Anuncio por palabras

para mi madre
octubre de 1983

Necesito chica que sepa planchar
mis labios con los suyos y tende
r su ropa eternamente junto a la
mía y quitar las manchas de mi c
orazón con su mirada yo pondré
la mesa y la caricia en su ramo
de lunas y trataré de andar muy
despacio
cuando
ella
no
tenga
prisa

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Esta soledad

para Juan (regalo)
c. 1980

esta soledad es hija de una altura equivocada
yo tengo el vicio del cielo
soy el único propietario
del aire huesudo y de los pájaros fáciles

los huesos azules del cielo
forman un espacio largo y delgado
y se quiebran en tormenta
y bajan en agua
para acabar en lápida sin nombre

el rojo de mis manos es un misterio
porque brota de ríos blancos que se inclinan como lápidas

a través de la tela metálica
cabizbaja la mala hierba roba el principio del otoño

en otoño los ladrones de cielo
llevan silencio en el pico y tumba en las alas

me agarro a la tela metálica
y no tengo dinero

las mujeres redondas siempre tienen dinero
pero cuando miran hacia lo alto para celebrar una cama nueva
alguien impide el cielo con una navaja de aire

me agarro a la tela metálica
y no tengo mujer redonda

yo tengo el vicio del cielo porque tengo miedo
Porque soy cobarde

mujer entera no puedo darte nada plancha mi tormenta
LA CENA ES A LAS 6.

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Falsearé la leyenda

1976

Quiero pintar de blanco la hierba de la pradera
y el compacto césped que recubre los jardines;
todos pensarán que venció la fuerza del desierto
y yo seré durante años el Dueño de la vida,
dejando que me acaricie la tibieza del sueño alado
y tiñendo al atardecer lo que brotó del rocío;
mi pincel será la cascada cuyo estruendo nunca percibo
y mi pintura las aguas que en ella se enroscan furiosas,
y los que por los aires naveguen
verán surgir la nieve del pecho abierto del Verano,
variarán de canción los motores aceitosos
y enarcarán las cejas los pilotos sin mirada.

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Santa tierra desterrada

1980

Tú sigues siendo
el misterio de las apariciones que nunca aparecen
pero
dentro de mí
alguien
cambió
y no volverá a cambiar
jamás

ya no hay llanuras en mis montañas
ya no hay llanuras y yo
yo olvido un sótano de recuerdos dos sótanos llenos
y persigo sombreros alegres para dejar de olvidar
aunque ya se sabe
los sombreros huyen
y la alegría
y los gatos que no nos felicitan.

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Sastre si lo sois

1981

Sastres, si lo sois,
vestid de belleza mi rabia.

Aquí celda sonora guardada por el humo
un lugar más para hacer mis solitarios
aquí donde cien dientes se disputan cada beso

aquí me lo contaron

aquí donde nos venden
el amarillo de la bombilla que tiene vocación de tiniebla
la luz que todo lo anochece
una sola ceguera para tantos ojos
un solo fuego para tanta sed

ella

la que se abrió viendo pasear
mis pantalones azules
camino del bar y del ayuno
ella anda de la mano
ella anda de la mano y de la vena
de un heroinómano
herida de lavabo
campo de golf de 18 millones de agujeros
voz seca que no conoce
la bondad del silencio que sólo destruye a su dueño
él es el hogar de la avispa
y quiere compartir su hogar

¡que los hombres fuertes oigan lo que no dice!

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Te advierto que la luna

para Pablo con la única condición
de que no lo pierda sin querer
agosto de 1983

Te advierto que la luna…

Una manzana perdida
tan vieja como el egipcio
y sin pirámides…

Te advierto que la luna
te mira siempre…

Si la manzana
pudiera caminar como nosotros…

Te advierto que la luna
te mira siempre
con el hambre que da la distancia.

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Te resucito

c. 1979

Te resucito
qué imposible resucitarte
tan imposible como deshojar un invierno de árboles
dejémoslo en te resucito
entreabierta y temblorosa
lechuza neorromántica
marioneta viva
con tu boquita de fresas con nata
con tu boquita de seis tenedores
estrangulando verdades
armada de súplicas
te resucito cuajado de almohadas
diluviando pesadillas
sin un mal sueño que llevarme a los ojos
con una semana de noches.

