Tesalina

Él leía cartas de amor a Rosaura.
Ensalzaba su apacible hermosura.
Ella,
azorada,
tras la falda,
no perdona a Corina
el infortunio que su mirada empaña.

Él leía versos de amor y desamparo,
mientras anuncia,
triste
su delito:
dar tregua a su juventud y su codicia.

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Tus entrañas

Bulle en mis entrañas un suceso reciente.
Debe de ser Eloísa cultivando su conciencia.
De vez en cuando recuerdo las marismas,
el agua salada,
el sol quemándome la espalda.

Eloísa está leyendo,
tumbada en la arena,
ya digo,
cultivando su conciencia.

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Yo mismo

Ese tipo pálido y febril
Que estoy mirando
Soy yo.
Yo mismo que me miro
De un modo impertinente.
Yo mismo
vestido de primera comunión,
Feliz como unas pascuas.
Con un poco de suerte,
ese infante de la foto
se meará en cualquier momento,
si nadie se lo impide.

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Escapada

Mira: de pronto en los objetos
más próximos hay fiebre: los tensa como cables.
Son mensajes escuetos
de un papel blanco, inescrutables.

Una luz lisa fosforece
en el aire naranja de la gasolinera.
Es un arpón: si crece,
te perfora los ojos.

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Plano de fumadores

Telón de luz: es una apacible hoz helada
el cielo. Hay fumadores cerca de las sombrillas.
Me gusta su aire dulce de fruta macerada
o de guante vacío. Las lonas amarillas

les dan además cierto fulgor que sólo existe
en los vidrios manchados de las mesas de análisis
de sangre.

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Vida después de la muerte

Una trama vibrante de palmeras
agitadas: maracas sigilosas.
El pájaro que pica las maderas
la muerte coserá sobre las cosas

detenidas y oscuras: donde late
como una gota de mercurio cálido
la limadora luz -no el plata mate
del agua del estanque, el fulgor pálido

del limo verdinoso -nunca anida.

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Playeras

Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas le buscaré;
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie.

Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará,
y mientras llega la noche oscura,
cosas de amores le contará.

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Compromiso

Este deseo diario
de rascar tu espalda
tibia y sudorosa,
de brillar en tus ojos
quietos y profundos,
de amarte salvajemente
hasta deshilachar
las soledades,
de ruborizarme
con plena conciencia
cuando encuentro
mi desnudo
entre tus labios,
será mi compromiso
único y vital.

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Quiero (I)

a FVCH

Navegar sobre tu espalda
dulce y tibia
guardar cada lunar entre mis dedos;
saborear la sonrisa de tus ojos
que hipnotizan a su encuentro,
quiero recorrer tu cuerpo,
descubriendo todos sus rincones
tus relieves, tus planicies, tus cuevas…
conociendo tus olores, sabores, sonidos, detalles…
ganándome el derecho de vivir allí
explayada en todo su ancho,
plena…
Vivirlo a tu cuerpo
que me asombra, que me gusta
como tu rostro sonriente.

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Según usted

(a R…)

Ahora he de fingir
-según usted-
un adiós casi total, genuino y certero
al sueño aún no compartido.

Tomar las riendas de mi antigua soledad
sin mayores consecuencias
-según usted-
me inventé un candado de valeverguismo
y me volví mujer-fantasma en su lecho,
pajarito de papel que arrastra el viento.

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XV (I)

Hace siglos llovieron sonrisas
a mi solitario caracol
padecí tus fiebres
y alcancé tu pecho para anidar.

De vos, ni un solo gesto queda
tan sólo el pincel de tu recuerdo
que te dibuja en mi soledad,
ya no volveré a tus labios
ni a tu almohada piedra de volcán.

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XV (II)

Yo me subí a los trece años
y llegué a odiar los rieles
y el tren.

Soñé y soñé y seguí soñando
el descabezado de mi infancia;
no pude más jugar a las muñecas
que se les cae la cabeza, mamá,
y me da miedo.

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Ah, las lágrimas

Al Dr. Abraham I. Lis

Cuánto dolor camina por la ausencia
—hay tanto—
grito feroz que nada nada dice
ni expande
y en un pequeño pliegue se escabulle

—¿es grito?—

—A qué sitio extraño irán las mañanas
que una a una viven en el pan tostado
el té y el comienzo temprano del día—

El tacto en su lenguaje habla
—¿de qué país regresa?—
la voz en su registro emerge
—dí Dios, de dónde—
ninguno vio caer el rayo
—mi dulce bien, fue imprescindible un rayo—
de hierro el yelmo el peto y gasa en la visera.

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Bajo continuo

Marta Cwielong

La tarde parece andar morosa en el Torreón del Monje
luego un lago
lejos
lujo del verano
en el rosal solitario calle abajo
varilla de ámbar encendida por el mar cercano y rumoroso
y arriba
vaho y vida entre los músculos
olor salobre
áspero.

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Boca muda

Boca muda
¿boca-fauces al acecho?
no no
muda
muda
labios en doma y aplanados
brazos como las ramas de un sauce
se confunden y beben la savia de sí mismos
todo musgo las piernas.
Impresiones digitales
¿lenguaje del código genético?

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El tiempo

Fue en la mañana aquella que en un dejo amargo
dijo
dos días comunes faltan
dos días igualmente paralizados
para que el cielo sea por esta vez amable
pero por qué dos días si el mundo ronda
si los caminos viven y se hacen solos
si hay un sendero en claroscuro que va hacia adentro.

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Nureyeb

Resopla el mar
como caballo encabritado
girando
girando
salvajemente etéreo sobre las alas extendidas
quietas
de un águila en planeo.

Resopla el mar
en un tazón de metal
y bailas
delicadamente bailas
y saltas
majestuosamente saltas
mágico tártaro viajando a Irkutsk
todavía suspendido en el líquido nirvana del vientre de tu madre
(¿sabrá el Transiberiano de aquel niño nacido
sobre el rodar cansino de sus ruedas
entre los bosques
y los humosos pantanos del Baikal?)

Caminando de Ufa a Leningrado
fue tu porte
tu soberbio porte ahí
una bolsa de obstinación por equipaje
las puertas del Kirov de par en par abiertas.

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Por qué temerle

Por qué temerle
hay algo de retorno en su mirada
una cierta piedad
quizá ese cansancio de recoger desde el principio de los tiempos
hojas que se asoman sin pausa
y con prisa
se sueltan de las ramas.

Ella viste de luz para fingir que huye
mientras paciente observa vagar las nueve lunas.

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Como una lengua de vaca

Mis almohadas son distintas
como de hotel costeño, humedas y frías.
Mi cama es comoun enorme trigal que me consume.
Todo el cuarto es un bosque de pinos altos
y desde la ventana miro otro bosque.
Por mi pupila alargada y cilíndrica
busco el destello de luz que me falta.

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Reflexiones

No, yo no puedo echarle la culpa a él.
Si cuando nos casamos hubiera entendido
que no había necesidad de tants cosas,
que no iba a pasar nada, que el suelo no se iba a resquebrajar
ni caer uuna gran tormenta cuando yo bajara y oyera mi voz.

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