me pone la
piel de gallina
casi nunca ocurre algo
que deje de conmoverme
y me ponga la
piel de gallina
Si tu corazón te pide el ropaje
del amor
nada puedes hacer para engañarle
no hay manto de avaricia
que sea capaz de hartarle
ni halago hipócrita que le reprima
ni suficiente oro en el mundo
para comprarle apaciguamiento
lo que vale a tu corazón ansioso
es sólo la compañía piadosa
cálida
del trabajo compartido
del alimento para las largas horas de vigilia
del susurro tiernísimo de los dedos
sobre la espalda
y siempre
y sobretodo
los ojos límpidos y confortables
-nido de ave en celo-
de ángel ciego del canto liberador
La casa del silencio
rómpese a menudo
y se escucha en el cielo
el tránsito del aire
sobre mi testa terca
prodúcese su impacto:
reconozco en mí misma
la imagen fiel del canto
capullo liso vuelve
a conocer mi mano
y en la ruta del labio
sangra lenta la herida
Nueve de enero, número inicial
principio germinal de independencia.
Lúgubre silencio letal de palomas
soltadas en el centro de la vida
donde nacieron los soldados de la Patria
donde murieron: quemados sus ojos
acongojados por dentro
ultrajados en su casta y en su sangre
violados en su lengua y sus hijos
acogotados, sumidos en la ira y la barbarie
los militantes de la Patria nueva
de la Patria sangrante
de la gimiente Patria
de la despedazada, dulce, buena Patria
con su pecho abierto por la metralla
la soberbia, la odiosa conquista del imperio
de Estados Unidos por el crimen.
Cuando sea mayor padre
y entiendas
que las cosas son así de sencillas:
uno nace lleno de alegría
y vive
hasta los siete años con ella
luego
le presentan la familia
cuatro tíos once primos
el lugar donde vivió el abuelo
le enseñan qué es un hogar
le tienen la comida caliente
le dan hasta una cama y sábanas
navidades con juguetes
niño-dios
y uno conoce el nombre que eso tiene:
dicha
entonces se cumplen los quince años
y uno sigue creciendo
la madre es buena
la casa es buena
el silencio que va cubriendo los actos
cotidianos es bueno
uno lo cree así
se está seguro de algo
hasta se es capaz de reír a carcajadas
pero padre cuando sea mayor
comprenderás cuando llega la época de la desnudez
cuando no se tiene con qué cubrirse
y uno se da cuenta que las lecciones
de la escuela no le han servido de mucho
y que uno es más triste que un caracol abandonado
por el mar
que uno es más solitario que el árbol
primero se quedó sin hojas
que se ha estado tanto tiempo como un tonto
preguntando por un sitio increíble
que no existe que no ha sido creado
se está definitivamente
como un pichón de golondrina
queriendo entrar al huevo nuevamente.
Se ha colocado tu nombre junto al asta
en la bandera de lo absurdo y lo real;
no quería recordar entonces la frase esperada,
ni los días encapotados en que solíamos salir
a mendigar unas cuantas profecías de lluvia.
Tu nombre era real o supuesto
se te desmoronaban los dedos de tierra
con solo palpar la imagen, de algún santo o de algún Cristo
puesto sobre el vidrio.
Me pongo a mirar las fotos al fondo
Donde se erige el álbum de la nada
Mujeres antiguas con vestimentas
Que hoy se apolillan en baúles de caoba,
Caballeros de sombrero y corbata que van y vienen
A una boda que siempre asisten.
En este enterradero todos tenemos epitafio
Una oscura canción que nos persigue desde el pasado hasta el presente
Como una guirnalda de pobres vegetales,
Estos muertos que me habitan a veces, que tanto cargo
Que corrijo en sus posturas, en sus gestos, en sus hábitos,
Que corren detrás de mí como el niño tras el llanto amargo del agua
Se van navegando junto a mi sangre
Como se va escapando el invierno en su fragata.
