Soy una dama que oscila

Soy una dama que oscila
entre la Implicación
y la Distancia

Una Curruca de los Juncos
que teje argumentos

Cuando niña
bebí
La Leche del Materialismo

Hoy vivo
entre las cuatro
paredes
de mi Imaginación
y hago chanzas
sobre la delgadez
de mi Espíritu

Tengo un mundo
y también
está
en
guerra.

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Atenuante

Debemur morti, nos nostraque.
Horacio

La ostra,
este molusco ignorante, impasible,
este pez de boca cartilaginosa
que navega hacia la isla
y los austeros acantilados de basalto,
están sujetos a la muerte.
También el hombre y la mujer que en la playa
miran la estela del esquife.

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Caballo de Guernica

8

Lluvia de la mañana, insuficiente
para empapar el pan: tan sólo lluvia
al corazón, al que yace en la hierba.

No es tanto mi dolor: apenas tiene
los años enfermizos de una infancia.

Tristeza de peste leve
que no horada la carne: llaga indigna
de compasión, de limosna o milagro.

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Casi tango

Siempre fue viejo —a mis ojos— mi padre
—no sé si por su innata pasión por el tango
que en mi infancia aborrecía, por el sencillo
hecho de ser mi progenitor o por otras
razones que ya no comprendo—. No obstante era
mi padre entonces muy joven, crecido
tal vez por tempranas responsabilidades.

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Día de piedra blanca

Día
hecho para mí.
R. Alonso

Día mayor, día
hecho para mí, para nosotros,
alto en el gozo, redondo
con la noche que lo cierra
como en aquellas vísperas
de fiestas de la infancia.

Día de navegación, de luz,
de sábanas y peces,
de pájaros y hojas en deriva
hacia las islas, a atolones
en que es dulce perder
la patria y los recuerdos.

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El milagro

Contaba mi padre que mi abuelo tenía
un ojo que siempre le lloraba, producto
de un golpe que le dio —brutal— mi bisabuelo.
Tendría entre ocho y diez años entonces
y con esa marca vivió hasta los setenta.
Nunca supe qué falta nimia le acarreó
un castigo tan dilatado en la distancia
y el recuerdo: ese ojo lisiado que no obstante
no logró hacerlo cruel ni resentido.

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Encrucijada del recuerdo

Canto del corazón, que en la noche
poblada de mitos se une
al silencio de la llanura,
al sueño de los potros, a la vigilia
de las aves de los campanarios:

en esta encrucijada del recuerdo
que llamamos infancia,
vuelve tu confusión de aguas y tierras,
de tiempos de aprendizaje, de tiempos
de visitación y vendimia.

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Hermoso es estar vivos

¿Qué otras palabras darte —te escribí— que no fuesen
las más sencillas, las más apartadas
de estas otras, entornos de las cosas?
De los dos fuiste siempre la que hería el silencio,
yo el que no deseaba rebajarte a una voz
—lo recuerdo: no sé si en el crepúsculo
de la mañana o la tarde me decías
Qué hermoso es estar vivos—, yo el que nunca quería
nombrar más que las cosas que he perdido: el olor
de la primera fogata que el viento
de marzo dispersaba, un perro que dormía
en una puerta junto a un pan, la calle
de un suburbio endomingado.

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isla matutina

Nacías de continuo, isla matutina,
aún no arraigada al fondo de este río,
para acrecentar el verano y nuestros mitos,
entre vuelos de aves que emprendían
sus tempranas migraciones, en las noches
de serenas aguas aluvionales.

Día a día celebrábamos tu nacimiento, la botadura
de las naves recién calafateadas,
los viajes a las provincias extranjeras;
la fundación de un templo, de un gobierno; la luz
de un nuevo astro descubierto por los astrónomos;

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Sobrevivientes

Se congregan junto al fuego de la playa
y la hoguera se extingue con los primeros atisbos de la aurora.

Luego duermen hasta que el mediodía
los despierta con una extraña confusión
de sol tórrido y brisa marinera.

Pasan las horas de la tarde
contemplando el flujo y el reflujo de la costa
o se van a los acantilados a contemplar el panorama
de la bahía, el arribo del utópico buque que los rescate.

