¿Y qué fue del chileno
viril, culto, vernáculo,
señor de alguna tierra,
que sabe algo de leyes,
tranquilo? Se acabó, estará enterrado:
ya no corren los trenes,
las cortinas de fierro ya se cierran,
la ciudad y los campos son como cementerio.
Poemas cortos
Cuentan los hombres
que hace años hubo un crimen en el Paraíso:
algo así como un robo de manzanas.
Los culpables se enfermaron de la fruta mal habida
y fueron asistidos por los gusanos que moran en las manzanas
y la tierra fue de los gusanos.
Después de muerto, hierbas, y después
alguien pisa las hierbas y en el cielo
azul cantan los pájaros gozosos
Soy el sol que teme ser día.
El ahorcado que se prolonga por la cuerda.
El dulce animal que danza su soledad.
Oh tentación de hacerme agua en el agua
y desaparecer el agua en agua.
Volverme con los círculos, elogio
de la piedra que baja a la profunda
oscuridad, sin voz; volverme círculo
sin voz que bajo piedras se desliza.
La tarde es un amigo
Que no existe, una novia
A que seguir diciendo que no existe
La moza está desnuda en la ventana
Soy yo quien no la mira
Y todo está llorando por verla o por oírla.
Abro mis gestos y tu Ausencia me crece, poro a poro.
No te amo, amo los celos que te tengo
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti me ahogo en vino.
No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único que me queda.
Llegó y se fue.
Como no la esperaba, vino y me abandonó.
Pero volverá, con las mismas promesas y las mismas histerias y perfumará mis caricias con su hermosa geografía, como una serpiente, como el arco iris que hace llorar a los aviadores.
Soy pobre como la rata
Triste como tía
y toco esta corneta de cartón de cumpleaños
de pequeños deformes
Y la guitarra del cielo suena sola
Con la indolente angustia de la noche
Y las palomas de las oraciones
Vuelan cenizas por la tierra muda.
Tengo una rabia sin gusto a rabia
que se expresa en una sed sin forma de sed
y tiene su ideal en un vaso de agua pero sin agua
sino hiel, hiel, hiel, hiel.
Y quien se oponga se llevará un chasco,
sí, un verdadero chasco,
porque tendrá que tomarse el vaso de hiel,
él él él él él él él él.
Por el aire de los ojos me crecen las calles.
Por la congoja de las esquinas nadan mis sueños.
Voy, mi Buenos Aires querido, a putearte desde lejos.
Voy a ocultarte mi berretín por vos.
Voy a cerrar los ojos y verte más linda que nunca.
Que mi rostro
siga
siempre
pálido:
así
nadie
sospechará
mi muerte.
Si la vida consiste en poner caras
pondré unos ojos dulces
y labios sonrientes,
para que Dios, fotógrafo en las nubes,
complete su álbum familiar.
Engominado, pulcro,
penetro en las iglesias
altivamente cirio
con mi cara de hostia
dominguera.
Y me arrodillo,
y me confieso, y me persigno,
y regreso a la calle
para comprar barquillos
con monedas hurtadas al abuelo.
alma del fuego : el canto
fuego del canto : el alma
canto del alma : el fuego
fuego del alma : el canto
canto del fuego : el alma
alma del canto : el fuego
Tú : Yo
Tuyo tu Yo
(Tú -Yo)
Soy tuyo
Soy tu Yo.
Tú sabes que nunca tuve edad
sólo latidos
para anunciar todo el rocío
que escancia tu cuerpo
sobre el último lirio del deseo
Sólo este canto que a flor de sed creciente
subraya mi destino
Sólo este nave insomne
que vara en ti sin que lo sepas.
El camino, despacio,
retrocede a nuestras espaldas.
Todos los árboles se han alejado
hacia el poniente.
Todo en la tierra
se aleja alguna vez.
La luna y el paisaje.
El amor y la vida.
El reloj, en mi muñeca,
dice que son las cinco de la tarde.
Antepasado mío, hoy te he visto
gozoso, reencarnado en mis dos hijos.
La tarde olía a madurez y a mango.
Por las mejillas de mis niños
dulce y amadamente resbalabas.
el tiempo del amor se acaba como una hoja agrietada.
y las historias de batallas que pueblan de héroes la revolución
se encuentran en libros de relatos
de magia sin par,
repito:
que las historias de amor se acaban cuando menos lo piensas
igual que las batallas
las victorias
y la gloria.
se muere marilyn monroe
marilyn monroe se muere
mirando el cielo de baja california.
y no puedo soportar los pájaros emigrantes del invierno
largas bandadas ocultándose en el gris de la distancia,
he estado amontonando recuerdos que vienen de tarde en tarde
en este rincón del siglo,
mientras,
marilyn monroe se muere en cada verano
mirando el cielo de baja california.
a cuarenta y dos horas de tu distancia
mi rastro huele a maníes deshechos
alfombras de la desventura mi cuerpo
dibuja espacios en el lugar
exacto milímetro de tu ausencia
periférico sentimiento aturde sombras
la esquina,
borrosa imagen late tu cuerpo,
ganando la ausencia.
y la noche es un remolcador viejo y carcomido
al oeste de la bahía de montevideo
donde un viejo flaco vende pollos,
y da la muerte por un vintén.
está cuajada de líquenes
auroras desencontradas,
navajas que se guardan en los gabanes
graffitis escondidos en huecos de árboles.
