En el camino hay un silencio de palabra imposible
La tarde reza en ermita de fuego
Sobre el despoblado
hacen penitencia las sombras
Las estrellas columpian la escalera
por donde bajarán los ángeles a la tierra
Mi vida se desangra gota a gota.
En nuestros labios quisieron enarbolarse
como ponientes los gritos.
Luego, los horizontes se romperán como
cuerdas y mi corazón vendrá a mí de nuevo.
Mi corazón ¡tantas veces ido!
La emoción tira de nuestras almas.
El corazón se nos abre
para amar mejor.
Sentimos todo el cielo
latiendo en nuestras manos.
Una llovizna de recuerdo
humedece mi alma.
¡Es tan dulce
sentirse morir por dentro
poco a poco!
La noche entró por la ventana.
Mi alcoba está suave de luna.
Los rincones se nutren de sueño
y la bujía cuelga en la penumbra
como un sol insensible.
La tarde se va
de la mano del sol.
La noche es un largo silencio negro.
La luna es el alma de la noche.
¡Si yo fuese tan sólo tu corazón por dentro!
La tardecita mansa
pisoteada por tinieblas.
Las hojas son corazones sobre el lago
y los arbolitos
de la mano
como un cortejo de niños.
Por aquel brazo
por el cual desciendes
llegarás a la mano.
¡La mano abierta
enseñándote a amar!
Todo el dolor derramado
sobre el paisaje.
La tarde transparente
como un agua
se ha mirado en tus ojos.
Lejos
la noche arrodillada
trenza tinieblas
ante su espejo.
Mi corazón es un plenilunio de tristeza.
Tus labios han deletreado
una sonrisa.
Las palabras declinan
como ocasos
sobre los pétalos de los caminos.
Un pajarito
se ha dormido
con un poco de luz
sobre la piedad de tus manos
y se oye palpitar un beso
sobre el cansancio
de tus ojos.
Ventana abierta sobre la tarde
con generosidad de mano
que no sabe su limosna.
Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.
Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.
La tarde muere como una eremita.
Sobre la espalda de la noche
el cielo se estremece apretado de estrellas.
La noche crispada y lenta
se apega a los faroles,
pequeños y suaves como una luna nueva.
Plaza: sobre tu umbral de sombras
su voz sube como una letanía
al silencio verde de tus árboles.
Libre de ataduras
Eros invadió la tierra,
húmedas cuevas desafiantes
cuerpos erectos, crepitantes
Eros desatado, libre
y ubérrimo
pueblas el mundo de deseo consumado.
El tiempo inexorable
se diluye entre los dedos
descarnados de la muerte
que ávida y voraz
aguarda
mi carne palpitante
y el alma
que escapa a su fatal llamado.
Acre veneno
que corroe mis venas
prolongará mi vida
a cambio del dolor.
Nunca la mano ha sido
tanto
alargamiento de un corazón
que late,
como en la mujer que trabajando
va bordando el mundo,
en los giros del barro que modela,
en la masa del pan que se cocina,
en la áspera tierra que rotura,
en el metal de la herramienta dura,
en las páginas del libro que penetra,
en todos los elementos que transforma,
mujer es el ser y hacer
lo que la iguala al hombre.
Invocando ??si existen-
a los dioses de la creación
ofrecí tiempo y vida
a cambio de palabras.
Hoy, ofrezco mis palabras
por tiempo y vida
con la certeza
de su anticipada negativa.
Los dioses de la creación
-si existen- son sordos
y, en tu caso, es lo mismo
responderán: «No hay trato’
Nuestras voces resuenan
por el mundo
desde el diálogo uterino
que el feto entabla
con el cuerpo que lo alberga
Desde la naturaleza
la cultura y la historia,
que hemos perpetuado
y son nombres de mujeres
Desde la marginalia
e injusta situación
en que estamos sumergidas,
invadimos la tierra
y rescatamos la vida,
las voces milenarias
de mujeres en el tiempo
y el espacio
Deja que me establezca en tu silencio.
Afuera,
las tinieblas liberan sus jaurías…
el odio está acechando en los senderos
con los hocicos fétidos
de sus perras hambrientas.
Puedo escuchar las zarpas de la noche
deshilachando tréboles,
diseminando dagas de ceniza
en muslos de violetas,
enterrando
en muñones de rocío
su dardo agudo,
su desnuda greda.
He pensado que acaso ni presientes
cuánto silencio
encierra mi silencio,
cuánta pena encendida anda exhalando
como ásperos aromas
en el viento,
cuánta impotencia espera
agazapada
en esta indiferencia voluntaria
que me quema por dentro.
He pensado que acaso es necesario
participarte un nuevo sentimiento:
este odio
que me enciende las entrañas
y navega en los cauces de sus fuegos
cada vez que tus torpes injusticias
me arrebatan el cielo.
