Tanto gentile

Tanto es gentil el porte de mi amada,
tanto digna de amor cuando saluda,
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada.

Rauda se aleja oyéndose ensalzada
-humildad que la viste y que la escuda-,
y es a la tierra cual celeste ayuda
en humano prodigio transformada.

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Tutti li miei penser

Sabe sólo de Amor mi pensamiento;
por él y en él lo tengo tan cambiante:
de Amor la potestad lo lleva amante,
o a loco razonar, su valimiento.

Me infunde en la esperanza dulce aliento,
o acerbo lloro en onda desbordante;
tan sólo se unifica si tremante
mi alma de pavor se ve un momento.

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Vede perfettamente

Bien sabe a cuál saluda y reverencia
el que vea entre damas a la mía;
todas ellas hacerle compañía
tienen de Dios como gentil clemencia.

De su beldad es tánta la excelencia
que envidias no despierta ni falsía:
bien antes, galanura y ufanía
-dones de Amor- afinca su presencia.

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Ciego en plaza de toros

A la memoria de Alberto Acuña E.

Un paso adelante, y puede morir el hombre;
un paso atrás y puede morir el arte.
José Alameda

Porque la tarde apenas nacía
en el reflejo de tus lentes oscuros,
la barbilla reposada en las manos
y las manos aferradas al báculo.

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Dudas del astronauta

todo regreso es imán
de la posición de equilibrio.
José Carlos Becerra

Desde el balcón del universo
el astronauta acaricia en la pantalla su virtual Oklahoma.
¿Qué hace un vaquero en la exosfera
exhibiendo sus debilidades y virtudes
por circuito cerrado en Cabo Cañaveral?

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El regreso de Robinson Crusoe

Para Jorge Esquinca

En un archipiélago del océano pacífico
existen paquetes turísticos con tu nombre,
paraíso para jugar al golf o al tenis,
para iniciar a los recién casados:
villas Dafoe, comedor Viernes, curiosidades Crusoe.
Ahora sólo eres más viejo, Robinson,
no tienes que enseñar hablar a nadie;
todos hablan por ti aunque no se entiendan.

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Fiumiccino

(1974)

Sobrentendido es no hablar de aquel diciembre,
mencionar siquiera el tintineo de los cubiertos
y los cuentos para niños hartos en el avión.
Nadie puede olvidar en un trazo de crayola,
por colorido que sea, a quienes sirvieron el ambigú
ignorantes de que sería su última cena.

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Geografía familiar

La familia sólo coincide en bodas o entierros,
los parientes se reparten estrechos abrazos,
retoman una conversación nunca concluida:
las mismas preguntas, las mismas respuestas;
como si el domingo hubieran compartido la mesa
o el miércoles se prestaran el hilo dental.

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Humo sobre Belgrado

(marzo, 1999)

Para Vladimir Arsenijevic

En espera de una señal,
un chasquido de nuez
bajo el peso de un tacón.
Dicen que no volveremos
a estar tendidos sobre la hierba
del parque Kalemegdan;
que no se escuchará ladrar a los perros
en la calle Todorovica
y nadie contestará al teléfono
en el departamento del quinto piso.

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Las trasterradas

Regresamos a la tierra nunca propia
huella de patria imaginaria. Llevamos
por dentro la casa, el árbol y el sueño.

En una pared rentada
mi hermana retiene una fotografía:
fragmentos mediterráneos.

Hablamos el idioma donde no existe
posesión de las circunstancias.

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Mar de Irlanda

Para Mauro Bozeto
y Marino Zeppa

Las piernas sostenían el galope de animal
luchando contra el aire:
corre, corre, muchacha.
Tanto mar para una isla,
laderas por recorrer,
tanto cielo sobre la bruma.
Desde Dun Laoghaire
se escucha ese golpe de agua
y se desborda el índigo en las landas
de la península de Dingle:
corre, corre, muchacha.

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Miami flamingo

El sol que baña la costa Florida
no es el mismo que engarza en el sueño del niño.
Flamingo de yeso y plástico, flamígera Habana Chica.
¿Se puede ser hipócrita a los seis años?
La ilusión va en portalápices,
en la bolsa sin fondo de mi madre,
en las cachuchas beisboleras de los viejos
Y en las chancletas de pasos perfumados.

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Nieve en la terraza

Dicen que conocí la nieve en una terraza,
pero jamás la he tocado,
su blandura o su dureza desconozco.
En cambio recuerdo esa terraza
por un pino enorme en una maceta,
por mis padres bailando Lady day en voz de Sinatra,
por la felicidad que ofrecía mirar hacia todos lados.