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Visitación a las islas

Aire de siglos inundaba las avenidas populosas,
los altos campanarios, los árboles
inmortales de la infancia. Con el fresco de la hora
perfumaban los comercios, los puestos de fruta
y el pregón de los feriantes matutinos.
Bienaventurado
quien podía gozar de aquella mañana
con ojos transparentes.

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Confabulaciones

Todo es abismo.
Charles Baudelaire

Alcemos la copa de nuestros pecados
dijo
la pasión es secreta.
Las ciudades encienden venerables canciones
para sus cuerpos obscenos de diosas funerarias.
Ocúltate en la luz
que estremece tu sombra.

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Más allá (es de suponerse)

Sobre la vasta ausencia del mar
el vaivén de una larga retórica de barcas sin velas,
y el incesante viento que traza su círculo negro
alrededor de la bahía obediente.

Mientras, en ese instante
desde una ventana de hotel igual a tantas,
el animal doméstico de un hombre igual a tantos
recordará que navegar es necesario
y que desde la ventana todo es aburrido.

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Ofertorio

La hoja de papel donde escribo este poema
es una blanca mujer que me lee el pensamiento.

En su espalda desnuda el cuerpo que grabo
se convierte en pensamiento insensible.
Tan sólo un pequeño gesto
intentando ser.

Y, con todo, ese cuerpo es un lugar
donde nada muere:
tanto silencio resucitado
tanto tambor interior de palabras.

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Sueño de infancia

¡Madre!, despierta,
hay ratas sobre la pileta de la cocina
que se disputan el cuerpo ensangrentado del canario
que ayer se escapó de entre tus manos.

Madre, tu hijo quedó espantado
al encender la luz.

Ahora, su muerte es esta fascinación de acuario
que aún hoy no me deja dormir
y llena mi cuarto cada noche
de amarillo.

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entre el humo de los neumáticos

entre el humo de los neumáticos se veía arder
helicoidal y pequeñito, al espíritu de nuestro beso
nro. 2, dado, sobre el puente duro; duro de los días

tentadísimo de hablar sobre tu palestina, tus ojos claros
pero no, el amor es una víbora sagrada y de oro
que en todo hueco caliente desaparece
en silencio / luego de haber dejado casi sin aliento,
al cuerpo exhausto
– el cuerpo social –

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qué cosas nos unían?

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Fue a levantar el martillo

fue a levantar el martillo
y no pudo levantar el martillo
fue a clavar el clavo en la pared
y no pudo
no pudo con la ventana
por la que veía al mundo
abrirla

llévenle un té
a este dios de la ubicuidad
ahora
es un ángel oscuro que cae
– un reducido lugar –

alcáncenle los lentes
que lea las noticias
denle la sopa
el pan
el control remoto el sillón marrón

los años
tienen piedad para con los excesos
nos devuelven a la plaza pública
– el pensamiento simple –
– el maíz / la paloma –
……………………………………………….

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las cartas de las que hablo

las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
– y solo porque él es tan… tan negro –
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
– dijo el cuervo, nunca más –

y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del “oh!

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Mala praxis

La fruta que en tu boca

se vuelve uva

y en tu entrepierna se vuelve alcohol

esas cosas bebo yo.

Hace una semana que están matando gente

y nosotros nos amamos.

‘…Es cuestión de tiempo’ dijo Costeau

y tenés tu mejilla derecha

apretada contra el espejo.

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Personajes

… que pasa?
los trenes llegan a la estación Saenz Peña
baja el viajero del maletín de cuero.
No dice nada.

Herminia, baja del cerro
con su majada blanca
llega a las casas,
no dice nada.

Ramón,
siempre en el mismo bar esquinero
mirando por la misma ventana.

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Puré de papas voy a hacer

Más anaranjadas están las naranjas en el cajón de frutas

bajo la lluvia y la lluvia les dice obscenidades sobre la piel…

seducidas enamoradas entregan sus jugos a las gotas frías.

Los enanos del jardín, duendes irlandeses,

bailan cuando nadie mira

beben buena cerveza negra Guiness, de la mejor…

Los enanos del jardín aman estas mañanas tan frescas.

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