Rapto en la catedral de Cuzco

I

Veníamos en nuestros Harrier desblindados
en descenso vertical continuo
volando parados de frente
desde donde las cavernas del firmamento
absorbían corrientes curvas
de otras mentes más desapercibidas
Veníamos a llevarnos la catedral del Cuzco
a alta mar la mansión de Dios subida arriba
de nuestro portaaviones El Caravaggio
Cuarenta anclas con cadenas de espesor
comenzaron a arrastrar la catedral
mientras la levantábamos con los Harrier
por ocho costados desde los cimientos
para que pesara como un Lipchitz
Y mientras la sacábamos del Cuzco a remolque
íbamos dejando un cráter de ancho rastro
que cabía una doble fila de ríos Jordanes
hasta que metimos la catedral al mar
rodeada de boyas
y ayudados por esclusas contra mareas
la subimos a cubierta para zarpar
Y por durante la mañana de anoche
con la catedral ya arriba de El Caravaggio
y con el mar soltando las amarras
entramos los Harrier a la nave central
y los hacíamos volar por dentro
y pasearse en el aire y como muy educados
haciéndoles visitas a los santos.

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Allegro bárbaro

En un rincón de tu cuarto hay un caballo sonámbulo que no te dejará dormir con sus mármoles desvelados. Hay una hoja de amianto finísima que busca colocación entre la pared y tu alma. Entre hielos, hermosa muchacha, no mires, no te muevas, no constates: ni el amor que reclama su parte recíproca imperiosa, ni la situación de urgencia blanca de tu cuerpo aprisionado por un fuego del cual no puedo fijar la procedencia, porque ha nacido justamente del espacio que media entre yo y tú, entre tu presencia y mi destemplado deseo que se agita como una lengua, en este recinto, como en un abismo,

Por lo demás, no creo que te cieguen tus propios delirios o tu transparencia que deja sospechar más de lo existente.

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Animales e inscripciones

A Rosamel del Valle

Vienes y ves un tiempo blanco
Sin embargo sin lobos de diáfana estructura
Abriendo los muebles donde los recuerdos estudian
Y el viento pasa de dos años y miedo.

Los nuevos sepelios viajan por las carnes del mundo
Afilada quietud palabra con bordes de cabeza
El amor cae gota a gota al fondo y el fondo
Es recia mirada de pozo que niega
Su aire
La viva humedad del sueño donde los ojos
Zumban.

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El conocimiento perturba

Debajo del agua encima de la tierra
En los bosques para el tacto en el fuego
Sobre o entre el cielo transformado en el peor ahogo
Bajo las miradas asfixiantes de los seres
Entre las hojas siempre verdes listas a escuchar
En medio de las sombras los cuerpos de la luz
En el mundo o el sueño
El hombre roba lo que puede a la verdad

Muy náufrago soy pero no ceso en mi trabajo
De poner calor al frío agua a la aspereza
Mi trabajo es verdaderamente inmoral
Hasta el momento de morir nadie descansa
Equilibrando contrapesando queriendo saber
Con nuestro orgullo que quiere tornar parte en la naturaleza
Con nuestros vestidos contra la desnudez
Nuestras palabras contra el silencio
Nuestra población contra la soledad
Nuestro andar contra la vejez
Sólo logramos creer en algo difuso
Porque en ese difuso estarnos presentes
Pero con nuestro saber sólo logramos
Robar algo a la verdad
Equilibrar todo negar el desorden verdadero

(Sin duda, es lamentable nuestro afán impurificador.

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Labrador del mar

Bajo velas de hojas vegetales,
entre claveles de un jardín de lino,
atraviesa mi barco con frutales
dragones griegos de celeste vino.

No son flautas sus algas vesperales,
ni ha crecido la luna en su camino,
mas huyen labradores pastorales
cazando al torso de un lebrel marino.

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Límite oceánico

Para la jarcia de su piel de arena,
con zodiacal guitarra, entre los mares,
sin alcanzar a Ulises sus cantares,
llamarán por tres veces las sirenas.

Sobre la loza de una luna llena
beberá el cisne menta de pomares
y con rocío astral de aves lunares
mojarán los tritones su melena.

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Posición de combate del viajero

Como espadas de luz, portando al cinto
imperiales abejas de azul pelo,
desciende a la destreza de mi vuelo,
pelea el sol contra mi avión jacinto.

Ruedas de nácar de diurnal instinto,
plumas de luna, hélices del hielo,
cortan las cuerdas y la crin del cielo
del día muerto en un misal corinto.

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Recuerdo de infancia

Los mendigos escapan del tallo de las plantas
en gruesas gotas de dignidad y mármol.
Vuelan por el día como los primeros leños
en el monumento espeso del aire de los suspiros.

Sobre los techos crecen a toda hora ciegos presuntuosos
pero los hilos de un muerto extraño a la casa
los enredan y enseñan a caminar despacio.

