Michín dijo a su mamá:
«Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy».
Poemas colombianos
Mariposa,
Vagarosa
Rica en tinte y en donaire
¿qué haces tú de rosa en rosa?
¿de qué vives en el aire?
Yo, de flores
Y de olores,
Y de espumas de la fuente,
Y del sol resplandeciente
Que me viste de colores
¿Me regalas
tus dos alas?
El hijo de rana, Rinrín renacuajo
Salió esta mañana muy tieso y muy majo
Con pantalón corto, corbata a la moda
Sombrero encintado y chupa de boda.
-¡Muchacho, no salgas!- le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.
Érase una viejecita
Sin nadita que comer
Sino carnes, frutas, dulces,
Tortas, huevos, pan y pez
Bebía caldo, chocolate,
Leche, vino, té y café,
Y la pobre no encontraba
Qué comer ni qué beber.
Y esta vieja no tenía
Ni un ranchito en que vivir
Fuera de una casa grande
Con su huerta y su jardín
Nadie, nadie la cuidaba
Sino Andrés y Juan y Gil
Y ocho criados y dos pajes
De librea y corbatín
Nunca tuvo en qué sentarse
Sino sillas y sofás
Con banquitos y cojines
Y resorte al espaldar
Ni otra cama que una grande
Más dorada que un altar,
Con colchón de blanda pluma,
Mucha seda y mucho olán.
Mirringa Mirronga, la gata candonga
va a dar un convite jugando escondite,
y quiere que todos los gatos y gatas
no almuercen ratones ni cenen con ratas.
«A ver mis anteojos, y pluma y tintero,
y vamos poniendo las cartas primero.
Pastorcita perdió sus ovejas
¡y quién sabe por dónde andarán!
-No te enfades, que oyeron tus quejas
y ellas mismas bien pronto vendrán.
Y no vendrán solas, que traerán sus colas,
Y ovejas y colas gran fiesta darán.
Pastorcita se queda dormida,
Y soñando las oye balar.
Simón el bobito llamó al pastelero:
¡a ver los pasteles, los quiero probar!
-Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero
ver ese cuartillo con que has de pagar.
Buscó en los bolsillos el buen Simoncito
y dijo: ¡de veras!
Los extranjeros tienen una forma de alejarse
que muchas veces se parece al desprecio.
La timidez
de un vagón de la Western Pacific,
pintado a propósito para filmar
alguna película de vaqueros en el desierto de Almería,
o el verde de Carruagems Portugueses
que recuerda a un camaleón incómodo
descubierto de repente,
o el ruso, molesto de tener pintado
un caballo que responde
a la desvaída emoción del jinete
en una parada militar.
Se autoriza a Don Durao García Goncalves pintar
locomotoras en esta estación de Madrid-Delicias,
dentro de las horas de 9 a 14, exclusivamente.
El director del Museo.
Para evitar que todo esto se convierta en memoria,
en pura memoria, en adulterada memoria
de alta luz y tardes atentas
al falso reposo del hierro caliente,
para evitar que julio me persiga con sus abejas
casi premeditadas,
quiero entrar con ceniza fresca,
sin evocar nada, con una proximidad
de temeroso y con un látigo de ciego
en los trenes que arrinconó el cansancio
en la antigua estación de Delicias.
I
A esa lívida capa de niebla
le debemos algunos una parte de la vida.
Como si estuviera convocada para esa hora,
toda la tiza del colegio salía a recibirnos,
desfallecida, errada, disuelta
de su odioso trazo en los tableros,
repitiendo como un animal
que se revuelca en la tierra
todo el desgaste, la naciente sorna.
casi para María Luisa
Una precisa amonestación de huesos
es la cara
y cierta
apurada solicitud; el aire o el polvo
del que se excusa.
Un afán metido, algo de aguacero
en otra parte de la ciudad,
el rumor de un nudo recién
desatado.
Existe
en medio del bosque
un árbol elegido
que maduro de verano
da la señal.
