Me hice inmensa con la luz de la mañana
dibujé payasos sonrientes en las nubes
traspasé montañas y esmeraldas
y regresé puntual a las 8 menos 15
para perderme en una fila de autos
de gente responsable
Poemas cortos
Atravesar el túnel de las sombras
con sangre en los ojos
sin rasparse el corazón
es re-descubrir
el hallazgo del amo
Llueve amor mío
y los anhelos se vuelven agua
me gusta nuestra ciudad
mojada y fresca
como hoja de un gran árbol de misterios
si pudiera parar el tráfico
bajar a la gente de sus autos
convencerla de jugar con barcos de papel
las avenidas
serían océanos inmensos y divertidos
sin accidentes de transito
violencia
Navegar silencios
remar con los brazos sin memoria
derretir razón y reflejo
abandonar la barrera entre vida y muerte
pasado y presente
Llegar a la cima de la pirámide
ver flamear los astros
asomarse al infinito
y fluir con destellos propios
como parte de la perfecta inmensidad.
Amanecí más triste que la tristeza
con la vida pesándome en el pecho
sin ganas de inventar esperanzas
es que Dios me ha creído piñata
a cada palazo le devuelvo un dulce
que juego más cansado
Cuando nací me pusieron
una pieza de Lego
en mi mano
con una nota que decía:
sólo hay otra pieza
– de entre un millón –
que pueda encajar con la tuya,
podrás encontrarla
a lo largo de tu vida,
o no.
¡Qué cabrón
era Mick!
Decía que no
quería acostarse
conmigo porque
estaba gorda.
No estaba gorda,
Mick,
estaba embarazada.
La palabra beso besa,
besuquea, muerde, acaricia,
acosa, aceza, aproxima…
La palabra beso viene,
persuade, seduce, enloquece,
silencia, mueve, imagina…
Tiembla, murmura,
se acerca, llega, explota…
Obsesiona, susurra.
La palabra beso atrapa,
desnuda, acusa, decanta,
despierta, retiene y besa.
Es el río corriendo,
vena de la tierra. Vida.
Aire, soplo vital,
hálito divino,
una fuerza gigante
en la que me abismo.
Un dolor ancestral
que se agrieta en el pensamiento.
Una fácil palabra
que se crece adentro.
Jorge Amado
fue enterrado
bajo un palo de mangos.
Entonces, ya no será un cadáver,
sino, una fruta que provenga
de la carne.
Naciste en Armenia,
pero te fuiste a vivir al mundo.
Tres nombres: José Vasconcelos, Enrique Gómez Carrillo y Antoine de Saint-Exupéry.
Tres camas, seis piernas.
Para mí, eres la mujer más bella del mundo,
la insigne guanaquita que pude amar el resto de la vida.
Ayer murió
Agustín Lara
y hoy mi papá hace fila
para ver su féretro.
Mañana, yo, voy a nacer.
Cuando vuelvas,
tocá mi puerta.
Si no abro,
tocá mis labios.
Si no hablo,
tocá mis ojos.
Si no veo,
tocá mi pecho.
Si no respiro,
Reza por mí.
Mire papá,
alguien puso
una hamaca blanca
en medio
de aquellas
dos estrellas.
-¿Papá, verdad que la luna está llena?-
Sí, mi amor, la luna está llena.
-¿Será por eso que no podemos entrar?
Ya para dormir,
Rubén ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:
-Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, sólo voy a tomar
un poco de agua,
porque esta noche,
les he prometido,
llevarlos a conocer el mar.-
Nunca nos amaremos,
jamás llegarás a quererme,
es imposible que algún día
estemos juntos.
A pesar de todo,
te espero a la misma
hora de la noche,
en el lugar de siempre,
aunque no llegués.
Veo una mujer
a través del vidrio.
Va abrigada
y no hace frío.
Intento besarla
a través del vidrio,
pero el vidrio,
está frío.
Yo digo,
que esa agua
es oscura,
porque está triste.
Hace unos
años
no pude
ser comunista,
porque estaba
ocupado
tratando
de ser un niño.
¿Qué noticia
le da el suelo
a tus pies
cuando te detienes?
El otro día,
dije tu nombre
en medio
de mis piernas.
Mi mal
es volver
cada día,
por tu boca,
al país de las
maravillas.
Mi vida
es un espacio
en blanco;
en ella sólo cabe
el dorso de una hormiga
o el rostro miope
de mi hermano
diciéndome
adiós.
Después
de caminar
dieciséis kilómetros
en mi propio cuarto,
descubro
que sólo mide
dos metros de ancho,
por tres de largo.
Antes del incendio
la ciudad quedó a oscuras.
Pocos vieron
prender la llama entre las manos
del incendiario.
Mas no les cupo duda a los conversadores
en las salas del vino
de la intención que ardía ya
en su tacto.
Pero digo que hubo sitio
para los ojos
y para las manos.
Quiero decir que fue el lugar
del tacto
y la mirada.
POEMA SIGUIENTE
Que no piensen después
los visitantes
que allí se alzaron templos, se trazaron
avenidas, se dispusieron salas
para múltiples usos sospechados:
Era un paisaje tan desnudo.
Qué se hará entonces del espacio
trazado en el silencio. Qué
si el estruendo final de los aviones
abre grietas en el asfalto altísimo,
qué si la hélice levanta
un caos de sal para apretar los párpados.
Será súbdita o reina
en la región
a solas.
(Cuando parta el pirómano
hacia nuevos imperios de ceniza.)