Aprendo, desaprendo, me prendo
como la chispa sobre la paja.
Alumbro
y me extingo en la posibilidad de la vela.
Devoro y calcino
cuando el fuego es mi hambre,
también ilumino el íntimo rincón
de la alcoba. Soy llama
que a sí misma se nombra.
No son las cosas
lo que las cosas son:
el hombre fagocita
toda la materia
y la convierte en epidermis
de su culto. No hay hechos,
sino juicios, y todo es
y no es según el traje de la época.
Bebo los latidos de la ceniza
En el velorio de los sueños
Roto póstumo
Deshaciendo oráculos
Destruyendo arcos
Subastando lágrimas
Bronces desvaídos
Anillos como gargantas
Nunca fueron hechos los sueños
Sin paciencia
Sin ríos
Sin espigas
Nunca faltó un grano de luz
Un mar de golpes cubriendo la vida
Bebiendo hasta en boca
Ajena
La sangre
Nunca para levantar un alma
Faltaron cuerpos
Hoy lo sé cuando ellos
Construyen el silencio
Y desnudan la tierra
En pleno sol
Nunca para vivir
Ha dejado de congregarse
La muerte todos los días
Con su pañuelo de palpitante río
Nunca he dejado de caminar sin tregua
Sin fuego
Sobre un horizonte de rieles
De peces y pasmos
Y huellas
Nunca dejé de sentir ecos
Paleolíticos
En la osamenta insomne de las esferas
Salvo el frío del grito
Salvo las piedras hondas del vacío…
Ahora desnuda tu alma.
Hoy he salido de la noche
A buscar tus ojos que ven
En la remota distancia.
Siempre busco una forma:
La forma del amor desnudo
Que calcina como fuego.
Ahora eres densa en mi Psique,
Y siendo lo que eres:
-mi perpetuo pensamiento-
que la luz caiga al alma
entera y unitaria.
Aún queda el crepúsculo
(Menos mal)
Rodajas de nubes
Pedazos de cielo
Brisas de vez en cuando
Ventanas aunque sin vecinos en los balcones
Gatos cazando ratones
Cucarachas felizmente alimentadas
Con suculentas migajas
Húmedos albañales
Cloacas
Mujeres madres solteras
Niñas a la moda con medias blusas y asteroides
Pantalones al estilo cantinflas
Pese a todo
Aún quedan flores de las once
Aunque agonicen en las tardes
Cirios de reventa en los cementerios
Noches sin colores
Pañuelos de asfalto
Calles inciertas
Rostros de ceniza
Aún nos queda el crepúsculo
Para adjetivar los semáforos
Buscar habitaciones
Falsear puertas
Tragar sueños
Usurpar paisajes
Buscar el retorno a Ítaca
Aún nos queda el crepúsculo
Para ver los rótulos en primer plano
Sentirnos repletos de siluetas
Gritarle a las sombras
Asirse a los árboles
A los párpados
Amortajados de eructos
Diluidos por bocanadas de humo
Que desprende el aire
Anochecido de los espejos
Aún nos queda el crepúsculo
Como un furtivo pozo
Para tocar el tiempo
Helado de los acantilados
El abandono
El silencio
Pese al murmullo del marketing.
«¿Qué tierra es ésta?
¿Qué violencias germinan
bajo su pétrea cáscara,
qué obstinación de fuego ya frío,
años y años como saliva que se acumula
y se endurece y se aguza en púas?»
Octavio Paz
Inventé el aguardiente
Para quitarme las imágenes
Del miedo
Y desprenderme del horror
Que provoca la historia
Siempre anduve entre escombros
Espectro de sueños
Apagándose
En la espuma sangrienta
De húmedos pájaros
Descendí a la tierra
Ensordecida
A la novena extensión
De los vitrales
Donde el cáliz del halito
Se vuelve piedra
Por montañas de ceniza
Jamás renegué de las ciudades
Cansadas por el plomo
Ni por el abismo
De las persecuciones
No hubo plenitud.
Eternidades que están
atravesando mi alma.