Toda evocación es posible de relatar, si se tiene en cuenta el poder subversivo de la mente
-cuando no era posible hurgar en tus ojos-
Y llenar de cachivaches o de materias futuristas
La casa que nos queda
Las habitaciones de hotel que llenábamos con las primaveras descalzas de Europa
Con un antiguo vaticinio de mago escanciando los dolores pasados en caldera
Y no era posible sobrevivir a tanta catástrofe, a tanta hecatombe
A tanto olor de cementerio agriándose en el colmo
De esperar las provisiones a caballo,
Ese condado que habitamos antes de nacer o desde siempre
Corriendo entre los espantapájaros y las espigas de avena
Mientras nos observaba desde la ventana los ojos inobjetables de Madame Bovary
Y desde algún lugar del campo, su esposo nos carraspeaba cuidado con los sembrados
Que ya pronto viene la cosecha
Y yo sólo quería acercarme a aquellos ojos de Emma y cosechar esa miel silvestre
Que destila de sus cuencas, como un licor de rododentro
Tan hermoso y tan fatídico para las aguas poderosas del alma;
Que nos unge con láudano la herida,
Cuando horadábamos hacia delante sin medir el desahucio del deseo,
La pisada del musgo en la tierra extranjera
La luz podrida que se reflejaba en mi oscuridad
Y yo portando la bombilla de las acusaciones
La viña de las eras que era un diapasón a otra eternidad
Que se repite en nuestras lágrimas,
Estando a ciegas con los biógrafos o con los periodistas
Que te succionan la tesis de la sobrevivencia hasta el cansancio,
Llenando el vaso ultraísta
Hasta llegar a la última estocada de tu himno en el cuerpo,
A ese langor de cruzada
Que penetra en la armadura,
En el casco surreal y ante el sopor de la moneda entre la nieve;
Una ofrenda forestal se erguirá por tus cabellos.
La muerte regresa a tientas con su barco
Escupe sus negros esclavos, sus piezas de mercadería
Regresa desde los sueños en forma de galeón o de canoa
Es en nosotros que vive con su llanto sumergido
A veces me pregunto a quien llaman mis padres
Desde la senilidad con sus tantas voces;
Por qué se repiten mis abuelos en los mismos hábitos
De hablar con la nada
O de esparcir sus fotografías
En el garabato de la niebla?
Panamá en esta calle y en este tiempo que nos falta,
Antes de mis días y mis noches
(Y del poema) fluctuando entre los lirios como el agua,
Con sus gruesas murallas y sus edificios
Que le dan color de tacto a los espejos,
A las criaturas del mar que se advienen a mi fondo,
A mi lámpara de niño y a mi mano afiebrada de poeta.
36
La mortal lluvia se propaga; no puedo detener el lenguaje sangriento de las aguas, un patriarca muy viejo introduce su bastón en el cuenco del destino; hay asfixia en los boscajes de la roca, un animalillo estrangulado yace con los ojos primaverales hacia el cielo, el filo de la nube corta el sistema nervioso de los soles.
II
Cierto, no estarás desnuda por ruinas y hospitales, ni dejarás que se lleven al mar tus revelaciones en el espejo de tu carne, mortalmente edificada por arquitectos dantescos o por guerreros y ancianos egregios, que quemaron sus barbas y alzaron las naves para huir de su pueblo y dar saltos de eclosión o de miserableza, tanto fuego reunido sirvió para consumar un cadáver, es decir un cuerpo,
una sangre una noche o un aullido no fue suficiente,
para tanta moral escrita, para tanto orgasmo petrificado en los esqueletos de la ciudad, que aún se alzan como dentelladas,
como saxofones viejos, actos de fe, pianos rotos, poemas inválidos y ciegos que murmuran frases delante de los semáforos.
Eres la oscuridad de la sonrisa
portando vida con tus siete muertes
siete vidas nos dejas como suertes
llama de humo en la greda de la brisa.
Y no es la soledad, locura pisa;
rabo y magia, las fábulas que ensuertes
niñas y marionetas cuando sueltes
acertijos de loca y nueva risa.
Me cuenta un biógrafo que a través de un resabio de cristal
Pudo visitar Rusia y tertuliar un rato
Con Marina Tstatieva. Ella lo recibió con su rostro de hambre
Y el vestido raído y con el vaso de agua desbordado por la vendimia de los años
Y le brindó rodajas de salmón desesperadamente
Después de haber tomado
El vaho del día y las temibles noticias, de deudas
Muertes y encarcelamientos de vecinos y seres queridos.
II
La Patria venía andando
como el agua,
del tiempo de los hombres.
Como de las edades
las herrumbres,
venía del silencio;
de las pesadas ubres
del sollozo.
Venía con los siglos,
con las anunciaciones
de las voces
antiguas,
los despeños
de la carne insepulta.
III
En tu retorno, Patria,
con Bolívar,
Tomás Herrera
alondra fue del Istmo.
¿Por qué invoco
su nombre?
¿Por qué canto?
¿Por qué escupo
la piedra
de las genuflexiones?
¿Quién fue?
¿Qué representa?
IV
Te comparo, de nuevo
Patria mía,
con un joven indígena,
con un joven maíz,
fruto de tierra y sol,
de lejanas canciones
Y de vientos.
Para tu sed de siglos
la tierra fue tu origen;
América, tu casa,
el tiempo, tu navío
al mañana
partiendo irremediable.
V
Patria mía,
cuántas veces
tus horas
son horribles cloacas,
oscuros pozos
de miedo estremecido.
¡Cementerios de tristes excrementos!
Te miro a veces, Patria,
como un túnel
de cruces y burdeles,
como un golpeado muro de cantina.
