Muere la tarde detrás de mi ventana

Suena y sus ruidos me hablan de Madrid.
Temo a la noche que ronda esquizofrénica,
Como un sereno loco que no me quiere abrir.
Los coches muy sumisos como perros de chapa,
Esperan a sus dueños dispuestos a vivir..
El camino de siempre, el recorrido idiota,
De la casa al trabajo…(Hoy me acuerdo de ti).

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En mi casa vivían magrebíes

En mi casa vivían magrebíes.
Se fueron sin pagar, dice el casero.
La portera me paró en el descansillo:
-qué bien que hayas venido, tú no sabes..
lo guarros que eran estos moros.
Vivían un montón y entraban y salían,
recogían muebles de la calle,
no sabes que trajín tenían..

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Y se sabe lo otro

lo que nunca se dice.
Que Dios tiene un amante,
que mi amante, varices.
Que Hussein es guapo.
Que el dolor es un chicle,
que se mastica a solas
(menta que pica y tiñe).
La Pitita Riduejo
se lió con la Virgen,
a cambio de un milagro
publicable y vendible.

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SIN TÍTULO

Sucede que mi boca es una herida
Los ojos de las monjas son medallas.
Mirando al mar de espaldas a la vida.
La espuma es una novia destrozada.

Sucede que es muy tarde para todo
Los niños saben cosas y se callan
Mirar el mar sin ti, me da tristeza.

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NO ERES LO QUE DICES

Lo que eres me distrae de lo que dices.
PEDRO SALINAS

Lo descubrí hace años en Ibiza: no eres
la que habla conmigo como las profesoras,
la que dice palabras como estratigrafía,
sobredimensionar y propósitos lúdicos,

sino la que recorre mis recovecos tibios
con una mano sabia y amable siempre húmeda,
la que impregna mi lengua con sus zumos secretos,
la que gime muy suave, la que grita muy fuerte.

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THE SANDPIPER

Hoy llueve todo el día y el termómetro
marca fuera dos grados sobre cero.
Seguramente vale
la pena que la humanidad,
recorriendo a través de los siglos,
las abominaciones
y los millones de años luz en el camino
que lleva a la calefacción central
pueda ofrecer a un estornino
posado en la ventana, justo encima
del radiador,
los dieciocho grados del confort.

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Adagio

No me acuerdo de las calles, de los primeros fuegos.
Tú me esperabas silencioso y azul como una ofrenda.
Tu mano me retenía tardes enteras,
con la claridad de los pájaros,
recorrías la monotonía de tejados y alamedas.

He reconocido con sorpresa y piedad
el frío sonámbulo de una tregua.

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Quién retiene al amor cuando se aleja

¡Quién retiene al amor cuando se aleja!

Tanto es mi amor, por todos mis amores,
que en el jardín de la existencia mía
a verlas marchitarse día a día
preferí siempre deshojar sus flores.

Cuanto más encendidos sus colores
mueran en su triunfante lozanía,
más triste que la muerte es la agonía
de un amor entre dudas y temores.

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Andante

La noche del eclipse de luna
bebías el cobrizo reflejo de la bruma en la marisma.

Mil incendios palpitan en la penumbra.
Penitencia oculta en una piel de lirio,
albero y negro de silencio.

Cabalgo al ritmo de mi temor,
ruido seco de tambores,
-el tiempo humilla con laureles-.

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Lento

Un bosque de cuchillos ciñe un traje de novia.
Es la patria del fuego y la ignominia
que habita en los suburbios calcáreos de la memoria.
Los pájaros siempre son una despedida,
silente y pálida,
como ciertos atardeceres en el mar.

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Vivo

Una luna de alfanje corta el valle de Morna.

La húmeda niebla envuelve
el asiento trasero del destino.

Una hoguera de almendros
esclarecía el desamor.
El viento se acerca,
como una presencia
infinita.

La carretera serpea en la distancia,
como los cuerpos olvidados que van a dar al mar.