Manuel Altolaguirre
En todas partes el frío
Inunda las calles
Y las esquinas envejecen
La gente aflora sus toxinas
De pronto se cuelan los recuerdos
Por el orificio
Cinematográfico
De los calendarios
No sé cómo este mundo apretado
Mitiga su silencio
El madero que acuña
La mortaja sigilosa del vacío
El aire molido de la noche
Miro que suben y bajan los dioses
Zapatos cansados
Ya sin forma
Sin sitios conquistados
¿Qué luz nos desnuda
Para luego desconocernos?
Entre ayer y hoy,
Avanzan las alas del suspiro.
¡Ay el alma infinita
en los destellos del alba!
Entre ayer y hoy,
Florece una eternidad.
El barandal del horizonte,
Une mar y tierra
Como ese irrumpir
Del arco iris en la tormenta.
este largo día desvelado y de estiércol
donde las moscas engordan su gangosa flaqueza
parecido a una danza de tempestad sinuosa
este día herido de vértigo de náusea
pronunciando un ruido del tamaña del horizonte
este d1a absorto y pusilánime de pájaros y lagartijas
este día muerto de hipo y de insomnio
como un espejo caído como herida que disgrega la sangre
y hace un himno de tumbas y desfiladeros
de imágenes desvanecidas y de gusanos sobre los ojos
hay maleza en la vista hay la mascarada de un puro herrumbroso
hay un agua sin cópula sin esperma prismal
sin óvulos anidados al hechizo nupcial
ah este día quemado en sus raíces en su discurso sensible
que pierde su forma de círculo
y cojea en el lodo de las hohas del follaje
ah este día que perdió su puntuación de río o sangre inagotable
ah este turbión que sacude la retina de la tinta
y tartamudea otra caligrafía y resuella otro combate
de infinitas piedras desmoronadas
ah este largo día respirando huesos y segundos agónicos
como si se tratara de una procesión de ceniza bajo la lluvia
como si ese río se desvaneciera inminentemente.
Perseo:
Este mundo es así —dice el subconciente.
Palabras a veces sin sonido:
Noche que se hace carne sin posesiones.
Erramos en el blanco sin volver los pasos.
No hay voluntades independientes:
La noche, o el día nos acechan
y quedamos en su velo:
boca de falacias y sofismas.
[acerca un tema de Roberto Fernández Retamar]
Felices los normales
Porque jamás han atravesado la nada
Como pájaros en el olvido
Los que nacieron con la luz
De madre y padre
Los que no han comido migajas
Y se esconden en la noche
Los que jamás han sentido la vida desgajada
Ni han sido perseguidos como torcazas
Felices los normales
Que tiran su cuerpo en buen lecho
Y no en el frío lunar de las piedras
Los que no escriben ni una tarjeta postal
Los que no escriben sobre muros
Aunque después los derriben
Los que no escriben sobre el caballo de sus emociones
Felices los normales que ignoran el exilio
Y la lluvia que cae sobre el lomo de los perros
Los que nunca han sido asediados por el silencio
Los que no han bebido pinos de luz
En pezones de trementina transparente
Felices los normales que no saben las palabras
Que se pierden en las alcantarillas
Y en las tumbas de los muertos
Los que navegan y navegan sin fatiga
Hasta desembarcar en ese viejo muelle de la muerte.
