A quienes disimulen tus milagros
y se laven el alma:
a quienes siembren lanza entre tus páginas
Hijo nuestro perdónalos
clavados en la cruz de la Palabra
¡no saben lo que nacen!
A quienes disimulen tus milagros
y se laven el alma:
a quienes siembren lanza entre tus páginas
Hijo nuestro perdónalos
clavados en la cruz de la Palabra
¡no saben lo que nacen!
Una nostalgia de islas yo tenía:
prisionera del mar
Venecia retenía mi niñez: sus canales
recordaban mis rizos
y rezos solitarios.
Toscana me esperaba
y como siempre ocurre
la vocación de amor tendió los puentes.
Y hoy aquí en la Florida me confirma
el prisionero mar:
a quien vive en Florencia con amor
le sobra isla.
La música vuelve a ser luz, y la poesía
sentido inefable. La sencillez es lo último:
no se puede empezar por el final.
Chopin
1
Si has tenido la audacia
de visitarme en sueños,
tu presencia será sin fin.
13
Velar dentro del sueño
mejor que en la vigilia,
no sea que se fugue el ritmo.
14
De arremansarse o desquiciarse
no puede darse el lujo
fatal la mano izquierda.
15
Dar con una armonía
nueva se logra a costa
de perderse en la realidad.
Isla
lejos de ti es cerca del punto
más sensible
de la herida del tiempo:
lejos de ti mi cuerpo elástico
en un lecho de filos
que amenazan al viento
Lejos de ti la sed y el hambre
no se sacian
con halagos de frutas y chorros de agua:
lejos de ti es la soledad concreta
(los que viven en ti sólo conocen
la otra soledad:
esa que tiene siete letras)
isla
lejos de ti es dentro del pozo
vacío de los sueños
Lejos de ti mis manos corren
con avidez
por las carnes de un mundo de poema:
hasta el dolor
hasta el placer
se me desplazan
por un gemido abstracto al borde de la tierra
Isla
lejos de ti mi vida es la ironía
el garabato tierno de un escritor ausente:
una paja
en el ojo simbólico del cielo.
Aunque parezca tierra lo que piso,
bajo mis pies el mar baila unos aires
de no sé qué país desconocido.
La vida nos propone cada cosa!
Y nosotros optamos por dejar
que el arte -desde su fino alero
volado sobre los precipicios-
responda por nosotros.
Mientras aguardo ante el papel en blanco
la precisa intuición
que inaugure el desfile de palabras,
un arqueólogo en Lima saca a luz
una pareja que duró milenios
hasta mostrarnos su soñar gemelo.
Rollizos como infantes
más vestidos al uso de la gente.
Las estrellas binarias
tienen misterio para los pasajes
más oscuros del tiempo y del espacio.
Las hay oriundas de una misma nébula
y las hay que se acercan fugazmente
siendo de tal intensidad y pureza
el mutuo halón que ya forman sistema
aunque la peregrina siga rumbo…
…con la fuerza adquirida,
hacia donde la quieta al fin se impulse.
Fui pintor y me pintas,
poeta eres y soy yo quien te canta
desde mi nueva voz redonda: marinero
se hace en la tarde el sol.
Me extendiste la senda de tus versos
para abrazar con libertad el destino.
Te encomiendo una tía y una madre,
dos hijos y un planeta.
Las campanadas tienen duende
y las fuentes son nómadas.
Los árboles extienden su cultura
con la amistad del hombre
y se hacen confidentes, marineros.
Hablo de la ciudad muy bien mirada
por ti: inventada hasta el colmo.
Aquí se da cobijo a los que se aman
y se desacralizan los relojes.
¿Desde cuándo la lluvia no me daba alegría?
¿Desde qué época lejana de juegos,
carpas blancas y prendas extraviadas?
Hoy durante el desayuno comenzó
a llover más allá de los cristales
y sentí una sonrisa diluirse
en mí al contemplarla.
Gozo es la poesía compartida
y el unísono, música:
melodía de cuello largo
que expande el corazón.
Mira el Cristo, dijimos a la vez
dejando atrás la terminal de barcos,
el café de helados frutales,
la plaza de leones franciscanos.
Su corazón es forja de poemas
y basta alzar la vista a dar con cielos
oblicuos, como Giotto los pintara
en Asís hace unos siete siglos.
