Después

El cuerpo es el patíbulo,
la horca, el garrote vil,
la Dama Angustia.
El cuerpo es Los fusilados
se hizo el otro silencio
se cercenaron las manos
y de los muñones se asoman búhos
con curiosidad demencial.
El cuerpo es la lengua azul del ahogado
con olor de incendio de bruja
y del humo verde nacen flores
con boca de sabor a grito
con grito que empuña diamantes.

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Instante

Entre los dedos la cabellera
que cae como cien trompas de elefantes negros
alas de ángeles dentro de un pozo.

La seda es curiosidad de cocineras
el aliento entre las manos del campesino
es una bailarina de tul en una cueva.

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Por el mediodía

Sobrevivir a la sombra
ya que tiene más de uno que uno mismo
monstruo de papel de china
duplica su tamaño y su maldad
en una profundidad tal que parece superficie
y camina abismándonos los pies
y se arrastra serpentina ofreciéndonos
la vanidad de ser más grandes,
más anchos, más cuerpos gigantes
del pequeño carne, ofreciendo
más luna encajada en la tierra
negra por el veneno de ella
salir vivo después de mirar la sombra
poza de un Narciso impresionista
labor de ciegos, labor de ciegos.

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Tiempo de borrachos

La palabra viaja más rápido que su significado
mi paso es vacilante y ya estoy en la esquina
la luz es lenta con su procesión de imágenes
nada me susurra al oído un pastor de sonidos
y de repente la mar de ruidos me lanza sus olas
y mi sonrisa idiota es sabia porque nace virgen
siento un beso arrancándome los labios
y la botella es la respuesta semiótica
a lo desarrapado de la lengua
Pasa mi calle en sentido inverso
y lo real es un aforismo
y un aforismo es hormiga en el cosmos.

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SEMBRANDO

De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

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De todas las que soy

De todas las que soy
poco prefiero
la abeja industriosa en su trajín,
o la cigarra aplastada en el verano,
tampoco aquella cebra distraída en las alturas
que tan diversas de mí
siempre andan.

De todas una sola me acongoja:
la salvaje
atravesando el lodo,
la extraviada oveja
la alocada y perdida de ti.

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Las siete virtudes capitales

He de alcanzar
Señor mío
prometo
la abnegación total
la obediencia irrestricta
la perfecta docilidad
la mortificación a toda costa
la castidad incorrupta
la soledad contenta
la paciencia con los locos
la pobreza entre los pobres
la perpetua clausura
el mayor desposeimiento
el olvido de la carne
y sobre todo
y para siempre
acallar
las injustificadas palabras

y así

el perfecto silencio.

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Manjar de cebollas

Se hace el almíbar como siempre
y así que esté pronto
desde lo alto se le añade
con displicencia
una flor de mantequilla
y ya en su punto se le chan huevos con clara y todo todo
bien batido
y hervir fuerte
y en lluvia fina rociarle pasas
cacahuetes
y poner sobre mamón con sus fragancias
y al aire un tantito se refresca
y así se ve an la mesa tan alegre
que siempre es un pecado el primer mordisco

y se come en paz viendo a lo lejos
con una jarra de agua de azahar

y una astillita de canela

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Un cuerpo

¿Cuántas veces has pecado?
¿Qué partes de ti has palpado
en medio de la noche?
¿Has sentido delectación al introducirte los dedos?
Oh, india libidinosa,
¿Has mirado con espejo invertido
tus partes vegonzosas?
¿Te has olido el sudor de los calzones
la sangre hedionda de tus menstruaciones?

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Arte mayor (VI)

Estos fluidos nocturnos
quisieran ser cardumen
para en tu cuerpo mar
chuparle sus naranjos
al árbol de tus poros.
Menguar tu flacidez
con mis labios en punta
hasta extraer el sol
entre tus pliegues.

El raspar de mis hélitros
se vacía en suavidades
cargadas de tijeras
entrecortan mi pulso
en espejos filosos.

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Como una línea atada al corazón

Si tanto nacimiento aún aguarda,
cómo cegar las puertas,
someter cauces
o hacer un nudo en la camisa
por redimir el pecho y amansarlo.
Toda mi sien es sombra
que no quiere conocer
fuera de ti,
palabra suspendida,
verso de fuente,
trueno
que me tala sin fruto,
que suplico sin condición o fecha,
depuesta ya hace tiempo mi celada.