A veces todo es noche
Abismo
Oscuros círculos
Relojes desconcertantes
Noches sin más límites
Que las ventanas
Calles donde pasa la brisa
Crujiendo entre los brazos
A veces pasa el silencio
Con su acústica de vidrio
La oscuridad estática
Absoluta
Final
El cuerpo muriendo
Amontonando su cansancio
Abriendo el cuerpo de los grises
Evaporándose la luz
Disecando el sudor
En las alforjas de Dios
Para conquistar mendrugos
De sosiego
O decapitar recuerdos
Que al fin terminan
Siendo piedras
Cuchillos
Lanzas
O simples cerrojos
De semanas procreadas
Por el viento
A veces la vida se hace páramos
Grito descarnado en el azogue
De los astros
Un espacio sin párpados
Donde se cuela
El infinito
A veces la memoria calla
Como los mausoleos
Sin itinerario
Vela orugas y retablos
Abre polvo…
Es como si estuviera en medio de una niebla espesa…
José Saramago: Ensayo sobre la ceguera
Hay historias para no contarse nunca
Hay encuentros al final de un túnel
Miedos
Vacíos
Golpes
Papeles sonrisas obtusas
Hay lenguas reducidas a astillas
Días encapuchados
Hay días que pasan como trenes
Dejando sólo una estela
Humo
Amontonado sobre rieles
Hay tiempos en que el sueño
Sólo tiene lugar en las postales
En las caravanas
En las ofrendas patrióticas
En la bandera nacional
Hay asilos para cementerios
Y fotógrafos para la última hora
Hay ventanas lentas
Como moscas sorbiendo
El aire de los sueños
Hay paciencias con caries en la memoria
Ecos prehistóricos respirando
Silencios fatuos
Insectos de papel reptando en el sol
Hay sábanas como rejas
Vacíos que succionan la sangre
Hay manos en la plaza
Y ojos y sueños y esqueletos
Que el viento dispersa como polvo
Hay puertas sin destino y no llevan a ningun sitio
Hay vitrinas y vidrios y vidas
Sin idioma
Piedras silenciosas
Hay círculos donde se aprenden
Las partituras de medianoche
Y aguas tornando en ceniza los sueños
Hay noches sucesivas con ventanas ciegas
Flores oscuras
Esperando en el balcón de la Esperanza
Hay pájaros sin alas
Y sin embargo esperan que amanezca
Hay balcones y olvidos
Llaves enterradas
Cunas desvencijadas
Hay sombras en la puerta
Con un alud de mariposas muertas
Y una espesa niebla de espadas…
Al poeta Rolando Elías, in memoriam.
Poeta 1
Hay una larga sequedad en la Esperanza.
Hay sombras de mármol en la conciencia.
Hay vanos ángeles en los sueños.
Hay tumbas en el orgasmo de los árboles:
Savia sacra de la materia entre losas.
Hierbas como lámparas
Tragando luz
Pájaros azules
Absorbiendo
Los mástiles del viento
Geografía donde anido mi pecho
Y nombro la memoria
Diosas comulgando siempre
Palabras que inventan distancias
Palabras que encienden los párpados
Palabras que desvisten los poros
Palabras que abren el delirio
Palabras que nos llenan de sed
Arcas
Oleajes
Golpes
Rayos
Laberintos
Poyetones del sueño
Palabras que nos ciegan
Cristales que nos miran
Diosas que cercenan lo íntimo
Vapores que aspiran la piel
Manos que prolongan
Espesas anatomías
Acorralan
Ocultan
Plumas persiguiendo hormigas
Garganta de fosforescencias
Tragando peces rojos
Extrañas como las manos
Como los barcos que se queman
En la espuma
Secretas
Extrañamente secretas
Como el hechizo de las semillas
Susurran en el fuego
Erótico del follaje
En el bosque de la cópula
Atestiguan las tinieblas
Lágrimas
Extrañas trampas del abismo
Donde la combustión de los cuerpos
Parece una maquinaria
De erizados
Sobresaltos
Burbujas
Labios constelados
Relámpagos de vértigo
Sentidos sacudidos sobre el césped
Al filo de la piel desnuda
Las palabras
Fugitivas chiltotas
Cuchillos y brasas
Pétalos miserablemente perseverantes
Mártires anónimos
Aliento transparente del cierzo
Donde humea el musgo
El temblor de los fantasmas
La paciencia que nos sobrevive
El hocico invulnerable de las rocas
Las palabras
Plantaciones de luciérnagas
Multiplicando la epifanía
El exorcismo de la hierba
Horizonte de huesos
Retablos del tiempo
Aliento que a ciegas beben los cuerpos
Cuando pasan sobre la sal de los muelles.
Recuerdo las frondas del combate
Frente al tiempo que parecía
Estático, frente al campo abierto.
Pregunté por ti desde las ramas
Del sueño y su claroscuro:
Supe que podíamos tallar
Nuestras figuras y macerar
El alma con la corriente hipnótica
Del anhelo y del buen augurio.
Traigo soledad. Creció conmigo.
