Acuarela

Primavera. Ya las azucenas floridas y llenas de miel han abierto sus cálices pálidos bajo el oro del sol. Ya los gorriones tornasolados, esos amantes acariciadores, adulan a las rosas frescas, esas opulentas y purpuradas emperatrices; ya el jasmín, flor sencilla, tachona los tupidos ramajes, como una blanca estrella sobre un cielo verde.

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A Goya

Poderoso visionario,
raro ingenio temerario,
por ti enciendo mi incensario.

Por ti, cuya gran paleta,
caprichosa, brusca, inquieta,
debe amar todo poeta;

por tus lóbregas visiones,
tus blancas irradiaciones,
tus negros y bermellones;

por tus colores dantescos,
por tus majos pintorescos,
y las glorias de tus frescos.

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Desnuda

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua
cuando entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.

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El mar

Hay grandes piedras en tu oscuridad tempestuosa
grandes piedras con sus fechas lavadas por tu sombra
porque hasta el sol de día cómese tu sombra

cruje en el frío despidiéndose del aire
que no se atreve a penetrarte.

Oh!

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María Tecum

Los días de leyenda en que me amabas sin hacer preguntas
hicieron que la ciudad tomara la cara de un juguete

como en los nacimientos al dejarte en las noches
iba a mi casa alegre por calles de aserrín

En el espejo tembloroso y tristón de los charcos
me miraba la cara al lado de la luna
me buscaban tus besos para que no alumbrasen
los sueños de los pájaros perdidos en mi almohada

Policías de barro y gallos de hojalata en silencio
se burlaban de mí guiñándose a saber cómo los inmóviles ojos
y es que e a mi paso hasta los dormidos chismeaban con envidia
en sus habitaciones
decían que tú eras la novia del niño Dios

Con musgo arrancado de donde nacen los Chorros de Colón
me esperaban los jardines del sueño con su frescura verde
pero el calor de la punta de tus dedos había sido una puñalada tan honda
que al amanecer el nixtamalero lavaba en mis pupilas
como en dos huacalitos de sangre su gran ojo desnudo

Entre árboles de papel de china vestidos desde el corazón del añil
pasaba el nuevo día escuchando una orquesta de arcángeles ancianos
que con su cabello de algodón formaban nuevos ríos en la brisa

Después yo te encontraba a la par del crepúsculo
-con su alto árbol de fuego incendiado de veras-
y lamía en tus manos la piel del mazapán

En los alrededores los muñecos con mejillas de flor
bebían sus cervezas de polen y humo

Ay pero a los pocos meses se te ocurrió crecer y te me fuiste lejos
con un horrible gesto de persona mayor
desde entonces la ciudad recobró también su tamaño de siempre
y en sus negras calles de asfalto los ciudadanos pegan con las manos
a mi alma de muchachito triste que todavía necesita jugar

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Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como «silver roll» y no como «gold roll»),
los que repararon la flota del Pacífico
en las bases de California,
los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
(«me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño»),
las que llenaron los bares y los burdeles
de todos los puertos y las capitales de la zona
(«La gruta azul», «El Calzoncito», «Happyland»),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la página roja,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraran borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos.

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Tu compañía

Cuando anochece y tibia
una forma de paz se me acerca,
es tu recuerdo pan de siembra, hilo místico,
con que mis manos quietas
son previsoras para mi corazón

Diríase: para el ciego lejano
¿qué más dará la espuma, el polvo?

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Vals

Clima emitido por un
clavicordio en lontananza
perdiendo el tiempo
como el que arroja perejil
a las medusas
ángeles desdentados te acompañen
mas no por accidente
sino por no pinnípedos
metal de cálices para hacer espéculos
feto de títere yo quiero que tu me lleves
al tambor de la alegría
Y mi alma será sana
para unos cuantos años más.

