Quien a sí encadenare una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.
Versión de Màrie Montand
Quien a sí encadenare una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.
Versión de Màrie Montand
Desciende el sol por el oeste,
brilla el lucero vespertino;
los pájaros están callados en sus nidos,
y yo debo buscar el mío.
La luna, como una flor
en el alto arco del cielo,
con deleite silencioso,
se instala y sonríe en la noche.
¡Que resuene el flautín
que ahora está callado!
Delicia de las aves
de día y de noche;
el ruiseñor
en la quebrada,
la alondra en el cielo,
festivamente,
festivamente, festivamente,
para darle la bienvenida al año.
estás enferma, ¡oh rosa!
El gusano invisible,
que vuela, por la noche,
en el aullar del viento,
tu lecho descubrió
de alegría escarlata,
y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.
Versión de Màrie Montand
Del poema «Milton»
¿Y hollaron esos pies, antaño,
los verdes montes de Inglaterra?
¿Y viose el sacro Cordero de Dios
por los pastos ingleses, placenteros?
Resplandeció el divino rostro
sobre nuestras colinas nubladas?
¿Y edificose una Jerusalén
en medio de esos negros, satánicos molinos?
En tiempos de siembra aprende, en tiempos de cosecha enseña
y en el invierno goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.
Cierta vez un sueño tejió una sombra
sobre mi cama que un ángel protegía:
era una hormiga que se había perdido
por la hierba donde yo creía que estaba.
Confundida, perpleja y desesperada,
oscura, cercada por tinieblas, exhausta,
tropezaba entre la extendida maraña,
toda desconsolada, y le escuché decir:
«¡Oh, hijos míos!
La crueldad tiene corazón humano
y la envidia humano rostro;
el terror reviste divina forma humana
y el secreto lleva ropas humanas.
Las ropas humanas son de hierro forjado,
la forma humana es fragua llameante,
el rostro humano es caldera sellada
y el corazón humano, su gola hambrienta.
Campanas de las torres, resonad clamorosas!
La tierra nuestro anhelo de infinito no sacia,
queremos la conquista de un mundo en que las cosas
se eternicen en una primavera de gracia.
Desde aquí, desde el fango de estas playas tediosas
hasta donde el zafiro de los cielos se espacia,
llevad en vuestras voces nuestras voces llorosas
y el grito milenario de la tierra en desgracia.
Hay millares de estrellas en la altura
que puedes alcanzar con la mirada;
mas tú buscas la estrella que, ignorada,
en espacios ilímites fulgura.
Hay mujeres de núbil hermosura
que te cercan en ronda apasionada;
pero tú buscas la mujer soñada,
una mujer pretérita y futura.
Pecó, mas es el pecador sereno
que sofoca el sollozo en la garganta,
y que a los labios, sin temblar, levanta
la rebosante copa de veneno.
Manchó su excelsa clámide en el cieno
del mal. Y al cabo de flaqueza tánta,
ningún remordimiento lo quebranta,
ni lo sonroja el parecer ajeno.
¿Ya no me amas? ¡Bien! Partiré desterrado
de mi primer amor a otro amor que imagino…
Adiós carne amorosa, rapazuelo divino
de mis sueños, ¡adiós bello cuerpo adorado!
En ti, como en un valle, me adormecí embriagado
en un sueño de amores a mitad del camino;
quiero darte ya mi último beso peregrino
como quien abandona la patria, desterrado.
Bendito el que en la tierra hizo el agua y el fuego;
el que unció a la carreta al buey manso y amigo;
el que encontró la azada, y el que del fango luégo
hizo brotar el oro milagroso del trigo.
El que fundió los bronces; el que talló en sosiego
la cuna de la infancia, y el que al primer mendigo
dio la primer limosna conmovido a su ruego,
y el que labró este lecho que compartes conmigo.
Primavera: sonrisa de las cosas, los ramos
palpitaban de flores y huéspedes parleros;
octubre anaranjaba la arena en los senderos,
recuerdas? Bajo el cielo de octubre nos amamos.
Verano: sin testigos, cabe la mar llegamos;
Otoño deshojaba los álamos ligeros;
tentónos el pecado, te acercaste, pecamos…
Ah!
Cieco, febril, insomne, con nerviosa porfía,
pule el artista el mármol de la estrofa anhelada:
quiérela palpitante, quiérela emocionada,
quiere infundir al mármol un temblor de agonía.
Triunfa gallardamente de la forma bravía;
lucha, repule, y la obra resplandece acabada:
-«¡Mundo que con mis manos arranqué de la nada!
Sale al jardín cuando la aurora aclara,
y envuelta en muselinas vaporosas,
muestra a las rosas del jardín las rosas
trémulas y encendidas de su cara.
Todo el jardín al verla se prepara
a la oblación. Y hay voces misteriosas
que, al pasar, la saludan jubilosas
como si leve sílfide pasara.
Si con los mismos ojos abrasados,
al mismo gozo antiguo me convidas,
máta el recuerdo de las horas idas
en que los dos vivimos separados.
Y no me hables de lágrimas perdidas,
ni me culpes por besos disipados;
caben en una vida cien mil vidas,
como en un corazón cien mil pecados.