Tú sabes que ha sido un deshilván
Que en ti ha desbocado
Como un secreto atajo.
Entre palabras y palabras
Hemos hecho ríos y tejidos.
Nadie sabe el sacrificio
De crecer callando y desangrar;
Nadie puede entender la tormenta
De rubores indecisos de sí mismos.
Bajo una vieja casa
De impecables paredes
Tabanco y azogue
La lengua del cielo
Como una vieja isla
Tartamudeando en su nocturno secreto
Mientras al otro lado del espejo
Los jinetes pasan
Cabalgando en fuego
Van tras la luz en la luz
De un puñado de sueños:
Cuerpos de exilio en el silencio.
Ni una luz. Todo oscuro:
El cuerpo en su cárcel
Parece un nudo sepulcral.
A veces la realidad es triste:
Tormentas devastan su interior.
En la tierra se deshace la lluvia:
Su misterio golpea
Lentamente como el deslumbramiento.
Venía ya con el ataúd
de la muerte
con el ojo que presiente
el hollín de los fantasmas
dejó caer su boca seca
su diálogo con el soplo del silencio
descendió por los huesos el umbral del fuego
la lámpara febril del viaje
y olvidado de la sed
la agonía de uñas largas
fue creciendo hasta caer en el vacío
había otras almas con sus bocas mudas
había noches quitando tejas de las veredas
había cánticos rodando como sacos de harina
había gritos tiritando en el suelo
había una luz palpitando
a los oídos de alguien que dijo
levántate y vete
sal
sal de aquí antes que el hambre
o alguien te ponga un cuchillo en el cuello
y el hombre caminó
para vivir otros calvarios
1
Los pájaros trabajan
en el oficio de urdir el vuelo
el viento en indagar
sus palabras
¡Qué manera de viajar sin voz!
Haciendo que el césped
Se convierta en espejos
Y el tiempo en Nilo de papeles.
Ni el mar ni los ríos desfiguran sus aguas
eternos e inmensos en su empeño
nunca en acecho nunca persiguiendo
están allí en su límpida fluidez
más interminables que caracoles nocturnos
yo me adhiero a ellos conmovido
pero también porque pertenezco a su grito:
a esa voz de estrépitos y desplomante
de hoguera líquida
de olas
de retumbos
yo me adhiero a la locura de la libertad
con su lenguaje de furtivos sueños
con sus piernas chapoteando en todos los sitios
hasta ser definitiva comida para todos.
No existe olvido si hay memoria.
No existe pasado si eres mi presente.
El tiempo emerge del pecho
Y allí nos ahogamos en su sueño.
Vivimos para descorrer las flechas
De la vida, no para hundirnos
En las aguas de su bruma.
En las nubes de invierno,
El cielo se oscurece,
Mi libertad se hunde:
La ilusión es velo.
Siempre estoy desnudo:
La lluvia dilata
Esperanza y fuego…
¡Ah, nube de invierno
que cubre la memoria
con gotas de imprenta!
Perdón por los insectos
y los pájaros que mueren
la hojarasca
la luna en el estío
el crepúsculo colgado de las ramas
los niños barriga de lombrices
plagicidas en las burbujas de los féretros
perdón por los platos que no almuerzan
tuzas en las camas masticando la piel
fososíntesis de mora
en el taburete
alfiler del hambre los pechos que ya no viven
perdón
perdón
perdón
perdón
perdón don condón tentación
perdón fornicación
introvertido vértigo de advenimiento
perdón por la risa perdida
por el espejo que transcurre
apuñalado en la garganta
perdón por los célibes que se toman otro mundo
perdón por este mundo
que crece grotescamente en números
perdón por la calidez del insomnio
el terror y el lento fuego de la miseria
perdón por las palabras
por el diccionario que reverbera de fósiles
perdón por el bosteza de cansado reloj
por los ojos bizcos que miran de soslayo
por los senos que se ausentan como trenes
por esos después ya no vírgenes
por el que gime sin sábanas en el alma
por la noche que extiende su oscuridad como embudo
por los rostros y los cuerpos que beben la neblina
por el demonio que se posesiona
en espiral hasta llegar a la tristeza
por las telarañas que ciegan las ventanas
por el que escupe cuando sale a la calle
perdón por los amuletos de la buena suerte
que abrigan esperanzas
por el que duerme como póstuma estatua
por el rojo del guiño y las rocolas
perdón por mis zapatos sin afeites
perdón por aspirar tanto espejismo
perdón por mis pies que no saben de botiques
perdón por este sueño que llama a Heráclito
perdón
perdón
perdón
Tal vez el mundo sea bello,
cuando el sol claro lo ilumina,
pero yo sé que hay hombres tristes
como la lluvia gris y fría.