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Calle con árboles

Caminamos a tientas,
el aire de la noche
empuja las palabras que nos cuesta decir,
las conduce de tu boca a la mía.

Tal vez el mismo aire que eleva las plegarias,
los temores legítimos,
esa llama atrapada todavía
en el estrecho círculo de la conciencia.

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El lugar de los hechos

Todo lo que ahora abarca la mirada,
la memoria, los momentos perdidos,
todo aquello
que ignoré de la vida,
que apenas reconozco, bajo su lentitud, en este hueco
que conforman mis manos.

Ese rumor que intuyo cuando escribo esta página,
este presentimiento, esta insistencia
que después me conduce, más allá de mí mismo,
hasta un lugar cercano
al de mi nacimiento, al de mi muerte.

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El pan y la sal

De una casa a otra se enviaban saludos,
las cintas de humo azul de los hogares
y, con las filtraciones de las primeras luces,
algunas nubes lentas.

Entre una casa y otra los silencios
eran ruidos de platos,
una flor esmaltada en unas tazas, el murmullo
de las copas de vidrio.

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El umbral

La claridad se agota
sobre los pavimentos.

Poco a poco se nos van las palabras,
se elevan por encima de la línea de sombras
que hay sobre nosotros.

La altura de la mano que sostiene una vela
es la altura del mundo.

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Entre nosotros

Añoro la ceguera que es un punto de luz.

Bebo de la memoria como otros
del agua de las fuentes, de los vasos
de la antigua liturgia.

Después de mucho tiempo
ahora vivo despacio, sin intimidaciones,
sin que pueda la noche ganarme en sutileza
ni la muerte en sigilo.

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Espacio

Escribo casi a oscuras,
en las habitaciones
pequeñas de la casa, donde difícilmente
podría caber un hombre.

Me obstino en la palabra que se dice al oído,
que empaña los cristales,
que humedece los bordes de la página.

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La habitación cerrada

No hay azar esta vez,
sólo fidelidad, sólo constancia
en un lugar que intuyo
entre lo conocido y lo desconocido.

Mientras crecen los gatos del crepúsculo
y el jardín se oscurece, me doy cuenta
de que estamos allí,
uno al lado del otro en la penumbra
de una habitación en la que todo
nos parece cercano: las paredes, los cuadros,
el silencioso círculo de la madera.

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Las bayas

Presiento tus palabras a través de los muros
de una habitación que será eterna.

Hay un país que crece
con la sustancia de los sueños
y una casa cerrada
en la que se acumulan los escombros
de una luz suficiente.

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Paisaje de invierno

Donde el agua se espesa, una palabra
que se queda en los labios es un hilo de nieve.

Donde la voz se pierde está el secreto
de las manos del frío,
de todas las pequeñas hojas cristalizadas.

Una estrella oscilante se detiene
para la intimidad de la vigilia.

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All the world will smile again

El que medita a la sombra de una torre,
o el que canta
en la cima de ese Everest moldeado de nieve,
puede ver cómo el mundo vuelve hacia atrás sus
ojos
y olvida sus cabellos caídos por la historia,
puede observar también cómo allá en lo
profundo
quedan lagos por descubrir, selvas
blanquísimas
y todo un reino de bondad nativa
que iguala ante la ley aves y hombres.

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Bellísima de estío

Nunca reclines un ángel oh bellísima de estío
hacia el violín sibarita
Hay que dejar caer la voz
para hacer pie sobre las amapolas.
Bien sé que una mejilla
es tan mortal como las pompas de jabón
Bien sé que los transeúntes
están hallando el área de las flores
Por eso te ruego ruiseñor
que te adhieras a la caída de la hoja
Alista tu materia prima para las talas de amor
Disfrázate de ciervo descalzo y sin autoridad
sobre el mar
y rescatarás su alma de las traidoras
golondrinas

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Blessing

La lengua es un sistema de signos que procede como el
juego de ajedrez
Saussure

La dejadez, la intemporalidad
subsiste como el humo,
inaugura conjuras de silencio
de fe sin ficciones
como vanas sombras de juventud.

