No quiero ser Gelman
Ditaranto
Benedetti
ni yo mismo
Quiero ser
sí
el jovencito
que se despierta
de un sueño húmedo
el primero
creyendo
inocente
que se ha orinado
La adolescente
sintiendo la mano que baja
baja
separa
acaricia
reinventando su anatomía
Quiero ser cadáver
en la selva boliviana
revivir en la selva lacandona
Necesito estallar hacia adentro
con el alma
en ese espacio inmenso en el que floto
un planeta más
O transformarme en miríada
de pescaditos
lanzados a la profundidad
de un útero
Todo eso quiero ser
para ser poeta.
Poemas argentinos
Tratame como a tu pipa, decís,
tu cuerpo y el mío desnudos.
Entonces mis manos recorren tus formas,
sensuales, armónicas,
comienzo el ritual de encender el fuego,
un fuego parejo y perdurable,
del que las volutas se desprendan
trazando arabescos de danza derviche.
Tu cara de yo no fuí no me convence
cuando te acercaste me puse en guardia
Te paseabas por mí como por un supermercado
mirando y apropiándote
abarrotándote de fragmentos míos como quien no quiere
grité: ¡seguridad! ¡seguridad!
pero ni yo mismo hice algo para impedirte el saqueo
Quedé despojado de mí
vacío
y lo peor de todo es que vos seguís adentro
Deshojo caricias
de mi cuerpo ardiente
para cubrir tus desnudeces.
Broto dedos de mis manos
para encender tus gélidos
pezones.
Saco el caracol de su casita
para limpiarte el cuerpo
como gato.
Tu boca me recorre
y me devora,
me abraza y me enloquece.
Hay quienes creen que el hombre necesita una mujer
-está la tercera posición
pero no viene al caso-
Algunos votan por ‘una santa mujer’
otros opinan que no estaría mal
una fémina que se dedique al arte
de las que te hacen todos los dibujos
Habrá los que se inclinen por una gallina
de amplias alas
que cobije a todos los polluelos
una judía
italiana
mexicana
de manos que mecen la cuna
Yo no sé si un hombre necesita mujer
Si me pongo a pensarla
la imagino a mi lado
-ni encima ni debajo-
sin pendientes de ex esposos
padres
o hermanos
empezando de nuevo
empezando de cero
con las estrictas ligazones del afecto
ligándola a la vida que ha pasado
Detesto las familias italianas de manual
de amplias mesas familiares:
el tío gordo que se come las mejores presas del pollo
el sobrinito que se sube a hacerte popó
cuando lo cargas
los cuñaditos que se rozan
disimuladamente
por debajo
las matronas amplias presidiendo la mesa
junto a un diminuto esposo
calvo y encorvado
babeando con la enjuta criada
que le galopa los sueños
Si el hombre necesita mujer
ha de ser de consistencia gaseosa
sin conexión terrestre
una mujer a la Girondo
Con una mujer así
imagino
que se vive ampliado
con un territorio a la vez
propio y ajeno
No se siente la extrañeza
y uno tiene sexo como quien come
bebe
o se masturba
Pero eso es como un sueño
me parece
casi como volver
a ponerse la costilla.
Mónica se acuesta en mi cama
habla por el celular
recorriendo macros con su interlocutora
mientras yo miro sus pechos
Se acomoda el cabello mojado
juega con los auriculares del walkman
perfuma mis sábanas
para que su Duende me excite por la noche
Mónica tiene pirañas en los ojos
un aliento ligeramente fuerte
Pide que me voltee para abrochar su brassier
Yo impávido miro la danza del camello
los hombres somos todos pervertidos
Mónica tiene un escorpión entre las piernas
que hiere malamente
pero yo estoy a salvo de ella
y de todos los demonios con cara de cocodrilo
porque Amon-Ra me protege
como el mejor desodorante
Además ella sólo tiene sexo luego de crearse una ficción de amor
para no sentir culpa
Mónica me cuenta lo exitosa que será
pela plátanos
se come la cáscara
tira el resto
mientras yo voy a vomitar y regreso
es que hace cinco días que no como
Afuera
en las calles de Lima
todo me es ajeno
y La Niña sigue nublando el cielo
sigue hablando
llenando los espacios y silencios
que no pueden quedar así
vacíos.
a Jorge Carrol
Alumno adelantado en la carrera de ser todo corazón, Carrol se acuesta con la
la vida, tornando claros los oscuros motivos.
