CUÁNTAS veces quedo
Cuando todo se levanta.
Y si arriba todo,
Aquí yacen las palabras.
Y si arriba yo,
Guijarros conmigo voy sumando.
Y tú y no yo o yo y no tú.
Abárcame en las estelas;
Entero créeme en la derrota.
CUÁNTAS veces quedo
Cuando todo se levanta.
Y si arriba todo,
Aquí yacen las palabras.
Y si arriba yo,
Guijarros conmigo voy sumando.
Y tú y no yo o yo y no tú.
Abárcame en las estelas;
Entero créeme en la derrota.
EL aire que planea,
Deleite del sentido
En cabaña derruida.
Mi lengua está encendida.
Escala de la nieve
Hasta la cima sola,
La noche luminosa.
(de Muerte sin ahí, 1986)
ESCRIBIR es volver, volver
A la escritura donde
Quien vuelve muere
Y pasa inadvertido
Al mirar de alguien
Que no mira, escribir
Es una espera que dibuja
Y borra por la noche la labor,
Deshaciendo la noche la labor
De bordar con letras pintadas
La noche, la escritura
Enhebra estrellas en el paño
Oscuro de un vestido que pasea
Encima de un puente o en la mirada
Que sigue la ida y vuelta de una cara
Indiferente,
Así somos el que regresa
Y el que aguarda el retorno,
El ser saqueado que a la orilla vuelve
Y la orilla ignota y saqueante,
Lo uno y lo otro,
Separados por el clavo de la conjunción,
Esto y aquello, el rostro que se apaga
Y lo que al fin nos dice y nos desliza
En el olvido,
Quebrando las costillas de la barca,
Las costillas del cielo y de la mente,
Definitivamente la ilusión
En el estallido final de la claridad.
LA inocencia de la vida
Yace en lo que la memoria resta
Para ganancia de espacio.
Pobre, pues, de los acorralados
En las cada vez más sabias
Y deshabitadas estancias de la memoria,
Sin otro cuerpo para embarcar
Que estas líneas a ninguna parte.
YO también podría decir algo acerca de eso. Guardaos vuestras estrellas polares, vuestras interminables noches de amor, vuestras damas exquisitas, vuestras hembras calientes como una mañana por Nyangabulé. Tanto me da.
Acaso el amor sea el instante en que tiemblan dos cuerpos demorando derramarse el uno en el otro, los ojos en los ojos, la lengua en el secreto previo al desfallecimiento.
COMO la rosa que se abate
En la noche llagada
El pasado ya nada significa.
La imagen del barco desarbolado
Sobre la playa a oscuras.
Como mancha de sangre seca
Así es a veces la memoria
Varada en la promesa.
I
QUIÉN te bebe, vino oscuro,
Quién, en tu borde,
Sus labios duerme
Riegas la aridez de la noche,
Mas tu hacer se estremece
Al son de la borrasca.
De tu silencio fluye
Anudada la sangre
A tu humedad.
¿POR qué amaba aquellos devastadores viajes en tren?
Apenas si abría la boca o aguantaba en el mismo asiento. Miraba por la ventana el paisaje discontinuo y mi pensamiento era la discontinuidad misma.
Yo no he podido sostener nada jamás ni siquiera el miedo.
A lo mejor uno se enamora para la despedida, para cuando llega la estación seca y los hombres se besan a la luz de Venus.
A lo mejor, para que aquella frase (tu cuerpo húmedo contra el cual aprieto el mío recobra los días que se fueron) subraye que estás solo.
Un desmedrado roble sin verdor
que seco ayer a todos parecía,
hijo del páramo y de la sequía,
próxima víctima del leñador,
Que era como una niña sin amor
que en su esterilidad se consumía,
con la lluvia de anoche ¡oh, qué alegría!
Todo es tranquilidad en tu presencia.
Contiguo el mundo entero es nuestra casa
a cuya vera el tiempo lento pasa
dándole eternidad a la experiencia.