Yo edifiqué este amor.
Con fragmentos de oscuras inocencias,
con torpes esqueletos de caricias,
con harapos de sueños,
con astillas de heridas sin cerrojos,
con retazos de olvidos,
con silencios,
con este terco corazón obrero
enhebrando
una a una
las miradas
hasta llegar al beso.
Después de tanta furia compartida,
después de tanta angustia,
de horarios de oficina,
de olores de frituras,
de tantos desencuentros.
Después de tanto ocaso sin jazmines
y caballos de lava derretida
y látigos de fuego.
Después de tanta muerte a la deriva,
de tantas cicatrices en el alma.
Aquí estoy,
zurciendo con esmero
este andrajo de amores eventuales
que encontré dobladito
entre la impunidad de los bolsillos
donde encierras los sueños.
Oculto en punto atrás cada mentira,
cada caricia y luna y juramento.
Cubro la luz de su mirada herida
con filamentos negros,
asiento planchas tibias
sobre la orografía de su cuerpo…
Pero me cuesta.
Ya sé que habrá mañanas sin tus besos,
sin tu piel
donde el sol despeña el polen
de su estambre escarpado,
sin tus ojos tiñéndome de estrellas
y aromas
y espesuras
y racimos
la salvaje matriz de la esperanza.
Uno no puede,
siempre,
andar gritando al mundo a voz en cuello
todo lo que te quiere.
Uno no puede,
a veces,
olvidar el idioma en que la vida
anda sacrificando mariposas
bajo nuestras promesas de Septiembre.
Afuera,
en el linaje de la noche,
las fauces de la luna desangran transparencias en las arterias místicas del agua
y suspende en la urdimbre de las hierbas
filamentos de escarcha.
Adentro,
en la tibieza,
el leño trasfoguero fosforece su vigilia quemada
-duende azul de ceniza enlutando senderos de hojalata-.
Junco de soledad en el rocío,
brizna de hierba clara…
hilvanando la ausencia del espinel maduro
por la trama de hogueras y tinieblas que ciñe lejanías a su pequeña torre sin campana,
la Ramona Gamarra esmerila la sombra
desde cajones huérfanos,
desde escamas,
desde agudos silbidos que no llegan,
desde puñales negros y cenizas,
desde espumas amargas.
Es de noche.
Tú sabes…
Hay ojos amarillos
edificando negras soledades
en extrañas esquinas.
Y hay corazones ciegos
suplicando mendrugos de palabras
ante espaldas dormidas.
Y hay hombres revolviendo en la tristeza
para encontrar un eco,
un trozo flaco,
las hilachas desnudas de una risa.
Que quede grabado en mí,
que todo el momento exacto
con su plenitud perfecta
quede en mi interior vibrando…
Que nada se pierda de él,
que no tenga que encontrarlo,
pobre limosna, en el sueño,
con su perfil deformado.
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora…
Antonio Machado
Apartaos de mí, que me he arrancado
esa mitad de sombra a manos llenas
para arrojarla al sol con la alegría
con que se iza al viento una bandera.
Apartaos de mí, porque he lanzado
los caballos del sueño a la carrera
y un galopar de potros se desboca
como un golpe de sangre por mis venas.
Tal vez soy Demódoco y cuento las hazañas de Odiseo
O soy Odiseo escuchando el relato del ciego
Ya no fui lo que soy
El lenguaje me mata
¡Cuidado!
¡Voy a nacer!
Digo: nazco
Lo repito, nazco
Mis nueve libras golpeadas
Mi grito que sale directamente de la carne
Mi primera y única palabra aprendida
Mi nombre
La delación y el bautismo hasta esos labios
Los dientes rotos que me tiran
El prudente mendigo esquivándome
¡Tanta, tanta elocuencia!
Aquí fue el reflexionar de Eustaquio sobre su mala suerte:
aquí el maldecir del fatal favor que el prestidigitador le
había hecho distrayendo uno de sus miembros a la natural
autoridad de su cabeza, lo cual origen a toda clase de des-
órdenes que forzosamente tenían que sucederle.
Pero la imagen de una mano espuñando un erizo sugiere la derrota
de la escritura como disponibilidad. El sentido, aquí, es lo sentido y lo sentido
se agota exclusivamente en la mano, como tortura de la
materia que se desplomaba para extenderse.
Para Mark Strand
Al traducirte -al repetirte- me di cuenta
de tu soledad y de la mía. La repetición me
separaba de ti y te separaba a ti de ti mismo.
La repetición es siempre un hueco. Como las
púas del erizo, que amparan al mar de su
propio fondo.
Está escrito que los que no tienen futuro
no pueden conocer su futuro.
Por piedad los que no tienen futuro no pueden conocer su futuro.