Allí se inicia el otoño
de toda una nación,
un árbol alto
quizás un arce
o un roble
se revela del bosque
con toda su tripulación
alzando sus sables dorados.
Sucede que alguien nos devuelve la vida
revolviéndonos en el vientre un afilado
cuchillo.
A veces se precisa caminar en cuatro patas
para agradecer que caminamos sólo en dos
Los periódicos se venden por el número
de muertos habidos todo el año
Los pobres son toda la riqueza del rico
Los enfermos toda la salud de la sociedad.
¿No son los rostros en la multitud
rostros de mi propio sueño y locura?
En mi presencia el espíritu del vino
trueca la alquería del mercader
en columna de fuego,
el taller del plomero
en estrella matutina,
las calles en rios de dorada cerveza.
¡Aire sonámbulo, blancura de las rosas!
¿Quién menciona la abeja
en el avinagrado
corazón de la noche?
El sueño no es más alado
que esta vigilia:
acertijo y pabilo
ceguera y deslumbramiento.
A mis palabras el silencio pone alas.
Durante el día duermo a orillas
del helado torrente de montaña.
Un enjambre de mariposas
revolotea en el jardín de mi barba.
Pero durante la noche, quedo a solas
con la embrujada
Dama de las sombras.
En el rincón de la casa de campo
veo dibujarse sus labios muy finos
y relucir la negra estrella de sus ojos
Mientras me llama a su paso
por el oscuro corredor
apartando los flecos de la niebla.
La sombraluz en la celda de la prisión
¿Qué dice? ¿cuál sentido
que la palabra
no descifra por anticipado?
Ha acaecido el aguaviento.
Cambia la piel del tigre
cuando el hombre de niebla
apenas muda su rostro
a la sombra de la picota.
El fuego hacía presa del marco tallado
de las nuevas amistades
que siempre caminan del brazo del primer
desconocido que pasa bajo un paraguas.
Los últimos días de abril tenían la dureza
de la reja de arado.
Manos enviadas por telégrafo, besos con empaque
dentífrico, encuentros en el rellano
de la escalera.
El mundo afuera
es la hermosura
de una flor,
mi pensamiento
el interior
de la flor.
¿Me preguntas acaso
si morir
es caer
al interior de la flor
y florecer
a cambio de pensar?
Ni la quemadura de la llama
aplaca mi sed.
Ni la quemadura del sol.
¡Jugar con fuego! Mi corazón
es un galpón de gasolina
un polvorín de fuegos artificiales.
La llama es mi director
de orquesta.
Veo un sol rabioso devorado por un saltamontes
en la colina
que sólo la pluma fuente de la noche consigue
aplacar con los negros trazos de la tormenta.
Un sol loco y espumante corriendo en la colina
tras de mi ojo izquierdo, saltado y de negro
sombrero de copa,
Donde una estrella almidonada por el cuello
sirve el rubio champaña de la madrugada.
No sé dónde arderás ahora corazón mío
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez
Qué voy a hacer contigo ahí desocupado
como estúpida biología Vamos deshazte
de tu pesadumbre y emprende vuelo
¿Qué te sugiere el momento?