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El 28 de julio de un año sin gloria

El 28 de julio de un año sin gloria
nací a la extrañeza,
y al bienestar de los rincones familiares,
discontinuo y sin sueño
como el que no espera visitas.
Nunca necesité afanes para diluirme,
ni testigos para la emancipación al menudeo;
sin transacciones ni pretextos
he rechazado el clima de esas horas inevitables
vana escoria de una imagen desenfocada.

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El soneto que fue a medias

Tu comba en puro croquis de sirena
late en el lirio del usted primero
y en catarata azul de marinero
regula la oración mensual de arena
Mujer elaborada en la verbena
a sol y sombra del paisaje al cero
—cauta sonrisa de papel soltero
que disciplina el labio y la cadena—
Tu banderín subasta y equivoca
el gato limpio que al fluir te invoca
en un alga nacida bailarina
Dime la situación de tu pañuelo
y en el esquí dormido de tu vuelo
abre el cilicio en ascensión de harina

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Elegía

Lo que hubo en ti de roca, sangre y sigilo,
fue del último viento estéril,
de la última nevada transitable, a los ojos
ya las banderas abatidas, solas.
¿Por qué nuevos caminos vas
acumulando noche, noche para siempre?
En qué colinas toma rumbo a los cielos
tu fluir de testigo delgado, actitud del alba?

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Habitantes de una naranja

Si observáis fijamente comprobaréis la
redondez de la tierra,
veréis una naranja por la que corren ríos,
gacelas, vientos frío y aureolas de héroe.
Pero veréis también cuerpos abandonados,
cumbres desconocidas para los hombres y las
aves,
besos de familia, afectos que una latente polilla
va carcomiendo todos los días un poco,
hasta dejar sólo su recuerdo.

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Homenaje a Enrique Gil

La luna el firmamento plateaba
pálida y bella la serena frente,
y el ruiseñor la orilla arrebataba
de aquella mar tan música y doliente.
E.G.

La luna se avecina
a solas con su huella
espía de los trigos
mártires hacia el alba
Alejaba la flauta
los durmientes fluviales
los durmientes sin brío
que anhelaron violetas
Se olvidaba la voz
a la sombra más lenta
y la almohada cedía
sus oros desvelados
Vierais delfines limpios
arribar a lo débil
y entristecerse el pie
vislumbre de las aves
Vierais el ruiseñor
centro de los verdores
nivelar su plumaje
sin eco sobre el mar

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Los degenerados morales

Los degenerados morales,
los incorruptibles de delicadas maneras,
los exquisitos de la usura,
exigen a veces muy poca luna para morir de
amor.
Esto es obvio.
Nadie lo reconoce con el plumaje de la
vanagloria
ni como proveedores de la real casa
ni como contribuyentes al erario público.

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Los poderosos

Los desengaños del Mundo
Cristela Lozano

Los poderosos centellean en su oro pálido,
las clases pudientes aman su dialéctica,
no su ignominia,
vituperan la edad de oro totémica
pero creen en su plenitud.
Como titanes que emergen del asfalto,
esbeltos testimonios de obcecación temporal,
no los salva el amor, sino el dinero,
de la tierra, del caos, de donde exhuman la
plata.

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Te encontraré

Te encontraré tal vez
en esa esquina del paraíso
o en el aire trivial de una playa nocturna
donde se ata la sombra
y se extenúa el infinito.
Plenitud en que se abisma la atracción
del violonchelo apenas oxidado
junto a una vida escorada a estribor
por no llorar con las manos crispadas.

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Albada

Despiértate. La cama está más fría
y las sábanas sucias en el suelo.
Por los montantes de la galería
llega el amanecer,
con su color de abrigo de entretiempo
y liga de mujer.

Despiértate pensando vagamente
que el portero de noche os ha llamado.

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