Undécima poesía vertical ( IV-16)

16

A Juana Rosa Pita

Una espina en la garganta
puede vaciar la voz.

Pero la voz vacía también habla.
Sólo la voz vacía
puede decir el salto inmóvil
hacia ninguna parte,
el texto sin palabras,
los huecos de la historia,
la crisis de la rosa,
el sueño de ser nadie,
el amor más desierto,
los cielos abolidos,
las fiestas del abismo,
la caracola rota.

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Undécima poesía vertical (IV-1)

1

La insana condición
de no poder pensar juntos,
de no poder pensar en común,
de no poder concebir entre los dos un pensamiento,
nos separa sin remedio.

Por eso la tentación mayor
de dos seres que se aproximan
es fundar un nuevo dios,
un dios que se comprenda a sí mismo
y corrija este error,
este trauma fatal
de los dioses partidos.

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Cara rota

no se ha colmado la medida

lo que has dicho lo que has amado
se tiene ahora bajo el sol
para ser despedazo o festejado

no estás todavía del otro lado
se ha dicho que tienes cosas por decir

no se acabo esto
mientras brille implacable la luz que desordena
todo lo que debe decirse o ser amado

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Diego y los pájaros

Desde la hierba
mi pequeño
alza los brazos
hace señas
a los pájaros
los llama
entre grandes silencios.

Entre el mar
y nosotros
hay árboles
y viento

Los pájaros son libres
no lo ven
o se hacen
que no pueden verlo
no vienen
pero andan por ahí
de cualquier modo

Entre ellos
y nosotros
brilla el sol
anda el amor
al aire

¡A la salud
de los pájaros
que es la salud
del universo!

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Fronteras

¿Imaginó Machado (‘Si mi pluma
valiera tu pistola’), entre tristes
derrotados que tenían razón
sin embargo, a ese pie
traspasando la línea
ilusoria y real, nítidamente
viva, siendo el mismo
que en Collioure, ahora,
resbala quedamente hacia la tumba
dormida en tierra extraña?

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Gente del río

Libres bajo el sol, los isleños maniobran dulcemente sobre el lomo del agua.
Sus embarcaciones se nos adelantan con intolerable rapidez.
Sus brazos crecen. Sus cuerpos cultivados por el tiempo conocen la alegría de estar en el mundo, la única seguridad.

Nosotros podemos saludarlos de lejos con un gesto.

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Al medio y por la mitad

Fuego sagrado tú
enviudé con astucia y placebo

Neo-cerbatánico
escupo monogramas
endilgo inagotables iniciales
lacro por lo que dure esta disipación
tartamuda de linajes y otras señas

Estamos en la niebla de paso
reprimo besos
y te invento bondadosamente

Contigo tomate partido al medio
y milanesa partida al medio
y huevo duro por la mitad:
sensorium y perceptum:
tú del pan lactal
yo, de las cebollitas de verdeo

Aire en grumos siendo desalojado de mi pecho:

chamusca, carajo, la niebla
sin embargo.

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Día de la Madre

Mamá merece un lavarropas nuevo
y una multiprocesadora de 400 vatios de potencia
y una más moderna licuadora

Mamá merece también una tostadora eléctrica
de última generación
y un secavajillas con cinco programas y tres temperaturas

Mamá es muy buena
No hay como mamá

Mamá merece una lustraspiradora
con barral cromado rebatible y tres cepillos flotantes
¿Qué menos que una máquina de coser
con quince funciones de puntada
merece mamá?

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Sobre el amor

No importa dónde nace el amor
(los nacimientos son asuntos de registro o
de parroquia)
pero sé que no dura al aire libre,
en ese prado aséptico con un molino al fondo.
Nace en cualquier parte
pero no prospera en la ilusión bucólica:
busca la complicación,
no el caos pero si su orilla,
un cuerpo espeso de tejidos
y de material residual,
y busca sobre toda la armonía
que es donde, si nos descuidamos un instante,
muere por falta de necesidad.

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Las casas

Las casas se pusieron inhóspitas
y tuvimos que abandonarlas a su suerte.
Primero fue la casa de los patios
donde la infancia ponía expectativa en ciertas plantas
que todavía ofrecían protección.
y en una muy querida forma de llamarnos a la mesa.

