El paseo solitario

Ya estoy solo, mi amor. Tras el penoso
ascender por atajos y quebradas
domino la extensión del mar ruidoso,
cuyas olas se rompen en cascadas
al pie del farellón en que reposo.

El mar, la soledad… Allá la ardiente
fulguración del sol que ya declina,
y abajo un remover de espuma hirviente
y un chorrear de agua cristalina
que está corriendo interminablemente.

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El regreso

Me detuve en la entreabierta
puerta de mi oscuro hogar
y besó mi boca yerta
aquella bendita puerta
que me convidaba a entrar.

Mi corazón fatigado
de luchar y de sufrir,
cuando escuchó el sosegado
rumor del hogar amado
de nuevo empezó a latir.

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El vendimiador a su amada

En los frescos lagares duerme el zumo oloroso
de las uvas maduras. Turbador, amoroso,
es el vapor que sube de los frescos lagares.

¡Y tu aliento oloroso como los azahares!

Ayer, cuando en la viña cogías los maduros
racimos, yo observaba los finos, los seguros
perfiles de tus amplias caderas y los llenos
contornos de tus breves y poderosos senos.

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Ella y él

ELLA:
Sus ojos suplicantes me pidieron
una tierna mirada, y por piedad
mis ojos se posaron en los suyos…
Pero él me dijo : ¡más!

Sus ojos suplicantes me pidieron
una dulce sonrisa, y por piedad
mis labios sonrieron a sus ojos…
Pero él me dijo : ¡más!

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Jamás

Ante nosotros las olas
corren, corren sin cesar,
como si algo persiguieran
sin alcanzarlo jamás.

Dice la esposa: ¿No es cierto
que nunca habrás de tornar
junto a esa mujer lejana?
Y yo contesto: ¡Jamás!

Ella pregunta: ¿No es cierto
que ya nunca volverás
a celebrar su hermosura?

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Nadie ve, ni tu misma

Como el rayo de sol que envuelve al árbol
y que hace florecer todas sus ramas;
como la onda de agua cristalina
que da al rugoso tronco fresca savia,
así en redor de mí, como un divino
efluvio que hace florecer mi alma,
así como la onda cristalina,
dándome un vigor nuevo estás, mi amada.

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Recuerdas (¿Recuerdas?)

¿Recuerdas? Una linda mañana de verano.
La playa sola. El vuelo de alas grandes y lerdas.
Sol y viento. Florida…el mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mano.

Después, a un tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.

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Sobremesa alegre

La viejecita ríe como una muchachuela,
contándonos la historia de sus días más bellos.
Dice la viejecita: «¡Oh, qué tiempos aquellos
cuando yo enamoraba a ocultas de la abuela!»

La viejecita ríe como una picaruela
y en sus ojillos brincan maliciosos destellos
¡Qué bien luce la plata de sus blancos cabellos
sobre su tez rugosa de color de canela!

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Paroxismo

Camino de otros sueños salimos con la tarde;
una extraña aventura
nos deshojó en la dicha de la carne,
y el corazón fluctúa
entre ella y la desolación del viaje.

En la aglomeración de los andenes
rompieron de pronto los sollozos;
después, toda la noche
debajo de mis sueños,
escucho sus lamentos
y sus ruegos.

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Prisma

Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras.
Margaritas de oro
deshojadas al viento.

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Saudade

Estoy solo en el último tramo de la ausencia
y el dolor hace horizonte en mi demencia.

Allá lejos,
el panorama maldito.

¡Yo abandoné la Confederación sonora de su carne!
Sore todo su voz,
hecha pedazos
entre los tubos de la música!

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Tras los adioses últimos

Tardes alcanforadas en vidrieras de enfermo,
tras los adioses últimos de las locomotoras,
y en las palpitaciones cardíacas del pañuelo
hay un desgarramiento de frases espasmódicas.

El ascensor eléctrico y un piano intermitente
complican el sistema de la casa de ‘apartmentes’,
y en el grito morado de los últimos trenes
intuyo la distancia.

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ADIÓS

Adiós para siempre, mitad de mi vida,
un alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿No saben acaso
que pasa la vida cual pasa la flor?

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AMÉMONOS

Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con su labio dulcemente
en el febril insomnio del amor.

Buscaba la mujer pálida y bella
que en sueño me visita desde niño,
para partir con ella mi cariño,
para partir con ella mi dolor.

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EN EL BAÑO

Alegre y sola en el recodo blando
que forma entre los árboles el río
al fresco abrigo del ramaje umbrío
se está la niña de mi amor bañando.