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Torre Windsor

1980

rasca
cielos
y si los ciudadanos volaran
como vuelan vientos y vuelan soles
y si los ciudadanos volaran
me refiero
a los viajantes de comercio
y a los dedos de oficinista
y si los ciudadanos volaran
para reflejar en los rasca
cielos
su piel y sus anillos
la pobreza de su reír de una sola risa
sus esqueletos en venta
sus viajes en helicóptero
las piernas de Mellors
tú tensándote
porque la vida no
hace declaraciones
cuando está en el ascensor
del rasca
cielos
pero hoy
hoy
el
rasca
cielos
es
mil
sílabas
de luz
no
una
palabra

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Tu mezquita y tu río

para mi madre
escrito el día
30 de marzo de 1979

Una prostituta
ella es la única mujer por mí invadida
o
acaso
tampoco
ella
porque por más que me recuento
no hallo vestigio
de perfume o de célula o de compra o de club
o de aquel taxi
aunque allí estábamos todos,
madre,
los bienaventurados y los aventureros
allí estábamos todos
en la edad del vagabundeo y sin piernas
sin piernas como el pobre Mori Ahio
como él mordidos por un tren hambriento

pescadores de Galilea ha llegado la hora de la repesca.

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Tuit

para mi madre
1982

tuit
tuit
ella
no sé
si salvará
a
la higuera
pero


que ella es
la salvación de la higuera
pilotando un tejado blanco
segando dragones amarillos
con dos medialunas
disfrazadas de tijeras
tuit
t
u
i
t
su música
de 50 notas
es
la enviada
del silbido
de
los
pájaros

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De «Hojas al viento»

1. La canción de la morfina

Amantes de la quimera,
yo calmaré vuestro mal:
soy la dicha artificial,
que es la dicha verdadera.

Isis que rasga su velo
polvoreado de diamantes,
ante los ojos amantes
donde fulgura el anhelo;

encantadora sirena
que atrae, con su canción,
hacia la oculta región
en que fallece la pena;

bálsamo que cicatriza
los labios de abierta llaga;
astro que nunca se apaga
bajo su helada ceniza;

roja columna de fuego
que guía al mortal perdido,
hasta el país prometido
del que no retorna luego.

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De «Nieve»

1. Flor de cieno

Yo soy como una choza solitaria
que el viento huracanado desmorona
y en cuyas piedras húmedas entona
hosco búho su endecha funeraria.

Por fuera sólo es urna cineraria
sin inscripción, ni fecha, ni corona;
mas dentro, donde el cieno se amontona,
abre sus hojas fresca pasionaria.

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De «Mi museo ideal»

1. Elena

Luz fosfórica entreabre claras brechas
en la celeste inmensidad, y alumbra
del foso en la fatídica penumbra
cuerpos hendidos por doradas flechas.

Cual humo frío de homicidas mechas
en la atmósfera densa se vislumbra
vapor disuelto que la brisa encumbra
a las torres de Ilión, escombros hechas.

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De «Bustos y Rimas»

1. A la belleza

¡Oh, divina belleza! Visión casta
de incógnito santuario,
ya muero de buscarte por el mundo
sin haberte encontrado.
Nunca te han visto mis inquietos ojos,
pero en el alma guardo
intuición poderosa de la esencia
que anima tus encantos.

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En un trozo de papel

En un trozo de papel
con un simple lapicero,
yo tracé una escalerita,
tachonada de luceros.

Hermosas estrellas de oro.
De plata no había ninguna.
Yo quería una escalera
para subir a la Luna.

Para subir a la Luna
y secarle sus ojitos,
no me valen los luceros,
como humildes peldañitos.

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Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato

Amor mío te ofrezco mi cabeza en un plato:
desayuna. Te ofrezco mi corazón pequeño,
y una vena fecunda que tu lengua de gato
ha de lamer, ya claras las arrugas del ceño.

Otra copita y basta: Amor mío, qué rato
más feliz tu mordisco, como un nudo de sueño,
Yo escalo las paredes, tú apacientas un hato,
y yo balo en la sombra como cabra sin dueño.

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Anunciación de la carne

Envuelto en seda y nardos, encajes y rubíes,
vino el ángel del cielo a verme una mañana;
yo encadenaba plumas de ensueño en mi ventana
con un candor desnudo de lino y alhelíes.

Su corte de querubes y jilgueros turquíes,
cambiaba por mi leche, mi miel y mi manzana;
el beso y la mejilla eran de nácar grana,
de tibios surtidores y absortos colibríes.

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Bajo continuo

Como en la muchedumbre de los besos
tantos pierden relieve -sólo el beso
inicial y el postrero por los labios
recibidos perduran-, estas flores
que el año nuevo entrega: Con el blanco
del almendro en su abrigo contra el norte,
la voz del macasar, no su presencia;
hoy, esta rosa.

