CARENCIA

Buda se equivocó.
La causa del dolor no es el deseo
sino la carencia que motiva el deseo.
JUAN EDUARDO CIRLOT

¡Sí! es necesidad, por eso tan real,
surtiendo adentro,
recreando lo creado,
persistencia indefinible juntando
expectación y carencia,
algo abstracto, fuera de consumo,
inconsumible, llamada confundida
con la costumbre de respirar.

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CRESTA

Cuando mueren
por un instante
las palabras
que tanta muerte dan siempre a la vida
cuando descubrimos el actor que somos
y lo exponemos
despojado de sus trajes crepusculares
cuando nos despierta el sueño de soñar
o arrancados del sueño
despertamos atónitos
como extraño celeste caído
cuando se quiebran los espejos
al soplo de una necesidad desconocida
cuando vaciadas quedan las odres
y sea aquieta la fiera de la sed
cuando se acepta el desierto por jardín
brota del resplandeciente vacío
una repentina cresta
y el levante impera en ella
filo puro neto
neutro
que se abate
y nos degüella.

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DURACIÓN

La memoria sorprende en la blancura
de corredores enfilados
y es un salto la sombra;
precisa, ahondando los lugares,
en esta mansión tan diurna,
tan joven y ya ausente.

No hay ruido
y el pasar de la doncella única,
dura, todo se agita, las palmas,
el agua de la pila, los destellos en el piso,
la luz en las vidrieras,
las cortinas de paño leve.

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HUNDIMIENTOS DE LA COSTUMBRE

Hundimientos de la costumbre.
Brotes. El viento construye ciudades
(quien las ve no las ha visto).
Silencio: súbita elocuencia.
Y una luz inmediata
que no deja tomar aliento.

*

No es el tiempo el que corre
somos nosotros quienes pasamos
iluminados por un lado o en sombras
ahogados o clamorosos.

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INSTANTÁNEA

—Lo que pasa volando permanece.
—Porque se oculta.
—Y se vuelve a pasar, volando.

En la habitación vacía,
descuidada,
cruzó la ráfaga de alguien.

En el cuarto abandonado
de la casa ruinosa
la luz encarnó en alguien que pasa.

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MAREA VIVA

Como la ola pero no como la mar inacabable
como la ola solamente que nace y se derrumba
como la ola que muere de su propio impulso
que se expande rugiente y se estrella espumea destella
hasta abolirse en la ribera o regresar a su origen
como la ola que es un temblor del tiempo
tú y yo sobre la playa
frente a las olas
en el tiempo que nos destruye y nos repite.

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NIÑO

A Reinaldo Pérez Só

Inmóviles mujeres vegetales
en torno al lecho
mueven sus grandes abanicos.
El niño mira el mapa
del muro empapelado,
cuenta una y otra vez las vigas
hasta confundirse,
hasta perderse y quedarse dormido
entre las húmedas sábanas de su fiebre.

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PAREJA SIN HISTORIA

Se acarician. Se bastan.
Están colmados por ellos mismos
colmados por la sed sensual del otro.

Se conocieron ayer:
llevan siglos de parecerse
de abrazarse en las paredes siempre únicas
de reconocerse en todos los lugares
donde el sueño esconde su tesoro
donde la dicha deja a la nostalgia
donde nunca estuvieron
donde están.

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REFLEXIÓN

Detrás de la máscara
de rey de las piraterías
está el espejo
y también está detrás de la máscara
del seductor
que añeja su adolescencia
y tras de las abigarradas máscaras
rutinarias
las del héroe
la víctima
el estoico
el justo

Entonces
aparece a la intemperie
la seca reflexión de su cara
en el espejo de su sombra.

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SITUACIÓN

A Rafael Cadenas

Se hizo tarde.
La lucidez protege
de la desolación.
Se hizo tarde
para emprender el viaje
hacia el conocimiento liberador.
Somos siervos
de los artificios inventados
por nosotros mismos.
Siervos de máquinas,
de imágenes sustitutivas
del mundo,
de raudales energéticos hurtados
al cosmos.