Traviesa con las ondas jugueteando
el busto saca del remanso frío,
y ríe y salpica el glacial rocío
el blanco seno, de rubor temblando.

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FRANCESCA

La tierra en donde vi la luz primera
es vecina del golfo en que suspende
el Po, ya fatigado, su carrera.

Amor, que sin sentir el alma prende,
a éste prendó del don, que arrebatado
me fue de modo que aun aquí me ofende.

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FRÍO

(Cuento Bohemio)

La tarde era triste,
la nieve caía,
su blanco sudario
los campos cubría;
ni un ave volaba,
ni oíase rumor.

Apenas la nieve
dejando su huella,
pasaba muy triste,
muy pálida y bella,
la niña que ha sido
del valle la flor.

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PASIÓN

¡Háblame! Que tu voz, eco del cielo,
sobre la tierra por doquier me siga…
con tal de oír tu voz, nada me importa
que el desdén en tu labio me maldiga.

¡Mírame!… Tus miradas me quemaron,
y tengo sed de ese mirar, eterno…
por ver tus ojos, que se abrase mi alma
de esa mirada en el celeste infierno.

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SOÑABA

(Heine)

Soñaba yo: mis párpados henchidos
de lágrimas sentía;
soñé que estabas en la tumba, muerta,
y muerta te veía…
Era un sueño no más , pero despierto
lloraba todavía.

Estaba yo soñando, y por la cara,
el llanto me corría;
soñé que te arrancaba de mi lado
alguno, vida mía…
Era un sueño no más, pero despierto
lloraba todavía.

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A una inconstancia

Suspende, fuentecilla,
tu ligera corriente,
mientras que triste lloro
mis ya perdidos bienes.

¿Cuántas veces, estando
en tus orillas verdes,
Lisi me aseguraba
su amor hasta la muerte?

Aquí su diestra mano,
más blanca que la nieve,
en esta arena frágil
escribió muchas veces:

‘Primero ha de tornarse
el curso de esta fuente
que a su Salicio quiere.’

Mas tus promesas, Lisi,
no han sido menos leves
que el papel que escogías
para firmarlas siempre.

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Reunión de espejos

Hay en San Juan una cuesta empedrada
por la que circula el viento
de la bahía profunda,
vuelan las risas sobre los espejos
y tallan en las azoteas
huellas nocturnas.
¿Qué nuevo camino se impone
en este laberinto que oculta
un sombrero de plata?

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Con sangre

Escribiré con sangre este momento
en que nieva en los montes del ocaso,
y escarcha en las laderas del fracaso,
con blancor helador y ceniciento.

Escribiré con sangre el nacimiento
de aquella incierta flor del por si acaso,
de vivir tan efímero y escaso
que sólo dejó pena y sufrimiento.

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Cuando retornas

En la desolación del tiempo ausente,
en la tristeza que, de pronto, nace,
en tanto amor perdidamente muerto
inclemente se eleva un insomne cuchillo
que esparce por altas galerías
del renacido otoño sus nostalgias.

En los cantos rodados de su cauce
busco una piedra ardiente, un fuego mío
que habitara mi sangre en otro tiempo,
entonces llegas con el pelo al viento,
entonces gimes como fuera entonces,
entonces miro tu perfil desnudo,
tras miles de momentos renaciendo,
y vuelves a ser tú y yo retorno
a tus frutales labios y a tus besos,
y de nuevo las ansias nos despojan
de instantes y vestidos, entonces, ya
desnudos de nostalgias y de angustias,
nos inundan las aguas que clamaban,
que rompían las ventanas y las tapias.

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Ay muerte más florida

¡Ay muerte más florida!

1

Nos ha traído una lengua lejana
a este puro silencio de bosque partido,
en el canto de ayer que se delata en nido,
en el silente nido que cantará mañana.

Callamos por la luz que se rebana,
por la hoja que se ha distraído
y cae.

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Misterios Gloriosos

LA RESURRECCIÓN

Vuelva la muerte a su fosa
después que en la sombra inerte,
luchando en lid silenciosa,
rompió capullos de muerte
invencible mariposa.

LA ASCENSIÓN

¿Por qué, domador de azares,
vuelves a tus patrios lares
y a la paz donde te subes,
siendo pescador de mares,
te haces pescador de nubes?