Y fue en vano el grito de dolor
que lanzó en medio del Desierto
Su alma era un depósito de oscuros recuerdos.
Su calma, sólo una forma de fingir.
Miró a todas partes:
nadie acudía a salvarlo.
Porque pensaste que mis besos cubrirían las fuerzas del destino
cuando tu singular confianza se hizo trizas, humo herido,
bajaste el pensamiento al fondo de tu alma
y me llenaste el corazón de gestos y palabras.
Yo me quedé mirando sobre el hosco crepúsculo,
exprimiendo en la tarde mis angustiados frutos,
creyendo en lo posible de que el amor perdure
porque los ojos brillan de lágrimas y luces.
Como una franja temblorosa, rota
del manto de la tarde, en raudo vuelo
se esfuma la bandada por el cielo
buscando, acaso, una ribera ignota.
Detrás, muy lejos, sigue una gaviota
que con creciente y pertinaz anhelo
va de la soledad rasgando el velo
por alcanzar la banda ya remota.
¡Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un Istmo
en donde es más claro el cielo y más brillante el sol,
En mi resuena toda tu música, lo mismo
que el mar en la pequeña celda del caracol!
Revuelvo la mirada y a veces siento espanto
cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar…
¡quizás nunca supiera que te quería tanto
si el Hado no dispone que atravesara el mar!
Desde la rama del ciprés dormido
el dulce ruiseñor canta a la luna
y la invita a bajar hasta su nido…
Ya ves qué casto amor tan sin fortuna…
Y eso que el ruiseñor, en su descuido
puede llegar volando hasta la luna.
Traje a ti
mi soledad
para que
le dieras alma.
Pero la dajaste sola
en el camino,
¡qué sola
dejaste mi soledad!…
(¡Pensar que la traje a ti
para que le dieras alma!)
¡Mangos!… ¡Mira!… ¡Tantos!…
¡Oh!… ¡Uno maduro!…
(¡Dio un salto… y salióse
su seno, desnudo!)
¡Yo salté del árbol!
¡Upa!… ¡Tan!… (¡Qué rudo!)
¡Por mirar de cerca
su seno desnudo!
¡Me miró asustada!
¡Cubrió… lo que pudo
y… huyó…!
Se burlaba el surtidor
-¡la risa casi lo ahogaba!-
porque la lluvia bajaba
y él la devolvía al Señor…
Campo traviesa, cansada,
con el hijo en el cuadril,
la moza va hacia el lejano
cuchitril.
El sol coloca en los árboles
sus moneditas de oro.
Y el niño suelta la fuente
de su lloro…
La rapaza saca el seno
rozagante a se lo dar…
El niño bebe.
A la hora equidistante del pez amanecido
con la primera espuma de la mañana, flota,
como un presentimiento de bostezo salino,
su forma sin aristas, deshilachada, fofa.
Flota, digo, la niebla, crispada de ladridos,
amarrando en las jarcias elásticas gaviotas.
Las nubes -escolares
de escuela elemental-
han tomado sus libros
de luz y se van…
El caballo del viento
las conduce
sobre su lomo tierno.
¡Ya se van! ¡Ea! ¡Ea!
Y ¡adiós! les van diciendo
con sus pañuelos de humo
las chimeneas…
Manos que son seráficos señuelos
para ceñir las almas con cadenas;
manos finas, y suaves, y morenas,
que provocan fantásticos anhelos.
Manos que son retazos de los cielos,
por el azul procero de las venas,
como alas de arcángel, siempre llenas
de la gracia de Dios en los hoyuelos.
La caricia del sol te hizo morena
para darle más gala a tu hermosura,
porque en la seda de tu piel oscura
se adivina de Dios la gracia plena.
El brillo de la casta nazarena
de tus ojos relumbra en la negrura
y tu boca de ensueño se empurpura
con claveles de sangre sarracena.
Abra el surco en la gleba tu misma mano;
que el sudor de su rostro fecunde el suelo;
lanza cada semilla con un anhelo
y siembra una esperanza con cada grano.
Trabaja cuanto puedas, que bajo el cielo
nadie ha hecho ninguna labor en vano:
hay siempre una conquista por cada vuelo
y una América oculta tras cada arcano.
Siente mi corazón una alegría
extraña, a flor de piel vaso de esencia;
aunque yo desnudase su presencia
su desnudo integral me cegaría.
Es esta milagrosa sinfonía
de mi risa y mi danza, adolescencia
en mi sereno rumbo de inocencia,
trompo de luz y pétalo de un día.
Grácil volar de leves ruiseñores,
núbil campaña de cristal tallado;
el ensueño del sueño de mi Amado
es el prístino amor de mis amores…
Rosal de amor que da sus rojas flores
en un desvelo reposado;
y cuanto más amor, más desvelado
abrirá el corazón los surtidores.