Carlos Bousoño: La tristeza
Al final del día
Todo va quedando inerme
La noche está ahí como una calle
Intransitable:
Musgo sin espejos
Humus sin puertas
Pero verdad latente
A lo lejos
Luces
Gallos insomnes
Sombras de la ciudad el paisaje
Duele todo lo que se deja
Todo lo que perdemos de vida
Todo lo que nos gana la muerte
Bajo esos hilos de oscuridad
Hasta la luna tiene diademas
De indiferencia
Sobre los pensamientos
Duerme la soledad del mundo
Mientras los ojos se pierden
Sobre la superficie de las paredes
Al final del día
Hay imágenes irrestañables
Reflejos desvalidos
Una ciudad que calla
Cansancios
Nubes silenciosas
Plazas sin murmullos
O si a caso
Una canción perdida
En el hocico de los perros
¡Poco a poco se nos va el tiempo!
En ese horizonte hundido
Por la brisa del anhelo,
Y por la esperanza helada
Que te escucha, te sueño:
La conciencia desnuda,
Se dilata en confesiones,
Y el campo riega sus esencias
Con los suspiros del monte…
Ella me piensa cuando sueño
Con un quedo de ramas por subir:
Ella que es la memoria
Cuando pienso en las arboledas…
Ella, la fuerza natural
De la lluvia, el fuego y la tierra.
Fierros líquidos que se diluyen
En ecos subterráneos
Para decir que allí
Nos reencontramos
Con el vestido de otra noche.
Ahora, desnudo y solo,
Pienso en los trenes
En esos fugitivos durmientes
Que sorprenden
Por su risa esquelética
Y por su duro ser
De promesa incumplida.
«…existe un tiempo para edificar
y otro para la vida y la generación,
y otro para que el aire rompa el vidrio desportillado
y sacuda las tablas donde corretea el ratón de campo
y el roído tapiz que exhibe su callado lema».
Es mucho el heroísmo
De soportar el tiempo:
Esperar a nadie en el río
De la ventana y al borde
De las estaciones. Esperar
Bajo cielo y la nube densa
Del destino. Esperar
Entre las zarzas del oscuro
Anhelo y besar la médula
Del fuego, con cierto gozo
De ingenua ignorancia.
Uno es un ser
Con toda la soledad que lo habita
Uno es uno
Con la sal del sol en la cara
Uno es uno piedra insondable
Carne donde supura Dios con sus evangelios y salmos
Con sus yerbas y antibióticos
Uno es uno ráfaga recurrente
Entre huracanadas espinas
Uno es uno entre pájaros coloreados
En el cuarto del baño
En el retrete imaginando cuadros de Chagall
De Picasso o Joan Miró o Magritte
Uno es uno pese
Al cemento y las autopistas
Pese a que llevamos el hambre en las pupilas
Uno es uno entre costureras
Sastres
Albañiles
Carpinteros
Rateros
Oficinistas
Estafadores
Traficantes
Comunistas
Uno es uno entre el sol
Que dora los calcañales
O la sombra que embosca la conciencia
Uno es uno entre
Capitalistas
Demócratas
Fascistas
Burócratas
Uno es uno hundiéndose en apariencias
Tecnócratas
Ambientalistas
Corredores de bolsa
Agiotistas
Neoliberales
Contratistas
Banqueros
Vendedoras del mercado
Billeteros
Huelepegas
Pupuseras
Jornaleros
Buhoneros
Dormilonas
Diputados
Uno es su propio duelo
Sacudiendo los pensamientos en la almohada
Uno es espejo
Espejo frente a los analistas políticos
Que quieren tener el entrecejo de Sherlock Holmes
O la bella historia del inmigrante
Extraviado en la ebriedad de la noche
De las fronteras
Uno es espejo
Frente a los cineastas o teatreros
Que flotan en irisados abismos
Mascullando mundos inauditos
