Yo no tengo que mirar ese pájaro
para que siga ahí
dándome belleza
Sólo necesito observarlo
en el recuerdo
Y la rama tampoco necesita estar
si se estremece
Me basta cerrar los ojos
para que tiemble
para que la roce con el monte el suspiro
Yo no tengo que mirar ese pájaro
para que siga ahí
dándome belleza
Sólo necesito observarlo
en el recuerdo
Y la rama tampoco necesita estar
si se estremece
Me basta cerrar los ojos
para que tiemble
para que la roce con el monte el suspiro
De cuidar su hundido en la hamaca,
el tizne, el carbón de mi tía
Los ojos picados de culebra
de mi hermano Alcides
Tenso en el patio
cuando suena la iglesia
La llave en el balcón
como un cuchillo
Si hay chirrido de puerta
trago saliva para no decir tu nombre.
Los encandilados que fuimos
Nadas,
sin volver del patio
Sin la sombra
sobre la cara, la sequedad
Agarrados a los techos,
distintos
y no así, pálidos,
sin aparecer, tocados de ceniza
Como la montaña,
el nubarrón en el techo
La lluvia vieja
Toda la casa en el cerro
con su agua subida, su leche
Nosotros, su animal,
lamiéndola
Un tiempo feo, después de insolación o cansancio:
Levantarse tirado afuera por el temporal,
esa música de cuerdas, el ventarrón
que trae la montaña hasta la puerta,
toda mi familia en los relámpagos.
Nunca se acabó este ruido,
ni el de los muertos barriendo sobre mí, buscando en los baúles
donde el sol no toca fondo.
Ya son las doce mi exasperada
Hay una pequeña desgracia allá afuera
entre nosotros y el fin
Repite la sílaba única
la que ensombrece lo que siempre fue purpúreo
El alma
en el mundo quema
es desierto
Y no hay más boca para su sed
Este Hombre es el mismo que conocen los siglos.
Vencedor o vencido, filósofo o esclavo,
justo o impenitente, conforme o vengativo.
Este hombre es el mismo
que ha tirado el guijarro o ha aromado la venda,
que ha escondido el puñal o ha cortado la rosa,
que ha erigido el patíbulo o ha apagado la hoguera.
En mi aldea
cuando niño
nunca creí en otra aldea,
nunca soñé en otra tierra.
Recortaba sus crepúsculos
y apacentaba sus nieblas.
Cristales me daba el río,
pájaros me dio la huerta.
Soy montañés y lo digo
porque montañés me siento.
Madre: mirando uno el mar
de cerca se sueña lejos.
Parece que el agua tiene
la luz de todos los puertos.
Y en cada puerto hay un barco
que nos lleva a mares nuevos.
Vamos a entrar ahora en el bosque
donde ya han esperado tanto tiempo los pájaros
tu presencia y la mía.
Vamos a oír las voces
del viento que en los árboles
se hermanan con el canto de los pájaros.
Siempre al caer de la tarde.
Yo, solitario en la sombra,
mirando el final del valle.
Oyendo la voz del río
que jamás cambia de cauce.
Yo, solitario en la sombra,
sintiéndome otra vez niño,
volviendo a ser el de antes.
Esa ignorante mujer
cuyo estudio no ha pasado
de ratos
lame la sal de la ausencia
y te extraña
y agita su celo de perra
en la calma espera tanta.
Corta las venas
la aguda canción de las estrellas heladas.
Pero entonces
si la belleza del saber se esconde
y tenues flotamos en el éter
de quimeras astronómicas surcado
¿a qué buscar en tantos libros
la errada vanidad mundana?
Todo sabremos del espacio
sensorium de Dios y su medida
Algo más sabremos de ciertas pasiones
Todo quizás de los vientos
de los climas
Menos lo indecible
tan ansiado
¡Señor ten piedad!
Para un solo instante
es mucha la turbulencia.
Es húmeda la espalda del jardinero
al final del día
y hasta mí se desliza su cansancio
que me enternece
y pierde.
Hasta aquí llega
ardiente y fresca
la sombra de su cuerpo
y como alfombra de eucaliptos
me descansa.
Los mangos en el plato
como en desmesurado desierto
no se asoman al tiempo.