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La modernidad adosó un squash

La modernidad adosó un squash
al viejo panteón de Trotski
su matadero
es ahora un museo esquina Viena
Morelos
Coyoacán México Distrito Federal

de espaldas a la Historia
los jugadores de squash pelean
contra la edad y los excesos
de grasa en la sangre y en los ojos
ajenos

la pelota pájaro loco en su jaula
de paredes crueles no tiene escapatoria
furia de verdugos que pretenden
envejecer con dignidad
la dignidad de Trotski la puso el asesino
borrón y cuenta nueva de un hijo de sierva
contra el señorito hegeliano pintor
de ejércitos rojos por más señas

salta la pelota hasta reventar
entonces el músculo duerme la ambición descansa
los jugadores beben ambrosías de coca cola
y seven up

cerca
las cenizas de Trotski y Natalia Sedova
entre arrayanes mirtáceos y flores carnales
de su jardín de aroma insuficiente
se suman en el doble fracaso del amor
y la Historia

los jugadores de squash vuelven a su casa
hacen el amor mienten a sus espejos
la esperanza de un pantalón más estrecho
escaparates del Barrio Rosa
unisex y sin edad

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Hoy mi piel despertó lisa

I

Hoy mi piel despertó lisa;
reclamando un silencio que debió,
alguna vez, ser mi reposo;
desmoronada, espero,
y un frío ausente
acentúa tus expresiones,
te dibuja con fugacidad sigilosa
y fascinación.

En tu espacio un vacío languidece y reta;
mi cuerpo se defiende,
traduce gestos,
mis manos bailan inquietas,
fabrican imágenes,
palpan humedad, muerte ajena,
cuando las sábanas que me cubren
buscan tus brazos,
su fuerza,
sabor que empieza a resecar mi boca,
ritual solitario
pecho inerte, montañas sin cielo,
vientre lumbre,
te repasa imaginario,
lengua rosa textura,
retrato enlutado.

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La niña se sienta en la orilla de la noche

La niña se sienta en la orilla de la noche,
no hay fronteras claras
entre la realidad y el sueño,
su piel muestra marcas de fatiga,
enfebrecida le pesa el tiempo
que retarda su fuga de vida.
Triste llora bajo una higuera desnuda,
y se acompaña de voces
que parecen salir de entre las ramas

Ella sabe de quien se trata
siente el abrazo sombrío de sus alas,
a oscuras hace memoria
de sus largos silencios,
lava sus sueños empapados de luz,
y sus pies mojados le estorban ,
desesperada cobija sus ansias
y con sus pestañas,
rompe los cristales de su calma.

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Balance

Maté la nube de mis pensamientos,
cedí terreno
a los pensamientos de la nube.

Predije con Apollinaire las nuevas artes,
advertí en un claro del bosque
otras manchas verdeclaras,
ardientes zonas en que pude establecer
una pausa encastillada,
labios que sonríen
en el espejo de la primavera.

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Carta a un hombre inmóvil

I

Has vivido ecos de un cuerpo a cuerpo
Con escrituras fulminantes
Y quedan en tu espalda
Bordes y signos que ningún ciego sabría leer:
El uñazo de la luz sobre la piedra irrefutable
Mazorcas de lluvia endurecida
Desgranadas sobre el más ronco tambor
Ceros de agua aguaceros
En que la ropa brilla por su ausencia.

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Soy todo lo que miro

Bañarse bajo la luz de un álamo
Ser todo cuanto miro
En el pozo del sol.

Sorpresa blanca
Que te acuclillas y saltas
Y me lames la mano con tu llama
Y mueves cabellos
Pegados al rostro con lágrimas:
Vete de aquí
Quema la selva de arpas
Y al viento que la hace gemir
Porque es su amante consumado.

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El árbol de mil errores

Dice José Asunción Silva que los poetas se dejan crecer la barba para ocultar el silencio de su amor prohibido, y tal vez claro, para ocultar el rictus de la amargura que le depara su destino.

Dice Aurora, que los poetas no pueden amar a una sola mujer porque se les cae el pelo, se les anega el alma y se vuelven sardónicos hasta roncando y pueden caer en el vicio arcano de la masturbación.

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Lo más difícil de contar

No encuentro resignación en la fe, ni en la alegría de los alimentos litúrgicos.

Morirse es fácil y lamentar lo inevitable puede ser una banalidad para frívolos.

Las hazañas humanas tan raras como perdonar desaparecieron de mis límites, y ahora solo encuentro un montón de palabras secas regadas por pastorcitos en campos baldíos, o lo que es peor, en espíritus áridos y desplazados hacia la izquierda donde el sol se pinta de rojo y florecen las pasiones, los dolores, y claro, las dudas.

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