Ama con brío El Salvador, del mundo
pa¨ªs breve en los mapas, amplio en temple
y sensibilidad, que a inmenso vibra:
sol ferviente en maizales de esperanza.
La música es el cuerpo
más cumplido para el aura del hombre
porque el hombre es un cuerpo todo oídos
al que acuden las voces en concierto:
tiene oriente la música
como perla recién amanecida.
Pobre de los que llevan aura
de desierto y el cuerpo repoblado
por tatuajes inmundos:
estar envuelto en música cadente,
sudada a propio ritmo,
es el ansia del sordo de nación.
Yo sólo soy el punto de partida:
el bizantino vuelo
hundido en soledades
o rescatado en beso.
El más leve matiz de una discordia
entre el agua y las islas
me sería fatal
de no existir Florencia y sus almohadas
de magnolias y mármoles.
Doble el exilio nuestro: de la isla
improbable que alimenta mitos
y de la siempre verde
ciudad soñada en prójima intención
por algún mago etrusco.
Doble la soledad:
ser huérfanos de calles suficientes
con vecinos de mármol (soportales)
y carecer de techo que se preste
al apremiante impulso de una palma
inaugurándole ventana al cielo.
Qué deberá asentarse de mi viaje:
¿la caricia en el aire y los olores
o la inclemencia de los tiempos?
¿el esplendor oriundo del paisaje
o la humana aflicción?
¿la dicha de vibrar en lar nativo
o la fugacidad de esa vivencia?
No hay isla para mí
(hasta los ciegos pueden ver los signos
pintados en los muros de la vida)
no hay isla y eso es todo
ni aquélla
ni ninguna
ni aún la más querida
de ese vasto archipiélago
que verdece en los sueños
No hay isla para mí
porque no hay playa a toda vela
ni pétalo habitable por mi nombre
(pregúntale a algún Juan si tiene tierra)
si sólo amar
de mar a mar
los brazos extendidos
y el grito a flor de voz
ardiendo a plena ola
pero nunca la arena de la isla
para plantarse allí
sembrando azul a ras del sueño
Pon tus grandes amores
(como Abraham a su hijo
aquella cabizbaja madrugada)
en el altar que te señale el sueño
Y si por un milagro sobreviven
será
transfigurados por el rito en fuerza germinal:
para lanzarse
a poblar el desierto
El amor de unos ojos se mide
en años luz
en universos
y sin embargo
quién puede sostener un loco abrazo
tan siquiera una vida
Fatalmente los brazos
caen del sueño
como pájaros de agua
y allí quedan los ojos
centinelas
cautivos
de ese hermoso durmiente de los siglos:
el corazón del mundo
El sueño es como el amor
un centro sin confines circulares
carente de hemisferios:
un pez inesperado en cuya boca
se esfuman las ideas:
un pez ensimismado en cuyos ojos
se resuelve el océano
Mi vida se reduce a un descamino:
sangre y voz en pos del sueño
que se escapa
de la punta de mi pluma
siguiendo el túnel de mi brazo
al corazón del silencio
Mi vida es un pez conmovido
torpemente
por la angustia de la arena:
a pura sangre y voz
mi vida es la palabra impronunciable
que se agita
en la punta del sueño
ce reveur définitif
Andre Breton
El rostro verdadero de los hombres
se refleja en la espalda de la luna:
cargadores de sueños
bajo el bochorno tenso
de un viejo mediodía
que se estrenó en la medianoche
de otra esfera
y dura todavía:
cargadores de sueños
a pura voz y alma
sembrando de canciones de huesos
y de sangre
la límpida figura piramidal
del infinito
La vida no me deja cortejar a mi muerte
esa fiel compañera del café cotidiano
El eterno angustiado se paró en el sendero
sucumbiendo a un altivo
‘no serviré’ de su alma:
no fue fiel a la vida
Y qué es ésta sino la biografía de un soplo
que no vemos pero nos ve y nos roza
invitando a seguirlo
con avidez de flecha
que apunta con su ser todo hacia el sueño
Hoy se ha caído la que soy
de la que fui
como un jinete que falló la prueba
de obediencia
(Hasta los árboles lo notan
y ya no se descubren
cuando pasa mi sombra)
La que seré no tolera esos ritos
y ha echado a la que soy
(con la que fui
como una piedra al cuello)
en el fondo del mar:
fosa común del sueño
Pero la que seré no tiene carne
y se ha desvanecido con su afán
(No sé quien escribió el poema)
Mientras yo me perdono
una vez más la vida
y tú peinas tus rebeldes ideas
mientras ellos se llenan los bolsillos
o siembran puños
y líneas divisorias
la poesía se mira en el espejo
y se sonríe:
se vislumbra
con su madera de alas ya umbría
partida en dos y al borde
del abismo
inaccesible casi:
el arca ya vacía en la montaña
Poco ha cambiado el mundo
mas crecimos nosotros entre sombras,
la fija luz mutando cada vida.