No abren sus fisuras de luz
ni vibra
la cerrazón de su carne,
carne compacta que transcurre para nada,
carne de monja.
De todas las que soy
poco prefiero
la abeja industriosa en su trajín,
o la cigarra aplastada en el verano,
tampoco aquella cebra distraída en las alturas
que tan diversas de mí
siempre andan.
De todas una sola me acongoja:
la salvaje
atravesando el lodo,
la extraviada oveja
la alocada y perdida de ti.
He de alcanzar
Señor mío
prometo
la abnegación total
la obediencia irrestricta
la perfecta docilidad
la mortificación a toda costa
la castidad incorrupta
la soledad contenta
la paciencia con los locos
la pobreza entre los pobres
la perpetua clausura
el mayor desposeimiento
el olvido de la carne
y sobre todo
y para siempre
acallar
las injustificadas palabras
y así
el perfecto silencio.
Se hace el almíbar como siempre
y así que esté pronto
desde lo alto se le añade
con displicencia
una flor de mantequilla
y ya en su punto se le chan huevos con clara y todo todo
bien batido
y hervir fuerte
y en lluvia fina rociarle pasas
cacahuetes
y poner sobre mamón con sus fragancias
y al aire un tantito se refresca
y así se ve an la mesa tan alegre
que siempre es un pecado el primer mordisco
y se come en paz viendo a lo lejos
con una jarra de agua de azahar
y una astillita de canela
¿Cuántas veces has pecado?
¿Qué partes de ti has palpado
en medio de la noche?
¿Has sentido delectación al introducirte los dedos?
Oh, india libidinosa,
¿Has mirado con espejo invertido
tus partes vegonzosas?
¿Te has olido el sudor de los calzones
la sangre hedionda de tus menstruaciones?
a cuántos metros del bosque
de las aceras y formas de estrella
el sueño ha llevado su arco
la tapia y sus colores
la red del transcurrir
el diminuto acero del recuerdo
Cazador
este reposo que tanto necesitas
este rigor
la carne almibarada
el olor del deseo descansa sobre este aire florecido
Cazador
este encuentro no habla ni da cuenta de la pasión que conmina
da cuenta de tantas debilidades y desazones
este sentarse cimbreando los deseos
las rodillas que se juntan y se frotan por tu nombre
Cazador
entiendo el desespero
entiendo la sorpresa
los nuevos linderos
la amenaza
J) De cómo una dama consciente
entrega sus riquezas y joyas a quien
recorre los campos de guerra
empuñando la aniquilación.
Señor de la Muralla
portadora
alta sobre toda cabeza
imploro un poco de tu fértil riego
Mira este rostro de ágata
promesa de sabias noches
la tolerancia de mis suaves pies
Recíbeme
dame la fuerza
la metamorfosis y la destrucción
Alójame
Hazme engendro de toda noche
Cuervo o ciervo de laderas
Soy cántico de antepasados
un nuevo hechizo
fragmento del cuarzo de los relojes
la de los signos y vientos favorables
el astrolabio
Fela fela
es tu orden
simple promesa del tiempo
O) Se cuenta cómo después de bodas
y celebraciones, la cumplida esposa,
nunca olvidada por el Señor, da el
paso de rigor.
un lugar así no te detiene
temblando
pero ha venido esa excitación a tu carne
y la necesidad
de cerrar los ojos
para recordar
cerrarse
para no ver
los cuerpos que se abrazan en sus besos
sabes del ritmo de tu apetencia:
la dura contracción de tu vacío
pero tu instante es breve
pueden asaltarte
una voz se acerca con la mano extendida
la multitud no se apacigua por tu deseo
si tuvieras un rosario
pulirías una de sus cuentas
así lo llevas adentro
es blanco el tejido que te venden
de barato precio
y con prisa
en tus restos de aire
el plomo
insigne la violencia de los pájaros
y un golpe que a tu hombro recuerda
multitud de multitudes
sólo una gota cae
espesa
duelen las membranas
¿detenerte?
un instante en la palma de mi mano
cada punta de mis dedos ungida por tu deseo
el collar de esclava cae
tiembla esa nube roja
el desierto se detiene
Es por ti
haz algo más todavía
abre la tierra casa vieja
abre la tierra y dinos
si tú amas
si al menos tú amas.