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Gallo de allá

esta noche vuelve
a cantar el gallo
rayo chirriador
despierta
memoria de los fondos
gallo remoto
erguido
con el pico trémulo
apunta al cielo
y lanza su cacareo
removedor
como entonces la ventana
como entonces está de par en par abierta
sábana húmeda
grillos luceros y luciérnagas
el calor agobia
quieto espero
la entrada de la brisa
olorosa a madreselva
sigilosos
dispersos
ruidos por la ilimitud
cedazo oscuro silente la noche
puntiagudo punza en la inmensidad
de esta penumbra penetrante
en esa bóveda
resuena
la llamadora llamarada
del quiquiriquí
¿cuándo?

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La cifra

entre millares de grillos que gritan al unísono
hay uno que te canta
entre las nubes de libélulas
batiendo sus élitros zumbantes
hay una que algo te susurra
entre el revuelo de la mariposas
hay una que tremola en tu busca
en sus alas se cifra tu signo
también están tu cuervo tu rata tu murciélago
te rondan
te están destinados
y no los distingues

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Señora del bel mirar

nadie que los viera
nadie dejara de abrir
baja tus ojos graciosos
no mates a quien te mira
sino con bajar mis ojos
juraré que nunca os vi
no hay quien mire que no adame
juraré que siempre vila
cual nunca la vio
vuestros son
mis ojos
¿cuándo nos veremos?

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Canto

¡Ah, nada, nada es mío!
Ni el tono de mi voz, ni mis ausentes manos,
ni mis brazos lejanos.
Todo lo he recibido. Ah, nada, nada es mío.
Soy como los reflejos de un lago tenebroso
o el eco de las voces en el fondo de un pozo
azul cuando ha llovido.

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Ruego

Quiero otras sombras de oro, otras palmeras
con otros vuelos de aves extranjeras,
quiero calles distintas, en la nieve,
un barro diferente cuando llueve,
quiero el férvido olor de otras maderas,
quiero el fuego con llamas forasteras,
otras canciones, otras asperezas,
que no haya conocido mis tristezas.

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Fuga

En aquella esquina de la Rue Duphot,
un soldado cae de una bolsa de papel
y acribilla a una bailarina.

El muchacho que cruza la calle, al verlos,
improvisa una mesa trabando unos cartones.
Saca de su bolsillo un lienzo blanco
y desparramando algo
lo vende a voces.

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Presencias

En aquel cuarto
el impulso de su respiración
era la liga
de presencias extrañas.

Un negro desnudo
al que le volaron la mitad de la cabeza,
la hechicera tenebrosa
y aquella esfera de cristal
llena de tierra.

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Profanación

El escabro carcome
la lozanía del árbol.

Como esos días de roídos bordes
que duelen y profanan
los secretos rincones
donde se escuchan himnos
de dulzura
infinita.

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Profanazione

La scabbia rode
la gagliardia dell´albero.

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Ritual

La danza nace en el misterio
Algo allí desborda y crece crece
crece por todo el cuerpo, cantando un son
que puja que tiembla
que lucha por brotar en ritmo y movimiento.

Y es danza después.
Danza-risa del ser que se libera riendo,
dibujando con los pies su voluptuosidad.

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Soledad

Teja molida una plaza.
El muchacho hablando solo.
Cruje paso suela.
Cruje.
Allá verde verde.
Y en su pienso y digo
el azul.

El azul
siempre arriba
y en la plaza
el chico hablando solo
de lo que nadie dice nada.

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Trizas

Tiene una virtud,
son sus manos remotas.

Vuelve a veces buscando
la roca viva
refugio de finales
y el polvoriento violín
del que brotan
crisálidas perfectas.

Por el suelo,
en oscuro desorden,
las sombras,
móviles claroscuros
mixturan
las trizas detenidas
de una máscara.

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La primera palabra

La primera palabra se anuncia en el silencio.
Es un pliegue del aire, un resquicio del tiempo
y no sabe si es agua, o pájaro o estrella,
y si nombra, si llama, si se niega o espera.

La sustancia del viento se resuelve en un signo:
las farolas, el libro, la cuna, las estatuas.