Más qué desolación y qué inclemencia,
qué cruel angustia la que me traspasa,
qué ardiente sed de ti la que me abrasa
en el desierto de tu larga ausencia.
I
Cuando ya nada pido
Y casi nada espero
Y apenas puedo nada
Es cuanto más te quiero.
II
Te quiero
en Diciembre, en Enero.
Te quiero día a día, el año entero.
Te quiero
bajo el naranjo y bajo el limonero.
Por ti me he vuelto sincero
como en la guerra el guerrero
y en la mar el marinero.
Porque en la ley de a tierra
cada cosa en su lugar
como el guerrero en la guerra
y el marinero en la mar.
Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.
Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque hasta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.
I
Cuando ya nada pido
y casi nada espero
y apenas puedo nada
es cuando más te quiero
II
Basta que estés, que seas
que te pueda llamar, que te llame María
para saber quién soy y conocer quién eres
para saberme tuyo y conocerte mía
mi mujer entre todas las mujeres.
Esta ceiba que da sombra a mi casa
es propiamente heráldica. Sería
el emblema perfecto de tu escudo
si esto que grabo aquí fuera tu lema:
Ella no sabe de lo que de ella escribo
pues ser lo que es y no saberlo es ella.
Ya está seco el camino del río al valle y secos los senderos.
Ya el río enseña el espinazo de piedra de su raudal como
un potrillo flaco la fila de sus vértebras
Ya un friso oscuro marca en los paredones de la orilla el
nivel que alcanzó la crecida en el invierno
Ya brilla el sol en los bancos de arena
Verano
Ahora es cuando salen a calentarse en los bancos
de arena los lagartos.
I
Se que no me creeran como a espejo sin fondo
que el movimiento clava tu vórtice de armadas
donde momentos miles primeros segundos en roca a pique
ya me esperaban en ti girando.
Aunque dijera que no tenias mar
ni que toda tu espuma en tu interior de piedra habita
m por sangre espumosa esculpida menos viva
ni carcomida,
smo por la frecuencia de tus pecas algo se congregaba.
I
De nuevo. Sí De nuevo
siento que voy, que llevo.
En el tren, en los trenes,
siento que vas, que vienes.
Inútil preguntar
a la tierra, a la mar,
a la estrella polar.
Ni la arena, ni la espuma, ni la estrella
darán razón de ti.
Por donde quiera que escrudriña la mirada,
sólo encuentra los pálidos pantanos de la Nada;
flores marchitas, aves sin rumbo, nubes muertas…
Ya no abrió nunca el cielo ni
la tierra sus puertas!
Días de lasitud, desesperanza y tedio;
no hay más para la vida que el fúnebre remedio
de la muerte, no hay más, no hay más, no hay más
que caer como un punto negro y vago
en la onda lívida del lago,
para siempre jamás…
Mi señora, tan luego se levanta
va a cazar un venado matutino,
sin miedo a los colmilos del zaíno,
ni al mortal topetazo de la danta.
Entra con ojo alerta y firme planta
en la espesura donde no hay camino,
y de los matorrales, repentino,
salta un venado que su paso espanta.
El tiempo es hambre y el espacio es frío
orad, orad, que sólo la plegaria
puede saciar las ansias del vacío.
El sueño es una roca solitaria
en donde el águila del alma anida:
soñad, soñad, entre la vida diaria.
Si amarga el dedo sed para mi labio
sufro al tocar tu frío como amigo
si sierpe al corazón la hiel al hígado
no me despeja el cielo y me despeja.
Si colmena en tu rosa era mi nido
y yo de miel en tus venas corría
corro tu vida vivo y muerto muero
mas súbito el abismo amor vacío.
No busques nada nuevo, ¡oh mi canción!;
nada hay oculto bajo el rascacielo,
nada en la maquina que sube al cielo,
nada ha cambiado desde Salomón.
Es muy antiguo el hombre y su pasión,
guarda en el nuevo día el viejo anhelo,
bajo la nueva noche igual desvelo
y el mismo palpitar del corazón.