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Silencio

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.

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Las Uvas Del Tiempo

Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca…
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.

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El Dulce Mal

Vuelvo los ojos a mi propia historia.
Sueños, más sueños y más sueños… gloria,
más gloria… odio… un ruiseñor huyendo…
y asómbrame no ver en toda ella
ni un rasgo, ni un esbozo, ni una huella
del dulce mal con que me estoy muriendo.

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A Florinda En Invierno

Al hombre mozo que te habló de amores
dijiste ayer, Florinda, que volviera,
porque en las manos te sobraban flores
para reírte de la Primavera.

Llegó el Otoño: cama y cobertores
te dio en su deshojar la enredadera
y vino el hombre que te habló de amores
y nuevamente le dijiste: -Espera.

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La Órbita Del Agua

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota del agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla de agua,
la mitad de lágrimas de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

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MuriÓ De Nuevo Un DÍa

Murió de nuevo un día… yo la amaba,
mas sin remedio se murió ese día…
-¡Vuelve, Rabino, vuelve!… – yo clamaba –
pero el Rabino rubio no volvía.

Pasó la niña veinte siglos muerta,
murió Cafarnaún de Palestina
y el alma mía, inútil y desierta,
lloraba de inmortal sobre las ruinas.

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La Renuncia

He renunciado a ti. No era posible.
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella…
Hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba…

He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
como el que ve partir grandes navíos
con rumbos hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

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Miedo

La sombra de una duda sobre mí se levanta
cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído;
miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta
pasión, que me parece que ya te he conocido.

Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta.

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Regreso Al Mar

Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fué siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar , como al amor, quien lo modere.

No hay quien como la mar familiarice
ni quien com la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de lo que el mar nos dice.

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Luna De Abril

Luna de abril, descotada,
con aguazal circunscrito,
desnuda, con desnudez
pura de pecho con niño.
Luna llena, ubre de vaca,
con lucero becerrillo;
¡qué puro se pone el pecho
cuando se le cuelga el niño!

Esta noche yo no siento
ni sombra de odio por nadie
ni pena de verme preso,
ni ganas de que me quiten
los grillos que me pusieron.

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La Vaca Blanca

De un amor que pasó, como un paisaje
visto del tren, cuando se va de viaje;
de un romance de un mes, en un cobijo
del llano, una mujer me dejó un hijo.

Ella murió, y abrieron una fosa,
y allí metieron el residuo humano,
y una cúpula azul sobre una losa
fue el mausoleo: el cielo sobre el llano.

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Ayer Vino La Paloma

Ayer vino la paloma
que viene todos los días,
ayer se paró en la reja
y comió de mi comida,
ayer vino hasta mis hierros,
ayer me escuchó tranquila
y digo en el romancillo
las cosas que le decía:

-Paloma, vuelve a los cielos
y mira hacia los tejados;
cuando veas una casa
grande, que tiene tres patios;
el primero con palmeras,
el segundo con mosaicos,
el tercero, un patio grande
con azotea de un lado
y arboleda y gallinero
y olor de jabón pintado,
cuando veas esa casa
verás en el primer patio
cuatro mujeres cosiendo
cuatro mujeres bordando.

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La Mujer De Sal

¡Oh, blancura imposible de la Amada imposible!
¡Por todos mis desvelos cruza, como un fantasma,
como un jirón de invierno, su carne sin penumbras,
inverosímilmente blanca!

¡Oh, blancura imposible,
que integra mis delirios y va sobre mi alma,
con la apariencia leve de un sudario
y la verdad de mármol de una lápida!

