Se ha caído al suelo el Mar. Difícil
recogerlo, alzarlo, ayudarle.
La masa espesa se mece y se deshace en espuma,
en olas; se contrae y distiende, se agita y calma,
se enfurece y desborda como en inútil esfuerzo por levantarse.
I
Cosida al mar y al viento por puntuadas olas
a puro sol prendida,
tu perfil, isla mía, tu contorno en el agua
con tu constante litoral dibujas
revuelto hacia la luz y hacia la espuma,
hacia el húmedo mundo clamoroso
donde pierden la tierra y el árbol sus fronteras,
donde encuentra el azul su razón en los mapas
y se disuelve en sal la geografía.
No te voy a decir
que quiero ser la arena
que tus pies desnudos acaricie,
ni los rayos del sol que bajen jubilosos
a dorar más aún
la fina miel que forma tu epidermis,
ni el agua que la abrace con su espuma
ni el viento que la bese
y agite sus cabellos.
Hay una noche limpia: la del mar y la luna.
Había un pueblo de luces en el agua tranquila
con calles solitarias por donde, sin quererlo,
dejábamos vagar nuestra inquieta ternura.
Era una noche limpia, brillando entre las sombras.
Nos quedamos teñidos de luna y de horizonte
al ritmo de la voz anciana del botero.
De las aguas, los peces.
El abismo
es ahora dos veces
uno mismo.
Sigo, Amor, con mi júbilo sin bridas
por senderos de mieles tu carrera,
viajando con tu llama y tus heridas
desde el justo contorno de tu esfera.
El pulso tengo de innombrables vidas
en tu perfil sesgado a tu manera
como tu fortaleza tiene asidas
las campanas al sol de mi bandera.
a Raúl Luis, protagonista
Ella posaba para Boticelli
cuando la viste por primera vez. Los cabellos rectos
le llovían sobre el rostro, como ahora,
ocultando su inquieta mirada y esa expresión
de animalito asustado ante la vida.
No hagas ruido, a ver,
si no se va la tarde.
Dile a tu alma que haga
un silencio absoluto.
Acalla ese ruido de pensamientos,
rompe ese hondo clamor de recuerdos,
ahoga ese sordo rumor de ensueños.
No seas imprudente, no hagas ruidos,
que le molestan a la tarde.
Todos poseen un límite: cada uno
Tiene un matiz de daño muy distinto. La élite
Es capaz de arreglarse por sí misma,
Caminar apoyada en un bastón,
Leer completo un libro, interpretar
Movimientos de fáciles sonatas.
(Pero acaso la libertad carnal
Es el veneno del espíritu:
Conscientes de lo que ha sucedido y el porqué
Abominan su tristeza sin lágrimas.)
Luego vienen los de silla de ruedas, el promedio
Que soporta la tele
Y guiado por amables terapeutas
Canta en comunidad.
El estrépito del trabajo queda mitigado,
otro día ha llegado a su ocaso
y se ha cernido el manto de la oscuridad.
¡Paz! ¡Paz! Desprovee tu retrato
de sus vejaciones y descansa.
Tu ronda diaria ha concluido,
has sacado la basura,
respondido algunas cartas aburridas
y pagado una factura a vuelta de correo,
todo ello frettolosamente.
L
Este poema que deseaba escribir debería haber expresado exactamente lo que quiero decir cuando pienso
las palabras Te amo, pero no puedo saber exactamente qué quiero decir;
debería haberme resultado manifiestamente verdadero, pero las palabras no pueden
verificarse a sí mismas.
Los mundos ficticios e intemporales
de significado manifiesto
no deleitarían,
uno fuera el nuestro
uno temporal donde nada
eslo que parece.
. . .
Un poema; un cuento:
pero cualquiera bueno
nos empuja a querer saber.
(De «Dos canciones para Hedli Anderson)
Paren todos los relojes, descuelguen el teléfono,
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso,
Silencien los pianos, y con un apagado timbal,
Saquen el ataúd, dejen pasar a los deudos.
Que los aviones nos sobrevuelen en círculos luctuosos
garabateando en el cielo el mensaje Él ha muerto,
Pongan un crespón alrededor de los cuellos blancos de las palomas,
Que los policías de tráfico usen guantes negros de algodón.
En aquellos tiempos en que ser era creer,
la Verdad era el súmmum de muchos creíbles,
más previa, más perpetua, que un león con alas de murciélago,
un perro con cola de pez o un pez con cabeza de águila,
en absoluto como los mortales, en tela de juicio por sus muertes.
La Ley, dicen los jardineros, es el sol,
la Ley es aquello
que todos los jardineros obedecen
mañana, ayer, hoy.
La Leyes la sabiduría de los viejos,
rezongan lánguidos los abuelos impotentes;
los nietos sacan una lengua atiplada,
la Ley es la razón de la juventud.
