Bajo este cielo azul

Bajo este cielo azul todo florido de astros
cada pupila siente que se ahonda el abismo
y que ampliando sus formas tiene un florecimiento
de estrellas y de cielos, como la inmensidad.
Bajo el desnudo azul, luminoso de estrellas,
se dignifica todo: charco, flor y gusano;
y en el florecimiento desnudo de los astros
la original belleza canta a la Eternidad.

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Como el mar

‘The Image of Eternity: the sea’
Lord Byron.

Dedicada al poeta que ha comulgado con las multitudes: Víctor Domingo Silva.

Como oleadas que se agitan,
se revuelven, se estremecen, gimen, gritan
en mi pecho las tormentas del amor;
y cual toros de fornidas, torvas testas
y pupilas inyectadas y enhiestas,
ya se escapan mis protestas,
mis protestas de dolor.

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Crepúsculo:

I

Frívolos madrigales de las sutiles rosas
ritman en los jardines las musas de belleza
y comulga en los ritos del alma de las cosas
como una ofrenda triste mi llanto: voz que reza.
En las gamas exóticas de la tarde doliente
finge la luz un iris -raro florecimiento
crepuscular-.

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Día de lluvia

(En el puerto)

Hay algo de tristeza en el paisaje
la mañana
penetra con su luz por mi ventana
a mi ser interior y es como ultraje
al fastidio sin fin de mi tristeza.

Aunque trate
de no ver el paisaje exterior, miro
en una pieza
que hay frente a frente a la ventana mía
dos viejecitas: una que bosteza
y otra que lentamente bebe mate…

Yo siento no se qué melancolía.

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El parque dormido

Sendas que se bifurcan todas blancas de luna;
árboles que proyectan sus formas recostadas;
escaños solitarios; fuentes cuyas cascadas
remedan una orquesta. Sobre la gran laguna
la brisa orla su peplo. Pilastras con jarrones
donde el fauno sonríe con sus belfos lascivos
mientras la ninfa mueve sus dos flancos esquivos
dando a su cuerpo esbelto violentas contorsiones…

Cada estrella ha encendido su blanco lampadario.

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Elegía por mi hermano

De pronto una gran sombra por la sombra se advierte.
Todos quedamos mudos a la invisible suerte.
Temblando, por las sombras, quedo una sombra fuerte
y todos sollozamos presintiendo a la muerte.
La carne de mi hermano tembló como aterida.
Mi madre quebrantada, sollozó estremecida.

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Escrito en la prisión

Fragmento de un poema

Yo que tengo lejanos jardines en la luna
y reinos invisibles en estrellas lejanas
y princesas dormidas de embrujada fortuna
y reinos interiores y cosas extrahumanas.

Yo que tengo un silencio de armonía profundo,
gravitando con ritmo de misterio en mí mismo;
yo que siento y que vivo la belleza del mundo:
jamás podrán hundirme en el ‘pequeño abismo’.

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Polvo y viento

Hoy caen los crepúsculos de mi alma
y dormido me encuentran las auroras;
tengo tantas estrellas en mi ensueño
que hay un divino azul hasta en mi sombra.

Es tan honda la noche de mi espíritu
que en un éxtasis vivo su belleza
y la muerte se acerca hasta mis besos
como virgen vestida con estrellas.

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Protestas de piedad

I

En esta Cárcel donde los hombres me trajeron,
en donde la injusticia de una ley nos encierra:
he pensado en tumbas en donde se pudrieron
magistrados y jueces que hoy son polvo en la tierra.

Magistrados y jueces y verdugos serviles
que imitando, simiescos, la Justicia Suprema
castraron sus instintos y sus signos viriles
por jugar al axioma, a la norma, al dilema.

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Simil

En el bello jardín de mis ensueños
Donde nacen las flores. mis quimeras,
Nacieron muchos lirios que risueños
A la vida entonaron sus primeras
Canciones de dulzuras, halagüeños.

Mas sopló el vendaval y esas mis flores
Dobláronse en sus tallos juveniles;
¡Oh blancos lirios, flor de mis amores!

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Anciano en la playa

¿Dónde fue ese vigor tumultuoso?
¿Ese romper las olas con el pecho?
Y al mismo tiempo esa sutileza,
ese oler la hierba mojada
que tras de sí deja la tormenta,
antes incluso de que ésta llegue.
A ningún sitio, sino aquí,
a este cuerpo cuya respiración ansiosa
cada vez más se confunde con el viento.

