Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos
Poemas cortos
basta por esta noche cierro
la puerta me pongo
el saco guardo
los papelitos donde
no hago sino hablar de ti
mentir sobre tu paradero
cuerpo que me has de temblar
Cuando voy a trabajar es de noche,
después amanece poco a poco,
hace mucho frío aún.
A menudo en el cine
me parece oír lluvia azotando el tejado,
como si no hubiese lugar
donde guarecerse.
Hoy alguien en un sueño dijo:
ten, en esta garrafa
hay agua limpia, por si toma moho
la del corazón.
Deslumbra el cielo
si mira fijamente
contra él una flor,
se hace negra y deslumbra.
No habla. Porque son inherentes
al hablar el oír
y el callar. Mira: tomates,
hojas, tallo, tierra. El cielo
es una bóveda, finito
mundo azul sobre el mundo,
los tomates son rojos.
Es una trattoria
de callecita apartada
en nuestra primera noche
de Roma. Barre el portal
un niño de Amicis.
Anota el padre la orden,
la madre, al fondo, cocina.
Consuela la minestrona
de frío y fiebre.
Entramos al corazón
de la familia.
Mensajes, mensajes, mensajes
continuos de bienvenida o despedida,
medida de silencio diario,
tan pequeños, tan gigantes.
El mar mantiene su vaivén
variable, e invariable.
Miro las aguas espumosas
y luego transparentes,
suben y bajan en la playa,
se estrellan en las rocas.
En apariencia son uniformes
en su movimiento,
pero la diversidad reina
en todos sus gestos.
El sol abrasa toda
vida. No mueve el viento
un árbol. Fuera del tiempo
está el fasto del día.
La canícula absorbe
las horas, los colores,
el silencio.
De repente óyese una gota
de agua, y otra,
y otra más, en la tarde.
La pura luz que pasa
por la calle desierta.
Nada humano
bajo el cielo abolido.
La blancura absoluta
de la ciudad confunde
la muerte y el sigilo.
De repente la música,
la sombra de los amantes en el agua.
Presto cesó la nieve, como música.
Pájaros y verdes cruzan por el frío.
Vas a morir, me dicen. Tu enfermedad
es incurable. Sólo puede salvarte
el milagro que niegas.
Mas quiero apenas
arder como un sol rojo en tu cuerpo blanco.
La lluvia le dijo al viento:
-Empuja tú que yo azoto-
y tánto hirieron el soto
que de las flores altivas,
doblegadas pero vivas,
yo sentía el sufrimiento.
Versión de Agustí Bartra
Busco a la salida de los días,
la noche,
y en ella a tus ojos
de relámpago.
Te busco a ti
en el fondo de mi copa,
y a nosotros,
pensamiento sin nombre,
al filo del alba.
Puedes jugar con su cuerpo,
que es joven y ríe, y quiere
el juego, y no se ha saciado de él.
¿Crees todavía que en ti hay vicio?
Muestra tu vicio. Date
entero. Si lo amas,
no ahogues ese temblor:
la curiosidad del cuerpo, que tú
hace demasiado tiempo que llamas deseo.
Sonríe, cada vez
que otra cosa de ella
merece un amor tuyo.
Sonríe, al salir de ella,
que se te cierra intacta.
Sonríe con ternura,
que no os suplicará
(tú, con tu mundo ávido)
que la llaméis bondad,
y apenas adivinas
cómo se absorbe.
Va y vuelve, ágil,
de la ternura a la risa, del pudor
(la cara que, cuando vence
su desfallecimiento, se vuelve, fiera,
y huye a lo oscuro bajo tu pecho)
a la insolencia (la mano,
el pájaro agudo de burla y de pregunta:
cómo lo sientes en la espalda, y te mide
hasta dónde se haya estremecido tu madera
desesperada al erguirse).
Franco… tuya es la hacienda…
la casa, el caballo y la pistola…
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo…
mas yo te dejo mudo… ¡mudo!…
Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
Yo no sé qué
fría noche me alejaba
de tu silencio.
Al alba te miré
por última vez.
por las olas amargas.
¡Que caigan en los abismos
de una muerte sin gracia!
Desde la noche defiendo
la soledad ganada
con la victoria inútil
del oro y de la estatua.
Yo te soñé, invisible majestad
que planea por la faz de todas las cosas.
Arraigado en el dolor de la ceniza,
un hombre tan sólo, te llevaba, sepulcro,
padre muerto, dentro de mí, en silencio,
y te llamaba con palabras de viento
de antiguos milenarios, que la ira encienden.
Digo adiós a los que quieran
mentirse perdurables
en el torrente. Cosechadas
son ya las flores, y se encalman
recuerdos, miradas, alas,
todo mi mar. Benigno
aire nocturno acerca
claridad de fuente, ocultas
voces del fuego. Por el fiel silencio
de nobles árboles
por mí amados, camino
al olvido, dejando atrás
amores, veleros, sufrimientos,
últimas señales de pasos.
Por el diverso azar
de nuestro tiempo, la lluvia
sutil ha de juntarnos.
En la noche que escucha
arderán lentos cirios,
cera rebelde, ejército
desazonado por el lejano
orden de las serenas
patrias de luz, de los nobles
portadores del silencio.
En tanto cabalgas temor, caminos,
potradas de noche y de voces, solitario
jinete ciego y ventoso, caído de golpe
en la paz, no pensado para siempre jamás.
Versión de José Batlló
¿Adónde huir? Sólo sombra, recuerdo,
oscuro dominio. Ciega y lenta, en triunfo
por calles de agua negra, la noche
ha besado este mármol.
Versión de José Batlló
Quien esconde un amor,
quien va celosamente almacenando
entre algodones la semilla nueva,
se desvela hacia adentro,
se desvela
como brilla la luna al mediodía.
Si me pide Panchita
que desintegre el agua para demostrarle
separaría hidrógeno de oxígeno
con unas pinzas.
No en realidad, pero quizás lo hiciese.
Que me lo pida.
Escribo algo
algo todavía
algo más aún
añado palabras pájaros
hojas secas viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros hojas secas viento
escribo algo todavía
palabras
Cuanto puede el aire es
Mostrarnos su semblante
De planeta vencido,
Quizás servirte de espejo
Cuando te desnudas
O tomar, sombríamente,
Tu lugar cuando respiro.
sólo el sol
el sol solamente
solo en el cielo
y yo tan solo
a solas con el sol
sonrío simplemente
¿Qué cómo me enamoré?
-No podrán con nosotros, le dije.
Y seguí mi paseo solitario.
Quizá me confundí de calle y de aventura
pero ya me conocen sus farolas y el alba,
ya conocen mi sombra, mi canción, mi tristeza
y esta costumbre vieja de andar erguido y solo.
Adentro, más adentro,
hasta encontrar en mí todas las cosas.
Afuera, más afuera,
hasta llegar a ti en todas las cosas.
secreto panteísmo.
Mi oración es así.
Tú estás en todo
y todo en mí.