Ya todo es de otro modo
Todo de otra manera
Ni siquiera lo que era es ya como era
Ya nada de lo que es sera lo que era
Ya es otra cosa todo
Es otra era
Es el comienzo de una nueva era
Es el principio de una nueva historia
La vieja historia se acabo, ya no puede volver
Esta, ya es otra historia
Otra historia distinta de la historia
Otra historia contratia de la historia
Precisamente lo contrario de la historia
Precisamente lo contrario del pasado
No volvera el pasado
Precisamente es el pasado lo vencido
Precisamente es el pasado lo abolido
Precisamente es el pasado lo acabado
Ya el pasado realmente ha pasado
Ya el pasado realmente es pasado
El presente presente el futuro futuro
Antes era el pasado el presente el presente el pasado
Era imposible separar el presente del pasado
El pasado el presente el futuro eran solo el pasado
Pero el pasado ya ha cambiado aun de significado
Todo el pasado ha sido juzgado y condenado
No volvera el pasado
Aun la misma palabra pasado tiene ya otro sentido
Y lo mismo la historia y la palabra historia
Porque la historia no era ya sino pasado
Historia ya estancada, fosilizada
Desde 1936 estaba detenida, empantanada
Era ya historia muerta, historia sin historia
Historia en la que el pueblo no contaba
Pero la historia es ya otra historia, nueva historia
Puesta de nuevo en marcha por el Frente
Puesta de nuevo en marcha por el pueblo
Ya es solo historia lo que el pueblo quiera
Ya es solo historia lo que el pueblo diga
Ya es solo historia lo que el pueblo haga
La historia ahora cambiara de nombre
Tal vez se llame simplemente pueblo
Tal vez se llame simplemente vida
Tal vez revolucion.
Mientras hojeo historiadores y toma notas
un pajarito canta entre las hojas de una rama
y su canto
un silbido, tal vez una llamada
me saca de la Historia.
He tenido una reyerta
con el ladrón de tus corbatas
(yo mismo cuando iba a la escuela)
el cual me ha roto tus ritmos
a puñetazos en las orejas…
Libertador, te llamaría,
si esto no fuera una insolencia
contra tus manos provenzales
(y el Cancionero de Baena)
en el Clavicordio de la Abuela,
tus manos, que beso de nuevo,
Maestro.
¡Salud a tío Coyote,
el animal Quijote!
Porque era inofensivo, lejos de la manada,
perro de soledad, fiel al secreto
inquieto
de su vida engañada
sufrió el palo, la burla y la patada.
Fue el más humilde peregrino
en los caminos de los cuentos de camino.
Si mi vida no es mía, sino tuya,
y tu vida no es tuya, sino mía,
separados morimos cada día
sin que esta larga muerte se concluya.
Hora es que el uno al otro restituya
esa vida del otro que vivía,
y tenga cada cual la que tenía
otra vez en el otro como suya.
Oh desgraciado, si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece;
haz como el árbol seco: Reverdece;
y como el germen enterrado: Late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia: ¡Crece!
Surge, a un replique modulado en trino,
del misterio floral en que reposa,
la blanca Eucaristía, blanca rosa
emergente del Cáliz purpurino.
La espiga recibió el Cuerpo Divino,
pero la vid su sangre generosa…
¡El trabajo y la lucha, en dolorosa
íntima comunión de pan y vino!
En las orillas de los viejos ríos,
que llevan sus corrientes rumorosas
por los bosques recónditos y umbríos,
nacen las pomarrosas
pálidas, escondidas y aromosas,
lejos del sol, como los versos míos….
En el suelo feraz, que al agua inunda,
yérguese el tronco en la raíz profunda,
al son perpetuo del raudal sonoro;
¡y absorbe, en cada poro,
el jugo que le nutre y le fecunda
y el resplandor de sus manzanas de oro!
Colgádme al pecho, después que muera,
mi verde escudo en un relicario;
cubridme todo con el sudario,
con el sudario de tres colores de mi bandera.