Guillevic (Ejecutorias)
no deberías ahogarte Así tantas veces
en tu propia agua de carne
Todo tan extraño
débil
no debería haberte dejado trabajar por la rabia
por la incapacidad
ahora no me ves
con ese hueso adelantado de tu cara
no me Con el otro lado hacia atrás
qué haremos qué se hará
que no te oigo los ojos entonces que no pienso en ti
por ese pájaro perro
a sobrevolarte de noche
quizá no viniera
si este él nos hubiera amado
nos quedamos
para que no te mueras
para que no sepan que nos fuimos:
esas cabezas rodando por el suelo
esas quijadas babosas como bocas de animales sonreídos
de tu casa
donde la carne
como bulbo irregular
como salido de tierra
para que no te mueras
de muerte o de miedo que te dan las cabezas con sonido
Más vale enterrarla
para no verla viéndonos de esa manera
tan ojerosa
tan bruta
dime si te duele
y aqui
y aquí
y aquí
yo que tengo tan alto y bajo concepto de los cuerpos
BOCA-ABAJO:
si te quedas así
si algo te pasa
Será el rencor
SERÁ EL RENCOR
no hay nada más que ver
más allá de tú y yo Boca Abajo
nada digno de ver
no hay lugar mejor
Si te duele
aquí cuando vivir
se ha vuelto de repente
una gran horrenda abierta
repulsiva
vulgar
yo que tengo tan altos
y bajos
conceptos
mamá se fue
tarda muchos años debajo de su puerta
saliendo agua roja
papá la maldice
antes de irse mamá ya no hablaba
no abría los ojos
después cerró la puerta de su cuarto
y no quiso volver
detrás de la puerta nos llama a veces
y nos grita un cuento de una casa de dulce que se come
y llora largamente
y se ríe
y se oyen cosas que se quiebran
y mamá habla por ratos ronco como un hombre
como una noche lejos
y da golpes
y la oímos rasparse
en las paredes
y sale un río de mamá por debajo de la puerta
un río rojizo y triste que no se mueve
cae
agarrarlo por los hombros tirarlo tronco y cabeza devolverlo hacia
abajo con los brazos adelante boca arriba arrodillado de es-
paldas empujarlo por los tobillos hundirle la columna acostado
frente a mí con las piernas abiertas sostenidas en mi cadera
saltarle los muslos desde las rodillas boca abajo pasarle
los brazos bajo el pecho rodarlo como barriendo
el piso
VINO TRISTE que lo supo todo
tanto deseo de muerte que le deseé
Respira poco rápido
malamente
y sonríe
como una disculpa
de hacerse así
y qué voy a hacer con este triste
Yo que me sentí algo muy grande
antes de verlo llorar dormido
al cuidado de una madre que era pura gesticulación
Sufrir
por unas cabecitas muertas
que nunca nos moríamos
pidiendo siempre consuelo
y puro comer nosotros
siempre comida sola ropa sola sol solo
porque ella no alimentaba
ni era luz
sino puro pedir ayuda
puro gritar con los ojos
puro pedir más agua
puro pedir más sombra
puro su herida
su rojo adentro
su Señalarse
Cuando haya muerto
uno va
y le abre la mandíbula
y le mete la boca dentro de la boca
y le dice
Habla
Dime mi mujer
Cuando esté acostado
uno va y se le monta en horqueta
sobre las últimas piernas
y le dice
Entra
Hazme mi mujer
Entonces uno le grita mi amor adentro
Entonces uno se agacha delante de él
le muerde la última mano
y le desea la muerte
A Nayla Chehade
Auscultando la respiración o tomando el pulso a un
enfermo,
aplicando el oído, ante los campos de concentración de esos
cuerpos racionados de la miseria,
a las palpitaciones de pies, de troncos y de sexos
del inmenso y reprimido campo de acción
de ciertos microbios terribles
que son
otros tantos cuerpos humanos.