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Soneto 1942

Amé vivir en cielo inmaculado,
labrado en soledad y muerte pura:
igual que el cielo, ileso mi costado
creció sin sangre, fuerza ni premura.

Inquieto, como tiempo amortajado,
Al sentirme sin vida ni amargura,
torné a tu fuego de ángel derramado
olvidándome yo en la quemadura.

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Verdadera catástrofe

Siguiendo un collar vengo hasta la puerta de la casa, en que la llave no se necesita, porque el ladrido del perro la abrió apenas vio el hilo del tornillo de la cerradura. Alcanzó el viaje del hilo sin fin, y así como la sombra en las ‘altas horas de la noche’ de los periodistas, gira alrededor de su cola, su mirada rodeada de pelos dio vueltas en torno al tornillo.

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Aclaración preliminar

Si ser poeta significa poner cara de ensueño,
perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso,
inflingirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga
de quien deseamos no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa,
tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavía
y pontificar ante ellas sobre el amor y la paz
sin sentir ni el amor ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse una misión superior,
mendigar elogios a críticos que en el fondo se aborrece,
coludirse con los jurados en cada concurso,
suplicar la inclusión revistas y antologías del momento,
entonces, entonces, no quiero ser poeta.

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Aviso clasificado

Centro de inteligencia y prisión preventiva
en vías de expansión a todo el territorio
necesita contratar personal de apoyo
en jornadas nocturnas, diurnas o vespertinas.

Se exige dinamismo, reserva, sangre fría,
olfato, patriotismo, buen oído y buen ojo.
Deseable posesión de vehículo propio,
estudios de karate y buena puntería.

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Cuadro Urbano

Un mendigo yace en la vereda,
aquí en pleno centro de Santiago,
y dormirá esta noche a la intemperie,
dormirá todas las noches de este invierno
apenas abrigado por periódicos,
y nosotros pasaremos a su lado cien veces
como el viento que arrasa su lecho de papeles,
como un escalofrío más en su cuerpo amoratado.

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Declaración de quiebra

Me cansas, poesía, rumorosa felina,
masa musitadora, golondrina fogosa.
Pero aunque te niego, persisto en esta cosa
de creer que un incendio se apaga con bencina.
Me asomo a la ventana, descorro la cortina
y creo verme pasar: voy a cavar mi fosa
y a grabar mi epitafio (“Bajo tierra reposa
un iluso que quiso filmar en la neblina”).

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Desaparición de Rodrigo Lira

Algún día se sabrá
que hicimos nuestro oficio el más oscuro de todos
o que intentamos hacerlo
Algunos ejemplares de nuestra especie
reducidos a unas cuantas señales
de lo que fue la vida en estos tiempos
darán que hablar en un lenguaje todavía inmanejable
Las profecías me asquean y no puedo decir más.

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Invisión

Solloza mi sobrino en la noche
y yo acudo a mecerlo en la ventana,
hasta que de espaldas a la luna él retorna a su sueño.
Y quedo ahí, de cara a las estrellas,
anhelando que baje un dios a consolarme,
porque también soy un niño que solloza en la noche.

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Las muchachas sencillas

Las muchachas sencillas
dudan que el mundo sea un balneario
para lograr bronceados excitantes
y exhibirse como carne en la parrilla
de una hostería al aire libre.

Las muchachas sencillas
no cultivan el arte de reptar hacia la fama
ni confunden a las personas con peldaños
ni practican ocios ni negocios
ni firman con el trasero contratos millonarios.

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Parto con dolor

Bien, acepto tu reto, retórico soneto,
y me meto en tu celda de catorce barrotes
donde las rimas silban como aquellos azotes
que un abuelo ceñudo descarga sobre el nieto.

Me someto al dictado de ese viejo son neto
cuyos ecos evocan torturas con garrotes
y entrechoques de grillos que exhaustos galeotes
arrastran como pena por faltarle el respeto.

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Poema

heme
pues aquí
soy el frondoso
árbol genealógico
de toda poesía vieja o nueva
sea adánica edénica o satánica
algunas de mis hojas caen es cierto
pero esponjan la tierra se hacen abono
mis mejores frutos estallan sobre las cabezas
de quienes se van por las ramas ramoneando
o de quienes dormitan y roncan bajo mi sombra
la verde verdad de mi follaje busca más y más cielo
por eso mis raíces se hunden en el subsuelo
acepto riegos y podas mis pájaros cantan
me olvido de esos que acuchillan mi corteza
borro sus nombres mientras voy creciendo
me asustan los hacheros que cumplen
órdenes municipales o ministeriales
¿qué daño hago yo a nadie?

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Telegrama a Rubén Darío

Yo panamericanicé
con un vago temor y con muy poca fe

Rubén Dario
Epístola a la Señora de Lugones
El canto errante, 1907.

En la laguna de nuestra memoria
aparece el cuello interrogante de tu cisne.
Y henos aquí, sin saber responder,
jugando cada cual a ser un patito feo
que chapotea en el barro americano
y salpica uno por uno a los vecinos.

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