En las noches felices con la gente que amo
él hace sentir su ausencia,
se instala en el amor que me dan,
en el amor que doy,
en el otoño, sí, ya sé, las hojas;
dos amigas caminan por calles entrañables,
hablan del amor, la vida, los hombres,
se dejan envolver por la dulzura de la noche de mayo,
hacen a un lado las cosas irremediables,
caminan solas entre los olores, las luces de las ventanas,
algún rostro obsesivo que insiste, insiste,
pero ellas saben tanto sobre el amor, tanto,
que pueden convertir todo en una charla brillante
el hombre que desean hasta sentir frío,
el verdadero amor
y el aplastante domingo que hay que atravesar
para que su voz sea de nuevo
y todo empiece a cobrar vida.
Desde este balcón miro llover sobre el mar
-Europa provee las imágenes de afiche I ,
cumple los sueños de barrio
su realidad aumenta la cursilería y la verdad-
yo hago una lista donde objetos amados
se mezclan con objetos necesarios
a los que el agua y la distancia confunde y a veces ni rescata
todos vuelven sobre esta calmísima agua
que llega hasta el pie de mi casa
pocos logran tener una cara
si la palabra tiene valor
esta distancia lo probará
si la palabra es vida y los que la manejan viven en ella
ésta es la prueba
si ya pensé mi vida o sea ya la viví
el agua de este mediterráneo tan muerto
es prueba y respuesta
Cuando se sientan frente a frente
amores imposibles, quincallería amistosa,
tipos que se atrevieron y esa mujer intensa
que lleva augurios a felicidades que nunca entenderá,
la buena gente desecha las malas palabras,
la buena gente dice todos tienen posibilidades en la vida,
sienten crecer su amor por esa mujer intensa,
tan sola, que vivirá siempre detrás de una ventana
y todo lo que le ofrecen está demasiado azucarado.
voy a la cocina y me siguen
voy al baño y golpean la puerta
me despiertan en la noche para preguntarme si duermo
llaman por teléfono en todas mis ciudades
para avisarme cuidado con el vino y la vida literaria
no he perdido padre ni tíos ni ahijado ni amigos de juventud
por no perder no he perdido ni editor
ni ese hombre
que ya sombra aún cuida mi paso en las esquinas
no me han dejado caer de su mano de su vicio
de su peso de mi corazón
el hombre que me compra flores
se las guarda en el bolsillo después de dedicármelas
recomienda serenidad ante mis síntomas y mis pérdidas,
cuando se ha asegurado de que recuerdo la hora del regreso
me pide que deje de buscar mi maleta
vuelva a calzarme mis incómodos zapatos
y busquemos un buen lugar para comer
educada para ser
la magnífica militante de base de un partido
que por no leer la historia de mi país
se ha convertido en polvo no enamorado sino muerto
preparada para una eterna carrera de fondo
tengo ante los ojos una pared impenetrable
detrás de la cual sólo hay
otros 50 años de trabajo y espera
en otra vida yo miraba desde la ventana de un bar
cómo la tormenta aplastaba las flores azules contra los cordones
contra las paredes
y por ese momento único de la juventud que dura muy poco
supe que nunca olvidaría esa escena en que nada aparecía
de lo que amaba me interesaba o temía
ni novios ni odios ni otros poetas ni revistas de opinión ni
secretarios de barrio ni amigos imbuidos de una colonizada cultura pavesiana
sólo las flores azules y la lluvia
recuerdo el nombre del pueblo la hora y esa lluvia
que nunca en las décadas que siguieron confundí con alguna otra
Esperé ser la anfitriona elemental
de una estructura no corrompida
ofrecer entregas y apuestas
abandonar mi ciudad sin la sombra de la sal
ni de su adiós y memoria viva
ahora soy dueña de un sistema de condenas y salvaciones
de aceptaciones y rechazos
de una lista de buenos trabajos
de un lejano sabor a vida
de una única forma de limpiarme
en soledad
siempre volví en olor de bienvenida
flores animalitos de mis colores
corazones de papel que son los que me importan
y ahora entro en una casa donde
hay que dar la luz y el agua
y no buscar bebida en vaso limpio no la hay
sólo una voz por el teléfono
he aceptado entrar en una casa a oscuras
para que en mi vida no echara raíces el patetismo
Que haría yo sin tus flores
que haría yo sin esta permanencia
de tu gesto y tu lugar
Que haría yo si debiera pensar
en pérdida olvido y sobre todo final
Que haría yo si no tuviera
la certidumbre de tu memoria
Desde mi ventana
silencio de verano silencio de invierno
veo servir la comida
encenderse las luces
lámparas del atardecer mesas del mediodía
¿acogerían ellos a una sin patria?
¿no estaría mi corazón para siempre en otra tierra?
soy ajena a las ceremonias de la costumbre
que suelen acogerme para señalarme extranjera
vidas de espaldas al mar que es el camino de mi vida
A algunos les han quitado las ganas de hablar,
pasan mudos por el amor, aman perros vagabundos
y tienen una piel tan sensible
que nuestros pequeños saludos cotidianos
pueden producirles heridas casi de muerte.
Nosotros, seres amables e inofensivos,
miramos los gatos enfermos, las mujeres con collares
que pasan por la calle
y sentimos un desamor agradable,
casi suficiente.
Detrás de estos juegos de inteligencia
detrás de nosotros, que estamos en lo que podemos,
que sólo manejamos vasos al borde de la lluvia
vinos amicales,
fosforescencias del mar tienen su nombre,
que yo sólo puedo decir a través de ojos lánguidos,
sonrisas tristes mi amor devastado.