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Con esta brida

Con esta brida me despojas
de más de en cuanto creo,
me seduces
y rompes para siempre en dos mitades.
Callas con cuanto sé,
con cuanto sé destruyes mi certeza
y parte alguna de mi casa queda a salvo
de este tiempo de ruido,
columnario de dios,
tormenta dulce.

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La roca viva

Gracias, Amor, por esta dulce herida
y la blandura de mi sufrimiento.
Por la risa y el gozo y el lamento,
en tanta plenitud desconocida.

Bendito siempre, Amor, porque te siento
crecer en la ternura compartida
y por las aguas de tu mar sediento
que arrasa las orillas de mi vida.

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Nueva York

La ciudad estaba allí
monstruosa y gigante,
desnuda en su piedra fría.

Toqué con mis lirios
su insondable aliento.

Nada. Nadie.

Volaban las almas
en su torbellino de dólares
y el tiempo
-centavo descalzo-
se desgranaba
en sangre suicida.

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Salpra (IV)

Al acecho de los minutos
cae
tu pedazo de tiempo.

Insomnio
destierro obligado
con discordias y lejanos
fragores de iracundia.

Las dudas
desgranan tu desvarío
tu tierra dispersa
tus partículas carcomidas.

Atrás
las rutinarias incurias
en ámbitos desiertos
destilando
inmisericordes sentencias.

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Soneto definiendo el amor o sus contrariedades

Borrasca disfrazada en la bonanza,
engañoso deleite de un sentido,
dulzura amarga, daño apetecido,
alterada quietud, vana esperanza.

Desapacible paz, desconfianza,
desazonado gozo mal sufrido,
esclava libertad, triunfo abatido,
simulada traición, fácil mudanza.

perenne manantial de sentimientos,
efímera aprehensión que experimenta
dolorosas delicias y escarmientos.

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Canción

no puedo sacarte de mi mente
tu casa de hueso es mi cabeza
en ella duermes, guisas, vas descalzo
deslizando tus pasos, tu pereza

no puedo alejarte de mis charcos
donde tomas tu baño las mañanas
a flote de la piel traes burbujas
de agua mineral o de champaña

quiero lamer tu espalda y abrazarte
pero tú estás adentro y no te alcanzo
no andes sin camisa que me aloco
ciérrate los botones que me canso

me canso de seguirte piel adentro
gentil inalcanzable vas riendo
eres el rey de mi cabeza
sin pagar ni luz, ni agua, ni arriendo

acércate a mis ojos cabecilla
tan hondo y tanto me has dolido
que lloro y en mi llanto sumergido
salado te me vas por la mejilla
mojado de sal vas y yo te olvido

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En la memoria de mis sentidos

en la memoria de mis sentidos
canoa el dolor de labios

mi cuerpo sobre el tuyo

mis brazos
turbamar
en tu cabeza

la piel del pecho
rosa
la piel del pecho

tus piernas son las puertas de las mías
tus piernas la piragua

mi boca sobre tu boca
busca la sal de su sexo

como la red pincha las aguas
en la memoria de mis sentidos
se hincan tus dientes

mis labios se espantan beso de peces
mis labios se riegan rosa partida

beso partido
rosa de peces

-no te vayas- te dice mi boca colorada
-no te vayas- te dice la memoria de mis sentidos

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En los confines

en los confines de nuestra selva

un hilván de truenos

jolgorio jolgorio

bebes del jarro de una alfarera

bebes y no derramas ni un sorbo de chicha

de las hojas de plátano caen los líquidos que necesitamos

gota a gota

pegan el día con la noche

sujetan la piedra a la mano que muele el camino

y cuando amanece

retiene la luna prendida al cielo como un aerolito

no dejes de beber

amor mío

otras mujeres me han dado su saliva

masticaron también nuestras raíces

bailando

con los pies pintados de huituc

-debo decir- con mis sandalias de carbón que no resbalan

bailando

mientras tomo tus manos

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Erosonera (I)

tuve un hombre y él me tuvo

ahora somos memoria de carboncillo
ciclistas en la siesta de la ceniza
pero tuve un hombre
y él me tuvo

crudo abrió el beso en la yema del pubis
sentó la oreja para oír mi caracol caliente
mientras borrando pecas
hundí la nariz en el musgo tremente
de sus ingles
la lengua para lamer su venar violeta

tuve un hombre
fue pan en remojo su boca de abrir cajoncitos
mordiente su hacer de muslos y mejillas