Con esa jodida forma de ternura que ejercitan los porteños disimular, disimular-
la, con dignidad y hombría ?Carrol pasea por la lluvia, recoge sus instancias,
cabalga sus silencios.
Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
elizabeth
esa mujer que ahora mismito se parece a santa teresa
en el revés de un éxtasis/hace dos o tres besos fue
mar absorto en el colibrí que vuela por su ojo izquierdo
cuando le dan de amar/
y un beso antes todavía/
pisaba el mundo corrigiendo la noche
con un pretexto cualquiera/en realidad es una nube
a caballo de una mujer/un corazón
que avanza en elefante cuando tocan
el himno nacional y ella
rezonga como un bandoneón mojado hasta los huesos
por la llovizna nacional/
esa mujer pide limosna en un crepúsculo de ollas
que lava con furor/con sangre/con olvido/
encenderla es como poner en la vitrola un disco de gardel/
caen calles de fuego de su barrio irrompible
y una mujer y un hombre que caminan atados
al delantal de penas con que se pone a lavar/
igual que mi madre lavando pisos cada día/
para que el día tenga una perla en los pies/
es una perla de rocío/
mamá se levantaba con los ojos llenos de rocío/
le crecían cerezas en los ojos y cada noche los besaba el rocío/
en la mitad de la noche me despertaba el ruido de sus cerezas
creciendo/
el olor de sus ojos me abrigaba en la pieza/
siempre le vi ramitas verdes en las manos con que fregaba el día/
limpiaba suciedades del mundo/
lavaba el piso del sur/
volviendo a esa mujer/en sus hojas más altas se posan
los horizontes que miré mañana/
los pajaritos que volarán ayer/
yo mismo con su nombre en mis labios/
Colaboración poema con voz: Juan Daniel Perrotta
se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán
no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos
ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala
sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra con una campana
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,
límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
(en ciertas circunstancias)
en madrugada en pleno su esplendor
quién sino yo como ginebras destruyendo a sus víctimas amadas
para dar luz a la indecisa claridad de sus mesas
quién sino yo con papelitos lujosas descripciones hechas para callar
o la palabra mesa las mentiras
los metros de mentiras para vestir los codos del borracho
los sastres están tristes pero se cose y canta
se miente en cantidad hermanos míos resulta bella la fealdad
amorosas las pústulas gran dignidad la infamia
al pájaro al cantor al distraído le han crecido reptiles
con asombro contempla su gran barbaridad
hurrah por fin ninguno es inocente
caballeros brindemos las vírgenes no virgan
los obispos no obispos los funcionarios no funcionan
todo lo que se pudre en ternura dará
miro mi corazón hinchado de desgracias
tanto lugar como tendría para las bellas aventuras
hoy compré una escopeta para mi hijo
hace ya tiempo que me la venía pidiendo
y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance
pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina de la pieza
donde recién traída la escopeta esperaba
que él saliera del sueño donde estaba esperándola
para verla tocarla convertirla despuués en otro sueño
no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas
o bajar a la luna de su sitio lunar
no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta
y esta noche la traigo
y escribo para alertar al vecindario al mundo en general
porque que haría la inocencia ahora que está armada
sino causar graves desórdenes como espantar la muerte
sino matar sombras matar
a enemigos a cínicos amigos
defender la justicia
hacer la Revolución
y además compré una camita pa!ra mi hija
donde acostará a su muñeca cubriéndola con el trapo amarillo
como esa noche que yo estaba por escribir un poema
intentando apresar los rostros últimos del bello amor humano
imperfecto perfecto como una madre oscura
acercándome a ellos casi rodeando su aire
cálido como un fuego cara a cara a su fuego
oyéndolos temblar inasibles
y mi hija me tomó de la mano para mostrarme la muñeca
que ella había abrigado es su cuna
tapándole los ojos pintados con un pedazo de papel para que pueda
dormir
y le besó la frente
le dijo que descanse
y yo volví a la mesa y en silencio guardé mis papeles vacíos
sonríe como un cómplice
bajo el calor suelta sus animales bellos desnudos indolentes
y recorren la tierra llenándola de ansias de carne en libertad
ella prepara sus abismos
ninguno la conoce
en la mitad de la noche me despierta la oigo
como enciende su furor
y las crepitaciones
de rostros que ella quema lentamente
contra su voluntad.