Pero tú no eres un desheredado, tú tienes futuro,
tú ya sólo tienes futuro.
Entre los dioses se derraman los granos de sal,
las nubes se dispersan en formas cada vez más caprichosas,
chocan contra la pared los huesecillos marcados,
en el carcaj cada una de las tres flechas da en el blanco,
sube en lentas espirales el humo de la carne quemada,
las gotas de cera caliente arremolinan la superficie del agua,
arde la cabeza de burro y los demonios están a punto de hablar,
chisporrotean las hojas de laurel,
le quitan la venda al niño y el espejo se llena de presagios.
Supe de la neblina
y salí al mundo.
El miedo era un planeta extraño
verte venir desde la acera opuesta
toda tu luz burlando el mediodía.
Yo que apuré el asfalto
todo el viento del mundo reteniéndome.
De qué sirve el amor
qué extraña esencia nutre su llegada
para que se convierta en una espera
en una melodía.
A Radhis Curí
Saltó desde mi ojo a la ventana
desnuda está en la acera mojada a la intemperie
bajo una luna extraña.
De pronto ya no baila
me sigue el rastro ajeno taciturno
la ira del zapato sobre el lomo.
Llego a tus costas
como al reverso menos cruel de la moneda
y tengo todo el tiempo para amarte
aunque el amor no sea más que alguna carta
a veces una espera.
Me desvisto en el muelle
me deslumbro
tiendo mi mano para hallar otra respuesta
y allí estás tú
allí vuelvo a encontrarte
toda tu firma voluntad sobre mis huesos.
A Veleta. A Piri
Alza la tapa.
Escucha.
La música será como un alivio
como un bálsamo azul
como un portazo y luego este silencio.
Los amigos se fueron
perdieron el camino y los recuerdos.
Sólo queda esa música.
Ella alzaba el martillo
y lo dejaba caer una vez y otra vez sobre mi frente
luego abría las piernas
y yo volvía a entrar en un mundo cercano a la esperanza.
Decía las manzanas la luz el precipicio
y dejaba mi cuerpo enlodarse en la pendiente.
A Dora
Al extremo del puente la luz es más intensa
enceguece la luz cambia nociones.
Las brújulas atrofian su certeza
los mapas desdibujan sus contornos
la noche apaga la verdad del firmamento.
Sólo queda un camino lleva al final del puente.
Nada fue como dicen.
Yo descubrí mi cuerpo mojado en la maleza
y lo empecé a palpar.
Era mi cuerpo solo el que se hinchaba
inflamada mi vela.
No supe qué corría por mi vientre
trepaba hasta mi pecho
enceguecía.
Ella confunde la piel con algún río
y al corazón con la ciudad de enfrente
F. A. Dopico
Ella confunde la piel con un estanque
canta junto a mi oído su vieja melodía.
Sentada ante la rueca
Helena piensa en Paris.
Sus hijos crecen
y Menelao dormita entre las mantas
en un rincón desde donde la mira a veces.
Ella hilando la rueca
está pensando en Paris
la hermosura y el pánico
y tal vez una lágrima o un pálpito
mientras el hilo corre entre sus dedos
y Menelao dormita
y sus hijos persiguen mariposas
y Paris es un sueño que el tiempo le devuelve detenido
engalanado vencedor de nada
en esta dulce tarde en que Helena está hilando su recuerdo
con una limpia lágrima o un pálpito.
Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su impronta.
Cuando llegó
sin haberlo previsto
el sol quebró su cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy el sol es una moraleja.
Como sombras danzantes saliendo del telón
azules los anillos te atenazan
bajo una lluvia espesa.
Era tibio tu cuerpo
arañas asesinas sobre los vidrios rotos
y el atrio de la iglesia donde jugaba un niño.
Voces lejanas alegres pesadillas
bailan sobre la inútil falange enfebrecida
colman como lamentos la noche del espejo.
Sentada en su balcón
mirando al horizonte
la niña sueña con viajar muy lejos.
Europa bajo sus plantas
las luces de París en una mano
reconquista del mundo en sentido contrario.
La despeina el viento suave de las islas
y ella cierra los ojos atisbando a lo lejos
marido rico que mantendrá su ocio
y tiendas coloridas donde cubrir su cuerpo.
Hoja que marca el curso de la noche
el filo de una esquina traicionera
vendedora de historias trashumantes
disueltas en la bruma.
Nadie pasa a través de la muralla
nadie espera ya el soplo de la brisa
a las cinco de la tarde.
La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Vender el alma al Diablo
o vender el alma a Dios.
Vender el alma y que ella llegue alguna tarde
a ponerme su almíbar en los labios
a dejarme danzar descalza en esta alfombra.
Su almíbar o su furia sobre mis tristes huesos
que esperan por la muerte o la felicidad.
Todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.