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No son para la lira

No son para la Lira manos que odian la calma;
¡para cantarte me he pulsado el alma!
Con un temblor de novia que se inicia,
con un azoramiento de novicia,
el candor de las páginas, rebaño de gacelas,
aguarda ante mis ojos la llegada del Cántico,
virgen como la espuma del Atlántico
antes del paso de las carabelas…

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A la nave

¿Qué nuevas esperanzas
al mar te llevan? Torna,
torna, atrevida nave,
a la nativa costa.

Aún ves de la pasada
tormenta mil memorias,
¿y ya a correr fortuna
segunda vez te arrojas?

Sembrada está de sirtes
aleves tu derrota,
do tarde los peligros
avisará la sonda.

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A Moisés

¿Qué son las fuentes en que el oro brilla,
y el mármol de colores,
a par del Nilo, y de esta verde orilla
esmaltada de flores?

No es tan grato el incienso que consume
en el altar la llama,
como entre los aromos el perfume
que el céfiro derrama.

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Alocución a la poesía

(Fragmento)

Divina poesía,
tú, de la soledad habitadora,
a consultar tus cantos enseñada
con el silencio de la selva umbría;
tú, a quien la verde gruta fue morada,
y el eco de los montes compañía;
tiempo es que dejes ya la culta Europa,
que tu nativa rustiquez desama,
y dirijas el vuelo adonde te abre
el mundo de Colón su grande escena.

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El anauco

Irrite la codicia
por rumbos ignorados
a la sonante Tetis
y bramadores austros;
el pino que habitaba
del Betis fortunado
las márgenes amenas
vestidas de amaranto,
impunemente admire
los deliciosos campos
del Ganges caudaloso,
de aromas coronado.

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El cóndor y el poeta

Diálogo

POETA
-Escucha, amigo Cóndor, mi exorcismo;
obedece a la voz del mago Mitre,
que ha convertido en trípode el pupitre;
apréstate a una espléndida misión.

CÓNDOR
-¡Poeta audaz, que de mi aéreo nido
en el silencio lóbrego derramas
cántico misterioso!

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La oración por todos

I

Ve a rezar, hija mía. Ya es la hora
de la conciencia y del pensar profundo:
cesó el trabajo afanador y al mundo
la sombra va a colgar su pabellón.
Sacude el polvo el árbol del camino,
al soplo de la noche; y en el suelto
manto de la sutil neblina envuelto,
se ve temblar el viejo torreón.

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Las ovejas

«¿Líbranos de la fiera tiranía
de los humanos, Jove omnipotente
¡una oveja decía,
entregando el vellón a la tijera?
que en nuestra pobre gente
hace el pastor más daño
en la semana, que en el mes o el año
la garra de los tigres nos hiciera.

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Miserere

¡Piedad, piedad, Dios mío!
¡Que tu misericordia me socorra!
Según la muchedumbre
de tus clemencias, mis delitos borra.

De mis iniquidades
lávame más y más; mi depravado
corazón quede limpio
de la horrorosa mancha del pecado.

Porque, Señor, conozco
toda la fealdad de mi delito,
y mi conciencia propia
me acusa y contra mí levanta el grito.

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Rubia

¿Sabes, rubia, qué gracia solicito
cuando de ofrendas cubro los altares?
No ricos muebles, no soberbios lares,
ni una mesa que adule al apetito.

De Aragua a las orillas un distrito
que me tribute fáciles manjares,
do vecino a mis rústicos hogares
entre peñascos corra un arroyito.

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Oyendo el pálpito

Oyendo el pálpito de nuestra
oscura sangre
humana

los pájaros se nos acercan
vuelan
y
van a los nidos altos

tienen un collar de nostalgia
o bien
un ramo de magnolias

tienen nuestro corazón
sin corazón

nuestos mismos ojos en el aire

y
viajan sobre la improvisada música

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Yo no soy hombre ni mujer

A Malena

Yo no soy hombre ni mujer
yo sólo tengo resplandor propio
cuando no pierdo el curso de río
cuando no pierdo su verdadero sol
y puedo alejarme libre, girar, bogar,
navegar dentro de lo absoluto y el
mar blanco

entonces sí soy
el hombre rojo lleno de sangre

y sí soy la mujer: una flor límpida, un
lirio grande

y también soy el alma

y clarean los valles hondos
en nuestro mudo abrazo eterno,
amor frío

-y qué más
qué más por ahora
piragua azul
piragüita.