10
procreo
en lugar seguro
segrego
el líquido adecuado
espero
las larvas
entre los cartílagos
de los toros tibios
deposito sus tendones
en la boca de mi hija
todos los mediodías
digieres
vértebra y vena
y te ríes
me quieres sólo a mí
porque te gusta este olor
y esta temperatura
que conservo en cada ciclo
como debe ser
te miro
el esófago largo
dirigiendo
la instancia
y te ríes
me halas el pelo
y los huesos de la cara
buscando los alvéolos
del fluido medular
renuevo
la quietud
del fémur
en las cavidades tibias
prosigo
en los cartílagos
el rito de la extracción
emerjo
fehaciente
y espero
el mediodía sonoro visceral
11
conozco
el tiempo de cocción de las legumbres
las verrugas de las ratas
la importancia de ser la hembra
lo tácito de la procreación
me detengo
en el genital y el alimento
cada día
y recibo de ellos una vida
y una muerte
renovables
y voy desarrollando
un acercamiento
de maxilar de culebra
y voy desarrollando
un sabor sicópata
en la lengua
mientras juego con la basura
y los excrementos
de mi hija
a ella le enseño
la propiedad afectiva
de los dementes
y los mamíferos diarios
muertos en la cocina
ella me abre las piernas
desde el piso
trata de ascender
y no la dejo que ahí no hay nada
se cerró la puerta
se acabó la casa
ella quiere devolverse
por las tardes
se me para entre los pies
calva y caliente y no entiende
que la aparto
que esa puerta se acabó
que no se puede
entrar ya ni salir
ni decidirla
que ya basta de quirófano y cabeza
por las tardes amorosas y sangrientas
y ella tiene miedo
y quiere hundirse
en el útero de nuevo
en la noche y la comida
en su cuarto pegajoso
entre mis piernas
y no la dejo que ahí no hay nada
se cerró la tarde para la cabeza
no hay sangre
ni cuchillo que la conduzca
ni boca de perro que la defienda
4
usted nunca ha parido
no conoce
el filo de los machetes
no ha sentido
las culebras de río
nunca ha bailado
en un charco de sangre querida
doctor
no meta la mano tan adentro
que ahí tengo los machetes
que tengo una niña dormida
y usted nunca ha pasado
una noche en la culebra
usted no conoce el río
5
sala de parto
MOSAICOS RESES CUCHILLOS
cocina que desuella sin anestesia porque su dueño se lava con
ella el órgano tibio por si acaso cauteriza su conducto lácteo se
ríe cerebral enjuaga sus nervios sensitivos duerme
lejos
de los colchones plásticos
amnióticos
sangrientos
de la hilera
panza bonete libro cuajar rajar sacar
el relleno
ordenar los mosaicos
cose
9
mamá es un animal negro
manso
extenso
huele
a aguas estancadas
cría
batracios dulces
en las encías
no come
no duerme
no ríe
es un espacio oscuro
que recorro con la lengua
y me sabe a semen
a sangre
a agua de renacuajo
mamá es un animal quieto
amarrado
hinchado
habitual
muerto
A veces la vida viene como la carta más baja
rozamos con otros transeúntes
la suciedad en las aceras
habitamos los árboles, los pájaros
pedimos el pan como los pobres.
A veces
la vida viene como la vileza.
En todas las casas
siempre habitará un poeta
con una hermana (que no es poeta)
que le dirá
que escriba una biografía
sobre su familia.
En todas las casas
habitará una poeta
-loca además-
como aquellas que sostienen
a duras penas
sus propias biografías desdeñables:
Ellas avizoran pasados autistas
mujeres que dicen palabras soeces
dan tumbos a medianoche.
¡Yo soy el Negro Lorenzo!
Negro del Tuy, negro negro.
Noche con alma. Tambor
dormido bajo mi pecho.
Dormido bajo mi pecho
tengo un dolor de candelas,
corazón rojo por dentro,
corazón negro por fuera.
Corazón negro por fuera,
corazón sombra del blanco,
si tengo rebelde el pelo
tengo rebeldes las manos.
Si han muerto entre centellas fementidas
inmolados por cráteres de acero,
ahogados por un río de caballos,
aplastados por saurios maquinales,
degollados por lámiras de forja,
triturados por hélices conscientes,
quemados por un fuego dirigido,
¿enterrar y callar?