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Agonía

Mis zapatos rotosos
hoy andan por la casa
explorando
una estela de su euforia.

En cada cosa
hay puntos vigilantes
y un olor a presencia
desgastada.

Yo sé que volverá
con dureza en las manos
y en los ojos,
un tributo de estrellas.

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En carne viva

Una vez más
los buitres
desgarrarán el centro
de su figura rota.
Desde la piedra falsa que grita y descontrola,
se estremece la celda
que llaga sus espaldas.
Entre los ojos de agua
del cautivo inocente,
se postra una mirada
peregrina
y ancla una mueca sorda
en el muelle de sus labios.

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La mentira

A veces vivo un poco,
y ostento la evidencia
como un coleccionista.

Algún trofeo
rutila en las escarchas de mi nombre
y emerge la que era
en el engaño del verbo flagelado.

Mi intemperie
descansa un instante
en el pedestal de hierba de sus ojos,
hasta volver,
crucificada,
a la oración unitaria de la casa.

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Utopía

Si pudiera de golpe
arrinconar olvidos y semanas
junto a los nidos de agua
de mi secreta cáscara.

Si lograra arrojar
en las islas neutrales
las cenizas que muerden el árbol y las lágrimas,
y pudiera dejar que una ecuación rotunda
insertase su atmósfera de pétalo
en cada pabellón desamparado;
empapada de estrenos sobre un licor tardío
bebería las notas
de un festival de espigas y de vuelos.

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Donde la vida y la muerte cruzan sus límites

Donde la vida y la muerte cruzan sus límites
se descuelgan las pieles feroces de un deseo interminable
se tropieza con toda rapidez

están rotas las medidas eficaces

armado de lo hondo a la burbuja del vientre
asoma y rompe el vacío de su presencia dejada
por la tenaz ausencia del probable visitante

¡tan a deshora se conmueve el corazón del amante
y de su amante!

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Las praderas

El tardío desplazamiento, un guijarro en las grandes praderas
extendidas de la miel.
…. ‘Se va para todos lados’ – las hermosas caderas
la mujer las aposenta en el desplazamiento.
‘la muerte del guijarro cuando tu miel…’ y
sigue cuando la gran falta desata sus motivos inmediatos
El cielo no pasa su color, aúllan los deslizamientos de sus gránulos
no constata si aquello merece una mirada

He compuesto de una manera su ausencia
las caderas hermosas no tienen nada de mayor importancia
Sentarse golpearse un poco las pestañas
Es difícil contemplar la hermosa y ardua presencia del guijarro
en ardua disputa con las hermosas caderas
ardua y difícil horizonte
las hermosas caderas
el guijarro
El horizonte ha enmudecido
Verifiquemos los anuncios
la vida siempre fue
de pronto nada hace falta
¿para anunciar las hermosas caderas, el guijarro;
Ellos necesitan del desplazamiento de los anuncios
‘ahora somos esto, el resto aparte: no nos conviene’
Señálese el punto cuando el sol descubre la primera
de las estrellas
es toda la transparencia del horizonte

Entonces para qué nos llama cuando ya estamos entre las cenizas más pálidas,
oh esperanza, tu resistencia a cualquier resistencia: esperanza
Pájaro frío en la puerta oblicua del verano

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Libro VI

Eterno como un perfil negro con rayas blancas
El cura de la valija negra camina por la pared del Salón
de los Pasos Perdidos
Sus piernas de molinete amansador de bestias.
Servicio completo: restaurant de los amantes.
Ella no funciona a engranajes sino a pequeños saltos vibratorios.

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Maldición del molusco

Los muertos no dicen esta boca es mía
Sus dulces consecuencias no laten entre los pastos
No respiran
¡Reino incorregible!

Consume la vida no dice adiós
Todo resta entre nosotros
La gran voz de trueno cae con sus claves
¡Imposible cultivo del engaño!

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Octógono fosforecente

De los cabellos pezuñas endiabladas,
corazones
configurados por la ausencia de los sonidos
en la flor azul sobre el tejado rojo

Los moribundos
no alcanzaron la altura del disco rayado

De los peregrinos
sobre
las huellas bajo los tallos gigantes
en las axilas de la mujer santa.

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