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El inefable gozo

…Celebra el grande, el inefable goce
de vivir, de ser joven, de ser fuerte,
de hincar los dientes ávidos y blancos
en los más dulces frutos terrenales.
De posar las audaces, sabias manos
sobre todo lo más puro y secreto,
y de tender el arco contra todas
las presas que voraz deseo asecha.

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Las manos

¡Oh manos de mujeres encontradas
una vez en el sueño y en la vida:
manos, por la pasión enloquecida
opresas una vez, o desfloradas
con la boca, en el sueño, o en la vida.

Frías, muy frías algunas, como cosas
muertas, de hielo, (¡cuánto desconsuelo!)
o tibias cual extraño terciopelo,
parecían vivir, parecían rosas:
¿rosas de qué jardín de ignoto suelo?

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Mujeres

Han existido mujeres serenas de ojos claros,
infinitas y silenciosas como esa llanura
que atraviesa un río de agua pura.

Han existido mujeres con visos de oro,
rivales del estío y del fuego, semejantes a
trigales lascivos que no hieren la hoz
con sus dientes pero arden por dentro
con fuego sideral ante el cielo despojado.

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Pánfila

Ya que el amor que brinda nuestra esfera
no consigue aplacar en el artista
ese orgullo viril que no tolera
ni el rastro de una sombra pasajera,
que pueda oscurecerle su conquista;

ya que la hembra, para siempre impura,
su vergonzosa herida siempre abierta
llevará, en el orbe sin ventura
nunca hallaré la femenil criatura
jamás por los humanos descubierta;

hoy el poder oculto de mi sueño,
por atediarme sin piedad evoca,
como un refugio, con tenaz empeño,
a la amada de todos, al risueño
numen que a todo amor tendió su boca,

ya en los mórbidos lechos perfumados
o las encrucijadas del camino,
donde por la pasión arrebatados
acudieron marinos y soldados
inmundos, tambaleándose de vino;

la que en el amplio lecho de caoba
fue de duques y príncipes un día,
y entre el tibio silencio de la alcoba
su veneno letal, pérfida loba,
en las más ricas sangres infundía.

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Un sueño

Estaba muerta, sin calor La herida
era visible apenas en el flanco:
¡estrecha fuga, para tanta vida¡

El lienzo funeral no era más blanco
que el cadáver. Jamás humana cosa
verá el ojo, más blanco que aquel blanco.

Ardía Primavera impetuosa.

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Vas spirituale

La diestra espiritual sobre un salterio,
solemne y taciturna,
una mujer vigila en el misterio
de la hora nocturna.

Un gran bosque de símbolos circunda,
a esa mujer. Sobre su frente pía
que ultraterrena claridad inunda,
tiende su red la gótica arquería
de vasto templo.

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A mi espalda

El que fui vuelve llorando, y no hay manera
De aplacar su pena sola.
El que fui viene llorando: es sólo un niño
Que no puede con la tarde.

Le diría que se vaya,
Que ya no tengo más aquellas láminas
Con paisajes, donde una luz de atardecer duraba;
Donde pasaba un ángel con un aro

Mas no tengo valor para volverme.

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De pronto emerge y sobresale un nombre

Hoy anda Cármelo en el aire
No sé de golpe escucho Cármelo
y Cármelo otra vez al poco rato
Pues claro que no es más que el solo nombre
Que me entresuena hoya tantos años
Ya tantísimas leguas transcurridas

Cármelo le decían por Carmelo
A cierto muchachón que hacía parte
Del personal de estancia de mi abuelo
En Molles del Pescado allá en mi tiempo
De chiquilín ya premocito
Ay en benditos breves días

Cármelo allí ensillaba un pangaré
y rumbeaba pa el puesto de Las Chilcas
Por ejemplo o salía a echar las vacas
Y a lo lejos ya Cármelo llegaba
Y de vuelta otra vez por los caballos
Y galopando irrumpe la tropilla
De variados pelambres y relumbres
Y ya entre polvaredas y tropeles
O que adónde fue Cármelo
Lo mandaron temprano hoy hasta el pueblo
Y regresaba Cármelo a la noche
Con el flete sudado hasta la cola
y era Cármelo siempre al otro día