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Fugas IV

Todo momento no es
sino ocasión de otro momento.
Toda realidad no es
sino ocasión de otra realidad.
Por eso un ciego
comprende mejor las estrellas
que tú,
en quien sólo aprecio la sonrisa.
Cuanto se oculta
tras ella
es cuanto busco
en mí.

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Don de Heráclito

Pero el agua recorre los cristales
musgosamente:
ignora que se altera
lejos del sueño todo lo existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.

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El fuego

En la madera que se resuelve en chispa y llamarada
luego en silencio y humo que se pierde
miraste deshacerse con sigiloso estruendo tu vida
Y te preguntas si habrá dado calor
si conoció alguna de las formas del fuego
si llegó a a rder e iluminar con su llama
De otra manera todo habrá sido en vano
Humo y ceniza no serán perdonados
pues no pudieron contra la oscuridad
—tal leña que arde en una estancia desierta
o en una cueva que sólo habitan los muertos

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El silencio

La silenciosa noche. Aquí en el bosque
no distingo rumores, no, de ninguna especie.
Los gusanos trabajan.
Los pájaros de presa hacen lo suyo
(seguramente).
Pero no escucho nada.
Sólo el silencio que da miedo. Tan raro,
tan raro, tan escaso se ha vuelto en este mundo
que ya nadie se acuerda como suena,
ya nadie quiere
estar consigo mismo un instante.

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Horas altas

En esta hora fluvial
hoy no es ayer
y aún parece muy lejos la mañana

Hay un azoro múltiple
extrañeza
de estar aquí de ser
en un ahora tan feroz
que ni siquiera tiene fecha

¿Son las últimas horas de este ayer
o el instante en qeu se abre
otro mañana?

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Inmemorial

El misterioso día
se acaba con las cosas que no devuelve

Nunca nadie podrá reconstruir
lo que pasó ni siquiera en este
más cotidiano de los mansos días

Minuto enigma irrepetible

Quedará tal vez
una sombra una mancha en la pared
vagos vestigios de ceniza en el aire

Pues de otro modo qué condenación
nos ataría a la memora por siempre

Vueltas y vueltas en derredor de instantes vacíos

Despójate del día de hoy para seguir ignorando y viviendo

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La diosa blanca

Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.

Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.

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La materia deshecha

Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje
que lo perdido nombra y reconstruye.
Vuelve a tocar, palabra, el vasallaje
con tu propio fuego te destruye.

Regresa, pues, canción, hasta el paraje
en donde el tiempo acaba mientras fluye.
No hay monte o muro que su paso ataje:
lo perdurable, no el instante, huye.

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Noche y nieve

Me asomé a la ventana y en lugar de jardín hallé la noche
enteramente constelada de nieve

La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la
luz y se apaga

La nieve no quiere decir nada: Es sólo una pregunta que
deja caer millones de signos de interrogación sobre el
mundo

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Otoi que j′eusse aimée

Y ahora una digresión Consideremos
esa variante del amor que nunca
puede llamarse amor

Son aislados instantes sin futuro
En la ciudad donde estaré tres días
nos encontramos
Hablamos cien palabras

Pero un brillo en los ojos un silencio
o el roce de las manos que se despiden
prende la luz de la imaginación

Sin motivo ni causa uno supone
que llegó pronto o tarde
y se duele
(‘no habernos conocido…’)

E involuntariamente ocupas tu fiel nicho
en un célibe harén de sombra y humo

Intocable
incorruptible al yugo del amor
viva en lo que llamó De Rougemont
la posesión por pérdida

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Tratado de la desesperación: los peces

Siempre medita el agua del acuario
Piensa en el pez salobre y en su vuelo
reptante
breves alas de silencio
El entrañado en penetrables líquidos
pasadizos de azoque
en donce hiende
su sentencia de tigre
su condena
a claridad perpetua
o ironía
de manantiales muertos tras dormidas
corrientes de otra luz
Claridad inmóvil
aguas eternamente traicionadas
o cercenado río sin cólera
que al pensar sólo piensa en el que piensa
cómo hundirse en el aire
en sus voraces
arenales de asfixia
Ir hasta el fondo
del invisible oleaje que rodea
su neutral soledad
por todas partes

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Carta de un suicida

no fue el dardo que dio en el centro
tampoco el veneno ni la mariposa que traía en la punta
no fue un golpe de suerte
quizá un poco de paciencia y claro
un blanco débil
no se culpe a esta mujer de haberme volado la cabeza
de traer hasta mis labios la canción de su cintura
no se le tome venganza
no se me tome cariño
tampoco la detengan es su descarnizada pasión al desnudarse
sólo prendan las velas
súbanle a la música
que no falte queso ni vino
en invierno
las catástrofes requieren sutileza
hoy el asunto es otro: como confiar en el azar si es un padrote