Desvelado, yací en los brazos de mi propio calor y escuché
una tormenta que paladeaba su condición de tormenta en la oscuridad invernal
hasta que mi oído, como ocurre cuando estoy medio dormido o medio sobrio,
se afanó en desentrañar ese alboroto exclamativo,
trocando sus etéreas vocales y acuosas consonantes
en un discurso de amor indicativo de un Nombre Propio.
Acerca del dolor jamás se equivocaron
Los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron
Su función en el mundo. Cómo llega
Mientras alguno cena o abre la ventana
O nada más camina sin objeto.
Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes
El milagroso Nacimiento, habrá siempre
Niños sin mayor interés en lo que ocurre,
Patinando
En el estanque helado a la orilla del bosque.
Aunque el tiempo suave y despejado
sonríe de nuevo sobre el condado de tu estima
y sus colores regresan, la tormenta te ha cambiado:
no olvidarás, nunca,
la oscuridad que borra la esperanza, la tempestad
que profetiza tu perdición.
Debes vivir con tu conocimiento.
Nosotros, también, habíamos conocido momentos dorados
en los que cuerpo y alma estaban en sintonía,
habíamos bailado con nuestros amores verdaderos
a la luz de una luna llena,
y nos habíamos sentado con los sabios y los buenos
mientras las lenguas cobraban ingenio y alegría
degustando algún noble plato
directo de Escoffier;
habíamos sentido la gloria indiscreta
que las lágrimas reservan aparte.
Para nosotros como cualquier otro fugitivo,
como las innumerables flores que no pueden enumerar
y todas las bestias que no necesitan recordar,
es hoy donde vivimos.
Muchos intentan decir Ahora No,
muchos han olvidado cómo
decir Yo Soy, y se
perderían, si pudieran, en la historia.
La sensación de peligro no debe desaparecer:
el camino es sin duda tan breve como escarpado,
por muy paulatino que parezca desde aquí;
mira si quieres, pero tendrás que saltar.
Los hombres duros se ponen sensibleros en sueños
y quebrantan las ordenanzas que cualquier necio puede respetar;
no es la convención sino el miedo
lo que tiene tendencia a desaparecer.
Una noche despejada como ésta
puede hacer que el espíritu remonte el vuelo:
tras un día agotador
el espectáculo de precisión es
impresionante a su manera dieciochesca
un tanto sosa.
Sosegó mucho la adolescencia
encontrar una mirada de tal descaro;
las cosas que hacía yo no podían
ser tan ultrajantes como decían
si eso iba a seguir ahí
una vez muertos los ultrajados.
Absorbió
la llama
la estancia y mi yo.
* * *
Almendros en flor.
cielo azul.
¡Qué lindo traje mi amor!
* * *
Linda sonata.
Rubio fruto.
La brisa en tu pelo se amansa.
La playa ¿es orilla
de la mar o de la tierra?
Conseja bizantina.
La orilla del bosque
¿es su límite o del llano borde?
¿Qué frontera separa
lo tuyo de lo mío?
¿Quién acota la vida?
¿Vives hoy o mañana?
Uno es el odio y el amor
-Juan, Pedro, la tierra, el sol-
que lo otro, lo mío, es un pozo
mudo, ciego, manco, sordo,
a lo topo,
con su música interior
que ve sin ser visto,
habla sin ser oído,
anda sin ser sentido
y para quien todo es amor.
Viento loco, tierra seca,
boca sedienta, sediento.
Mundo ciego, arena en el cielo.
Polvo, tormenta, tormento.
Vuela y entierra y aúlla
la arena de duna en duna.
Tierra que aterra y entierra
en cielo vuelto y revuelto.
1
Igual que en amor,
lo que dieras, doy.
Después de haber dado
por nubes su nieve,
campo, espejo fiel,
por azul da verde.
Igual que en amor
lo que dieras, doy.
2
Julio dará su mies
al sol que más caliente,
voluptuosa miel
que al viento ondula y cede.
Edición de Pascual Mas i Usó
Ed. Visor 2008
La obra consiste, al igual que Antología Traducida de 1965, en una recopilación de poemas creados
por falsos autores, es decir, heterónimos que selecciona y traduce Max Aub, y que tienen en común,
en este caso, su participación como soldados en la llamada Guerra de los Seis Días, que sucedió en el
Oriente Medio, entre el 5 y el 10 de junio de 1967.
Mordehai Mendil Ha-Leví, enfermero durante la guerra y aun meses después, periodista,
me dio este texto. Vive en Jerusalén, trabaja ahora en un ministerio. Nunca quiso decirme nada
acerca del autor. Estos fragmentos estaban escritos en inglés en una hoja tamaño oficio,
doblado en cuatro sin que se pudiese saber dónde empezaban.
Evidentemente, porque estaba escrito en idioma clásico y perfectamente
caligrafiado. No sé más; me lo dieron en Genezaret.
¿Sabrá alguien qué quiere decir judío?
Ni tu ni yo…
-No es como ser francés, polaco o ruso;
Ser judío es como ser apátrida.