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Piedra

En ti confluye todo
al paso de los ríos de la aurora
minúscula carne de Dios.
Más allá del mal de la estulticia
celebras en el sueño del silencio
la permanencia infinita del bien y la belleza.
Sobre planicies y montañas
junto al joven viento o a la niña brisa
concibes en la sabiduría de tu substancia
lo admirable.

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A quien pueda interesar

hago constar que no la conocí en forma alguna
ni ahora ni en otra de sus vidas y reencarnaciones
ignoro si alguna vez comí un muslo suyo de gallina
si bebí leche en una ubre vacuna de su propiedad o
acaricié sin saber su pelambre de gata del tejado
quien suscribe en perfecto estado de salud
a duras penas
hace conocer su decisión de alimentarse por ahora
con flores del desierto solamente

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absolutamente nada

(él es el mensaje)

ciento cincuenta canales
de televisión y nada que ver
absolutamente nada
la misma mujer el mismo
hombre los mismos
repitiendo infinitamente
el absoluto sin sentido
de sus vidas en pantalla
chica sus vidas chicas
en pantalla donde
únicamente es noticia
verdadera la apariencia
el control electrónico
saltando de la nada
a la sometida existencia
que muele sobre ti

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La casa de los signos

(a Luis Beltrán Díaz)

??Alabada sea toda/ Semejanza/ si el hombre a la orilla/
de la nada/ se atreve/ y levanta la casa de los signos??
Humberto Díaz Casanueva

I

en el sepia de la tarde/ frente al enceguecido sol de mi silencio/ la
pretensión de hablar/ con estos papeles amarillos desde siempre

II

si arrancó sus ojos/ fue únicamente/ para contemplarse/ para
buscar dentro de sí/ la luz que no se extingue/ la que no cesa/ en
la larga noche/ de la casa de los signos

III

¿se acaba el hombre?/ preguntaste/ y el enigma sobrevive/ este
salto que señalan/ los viejos signos/ el oráculo/ las terribles cartas
del Tarot/ las tres monedas/ a las que asignamos/ tres al cielo/
dos a la tierra

IV

el enigma de la luz/ te opongo/ el enigma de las sombras/ ¿en que
orilla cabalgamos?// ¿me das tu todo/ y te devuelvo nada?// la
casa habita/ en su silencio

V

hoy es el día/ ¿cómo preguntarse por otra cosa?/ lo terrible de
este momento/ esconde la grandeza que señala/ un pacto inédito
entre luz y sombra

VI

sobreinfinito/ el hombre interroga/ o musita un deseo/ un trueno
lejano/ en el llano sin nombre

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ríos

(a matth y a bery)

mi infancia saltaba de piedra en piedra
las ágiles corrientes del pueblo

así ha ido mi vida desde entonces
resbalando cayendo saltando de nuevo

ahora que atónito contemplo
los cauces secos de tantos ríos

saltar o caer ya no tiene importancia

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Costumbres

Bajo el cielorraso cargado de lluvias
están los comerciantes y sus arreos de burro,
los de mercancías que hacen dormir.
Dejan una vejez en mis servicios,
y el polvero en los puentes
llevándole a uno las lejanías.
Trajeron una guitarra.

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Decías

Dime no me fui como te dije
para que no me vieran por dentro

Dime que fue así,
ahora que no puedo oírte desde bien distante
Que no se supo nada por el mal tiempo,
los truenos

Lo que decía yéndome

Dile eso, que yo no vivo aquí,
que me mudé unas casas más abajo.

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