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Cantar de amigo

Di, noche, amiga de los oprimidos,
di, noche, hermana de los solidarios,

¿dónde dejaste al que ayer fue mi amigo,
dónde dejaste al que ayer fue mi hermano?

-Verde le dejo junto al mar tranquilo;
joven le dejo junto al mar callado.

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Capricho

Un capricho celeste
dispuso que velado
de lágrimas quedara
el nombre del amor;

la alondra, que lo tuvo
casi en sus iniciales,
lo perdiera en el canto
primero que hizo al sol;

la raya temblorosa
del horizonte, herida,
repitiera la llaga
que el eco le dejó;

la lumbre de otros ojos
amortecida, apenas
para el silencio nido,
para el sollozo flor.

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Correspondencia

Fosa común de pájaros y fuentes
eran tus ojos en la tarde ardida.
Había un brillo cruel de luz mordida
en tus labios sin besos y en tus dientes.

Ayer dos corazones coincidentes,
hoy dos bordes sangrantes de una herida,
mañana doble sombra de guarida
de sierpes y de lobos impacientes.

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Después que me miraste, 22

Cuéntase de un zagal heroico antiguo
tal singular hazaña: consiguió
dominar preciadísimo caballo
asustadizo de su sombra

guiándolo hacia el sol; obtuvo, así,
loa y acatamiento de los hombres.
Pero mayor hazaña fue la tuya
después que me miraste
pues mi pasión e instinto condujiste
a la luz de la vida y hoy me miro
en el espejo de tus ojos puros
dócil corcel de amor.

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El deseo es un agua

I
Siempre vive, pervive, sobrevive y asciende,
como un astro y sus luces, el deseo a los cielos,
sin confundirse nunca con el cuerpo logrado,
sin renunciar jamás al clamor de la sangre,

a las yemas feroces donde mana
una mano las nieves sin estrépito,
boca que sigue el trazo de las aves
más allá de la noche y su sospecha.

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Idilio

Dicen todos: Ellos son,
ellos cantan, ellos miran
la aurora de las acequias,
el ruiseñor que origina
tristezas de amor, extrañas
y suaves melancolías.
¡Cuánta flor han deshojado,
cuánta mirada cautiva,
cuánto encaje de hilo limpio,
cuánto beso sobre el día
que como un pozo de brasas
se enciende y los aniquila!

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La música en viana

A Guillermo González

Evocar la palabra con que formé mis labios,
las palabras, la música de un surtidor tendido:
Pérfidos, jaspes, mármoles, columnas derribadas,
capiteles y sueños, jazmines y celindos.
¿Y el azahar? ¿Y el aire que duele como un agua
equivocada y tensa por las veras del río?

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La somnolencia

A determinada edad
pero imprecisa fecha,
he descubierto en mí
-como, un día, al mirarnos en el espejo, percibimos
una peca, muy diminuta, muy subrepticia
pero constante- una extraña
compasión. No se trata de un ángel
vestido de penumbras, de una palabra apasionada
y ruborosa, de un acuciante clarinete
que se abre paso entre la cuerda como un gato entre petunias:
no es una congoja
ni la esponjosa sensación del pecho cuando encontramos a
un amigo;
pero algo más cotidiano, quizá más displicente,
un comunicativo interés por los hombres, que no es curiosidad,
tal vez no es simpatía, no, desde luego, adhesión,
sí una sorpresa, al comprobar que un grupo
de hombres es tan sedante como alameda rumorosa,
tan excitante como los truenos, tan sencillo como el río.

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Madrigal de otro estío

Dudé si compararte
con la nube o la luna:
Agua fugaz para mi sed, caricia
de luz distante en sombra íntima y única.

Ramas cansadas, últimos delirios
esperaron en vano que la antigua
costumbre de los astros me alumbrara;
dádivas de la nunca
previsible constancia de los meses
mi sien tocaran con sus manos húmedas.

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Mejor que una punta fina

Mejor que una punta fina
para herirte sin remedio,
la filigrana perdida
en laberintos de sueño.

Y mejor, los gavilanes
que se posan en tu mano
como suspiro de alfanjes
entre la flor y los ramos.

O, mejor, la paz del día
que no necesita espada
sino una flecha encendida
de sol entre lentas ramas.

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Narcisos

A Elena Martín Vivaldi

Bocas de vidrio, esbozos de penumbras.
Adelantados o doblados
o pertinaces en su insomne palidez
de vientos como llamas, los narcisos
entregan su aroma, luna de invierno.

Florecer y morir, qué triste júbilo.

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