At Dusk
Atardezco
Navego por los ríos
Cuya luz
Es grata hacia mis ojos
Y se esconde
Lentamente
Entre la noche.
At Dusk
Atardezco
Navego por los ríos
Cuya luz
Es grata hacia mis ojos
Y se esconde
Lentamente
Entre la noche.
Immanuel Kant habla
Veinte conceptos me han sido
Últimamente robados
Felizmente se reconocen
Con mucha facilidad.
Ellos llevan limpiamente
Mi I.K. grabado
(«Cosas robadas»)
Amado de las flores
Del Convent Garden
Carlos canta
International
Shall de
Así soñaba Vladimir
(«A Carlos Marx»)
Trazando en el cielo
Las destellantes fases
Del enigma humano
Yo vi en un bar un arco iris
Y la grandeza de la noche
Próxima a cubrir el sol
Con un abismo azul
Y en ella misma el
Noble mar quasi una fantasía
Wagner reescribía
Las Sinfonías
De Beethoven
En colores
El sol brilla
Sobre el mar
Y al fondo
Los secretos del
Mar las redes
Los corchos
Las astillas
Walt Whitman
Tenía un pecho suavísimo y
(Respira y nadie sabe
Lo que él hacía
Cuando lloraba
En su comedor)
Sentid cómo navega en
Los océanos.
Qué bravo eres
William Butler
Cómo pudiste ser
valiente
-A estas palabras menudas se las va a llevar
la trampa, me aseguras.
Y añades en voz baja:
-Ojo con el hoyo hirviente
de las bellas bailarinas tramposas.
Ahora, rojo es el lenguaje,
rojo como mi lengua cuando pasa
sobre la flor labiodental del flamboyán.
Ahora, tu cara es roja,
roja como cuando se enfrenta
a la rubicundez arrugada de mi cara.
Ahora, más que nunca,
rojo antojo de tus grandes ojos.
Desnuda eres como una calle
subes, te abres, serpeas, te angostas,
doblas, sigues mis pasos y desembocas.
El amor, rodeado casi siempre por un antojo
de olvido, avanza resuelto hacia las trampas
creadas para cazar osos con piel de leopardo
y serpientes con plumaje de cóndor.
Y el amor sobrevive a las heridas y ruge,
voladora, la envidia de los venenosos.
En las trampas de los ojos
el paisaje y su escritura verde,
la tierra y su amor calizo,
la luz y sus remolinos amarillos.
El tránsito hacia los escalofríos,
hacia el vestido recto de la noche,
hacia el agua embriagante de la cercanía.
Amo las líneas nebulosas de tu cara,
tu voz que no recuerdo,
tu racimo de aromas olvidados.
Amo tus pasos que a nadie te conducen
y el sótano que pueblas con mi ausencia.
Amo entrañablemente tu carne de fantasma.
Una gota de anís
resbala por tus muslos
con la indiferencia
de un barco que se aleja.
Suena el color dorado en las orillas del ojo,
del mar del ojo, del mal de ojo.
Sueña una imagen color naranja
con ser, eternamente,
una perseguidora quintaesencia.
Señor,
la lluvia del domingo
es una inmensa bañera
que me sumerge a cámara lenta
en el telón espumoso de sus rizos del sábado.
Señor,
las horas desnudas,
como limones al trasluz,
se exprimen en mi muñeca
de una manera desesperadamente cobarde:
estoy, para variar y por no quedarme en casa,
con alguien que me aburre los besos.
Señor,
si usted sabe
que yo ahora estoy celosa
por lo que me ha dicho,
tenga al menos el detalle de no hacérmelo notar durante
la cena.
(Nunca en mi vida enrollé espaguetis con tanto odio.)
Soñando,
tibia su lengua para mis pestañas que renacen.
Ilusoria blancura de los dientes al mártir contraluz
de su sangre y sus labios.
Veladamente,
descorriendo pestillos,
ha llegado hasta mi cuarto
una pantera translúcida con la piel de diamante
que me morderá la nuca cuando menos lo espere.
Es el deseo.
Pobre verso condenado
a mirar tus labios rojos
y en la lumbre de tus ojos
quererse siempre abrasar.
Colibrí del que se aleja
el mirto que lo provoca
y ve de cerca tu boca
y no la puede besar.
El verso es ave: busca entumecido
follaje espeso y resplandores rojos:
¿Qué nido más caliente que tu nido?
¿Qué sol más luminoso que tus ojos?
Una voz femenina en el teléfono
Se escucha inesperada y audaz.
Cuánta dulce armonía hay
En esa voz sin cuerpo
La Suerte en su transcurrir benévolo
No siempre pasa de largo:
El sonido del laúd del serafín
Es como tu voz en el teléfono.
Sencilla y vertical
como una caña en el cañaveral.
Oh retadora del furor
genital:
tu andar fabrica para el espasmo gritador
espuma esquina entre tus muslos de metal.
Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa
rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
tu soñar me envolvía, soñado me sentí.
Déjame que te abrace, ahora que todavía
tu piel no lleva escritas las mentiras del mundo
y tus labios son sede sólo de la hermosura.
Porque sólo he querido ser bueno y verdadero,
y tú puedes hacerme,
déjame que te abrace.
Aquí no pasa nada,
salvo el tiempo:
irrepetible
música que resuena,
ya extinguida,
en un corazón hueco, abandonado,
que alguien toma un momento,
escucha
y tira.
Caigo de mí
hacia mí
¿Dolor? no
¿Angustia? no
¿Qué pues?
Vacío que me espera
Anuncios de la muerte
no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal
abrí la puerta/amor mío
levantá/abrí la puerta
tengo el alma pegada al paladar
temblando de terror
el jabalí del monte me pisoteó
el asno salvaje me persiguió
en esta media noche del exilio
soy yo mismo una bestia
de lo posible a lo probable/del
sueño a la realidad hay como
mares/playas nocturnas donde
animales de pico descarnan
formas mojadas por los jugos
del corazón/así/viajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravilla/o existir