Hallazgo de la piedra:
la piedra es el rescate de formas y volúmenes
que fueron soterrados por el talón del viento.
Paráfrasis del lirio:
el lirio es el desquite de yerbales y frondas
que extinguieron sus verdes en el barro del lirio.
III
Tú, poesía,
sombra más misteriosa
que la raíz oscura de los añosos árboles,
más del aire escondida
que las venas secretas de los profundos minerales,
lucero más recóndito
que la brasa enclaustrada en los arcones de la tierra.
Cuando de mí no quede sino un árbol,
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de ti no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado ya con mil brisas distintas
el aliento del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombres
sean sonidos sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa.
Ya no te acercas como antaño, cuando el azulejo
ahuyentaba la muerte de las ramas del sauce
y en silencio las vegas del río nos guardaban
de la noche despoblada y el espanto.
Tu hermosura aparece cada vez más breve
y tus voces no se oyen por el verde de los montes.
Has cambiado de apariencia tantas veces
que sólo te reconozco entre las sombras,
cuando regresan del norte las lechuzas
y el sapo extiende sus redes bajo el agua.
Hace treinta años tu perfil deslumbrante
se insinuó en la corteza del sauce
y en la llama desprendida de la acacia,
me consolaba tu recuerdo, la esperanza de tus besos.
Es mil novecientos sesenta y nueve, y caminas
por la avenida Bolívar de Valencia
con un libro de poemas en el bolsillo. Las aceras
angostas y los cedros ajenos
a la blanca voracidad del acero.
El viento del este sacudía, por ultima vez, las ramas
de estos árboles.
Caminas entre nubes de vapor
por una calle que desconoces.
El silencio es oscuro en esta ciudad.
Sus voces te confunden,
mientras el viento llega
a tu cara con el silbido
plateado de una hoja. La noche
ya no es un ángel con amplios
patios y ventanas, sino
el lomo delgado de un tronco
que cruzan tus miedos y ansiedades.
Pedro Salinas – Pablo Mora
Mientras haya
en el mundo alguna puerta,
una gota en el alambre
o una lágrima en la estrella.
Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.
limpiar el poder cuando corrompa
vigilar mientras todos duermen
unir lo posible con lo imposible
mantener abierta la palabra
sacar la flor de las cenizas
llevar el infinito a cuestas
salirle al paso a la mirada
alentar todas las formas
alumbrar la maravilla
encender relámpagos
asombrar al tiempo
descubrir el secreto
sentir las sombras
fundar los sueños
salvar al hombre
amar al viento
decir verdad
seguir puntualmente al sol
sentarse en el lugar del hambre
acordarse del viaje hacia la sombra
dar tiempo al camino a que regrese
despertar a latigazos el silencio
mantenerse como un latido
llevar a peso las palabras
reinar sobre la muerte
revivir cada día
salvarse juntos
festejar la vida
cambiar la vida
transformar la vida
asolear la eternidad
hacer más vivo el vivir
llegar vivos a la muerte
hacer buena la palabra
hacerla arado paz combate
furente empuñada inextinguible
dar con la antigua huella de la paz
con los nuevos caminos de la aurora
salvaguardar al hombre que florece
la trocha que nos lleve al alumbraje
Je est un autre.
Rimbaud
Je suis l´autre.