él me tuvo
fue tristeo de agua mi pecho de dos pozos
crujiente mi hacer de cejas y ranuras

ahora somos memoria de carboncillo

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Erosonera (IV)

un ceibo que cuida el horizonte
tiene menos orgullo
que el que orilla tus piernas

un ceibo en tus piernas africanas
matará mi deseo

la cadera cruje como un cangrejo

un crujido en la tenaza de mis huesos
matará mi deseo

trago de ardienteagua
un ceibo te orilla los crujidos
una huella de hollín
los vellos y tobillos
y una equis que enrosca mi cintura

una equis matará mi deseo

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Erosonera (IX)

la noche ha terminado
y no hay agua que enjuague
tu rastro de mi cuerpo

las cardas de tinieblas
en mis hombros
son el beso de un lago de brea
la brea de un beso de sombras
las sombras de tu oscura saliva

no sé cómo sacarme las huellas
de tus dientes
esos monjes hincados en los muelles del cuello
esos muelles que velan
la huella de la noche

no quiero que te vayas
no me quites la mano que te toca
este gajo jugoso
este toque de pelvis
que no puede borrarte
y que te ama

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Erosonera (VIII)

qué sabes tú de trepanarme, reno
donde no estás
mis huesos crujen y granizan
sin mordaza
donde no estás
relincha un río hacia mis muslos
y es fresca la lechuga
que lo acoge

no te he olvidado
pero otros ojos son panteras
en el agua
otro es dragón y daga
otro es presa de mi caza

qué sabes tú, reno inútil
quédate mejor entre las reses

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La contemplación (II)

tus besos
guatitambos de carne y jugo
el acento de la incertidumbre en cada movimiento
suave la nave de la lengua
las teclas de mader o de marfil
la exhalación del fuelle y sus columnas de aire
el órgano de la catedral
esófagos y pliegues lánguidos
como las algas del lago que se extinguen
los altares laterales
las alturas oscuras del coro
la cúpula húmeda de los besos
la cúpula de la hembra rezumante
la cúpula del hombre que rezuma
las válvulas de la vulva como un corno nocturno
la piedra estremecida con el intercambio de óleos

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La contemplación (III)

la catedral de cal
desde los muros escupe el frío
y apaga el candelero

la organista mitiga las pasiones tubulares

en l tumbado frescos de tus buenos designios

contratalones la cicatriz de caudas y cráneos
que fueron arrastrados y rodaron

el portón y su chirrido de gallo degollado

largas la aldaba y la nostalgia
y el ahogo

un hongo en el atrio
la sombra que te nombra

la catedral contrita
resuella
como una flor de hollín
como sobre la arena
una ballena
entre caballos

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Sé que las ratas

sé que las ratas me morderán el corazón
pero ésta es una despedida

reí y fui

loba
loba en el palomar
loba en el palomar de tus jadeos

buches y espumas rociaron la aurora de los sudores
jadeos tus de palomar él en loba

aunque
entre graznidos y hendiduras
entre zureos grumosos
loba
entre palomas en tus jadeos
digo adiós

la pena canina cubro de vidrio
lengua y falanges apago al fuego
aros y poros al polvo cocido

esta cachorra arde bajo las burbujas

aullidos sollamados invitan a las ratas

ellas escuchan su piel de chamiza que crepita
sus uñas que raspan el celo cristalino

la esfera de calor de su cuero esquilado las convida
olorosa

sé que me morderán el corazón
lastimero
pero no permitiré que tú lo muerdas
ésta es una despedida

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Pequeña isla

Adán del universo:
donde pones tu planta
la tierra se conmueve
de ocultos paraísos.
(Te anuncia una legión
de brazos incendiados.)
Eva soy, inmemorial y eterna,
ligada a ti por el suspiro
de antigua soledad, y desterrada
por el frutal capricho.

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