Uno es espejo frente
Al pájaro sin alas tras polarizados barrotes
Uno es espejo fragmentado
Estertor desgarrado
Zumbido asoleado de las moscas
Herida donde pulsa la luz
Uno es uno
Por eso me defino campesino
Mi dui campesino
Mi Nit campesino
Mi Licencia campesina
Mi Profesión campesina
Mi Titulo académico campesino
Mi origen Chalateco campesino
Mi Estado civil campesino
Entretenimiento campesino
Mi Gracia campesina
Mi Religión campesina
Mi Filiación política campesina
Mi Genealogía campesina
Mi salario mensual campesino
Uno es uno escarbando en abismos irisados
Uno es uno cuando surca húmedas tristezas
Uno es uno queriendo que el mundo abdique en una ciénega
Uno es uno queriendo coser la esperanza con anguilas
Uno es uno simulando ser persona de este mundo
Jí jí jí
Uno es uno en el bosque de ray bradbury
Uno es uno aunque la noche lo fusione con los muertos…
Dentro de mí el hondo dolor
Que lucha en sombra contra piedras.
Tanto caminar que me pierdo:
Tanto ir y no encontrarte, sueño,
Sobre la superficie altiva
Del huracán que me arrebata.
Tu sombra es piedra y es dolor:
Piedra y dolor.
A menudo me toca jugar
Con la soledad o el olvido
Da igual cerrar las puertas
Abrir las ventanas
Hacer puentes donde no hay ríos
Cobrar un sueldo y pagar los impuestos
Ir a misa
O escuchar un discurso presidencial
Salir a la calle
O pegarse un tiro en la cama
A menudo uno se encuentra
Con enjambres
Con ídolos que subastan sus propias cataratas
Y beben en su propia taberna
Arco iris de mostaza
Territorios prometidos sin peones
A menudo quisiera derrocar el alfabeto
Darle golpe de estado a las vocales
Botar las cáscaras de las consonantes
Darle amnistía a los adjetivos
Y beber la clorofila de los verbos
Desnudarlos
Habitarlos de principio a fin
Diseminarlos en felpas de aserrín
Vomitar el destino en el mar
Llevar el silencio a vitrinas póstumas
Deshacer el nudo de las encíclicas
Remover los sepelios y las sombras de las miradas
Habitar la memoria
Despedirse diariamente del mundo
Quemar los anticuarios
Disfrazar el óxido de la melancolía
Ignorar la piedra pómez de las ofertas electorales
Excavar en el agua
Hasta sorber en su totalidad
La ebriedad del planeta…
I
Vienes y te vas.
Te vas. Temprano o tarde
Te vas: sangre dilatada.
Fugitiva piel, sal o labios,
Te vas. Secreta luna interior.
Ahora música en la noche.
Viento inclemente la tristeza.
La garganta vela húmedas noches.
1
¡Viento, viento, viento
viento que revienta en la cara!
2
El viento que canta
Unido a mis huesos:
Voz suave, de agua.
3
En el comedor
Me siento a escucharlo.
Para Blanca Mateos, por sus desvelos e insomnios;
Por hacer de la poesía panes repartidos.
1
El tiempo. El tiempo. El tiempo.
A cada paso estamos librándonos de sus abrazos
Oímos masticar sus aguas asfixiantes
Imaginamos su risa y callamos…
De repente toca los balcones de la duda
los poros del temblor en las costillas
y las sienes.
1
Ya es otro día el rocío
Que sangra en el vientre;
La creación es una fascinación de alas
Que invento cada veinticuatro horas;
Buceo con un pedernal inagotable,
Hasta que un collar de mariposas verdes,
Se posa en los pilares de mi casa
Para animar la hermosa fantasía del alba
Que viene ardiendo en los párpados del sol.