Nerval
FUEGO QUE PASAS Fuego amigo Fuego
En el bosque que sólo tú conoces
llama que corre salta y se desliza
Testigo de la noche primigenia
sé vuelo de latidos y esperanzas
el encaje del mar juvenecido
la lujuria del alba descubierta
la pena capital de la belleza
La centuria crispada de milagros
el puma americano a la intemperie
el grito salpicando en la garganta
nunca jamás la lumbre acuartelada
Oh Padre Padre Nuestro Sideral
A los pies de la muerte y la derrota
funda la sinrazón mientras fulgures
mantén en alto la locura en cierne
desnudo solitario insomne en vela
velando a pensamientos desatados
TAYTALLAY TAYTA ríe a carcajadas
Gran Almirante Padre Cenital
Échate bien al hombro tu carcaj
Oh Padre Padre Nuestro Sé puntual
Pide tu asombro en busca de un instante
Pide tu voz en alta llamarada
Pide tus sienes en pasión de espera
Pide tu aliento en tempestad de gloria
Pide a los hombres su inmortal batalla
el milagro que falta para el rayo
en guerra de la muerte Pide todo
el corazón del mar para la paz
Pide tu luz en aras de la tarde
para implorar la vocación al viento
para entonarle el aldabón al sueño
Pide en verdad las manos de la aurora
para anunciar la paz a los humanos
más airados que nunca por la guerra
SAL LUCERO DEL ALBA sal y mira
Fulge tranquilo en cada bosque en celo
Fabrícale sonrisas a la lágrima
Al azul una escuela vespertina
Lanza al viento un tropel de papagayos
Alza en tus manos la fugaz dulzura
Enciende tú la paz sobre la celda
La gota roja en la espesura apaga
En luceros transforma la centella
Escucha de cuclillas a la rosa
Sacúdele la pena a la atarraya
Confiésale a la piedra tus secretos
Celebra el cumpleaños a los árboles
Alarga el día al callejón sombrío
Enarbola tu canto en cada aldea
Al herbaje desteje sus clinejas
Al agua los rastrojos y botellas
no te olvides de darles de beber
LA SEMILLA DEL HOMBRE germinando
La oscuridad del hambre en emboscada
Los suspiros indígenas gargantas
pececillos aullando en la creciente
crujientes vendavales milenarios
los pliegues de los siglos cabizbajos
Por obra y gracia del insomnio el hombre
el hombre rayo que arde en la tormenta
alarido crispado en huracán
por fin él ocupándose del hombre
el hombre simplemente el hombre a solas
en paz consigo con su pena al hombro
Al descubierto hermano universal
guarango chontaduro cañahuate
chaguaramo apamate guayacán
samán araguaney o flamboyán
universal ceniza en singladura
en pulpa en hueso en lluvia en soledad
Los pájaros los árboles el hombre
el hombre a punta de hombre y tempestad
semilla germinal a la intemperie
andando andando andando andando andando
SER TRIGO pan espiga sueño niño
Hundirse hurgarse ser sentirse serse
Asombrarse del silencio de la rama
y más del silencio de la hoja
que apenas si nos oye
Creernos indispensables todavía
para el terrazgo que nos queda
Maravillarnos del discurso del agua
Acabar con la guerra que nos cruza
la noche que nos cruza
el hambre que nos cruza
Asomarnos al canto de los árboles
Escuchar el aplauso de los pájaros
cuando revienta en diapasón el día
a pesar del estruendo de las hambres
o al fondo más lejano de los vasos
Cósmico Movimiento Imagen Móvil
Orden de Sucesiones Devenir
Trashumancia Invención Solemnidad
Cuerpo de luz asombro al descubierto
Dinos del viento y su camino largo
Dinos del Sol y su trajín sagrado
Dinos del hombre y su tristumbre amarga
Dinos del niño y su cocuyo insomne
De la noche gastada diluvial
De la antigua memoria de las aguas
Dinos del mar y de las islas claras
Claridad hechizada sorprendida
Fuego que pasas soledad en fuego
El Lucero del Alba nos alumbra
A los pies del asombro y la derrota
Desnudo solitario insomne en vela
Velando a pensamientos desatados
Un cielo abierto un solitario insomne
Una raza que canta en la tormenta
Hay peces que navegan en el aire
En las extrañas islas de la noche
A la orilla más pura de la calma
FUEGO QUE PASAS Fuego amigo Fuego
En el bosque que sólo tú conoces
llama que corre salta y se desliza
Testigo de la noche primigenia
sé vuelo de latidos y esperanzas
el encaje del mar juvenecido
la lujuria del alba descubierta
la pena capital de la belleza
La centuria crispada de milagros
