Infancia del Pan nuestro (3)

Un adobe de paja y limo fue mi cuna:
perfil de semicírculo que apunta
a la ciudad donde mi Padre
alumbra cuanto piensa.

¿Sabrán un día interpretar los hombres
los signos de mi estancia en este mundo?

Asnos rojizos, asnos grises
-entretanto- y cocodrilos verdes
pisotearán los lirios
y las flores del loto por milenios.

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Viajes de Penélope (25)

Y tómate tu tiempo por las islas
Ulises que te mides con las olas:
haz escalas imponderables
alquílate a las albas mercenarias
bebe filtros de olvido

Ítaca por fin no tiene alas
nuestro lecho resume hondas raíces
y estoy hecha a medida de tu sueño:
pastora de los vientos
terror de pretendientes
doctorada en esperas y matices
viajo sin un desmayo la tela de los dioses
y aún me sobra tiempo para zurcir
crepúsculos

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Viajes de Penélope (8)

No crean que te espero
porque sé que vendrás a alzar tu casa
de las aguas hambrientas
o de los pretendientes

Te espero porque estás:
nunca te has ido a los asuntos vanos
(las paredes te conocen la voz
en las estancias más calladas)
y todas las pisadas se someten
al ritmo de tus pasos
y hasta la soledad toma tu rostro
al borde de mi almohada

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Siete de la mañana

Siete de la mañana, todavía no ha amanecido
desfilan por las vacías calles los nacionales espectros.
Atravieso el puente de la Avenida de la Libertad,
levanto los ojos al cielo,
allí está Marina Tsvíetaieva ahorcada de una estrella.
Oscila su cuerpo en la oscuridad,
péndulo del reloj de nuestros días.

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Introducción

Árbol de mi pensamiento
Lanza tus hojas al viento
Del olvido,

Que, al volver las primaveras,
Harán en ti las quimeras
Nuevo nido;

Y saldrán de entre tus hojas,
En vez de amargas congojas,
Las canciones

Que en otro mayo tuvisteis,
Para consuelo de tristes
Corazones.

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Amanecer

Hay un árbol que canta y un corazón que llora
El rocío en el alma la nieve en la cordura
La savia entre los dedos el temblor en los tallos
Son las caricias dulces de un amor prohibido
Es invierno hace frío y sangra la belleza
El brasero apagado las emociones rotas
Es un canto de siglos: el compás de la calma
O un engendro del alba donde juegan los pájaros
Quiero nacer de nuevo en un mundo intuído
Donde las ramas secas ardan luces heridas
Y emanen otras nubes con diferente lluvia
Quiero sentir la estrella en presunción de tacto
Llorar fuego en el aire cuando mires al cielo
Y templar el suspiro que nieva en tu tristeza.

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Antes de partir

Antes de partir
plazas y parques fueron una historia que no se pudo
nombrar
que sin decir las frases
bajo un pórtico le nacieron noches
tantos años para recordarnos
tantos nombres para ser suicidas
es entonces
que despertamos
con el presentimiento de saberse alguien
con la ansiedad de salir
para reencontrarse con esta distancia
y perderse.

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A veces

A veces,
cuando las luces se apagan
y se termina la música,
y se me obliga a quedarme sola
con mi enfermedad y mi mundo suspendido.
A veces,
tú entras silenciosamente
y dándome un beso
realizas el milagro
y me haces dormir en paz.

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