Era aindiadito el mozo y medio tuerto
Con una nube blanca por lo menos
En un ojo que usaba entrecerrado
Y no le daba un muy airoso aspecto
Mas entre el personal hacía juego
Que era algo así de tres a cinco peones
Entre los pardos y negros y otros tonos

Bueno pero por qué me vuelve el nombre
Que lo escucho decía como náufrago
En este aire hoy tan de otra época
Y Cármelo a esta altura quién lo dice
Quién lo pronuncia que lo escucho nítido
y en más de una ocasión lo oí esta tarde
Como llegando de distintos rumbos
Entre otras cosas que la tarde nombra

Cármelo que decían por Carmelo
Pero hoy ya es sólo el nombre sin el hombre
Con otra dimensión y en otro orden
Justo las siete letras recompuestas
Las que reordena el aire y ratifica
y por decir Carmelo insiste en Cármelo

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El pajarito y el pez

El pajarito y el pez
Éste abajo aquél arriba
O justamente al revés

Según de donde se mira
Al uno le ves el lomo
Pues y al otro la barriga

Cuestión de situar el ojo
y en cada caso entrever
La cauda la coda el codo

De modo que toda vez
Las mires de todos lados
y más que nada al través

Sale el signo inesperado
La señal que yo me sé
y hasta el indicio olvidado

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Guitarreos

Una tarde rayada de garúas
Recuerdo el viento aquel como un cuchillo
Pero entonces qué gracia era en el tiempo
Que uno no le hace ascos al destino

La recuerdo patente y hoy quién sabe
Por qué es que la memoria la ha traído
Una tarde de invierno como tantas
Pero hoy viene del fondo del olvido

Tantos otoños mismo legua a legua
A descampado invierno y desabrigo
Tal vez de más atrás de espacio y tiempo
Me llegó su humedad su olor su frío.

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La nostalgia de mi tierra

La nostalgia de mi tierra,
de mi campo, el de otro tiempo,
me anda siempre por las sienes,
la nostalgia de tierra.
Me anda siempre por las sienes
y se me asienta en el pecho.

A veces es nube y pájaro,
a veces galope y eco,
a esa majada, esa tropa,
y yo silbando, tropero.

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Lejos la ciudad lejos

Lejos la ciudad lejos
Lejos su absurda rueda dura girando sin sentido

Ah la ciudad sin pájaros libres ni horizontes
Y tan sólo en lo más alto de las torres un poco de ansia del cielo
La ciudad que es una hélice vacía enloquecida de movimiento
Ah la ciudad que cierra el alma con sus frías sucias manos
Y que no oye la oscura angustia de los hombres.

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Me voy le dije al alba

Me voy le dije al alba
Me voy me voy a la alborada

A mi mano derecha oí zorzales
A la zurda un caballo relinchaba

El saltamontes de cintura breve
Me saludó tres veces por la grama

Lento el arroyo su cuchillo nuevo
Cortaba largo a largo la mañana

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Quiero saber a qué ladera

Quiero saber a qué ladera
Rueda la luz cuando te espero
Hay una brisa o mano tierna
Que quizás sepa de tu pelo

Pero decime dónde pongo
Estas palabras como gotas
No sé dónde asomar los ojos
A qué lado volver la boca

Escúchame es azul y lejos
No tengo indicios sólo piedras
Ya ni dónde buscarte tengo
Ni cómo hallarte que yo sepa

Es que nunca vi claro creo

Ni menos supe cómo eras

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Repaso

Veinte años hizo ayer que yo llegaba
Del campo, con mis pájaros- qué lío.
Y aquí, de torre a torre, los soltaba
Con temblores aún de bosque y río.