Quise rendirte un hijo: por entonces
fue preciso robarlo
a una muchacha ayuna a nuestros ojos.
Y hoy que quisiera dártelo, renuncio
y anulando los nombres
te lo entrego de ensueño
con sangre y seña nuestra
para borrarlo nunca.
Soy isla peregrina
y para circundarme
mi mar se ha convertido en disidente.
No nos muramos nunca,
me propusiste, y siempre será así.
El océano en medio, tú me hablabas
como un ciego irradiante de sentido.
En este oscuro siglo
creador de monstruos y catástrofes,
no dejar que el amor se apague,
impedir que tramonte la belleza
es la forma más alta de heroísmo.
Me dijo un ángel hoy:
Filo de Alejandría hace tres siglos
vio a un radiante extranjero misterioso:
sin conocerte supo que eras Tú.
Y se fugó después de regalarle
a mi Madre un ramo de cañas
y una suntuosa rama de palmera.
Quien dé nido a mi voz
sabrá de los exilios que conlleva
la lealtad sin cese a la Justicia
y la Belleza: en mí son la Verdad.
Quien a mi luz de nido,
ande peregrino por el tiempo,
las ideas, el mundo, sus pasiones,
santuario encontrará siempre en mi Amor.
Un adobe de paja y limo fue mi cuna:
perfil de semicírculo que apunta
a la ciudad donde mi Padre
alumbra cuanto piensa.
¿Sabrán un día interpretar los hombres
los signos de mi estancia en este mundo?
Asnos rojizos, asnos grises
-entretanto- y cocodrilos verdes
pisotearán los lirios
y las flores del loto por milenios.
Hay una voz en mí siempre cantando
en silencio quien soy fuera del tiempo.
Habré de regresar a mi país
aunque soy ciudadano de otro reino
no valorado allí ni en otras tierras.
Fuera del tiempo va quien soy cantando:
hay una voz en mí siempre en silencio.
Para que viva y dé mi vida al mundo
mi Madre y su custodio están de exilio.
¿Y no estoy yo también como escondido
de aquel fulgor natal?
Dice mi Madre que a menudo extraña
su pueblo y las palabras de su gente.
Un niño azul se alarga
como hiciera su sombra
sin despojarse de carnal frescura.
Todo es niño en Toscana:
niño quien diera ley a las ciudades–
niñas prodigio que erigen su esplendor
de la mugre del tiempo.
Niño el paisaje
salpicado de torres y rosales,
y niño el corazón que lo contempla
sin importar la edad del cuerpo
donde late.
Llena tu vida de primeras veces:
sólo el único amor no agota los aromas
sólo la antigua sombra se deshoja de luz.
Y así un día cualquiera te llegará la muerte:
otra primera vez.
A mis hijos, que me vieron nacer
En Margarita está linda la mar:
la muchacha que fui se lo decía
al viento acariciante de Juangriego
(insinuaba crepúsculo)
reclinada en el cañón del fuerte
ajena a las piratas palabras
y al cerco de los sueños
Hamacas prometiéndose a una nube
pescadores besados de nostalgia
y algo de Botticelli allá en lo alto
Cuánto tiempo aún precisaría
para leerle al mar
apenas una voz intraducible:
hilo de oro que enlazaba las sales
de mar a corazón
haciéndole un collar a la esperanza
Hace ya tiempo que mi Nochebuena
perdió el precioso puesto de la infancia.
¿Cómo es que hoy de repente,
a pesar de que seas sol lejano,
surge en mi corazón de nuevo
como antiguo rompecabezas
rearmado por los ángeles?