el puma americano a la intemperie
el grito salpicando en la garganta
nunca jamás la lumbre acuartelada
Oh Padre Padre Nuestro Sideral
A los pies de la muerte y la derrota
funda la sinrazón mientras fulgures
mantén en alto la locura en cierne
desnudo solitario insomne en vela
velando a pensamientos desatados
TAYTALLAY TAYTA ríe a carcajadas
Gran Almirante Padre Cenital
Échate bien al hombro tu carcaj
Oh Padre Padre Nuestro Sé puntual
Pide tu asombro en busca de un instante
Pide tu voz en alta llamarada
Pide tus sienes en pasión de espera
Pide tu aliento en tempestad de gloria
Pide a los hombres su inmortal batalla
el milagro que falta para el rayo
en guerra de la muerte Pide todo
el corazón del mar para la paz
Pide tu luz en aras de la tarde
para implorar la vocación al viento
para entonarle el aldabón al sueño
Pide en verdad las manos de la aurora
para anunciar la paz a los humanos
más airados que nunca por la guerra
SAL LUCERO DEL ALBA sal y mira
Fulge tranquilo en cada bosque en celo
Fabrícale sonrisas a la lágrima
Al azul una escuela vespertina
Lanza al viento un tropel de papagayos
Alza en tus manos la fugaz dulzura
Enciende tú la paz sobre la celda
La gota roja en la espesura apaga
En luceros transforma la centella
Escucha de cuclillas a la rosa
Sacúdele la pena a la atarraya
Confiésale a la piedra tus secretos
Celebra el cumpleaños a los árboles
Alarga el día al callejón sombrío
Enarbola tu canto en cada aldea
Al herbaje desteje sus clinejas
Al agua los rastrojos y botellas
no te olvides de darles de beber
LA SEMILLA DEL HOMBRE germinando
La oscuridad del hambre en emboscada
Los suspiros indígenas gargantas
pececillos aullando en la creciente
crujientes vendavales milenarios
los pliegues de los siglos cabizbajos
Por obra y gracia del insomnio el hombre
el hombre rayo que arde en la tormenta
alarido crispado en huracán
por fin él ocupándose del hombre
el hombre simplemente el hombre a solas
en paz consigo con su pena al hombro
Al descubierto hermano universal
guarango chontaduro cañahuate
chaguaramo apamate guayacán
samán araguaney o flamboyán
universal ceniza en singladura
en pulpa en hueso en lluvia en soledad
Los pájaros los árboles el hombre
el hombre a punta de hombre y tempestad
semilla germinal a la intemperie
andando andando andando andando andando
SER TRIGO pan espiga sueño niño
Hundirse hurgarse ser sentirse serse
Asombrarse del silencio de la rama
y más del silencio de la hoja
que apenas si nos oye
Creernos indispensables todavía
para el terrazgo que nos queda
Maravillarnos del discurso del agua
Acabar con la guerra que nos cruza
la noche que nos cruza
el hambre que nos cruza
Asomarnos al canto de los árboles
Escuchar el aplauso de los pájaros
cuando revienta en diapasón el día
a pesar del estruendo de las hambres
El luto humano anuncia grandes cementerios bajo la Luna. O bajo los soles de arena y viento, donde los seres de este mundo asistimos a un nuevo Apocalipsis.
Sombrío señorío sobre la vida y la ilusoria paz, el exterminio de todo lo que suspira y palpita, en soledad, en multitud, por mar, aire y polvo, en cita atroz.
Empezamos midiendo con la mano
el patio, el cielo de la antigua escuela;
ahora solamente sopesamos
el llanto de la muerte en pie de guerra.
Cuando niños jugamos al castillo,
los sueños se mecían en las sienes,
diciembre lumbre en colosal niñura,
algo mejor para el mañana ignoto.
I
Manuel Felipe, hermano de la harina,
permanente juglar de nuestra aldea,
testigo fiel de toda la odisea
de esta sufrida tierra campesina.
Manuel Felipe, acaso la neblina
tu dulce amante solamente sea
tenue sombra que apenas señorea
en este valle de tristeza andina.
Errabundos, soñamos con la Paz. Mientras la creación entera gime y siente dolores de parto. Mientras el Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables. Confiamos en la esperanza desconocida. A pesar del invasor, de la destrucción, del fuego, del asolamiento; del desarraigo, del exilio, de la cárcel, de las cadenas y los azotes; surgidos del filo de la aflicción, desbarataremos los campamentos del enemigo, libraremos nuestra vieja casa, dejando a la ‘ramera’ desolada, desnuda, devorada por el fuego.