Oscurece,
la ciudad se hace profunda:
pozo, vientre.
Luego llega la lluvia
y la disuelve.
¿A dónde voy entonces sino a ti placer, a ti morir?
¿A dónde lleva lo más profundo que esconde mi desear?
Si la llama al arder consume, el instante que recogí
del árbol de la vida el simple fruto de la muerte da.
Cuando inabarcable tu voz se cumple como el primer día
no es palabra esa voz, no tiene rostro de oscilante esfinge:
es turbulencia coloidal de apetitosas llamas químicas,
masa de lo mutante en su amargor confuso que repite
la selva de sus vivientes aguaceros, las desvalidas
formas de su vértigo y el pasmo del tacto que las ciñe.
Quizá no hay más amor del que cabe una noche entre la manos
Quizá un hombre y una mujer jamás llegan juntos al cielo.
Son el oleaje y musgo que le pega plumas a sus brazos,
apenas plumas de furia que se deshacen en el viento.
Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
en el valle. Junto al río,
dos cuerpos bellos, siempre
jóvenes. Nos reconocimos.
Habíamos muerto y despertábamos
del tiempo.
Únicamente por reunirse con Sofía Kühn,
amante de trece años, Novalis creyó en el otro mundo;
mas yo creo en soles, nives, árboles,
en la mariposa blanca sobre una rosa roja,
en la hierba que ondula y en el día que muere,
porque solo aquí como un don fugaz puedo abrazarte,
al fin como un dios crearme en tus pupilas,
porque te pierdo, con la tierra que era mía.
¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén.
Después de aquella ventura
Gozada, y no por suerte
Ni error mi sino es quererte,
Ventura, como madura
Realidad que me satura
Si de veras soy después
De la ráfaga en la mies
Que ondeó, que se rindió,
Nunca el alma dice: no.
Permanece el trote aquí,
Entre su arranque y mi mano.
Bien ceñida queda así
Su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
A la maravilla fiel:
Inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
Tengo en bronce toda el alma,
Clara en el cielo del frío!
Ma tu perché ritorni a tanta noia?
Dice Virgilio a Dante, «Inferno», I, 76.
Los destructores siempre van delante,
Cada día con más poder y saña,
Sin enemigo ya que los espante.
Triunfa el secuestro con olor de hazaña,
Que pone en haz la hez del bicho humano.
Tiempo en profundidad: está en jardines.
Mira cómo se posa. Ya se ahonda.
Ya es tuyo su interior. ¡Qué trasparencia
de muchas tardes, para siempre juntas!
Sí, tu niñez: ya fábula de fuentes.
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cénit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que al pie caminante siente
La integridad del planeta.
Plantas que hubiere en el corazón,
magnolias, olmos, paraísos,
gomeros, enredaderas, filodendros,
chopos, sauces, cedro blanco,
sombras que hubiere de ellos.
Arrasado fue todo y recreado.
Nadie cabalga el horizonte y llueve
sobre un pino, un vaso, un pajarito,
la selva que invade los caminos.
Bajo nubarrones rosados
paradójicamente puede esperarse
que se aclare el sentido de todo.
Pero estás hecho para la muerte
que es nada.
El enigma seguirá en otra parte,
tu muerte personal no aclara
ni oscurece el panorama.
¿Estoy preso de mi dolor
o miro un papel de diario en el balcón?
¿Estoy muerto y miro absorto lo intranscendente?
¿O estoy preso en mi papel y miro mi dolor?
El Pez
muere
por su boca;
el poeta,
por su lengua.
Dime,
hasta donde
querías llegar,
y te diré
donde
debí quedarme.
Si no levantas los ojos,
creerás que eres
el punto más alto.
Vengo de morirme,
no de haber nacido.
De haber nacido me voy.
Para evitar los males que llegan del oceano
hizo levantar una colina de sal
Sobre ella
sus cancerberos otean el horizonte
y aúllan a la luna
Sí
te aguardan
Altamar
inunda pastizales acuáticos
pone en retirada a los cangrejos
Nadie puede salir por los canales
Sólo el Señor de las islas
timonel confiable
Se lo ha dicho el ma
Si hay bajamar
mis islas se desgajan
Si hay bajamar
el estuario se pudre a flor de piel
Si hay bajamar
padecen los cetáceos
Si hay bajamar
no acudes
indulgente y desnuda
a la cita de la suerte
Por los secretos canales
los bajos reverdecen al sol
El timón firme
descifra mensajes de la rosa náutica
La sonrisa de Gaviero lo evidencia
Repta el mar en la calera
ramifica en versos
desampara medusas en la piel del desierto