Si las nubes no anticipan en sus formas la
historia de los hombres
Si los colores del río no figuran los designios del
Dios de las Aguas
Si no remiendas con tus manos de astromelias las
comisuras de mi alma
Si mis amigos no son una legión de ángeles
clandestinos Qué será de mí
Esta noche asistirá a tres ceremonias peligrosas
El amor entre hombres
Fumar marihuana
Y escribir poemas
Mañana se levantará pasado el mediodía
Tendrá rotos los labios
Rojos los ojos
y otro papel enemigo
Le dolerán los labios de haber besado tanto
Y le arderán los ojos como colillas encendidas
Y ese poema tampoco expresará su llanto
Gallo de ónix y oros y marfiles rutilantes
quédate en el ramaje con tus putas mujeres
Hazte el perdido El robado Hazte el loco
Anoche le oí a mi padre llegó tu hora
Mañana afílame la tijera para motilar al talisayo
Me ofrecieron una pelea para él en Valledupar
Levántate temprano
y atrápalo a la hora del alimento Dijo mi padre
Talisayo campeón en tres encuentros difíciles
He rogado y llorado que te dejen para siempre
como padre gallo
Pero a mi padre ya le dieron el dinero
y me compró un juego de dominó para engañarme
Pero ya estás cantándole a la oscuridad
para que se vaya Te contestaron tus vecinos
Y mi padre está sonando sus chancletas en el baño
Es imposible evitar que te manden otra vez a la guerra
Porque si mañana te espanto padre de todas maneras
hará prenderte por José Manuel el indio Así que
prepárate a jugarle sucio a su contenedor Pues
le robé al indio un veneno de serpiente cascabel
para untarlo en las espuelas de carey
En medio del tumulto y la música de acordeones
me haré el pendejo ante los jueces que siempre
me han creído un niño inocente y te untaré
el maranguango letal.
Yo tengo para ti mi buen amigo
un corazón de mango del Sinú
oloroso
genuino
amable y tierno
(Mi resto es una llaga
una tierra de nadie
una pedrada
un abrir y cerrar de ojos
en noche ajena
unas manos que asesinan fantasmas)
Y un consejo
no te encuentres conmigo
¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua?
Si tú me vieras caminando a esta hora hacia el río
me dirías: mujer ¿en dónde está tu hogar? ¿dónde tus hijos?
¿Dónde los sacos de lana, el tambor de bordar, la sartén en el fuego,
el té del atardecer, las cortinas de flores, las lámparas con su limitado crepúsculo?
En la punta de la flecha ya está, invisible, el corazón del pájaro.
En la hoja del remo ya está, invisible, el agua.
En torno del hocico del venado ya tiemblan, invisibles, las ondas del
estanque.
En mis labios ya están, invisibles, tus labios.
Una región del muro está hechizada.
Sólo el ojo lo sabe.
Un cristal incansable paso a paso repite
las rectas sombras que la tarde desplaza.
Terriblemente dócil, no desdeña
la vertical sinuosa de una hormiga extraviada
y al fondo de sus cámaras
también crecen las plantas.
Aquí hubo un mar hace un millón de años.
El hombre no lo sabe, más la piedra se acuerda.
Pártela: hay un cangrejo en sus entrañas,
Todo de piedra ya, forma magnífica
Que se negó a ser polvo.
Ante el peñasco y el guijarro, piensa
Que acaso fueron seres dolorosos,
Sangre y pulmones palpitantes.
Padre, le digo, dame tres granos de cebada para despertar al
durmiente.
Pero mi padre no responde:
es un enorme jinete de bronce, alto sobre colinas y sinagogas.
Madre, le digo, aparta tanta niebla,
muéstrame un rostro dulce, del que broten palabras ingenuas.
Hablábamos de los dones de la tiniebla.
De los amores muertos.
Cuando se perfiló sobre el Oeste
El oro espeso de la media luna.
‘Mira: es la Luna del Dragón’ me dijiste.
Y los dos la miramos
Como si algo terrible pesara sobre el mundo.
Está muriendo un Dios en el centro de un ópalo del color del
crepúsculo.
Está muriendo una hoja de hierba en el pecho de Cristo.
Está muriendo una rosa en el aire estancado de la catedral de
Maguncia,
traspasada en el aire por una quemante aguja del sol.
Advierto con profunda perplejidad
que el hermoso guijarro que abandono en el aire
se precipita recto hacia la tierra.
Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
seria más bien la tierra lo que cae,
verde planeta que se precipita.
A medianoche, en Nueva York,
ella, emergiendo de los mares del sueño,
escucha esa palabra cargada de agua azul
como otro sueño: Adriático,
y sobre un ajedrez de hierro y luna
acaso ve las naves.