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De pronto New York se quedó sin Joseph Brodsky

pasan las risotadas de un carro antiguo
un tipo tembloroso te ofrece lo que quieras
las prostitutas en abrigo se cubren el viento entre ellas
unos uniformados salen de un bar completamente ebrios
un vagabundo extiende la mano
al final de la calle se enciende la tortea
de una patrulla de policía que despacito vira hacia la derecha
una pareja sale del teatro
dos negros conversan
y en el aparador de enfrente
cuelgan silenciosas
un par de medias de seda
que parecen ser más imprescindibles que nosotros

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Helpless

(and in my mind I still need a place to go)

sobre esta cama donde se acostó el mar
y se guardaron las cenizas de alejandría
y las hormigas almacenaron las provisiones durante el verano del holocausto
y la más despreciable hechicera escribió su recetario para exterminar el mal de amor
en la mismísima cama donde la maja y las venus posaron
donde juana la loca veló a felipe el hermosos por siete provincias
donde el espíritu santo fecundó a maría
aquí en la única cama traficada por fenicios
que sirvió de mapa para barbarroja
y fue alfombra mágica del príncipe ishtar
en la auténtica cama donde parió la primera elefanta en cautiverio
donde charly parker tocó por última vez el saxofón y a una mujer al mismo tiempo
y –años antes— jesús meditó su discurso del monte de los olivos
es donde entiendo que cada cama es un país que no existe

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En boca del último inca

Ya de los blancos el cañón huyendo,
hoy a la falda del Pichincha vine,
como el sol vago, como el sol ardiente.
como el sol libre.

¡Padre sol, oye!, por el polvo yace
de Manco el trono; profanadas gimen
tus santas aras: yo te ensalzo solo,
solo, mas libre.

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Alas de seda

Persiguiendo el perfume de risueño retiro,
la fugaz mariposa por el monte revuela,
y en esos aires enciende sutilisima estela
con sus pétalos tenues de cambiante zafiro.

En la ronda versátil de su trémulo giro
esclarece las grutas como azul lentejuela;
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.

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Esta noche

Esta noche el paisaje soñador se niquela
con la blanda caricia de la lumbre lunar;
en el monte hay cocuyos, y mi balsa que riela
va borrando luceros sobre el agua estelar.

El fogón de la prora, con su alegre candela,
me enciende en oro trémulo como a un dios tutelar;
y unos indios desnudos, con curiosa cautela,
van corriendo en la playa para verme pasar.

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La grulla

Viajera que hacia el polo marcó su travesía,
la grulla migratoria revuela entre el celaje;
y en pos de la bandada, que la olvidó en el viaje,
aflige con sus remos la inmensidad sombría.

Sin rumbo, ya cansada, prolonga todavía
sus gritos melancólicos en el hostil paisaje;
y luego, por las ráfagas vencido su plumaje,
desciende a las llanuras donde se apaga el día.

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Los potros

Atropellados por la Pampa suelta
los raudos potros en febril disputa;
hacen silbar sobre la sorda ruta
los huracanes en su crin revuelta.

Atrás dejando la llanura envuelta
en Polvo, alargan la cerviz enjuta.
Y a su carrera retumbante y bruta
cimbran los pinos y la palma esbelta

Ya cuando cruzan el austral peñasco
vibra un relincho por las altas rocas;
entonces paran el triunfante casco,

resoplan roncos, ante el sol violento.

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Sintiendo

Sintiendo que en mi espíritu doliente
la ternura romántica germina,
voy a besar la estrella vespertina
sobre el agua ilusoria de la fuente.

Mas cuando hacia el fulgor cerulescente
mi labio melancólico se inclina,
oigo como una voz ultradivina
de alguien que me celara en el ambiente.

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Panamá defendida (II)

II

La Patria venía andando
como el agua,
del tiempo de los hombres.
Como de las edades
las herrumbres,
venía del silencio;
de las pesadas ubres
del sollozo.
Venía con los siglos,
con las anunciaciones
de las voces
antiguas,
los despeños
de la carne insepulta.

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Panamá defendida (IV)

IV

Te comparo, de nuevo
Patria mía,
con un joven indígena,
con un joven maíz,
fruto de tierra y sol,
de lejanas canciones
Y de vientos.
Para tu sed de siglos
la tierra fue tu origen;
América, tu casa,
el tiempo, tu navío
al mañana
partiendo irremediable.

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