Sentada y triste habrá una Quimera
sobre mi túmulo funerario…
será un espíritu solitario
en larga espera, en larga espera, en larga espera…
Llegará un día tumultuario
y la Quimera, en el silenciario
sepulcro erguida, lanzará un grito…
¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario!
Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
ELEGÍA
¡Cuán solitaria la nación que un día
poblara inmensa gente!
¡La nación cuyo imperio se extendía
del Ocaso al Oriente!
Lágrimas viertes, infeliz ahora,
soberana del mundo,
¡y nadie de tu faz encantadora
borra el dolor profundo!
Son tus labios un rubí
partido por gala en dos,
arrancado para ti
de la corona de un dios.
Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.
Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.
Donde sienta mi caballo los pies
no vuelve a nacer la hierba.
Palabras de Atila
CORO
¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.
Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.
El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
El torrente asolador.
Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!!!
I
Reclinado sobre el suelo
con lenta amarga agonía,
pensando en el triste día
que pronto amanecerá;
en silencio gime el reo
y el fatal momento espera
en que el sol por vez postrera
en su frente lucirá.
HIMNO
Para y óyeme ¡oh sol! yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte:
ardiente como tú mi fantasía,
arrebatada en ansia de admirarte
intrépidas a ti sus alas guía.
¡Ojalá que mi acento poderoso,
sublime resonando,
del trueno pavoroso
la temerosa voz sobrepujando,
¡oh sol!
De los hombres lanzado al desprecio,
de su crimen la víctima fui,
y se evitan de odiarse a sí mismos,
fulminando sus odios en mí.
Y su rencor
al poner en mi mano, me hicieron
su vengador;
y se dijeron
«Que nuestra vergüenza común caiga en él;
se marque en su frente nuestra maldición;
su pan amasado con sangre y con hiel,
su escudo con armas de eterno baldón
sean la herencia
que legue al hijo,
el que maldijo
la sociedad.»
¡Y de mí huyeron,
de sus culpas el manto me echaron,
y mi llanto y mi voz escucharon
sin piedad!
¿Oís?, es el cañón. Mi pecho hirviendo
el cántico de guerra entonará,
y al eco ronco del cañón venciendo,
la lira del poeta sonará.
El pueblo ved que la orgullosa frente
levanta ya del polvo en que yacía,
arrogante en valor, omnipotente,
terror de la insolente tiranía.
Ya el sol esconde sus rayos,
el mundo en sombras se vela,
el ave a su nido vuela.
Busca asilo el trovador.
Todo calla: en pobre cama
duerme el pastor venturoso:
en su lecho suntüoso
se agita insomme el señor.
El estandarte ved que en Ceriñola
el gran Gonzalo desplegó triunfante,
la noble enseña ilustre y española
que al indio domeñó y al mar de Atlante;
regio pendón que al aire se tremola,
don de CRISTINA, enseña relumbrante,
verla podremos en la lid reñida
rasgada sí, pero jamás vencida.
Fresca, lozana, pura y olorosa,
gala y adorno del pensil florido,
gallarda puesta sobre el ramo erguido,
fragancia esparce la naciente rosa.
Mas si el ardiente sol lumbre enojosa
vibra, del can en llamas encendido,
el dulce aroma y el color perdido,
sus hojas lleva el aura presurosa.
Te he escrito estos versos
para que otros
puedan amar
en otras
a ti.
Para poder seguir amándote
después de muerto.
Para poder seguir amándote
después de que ya no te ame.
Para poder seguir amándote
después de que te pudras en el tiempo.
Tu cuerpo es como una mesa dispuesta para un banquete
llena de viandas, de frutos, de vinos, panes y mieles.
Tu cuerpo es como un altar dispuesto para el rito,
la devoción, el silencio, la comunión, el sacrificio.
Tu cuerpo es como un barco dispuesto para el viaje
a la otra orilla del sueño, desafiando el oleaje.
Cuando me faltas tú, todo me falta.
La silla en la que no estás sentada
no es una silla completa.
La casa en la que tú no estás, llena de fiesta y de gente,
está vacía sin embargo,
más llena de tu ausencia que de gente.