Hija de la palabra
sobrina de la vida
condenada a mirar y traducir el mar
a un lenguaje imposible
ella
era un desequilibrio luminoso:
de su roce interior saltaban chispas
Por orden del amor sembró sus sueños
recuperó las llaves
como hija del adiós a sus amores
despidió en el altar de lo desconocido
pero un golpe de gracia
mereció la cena
solar el pan y el vino
Cuando murió le dieron
tratamiento de flor privilegiada:
la tendieron sin tallo entre las páginas
de alguno de sus libros
y envuelta en un poema
regresó
al silencio sonoro de donde procedía.
No es ver la luz lo original:
el que la luz nos vea
resulta imprescindible para amarnos
mejor. La soledad es transitiva:
los cauces de la angustia
confluyen en la fuente donde Dios
bebe al anochecer de nuestras manos
juntas.
Mi país es un árbol de lluvia
isla de fuego en flor
un pequeño Infinito
cantor de arcanos y alegrías.
Mi país es tu abrazo tu palabra
tu fantasía tu sueño tu presencia
señor de la tormenta, mi país
en ti despierto, duermo y vivo.
Ama esta piedra:
turquesa de nación
transfigurada en voz y trasvasada
de inmemorial aroma.
Piedra de mi silencio
pulida de imposible
y limpia por la lluvia
–aún me llueve– de tiempo y soledad.
Haz tuya la certeza
de mis dudas preciosas:
hazla carne del sueño
gemelo de tu niñez recóndita.
para Roberto Juarroz
Hemos encontrado el camino
un día deshojado de tiniebla.
Hemos estado allí bajo el gran olmo
custodio del pensar de un muerto célebre
cuidador de gorriones.
Nos hemos detenido allí a eternar
con las piedras del suelo y las campanas
en memoria del jazmín y la orquídea,
casi olvidados del creciente invierno.
Regresa la palabra de su exilio
a dar de vez en cuando lo indecible:
lo hermoso de hacer pausa
a distancia de beso. La palabra
regresa inmersa en el silencio
y limpia de banalidades, baila
con nuestro sentimiento:
la calle paralela ya real.
¿En qué ingrato momento de la infancia,
como en medio perfil, volviste el rostro
hurtándole los labios a la dicha?
Atraviesa la bruma de los años
y mírame en la alberca contemplándote,
reverberante gozo en la pupila
de tiempo, desatado al Infinito.
16
Hasta el bárbaro conocía
la mirada que corta
un hilo sobre el agua.
17
El tiempo sobreabunda
pero la eternidad escasea:
proyecto de infinito.
18
Con su carga melódica
la voz traspasa la llovizna
sin que el canto se moje.
1
Entre nuestras ciudades
transita día y noche
la caravana de la estrella.
2
Al ver de nuevo el sol
hoy quise saludarlo,
pero mi voz se había hecho añicos.
3
Ciertos bosques del Norte
se han vuelto migratorios
como los mitos y los cóndores.
Ahora como entonces
todo es cercano cuando estamos juntos:
besables las magnolias y los mármoles,
propicia confidencias
el agua, y la Puerta del Cielo
mester de acceso a Dios, no monumento.
Qué otra historia podría desear
gozando en un perímetro de abrazo
plaza de arte, jardín, nostalgia, sueños.
1
Me ha dado por creerme Penélope
hermosa y bienamada:
tejedora sí soy para que alienten
los que habrán de morir
y es la mía la almohada
más llorada del siglo
Si yo fuera Penélope
suelo que yo pisara sería Ítaca:
al regresar Ulises
se quedara
4
Quién cantará tus viajes infinitos
Penélope:
tu Ulises era apenas un chiquillo
chapoteando en la fuente
y aventurera inmóvil trascendías
como un rayo de luz sobre la tela
confiscada a los dioses:
tejida sueño a sueño
5
Hilo a prueba de nortes
y de ausencias
con fibra de cereal desenlazado…
Y mientras tu hombre frágil de prodigios
desislaba su sombra
tú -tejedora máxima- le urdías
en su anuente memoria
el milagro callado de una isla
Y tómate tu tiempo por las islas
Ulises que te mides con las olas:
haz escalas imponderables
alquílate a las albas mercenarias
bebe filtros de olvido
Ítaca por fin no tiene alas
nuestro lecho resume hondas raíces
y estoy hecha a medida de tu sueño:
pastora de los vientos
terror de pretendientes
doctorada en esperas y matices
viajo sin un desmayo la tela de los dioses
y aún me sobra tiempo para zurcir
crepúsculos