Vanamente mis ojos inquietos
Por do quiera se tienden y giran,
Vanamente mis labios suspiran
Abrasados de fúnebre ardor.
Soledad espantosa me cerca,
Noche eterna mi pecho ha cubierto:
Para mí todo el mundo es desierto
Pues que nadie responde a mi amor.
Breve fue y robado instante
A la amarga inquieta vida,
En que el ánima rendida
Rindió los miembros también.
Eran horas de alta noche,
Y en mi solitario lecho
Posaba tranquilo el pecho,
Lenta pulsando la sien.
Borraba ya del pensamiento mío
De la tristeza el importuno ceño:
Dulce era mí vivir, dulce mi sueño,
Dulce mi despertar.
Ya en mi pecho era lóbrego vacío
El que un tiempo rugió volcán ardiente;
Ya no pasaban negras por mi frente
Nubes que hacen llorar.
Cuando hice resonar mi voz primera
Fue en una noche tormentosa y fría:
Un peñón de la cántabra ribera
De asiento me servía:
El aquilón silbaba,
La playa y la campiña estaban solas,
Y el Océano rugidor sus olas
A mis pies estrellaba.
Es bello, sí, en la aurora risueña de la vida
El palpitar primero de amante corazón;
Bello sentir brotando del alma sorprendida
La perfumada lágrima de la primer pasión.
Bello, como en mañana se ve de primavera,
Blanco espino en los bosques florido aparecer; amoroso.
Yo conozco esa voz: a su sonido
Todo mi ser se estremeció temblando;
Hela subir cual bélico alarido
A los cielos mi muerte demandando.
Conozco ya esa voz: un tiempo ufana
La señal dio de paz y de alegría.
A litigar el derecho
Que en alguna cosa tiene,
Si dinero no previene
Para untar algo en la mano
Al decir al escribano
Que agite sus pretensiones:
Digole nones.
A la casada que gasta
Más que gana su marido,
Que es prudente y conocido
Por hombre de buena pasta;
Por inás que éste de su casta
La sucesián no apetezca,
Y estar con ella aborrezca
En sus dares y tomares:
DIgole pares.
Al admirado pasajero incita.
El campo todo en fin interesante
Pintado de colores las más vivas,
Sus ültimos verdores ostentando
Olfato y ojos a la vez hechiza.
!Pero qué yen mis ojos! !Cuál estruendo-
?Iis oldos hirió? iOh maravilla!
Cual suele el humo, que el volcán vomita
Al cielo alzarse en anchos borbotones,
Y oscurecer revuelto las mansiones
Que el águila caudal rasgando habita;
Mas si despues Eolo el soplo agita
De los vientos, rompiendo sus prisiones
Deja del éter limpias las regiones,
Y deshecho se pierde y precipita.
Todo es ventura ya, todo alegría
Desde que en nuestro mundo americano
Gritara el primer héroe mexicano
«No más esclavitud ¡o patria mía!»
Derrocóse la ibera tiranía
De LIBERTAD al grito soberano,
Y cayó la cadena que el indiano
Sesenta lustros arrastrado había.
Heroida de Ovidio.
Más blandas a las fieras he encontrado
Que a ti, Teseo, y fuera el honor mb
A cualquiera mejor que a ti fiado.
Estos renglones, bárbaro, te envio
De la playa de donde adverso viento
Se llevó sin ml iay tristel tu navIo;
Y en donde, por mi mal, mi sueflo lento
Y tus tracciones, cuando yo dormIa,
Ocasionaron ml fatal tormento.
Asi exclamaba atónita, y suplIa
Lo que a la voz faltaba con el lianto,
Y otra vez y otras mil mi pecho herIa.
Y por si no me oyeras cuando tanto
Distabas ya de ml, porque me vieras
Los brazos agitaba en mi quebranto.
A una j5ersona de confianza.
De aqul de este lugar donde me aleja
Enemiga fortuna,
Te mando la salud, que a ml me deja;
No porque de importuna
Enfermedad el flaco cuerpo sienta
Daflado en parte alguna;
Mas porque la tristeza macilenta,
Que tiene aquI su asiento,
Más que horas tiene el dla me atormenta.