¿No notas
como el amor
hiere?
Y nos corta,
las manos.
Poemas de Ángela Ibáñez
I
He metido el pie en el círculo blanco del destino
Exorcizando todos los magos, todos los sueños
Y los arcanos, me he vestido desnuda con tu piel, mi amigo.
Se atrapó la tarde el tobillo en un riel,
Antiguo tranvía de lluvia, en un pavimento gris
Y casi, a pesar de la cálida humedad, muerto.
El radar azul que une nuestras parábolas
Es nadie, en la estratosfera vagando sin rumbo
Centellean las coordenadas de la solar locura.
Agónica palabra muerta que nunca nació
Ni en los ojos ni en el camino de las manos,
Que siempre fue un poema proyecto
En la vieja lanzadera verbal.
Silueteando el paranoico horizonte
Difuso del día,
Diariamente logopedaleado
Por las amarantas de las horas
Asesinadas por la amarga
Cicuta de la rutina.
Morosamente sufrida se descuelga
La espera tricúspide,
Aracnoideo acuoso
Que tiende la telaraña ocular
De los sentidos.
Me dices que dices no dices que te deje en paz
Que quieres que no quieres quererme
O tal vez deseas que no deseas dejar de verme
Piel y guerra de palabras en la piel
Que breve se desliza
Entre los dos sin rumbo y sin descanso
Continuidad lasciva que discontinua mueve
La verdad de los cuerpos que no descansan en paz
Que mueven y remueven el agua y la marea
De sentimientos que no llegan y se retrasan
En los líquidos que brotan y nacen
En los espasmos del espacio que encuentran
Y controlan los músculos de la emoción
Que desborda cualquier mesura o contención
Arrastra por la cama el sueño que no llega
Las ganas que se quedan mirando la espalda
Que brota frente a las manos que indagan
Y persiguen en su camino
Hallazgos sin sentido
Variaciones del espacio y la materia
Que viva se exalta y responde abierta
A la pregunta inquieta de la carne
Sin saber compendios de dicho arte
Manejando las distancias cortas
De parte a parte de los pies que fríos
Sienten hambre de caricias
De cualquier nombre
Y la boca pende del espacio del beso
Atornillado a la boca que herramienta
Usa el sentido y la caída en la cordura
Abierta en el lecho en cualquier postura
Y el pecho se vuelve enhiesto
Erguido navío que lanza al techo
Su mensaje de sombras y sigilos
Dulce mensaje para los dedos que navegan
Por esas aguas levantadas y redondas
Hacia el horizonte del sur donde el amanecer
Empieza a despuntar y el sol parece que sale
Y termina por levantar.
La enésima vez al cubo
Duplicado por la diferencia de nada
Es la resultante de la cuadratura
De tu mirada.
El músculo se elonga, distancia
Madreperla del horizonte gris,
Gotea a media tarde,
Se condensa extrañamente sufrido
Y reverbera a destellos fluorescentes
En la noche de tus párpados
Que cansados se desplazan cadenciosos
Por la elipse metálica y brillante
De la suavidad de los cabellos
Apocalípticos y breves, casi ya
Caídos en la primavera estelar de las constelaciones ciegas
Y por lo tanto eternamente hermosas,
Devoradoramente bellas…
Siguiendo la estela del silencio
En un mar surcado de penas
Trato de ondear la bandera
De mi alegría, con un par
De carcajadas rotas.
Ven a mi barco con paso seguro
Enrolémonos en la marina sin viento
Buscando en el cielo
Timones de estrellas.
En las frías mañanas la ausencia se condensa
En el aliento que empaña los recuerdos
Como un resfriado de temporada.
Las manos en los bolsillos buscan ayuda
En los ojos la imagen fantasma del año pasa
Junto a la puerta del trabajo los recuerdos
Se amontonan, se agolpan esperando entrar
En la realidad de cada día.
Crear, recrear y comunicar a través de palabras, signos y sueños. Imágenes en distintos lenguajes que impresionan la retina del alma, jugando con la oreja del cerebro al 3 en raya de la nada.
Sin prisa, pero sin pausa, a veces en serio, pero nunca en serie.
Proyecté ser tu más finísima sombra
El leve proyecto de cualquier sonido.
Diseñé la propia arquitectura
De un posible momento,
Sin olvidar la maquetación improvisada
Del segundo.
Fantaseé con la naturaleza ebria de las cosas
Reduje a cualquier posible negatividad el ayer;
Entre los vapores rumorosos del río
Teñido por arte de mi sangre en vino.
Te amaré desde las ruinas de mi mente,
Entre los escombros de mi vida.
Seguiré tus pasos entre los vertederos
Y las heridas.
Llevaré contigo el lastre
De los amores muertos,
El fardo, viejo y pesado
De las ilusiones rotas.