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Palabras para un día de campo

Para Coral Bracho

No conocimos la experiencia de un mantel
a cuadros sobre la hierba, no presenciamos
la huida de un sombrero de paja con el viento.
Quizás segar el campo hubiera sido útil
como importante es para las mujeres
lavar la ropa juntas, contarse anécdotas
que jamás sucedieron.

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Pietralunga

Para María Volpi

Regresaste, María, a la tierra cansada
que aún engendra la semilla de anís:
Pietralunga del terco dialecto.

Las mujeres manchan sus dedos en el aroma
de las almendras, detienen la vista
ante la colina preciada por su reserva de caza.

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Plátanos en el Main

Era otoño en Francfort
y la primera visión del río fue un cuerpo
ahogado en su sed.
Juraste que los árboles aledaños al Main
se llamaban plátanos y eran sus hojas
las que se arremolinaban en ese cuerpo.
Y a espaldas de esa premonición
recorrimos los adoquines del Römer
insensibles a las nubes estampadas
en los ojos del muerto.

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Señora Lexotán

Qué son seis miligramos
tres veces al día si con ello
se pueden anestesiar los sentimientos,
si controla la ansiedad del todo.
No ríes, no lloras, no percibes
ni el principio ni el fin del mundo.
Basta con abrir la boca:
el ama de casa no es indecisa
ante la gama del supermercado;
los adúlteros no discuten
la orfandad en el tálamo;
nada agrede al taxista
sólo el alto que obliga el rojo.

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Cuando muchacho

Cuando muchacho
me detenía a soñar
en el cuarto más oscuro de la casa
desde donde, los ruidos cotidianos,
se oían casi como una llovizna.
Ellos eran los únicos reales.
Yo lo sabía, pero igual soñaba.

Todos aspiramos a una porción de humo,
a un trozo de piel en donde guarecernos.

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Destino

Quien anda de viaje se lleva todo lo
que tiene, también la fiebre.
Bartolo Cattafi

Un tren que sale siempre va a alguna parte
un hombre que sale no siempre va a alguna parte
aunque viaje en el mismo tren;
un hombre que sale se lleva todo a cuestas
se lleva todo lo que tiene:

(también sus ganas de quedarse)

(también sus ganas de no ir a ninguna parte).

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El pecado

Todos hemos de pagar,
los que aman y los que no,
los que muestran la frente
y los que se ocultan del sol,
los protegidos,
los desposeídos,
los vividores,
los suicidas…
Todos hemos de pagar:

nuestro pecado original
ha sido
hundir las manos en el infinito
y hacerle un tajo desesperado
a la luz del día.

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Las dos vidas

Si a un cierto punto me miras te miro
(nada extraño entre dos que comparten
el pan y la rutina)

si de pronto mirándote
recuerdo a la rubia del tren
(se perdió en la marea y el reloj)
(¿la perdí?):

no me descubras, déjame la libertad de los sentidos
(el que recuerda vive dos vidas).

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Saludo al amigo

A Roberto Santoro

No es que a veces me olvide,
sólo que hoy te recuerdo más,
y no resisto a la vieja costumbre de saludarte;
decirte por ejemplo que aquí estoy,
con mis castillos de arena intactos
(cuando sopla fuerte el viento, uno sopla más);
con dos hijos que crecen como el abrazo
que guardo en el pecho desde aquel día;
que nadie ha borrado tu nombre
y sigue habiendo una silla
con las formas de tu cuerpo y tu calor.

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Sucede, de noche

Sombra que exhala el alcohol de la noche

la carne celebra en los rincones

Mi cuarto es una prisión

La casa de enfrente no existe
el árbol gigante la acuna

Se llena de hojas mi cuerpo
hasta que la luz salpique sobre el alba

Un cuerpo desnudo flota sin destino
su carne, toda dispersión y sueño

Sólo un susurro la noche.

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DISCIPLINA

Los trabajos comienzan al alba. Pero nosotros comenzamos
un poco antes del alba a encontrarnos a nosotros mismos
en la gente que va por la calle. Cada uno recuerda
que está solo y tiene sueño, descubriendo los raros
transeúntes – cada cual fantaseando a solas,
porque sabe que al alba abrirá bien los ojos.

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CREACIÓN

Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.
Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora.
Mis compañeros duermen todos. La clara jornada
se me revela más limpia que los rostros aletargados.

A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo
o a gozar la mañana.

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