Y hoy me encontré que de su vuelo y pío.
No más, sino la ausencia, me quedaba.

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Y aquello solo allá

Y aquello solo allá
Y a tanto tiempo

Árboles piedras
Animales que pastan
Lo demás todo quieto

Que si algo se mueva
Si no es el relámpago
Será tan sólo el viento

O alguna vez la lluvia
Que baja en largos hilos
Al apearse del cielo

Cuando un pájaro grita
Le contesta el silencio

O no contesta nadie
Y quedamos en eso

Y aquello solo
Callado
Lejos

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Ya casi se me fue la tarde

Ya casi se me fue la tarde mira
Como decir un vuelo un aire nada
No más un ademán una mirada
Y lo demás se calla y se suspira

Viene la brisa vase vuelve gira
Se entretiene un momento de pasada
Y es tan breve la dulce luz dorada
Y tan hermosa es quién no delira

Mas casi se me fue y no sabré cómo
Pronto no la veré cuando me asomo
Ya no sabré y adónde diré adónde

Por dónde se alejó por cuál recodo
No la veré al momento y será todo
No está diré ni sé dónde se esconde

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Búfalo Bill ha muerto

Búfalo Bill
ha muerto
él cabalgaba

en un caballo semental color de plata y agua
y rompía unadostrescuatrocinco palomasdeunsaque
Jesús
era un hombre hermoso
y lo que yo quiero saber es
cuánto le gusta su muchacho de los ojos azules
Señor Muerte

Justamente –
primavera cuando el mundo es barro-
exquisito el pequeño
hombre cojo de los globos

silba lejano y pequeñito
y edybil llegan
corriendo por bolitas y
a lo pirata y es
primavera

el raro
viejo de los globos silba
lejano y pequeñito

y betysabel vienen bailando
en la rayuela y saltando la cuerda y
es primavera
y
el
hombre de las patas de chivo
el de los globos silba
lejano
y
pequeñito

Versión de Marcelo Covian

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Desde hace mucho mi corazón ha estado con el tuyo

desde hace mucho mi corazón ha estado con el tuyo

cercado en el enredo de tus brazos hasta
una oscuridad donde nuevas lucen nacen y
crecen,

hace tiempo tu ánimo ha entrado en
mi beso como un extranjero

en las calles y colores de una ciudad-

que tal vez he olvidado
cómo, siempre (con
qué apresurada crudeza
de sangre y carne) Amor
acuña Su más gradual gesto,

y aguza vida a eternidad

– – después nuestras mitades separadas llegarán a ser museos
repletos de memorias bien colmadas

Versión de Alfonso Canales

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En lo oscuro

en lo oscuro
de la lluvia, mientras el atardecer
entra en su estuche me siento
a pensar en ti

la ciudad
sagrada que es tu rostro
tus mejillas pequeñas las calles
de las sonrisas

tus ojos
a medias ave
a medias ángel y tus soñolientos
labios donde flotan las flores del beso

y
hay esa dulce y tímida pirueta
tu pelo
y también

tu alma
de canción y danza.

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Hombre no

Hombre no, si los hombres son dioses; mas si los dioses
han de ser hombres, el único hombre, a veces, es éste
(el más común, porque toda pena es su pena;
y el más extraño: su gozo es más que alegría)

un demonio, si los demonios dicen la verdad; si los ángeles

en su propia generosamente luz total se incendian,
un ángel; o (daría todos los mundos
antes que ser infiel a su destino infinito)
un cobarde, payaso, traidor, idiota, soñador, bruto:

tal fue y será y es el poeta,

aquel que toma el pulso al horror por defender
con el pecho la arquitectura de un rayo de sol
y por guardar el latido del monte entre sus manos
selvas eternas con su desdicha esculpe.