La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
Con paso lento, balanceándose, llena de olor,
Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
Nunca es mayor su harapienta melancolía
Ni andan más tristes de paredes,
En las profundas escaleras brillan fosforescencias
……………………………………………….como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si
………………………………………………….recordaran,
eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal,
……………………………………………………carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dancings.
el pobre butch butchanam pasó sus años últimos
cuidando a una tórtola ciega y sin querer ver a nadie
en solidaridad con el pájaro al que amaba y cuidaba
y a veces aleteaba en su hombro dejando caer
un dulce sonido a naranjos azules girando por el cielo
a demonios de pie sobre un ratón
a monos de piedra sorprendidos en el acto de hacer
‘oh tórtola’ decía butch butchanam.
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
La del vestido blanco era una tarde unas tetas el mundo
torpemente atacado por cuartos altos grises
jugando a hombre y a mujer ya tan temprano
los niños preparaban los actos de la noche esas tetas
de inclinada a su mujer con alarmas entregas con rumores
de la pasión bajo su miedo y un falto que indicaba las leyes
del varón
tetas dulcísimas o dadas
donde sonaba un piano un espectáculo redondo en su mudez
piano de leche abierta a los terrores de códigos violados
dos niños como un ciego
procuraban sus límites inciertos sus piedras sus fronteras
creaban la tristeza la magnífica que viene del amor
la gran clausura la delicia
carne como una inmensidad
y un silencio de sangre su olejae contra el tímpano
la ajenidad del mundo
las tías que invitaban a come
Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,
era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
pero lo importante fue que en la valija le encontraron
un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.
Qué manera era esa de pecar de pecar,
decían las señoras acostumbradas a la discreción
y en señal de horror levantaban las cejas
con un breve vuelo no desprovisto de encanto.
Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
huesos que fuego a tanto amor han dado
exilados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una ftiga les distrae el alma
por el dolor pasean como niños
bajo la lluvia ajena/ una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/ o nunca
se fueron del país o patria o punta
que recorría la cabeza como
dicha infeliz/ país de la memoria
donde nací/ morí/ tuve sustancia/
huesitos que junté para encender/
tierra que me enterraba para siempre
esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad
ella sigue a su cuerpo
espléndido como un golpe de vino en medio de los hombres
su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de Italia pasa por buenos
aires
ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades y ciudades de besos
hermosas libres con su sombra a repartir con los amantes mundiales
ofelia por tus pechos pasa como un temblor de caballadas a medianoche
por Florencia
tus pechos altos duros come il palazzo vecchio
una tarde de verano de 1957
iba yo rodeado de tus pechos sin saberlo
era igual la delicia la turbación el miedo
las sombras empezaban a andar por las callejas con un olor
desconocido
algo como tus pechos después de haber amado
eras oscura ofelia para entonces y enormemente triste
una adivinación una catástrofe
un oleaje de olvido después de la ternura
una especie de culpa sin castigo
de furia en paz con su gran guerra
andabas por Florencia con tus pechos yendo y viniendo por sombras
con saudade de mí seguramente
tu hombro izquierdo digamos
lloraba a tus espaldas o largaba sus ansias lentas en el crepúsculo y
ellas venían a mi sangre
o eran un temblor como un presagio
gracias te sean dadas ojos míos
yo les beso las manos bésoles muy los pies
gracias narices muchas gracias oídos con que escucho
los ruidos
de la ofelia
antes apenas era una ciudad de Italia
sus tiros me llenaban de otra desgracia el corazón.
Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
A mí me han hecho los hombres que andan bajo
el cielo del mundo
buscan el brillo de la madrugada
cuidan la vida como un fuego.
Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida
me han traído una esperanza que no basta soñar
y por esa esperanza conozco a mis hermanos.