Dedicado a mi ex-alumno desaparecido Cesar Negrete
Duerme la aurora en su parrón de viento suave
la impenetrable danza de centenarias olas
entre vaivenes de cajón y nicho grave
Tejidos con tomillo y hierba buena, sus huesos
corren,
corre, corre, agoniza suave,
estrella que amordaza
y se levantan
los brazos arropados en la piedra
y con un puño crispado en la garganta
grito.