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Llevo tu corazón en mí

Llevo tu corazón en mí (lo llevo,
en el mío) no lo dejo (dondequiera
que voy, tú vas, querida; y lo que hago
lo haces tú, queridísima)
no temo

al hado (dulce hado mío) no
quiero el mundo (tú lo eres, fiel belleza)
tú eres lo que una luna siempre ha sido
y lo que un sol entonará por siempre

he aquí el mayor secreto e ignorado
(aquí raíz de raíz brote del brote
sombra del árbol que se llama vida;
más alto que esperanzas y pensamiento)
y tal prodigio rige las estrellas

tu corazón en mí (va con el mío)

Versión de Alfonso Canales

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Me abriré camino

me abriré camino
hasta empapar mis muslos en
ardientes flores
me pondré el sol en la boca
saltaré al aire maduro
Vivo
con cerrados ojos
que arremeten contra lo oscuro
En las dormidas curvas de mi cuerpo
dedos de tersa maestría penetrarán
con castidad de muchachas oceánicas
Habré de completar
el misterio de mi carne
y habré de levantarme
al cabo de mil años
lamiendo
flores
Y engastaré mis dientes en la plata de la luna
1925

Versión de Ulalume González de León

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Mi amor

mi amor
tus cabellos son reino
cuyo reyes lo oscuro
tu frente es un vuelo de flores

tu cabeza es bosque vivo
lleno de pájaros que duermen
tus senos enjambres de abejas blancas
sobre la rama de tu cuerpo
tu cuerpo para mí es abril
en cuyas axilas está la aproximación de la primavera

tus muslos son caballos blancos atados a una carroza
de reyes
son el toque de un buen juglar
entre ellos hay siempre un dulce canto

mi amor
tu cabeza es un estuche
para la fresca joya de tu mente
en tu cabeza el pelo es un guerrero
que ignora la derrota
tu cabello en tu espalda es un ejército
con victoria y trompetas
tus piernas son los árboles del sueño
cuyo fruto es el verdadero alimento del olvido

son sátrapas de púrpura tus labios
cuyos besos ensamblan a los reyes
tus pulsos
son sagrados
custodios de las llaves de tu sangre
tus pies en tus tobillos como flores en vasos
de plata

tu belleza es dilema de las flautas

tus ojos son perfidia
de campanas metidas entre incienso

Versión de Alfonso Canales

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Quiero mi cuerpo cuando está con tu cuerpo

quiero mi cuerpo cuando está con tu
cuerpo. Es algo tan nuevo.
Los músculos mejor y aún más los nervios.
quiero tu cuerpo. quiero lo que hace,
quiero sus modos. quiero el tacto de su espina
dorsal, sus huesos y la palpitante
-lisura-fiel que he de
otra vez otra y otra
besar, quiero besarte aquí y allí,
quiero, lentamente palpar, rozar el vello
de tu eléctrica piel, y aquel que nace
sobre la hendida carne… Y grandes ojos migas de amor,

y tal vez quiero el estremecimiento

bajo de mí de ti tan nueva

Versión de Alfonso Canales

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Señora del silencio

Señora del Silencio
de la dulce jaula de
tu cuerpo
se alzó
en la sensitiva
noche
un
pájaro veloz

(tierna sobre
el prodigioso rostro de lo oscuro
tu
voz
extiende alas colmadas de
perfume
escoltando de pronto
con soleados
pies

la punzante belleza de la aurora)

Versión de Alfonso Canales

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De «La caja de plata»

1. Amour Fou

Los reyes se enamoran de sus hijas más jóvenes,
Lo deciden un día, mientras los cortesanos
discuten sobre el rito de alguna ceremonia
que se olvidó y que debe regresar del olvido.
Los reyes se enamoran de sus hijas, las aman
con látigos de hielo, posesivos, feroces,
obscenos y terribles, agonizantes, locos.

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De «El bosque y otros poemas»

1. Bebétela

Dile cosas bonitas a tu novia:
«Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks.»
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva) .

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