Ella no regresará jamás.
Un día, tu reconocerás su mundo inhabitable,
verás cuadros oscuros pintados por un amigo sin nombre,
el mismo que te dará libros y fotos.
Luego aprenderás a leer
o a aprenderte las palabras de memoria
que es como leen los niños al principio …
Poemas cubanos
Hasta aquí he leído a Juana Borrero y me siento
antigua.
Y mis piernas tienen miedo de correr.hacia tus ojos
cuando el retrato de mi presencia llora señales
nefastas.
Llegan las vacaciones donde nunca pude haber sido
el universo
y quedaba en el modelo del milagro,
mientras las fiebres me volvían inocente…
Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad
Lince de fin de siglo azotador de mis cachivaches
Mentirosa y mecánica voy esparciendo estrellas
para el destello inseparable de las palomas
para empañar descalzos la huella de su barrido
suspiro de lince en la hazaña y en el ritual
¿Que haremos…
Crece el sueño
te has convertido en árbol
de las ramas gotea miel.
Crece el silencio
el poema es la noche
que te brinda un portal.
Crece la lluvia
apenas me mojo
dentro de tu cuerpo.
Escribí en papel de cartucho tu nombre y tus apellidos
lo enrollé y lo amarré con pelos de mi pubis
luego lo molí y lo mezclé con mieles y sudores
no olvidé el buche de café que dejaste en la taza
debí haber agregado un poco de tu semen
de esas gotas que aparecen al otro día
en mis nalgas o en mis encías.
Castidad, castidad, qué de crímenes
se cometen en tu nombre.
-Jaime Gil de biedma.
Yo nunca fuí casta
regodearnos con el sexo es una hipocresía riquísima
no lo niego
pero yo nunca pude ser hipócrita yo voy al grano
directa y sin límites
sólo las sosas se las dan de interesantes
yo soy inteligente
por eso cuando quiero un hombre no lo pido con melindres
le voy p’arriba y lo asalto y me le aferro
pero por eso también he tenido poca suerte
porque ellos se cansan rápido de las puticas ladillosas
Yo nunca fuí casta
en cuanto cumplí la edad de la pubertad
cuidé mi cutis restregándome con los machos
ni un granito me salió por exceso de masturbaciones
yo a decir verdad no andaba creyendo en virginidades
yo me crié en la calle al garete
y mi sexo iba conmigo
Yo nunca fuí casta zorra sí
nadie me enseñó la malicia yo nací con ella
muy temprano empecé a latir y no masacré mi ritmo
Yo nunca fuí casta ¿para qué sirve ser castos?
fragmento
Estamos equivocados,
nunca fuimos iguales,
tú eres terco y yo dócil.
Hay que penetrar,
hay que adentrarse demasiado
en lo que insinúas,
pero esta es una manera de perderte.
El secreto es no tratar de que te quedes.
Sin gran habilidad sin pensarlo pusimos el mantel en la arena
Accidental yo exclamé de triunfo y tu punta me iluminó por dentro
Como toda muñeca de porcelana puedo rajarme mañana
terminárseme la cuerda y conectar la soga de la ahorcada
No todo fue de pronto al rato yo tenía ganas de cantar
Me asustó la caricia esperaba un latigazo
Tú nunca dejarás de criticar mis disparates cultos
Estoy convencida de que los amores del uno para el otro
son sólo orgasmos de celuloide
y no soy de las que colocan la vida encima de la coqueta
yo prefiero soplar sobre tu pene un pétalo de rosa
mientras tú conduces el auto hacia lo efímero
Es raro hasta ayer yo me creía extraordinaria
y hoy supe que soy gravemente bella
Ya sé no lo prepitas tu concepto de hermosura es otro
es la base conceptual de nuestro extinguidor de sueños
¿Qué podrá ocurrir si en pleno esplendor nos separamos?
Nos nombra
y asistimos al escondite,
al inexistente elemento.
Nos piensa indiferente,
jugamos con su insinuación,
exorcizados.
Nos escucha,
nos pide el cuerpo,
nos devuelve nuestra sombra en mármol.
Ya somos las estatuas del aire.
A Horacio Oliveira
Te dije nos veremos y no ocurrió,
tú tenías tu piel enferma de vida.
Hay copas manchadas y ceniceros sucios
que también son el amor el recuerdo.
Pero estoy sin gatos en esta ciudad
donde prometimos encontrarnos,
estoy sin poemas
sin necesidad sin mar.
fragmento
Una carta escrita en papel rosado
y deslizada por debajo de la puerta
puede desbaratar un destino
de eso de ser diosa ni me acuerdo
a ratos besaba el perfume de la otra
en los labios de juramentos tenues
entonces se me descosía el dobladillo
y rezongaba como una búfala recalcitrante …
¡Dolor! ¡Dolor! eterna vida mía,
Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
* * *
Goce en buen hora espíritu mezquino
Al son del baile animador, y prenda
Su alma en las flores que el flotante lino
De mujeres bellísimas engasta:?
No sientas que te falte
el don de hablar que te arrebata el cielo,
no necesita tu belleza esmalte
ni tu alma pura más extenso vuelo.
No mires, niña mía,
en tu mutismo fuente de dolores,
ni llores las palabras que te digan
ni las palabras que te faltan llores.
A los espacios entregarme quiero
Donde se vive en paz, y con un manto
De luz, en gozo embriagador henchido,
Sobre las nubes blancas se pasea, ?
Y donde Dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
En ciertas horas puras, cómo rompe
Su cáliz una flor,?
Como un ave que cruza el aire claro
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura:
Cuchichean las hojas: tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
Cese, señora, el duelo en vuestro canto,
¿Qué fuera nuestra vida sin enojos?
¡Vivir es padecer! ¡sufrir es santo!
¿Cómo fueran tan bellos vuestros ojos
Si alguna vez no los mojara el llanto?
Romped las cuerdas del amargo duelo.
Con la primavera
Viene la canción,
La tristeza dulce
Y el galante amor.
Con la primavera
Viene una ansiedad
De pájaro preso
Que quiere volar.
No hay cetro más noble
Que el de padecer:
Sólo un rey existe:
El muerto es el rey.
Una copa con alas: quién la ha visto
antes que yo? Yo ayer la vi. Subía
con lenta majestad, como quien vierte
óleo sagrado: y a sus bordes dulces
mis regalados labios apretaba:?
Ni una gota siquiera, ni una gota
del bálsamo perdí que hubo en tu beso!
¿Que como crin hirsuta de espantado
Caballo que en los troncos secos mira
Garras y dientes de tremendo lobo,
Mi destrozado verso se levanta…?
Sí; ¡pero se levanta! ?a la manera
Como cuando el puñal se hunde en el cuello
De la res, sube al cielo hilo de sangre:?
Cuando me puse a pensar
La razón me dio a elegir
Entre ser quien soy, o ir
El ser ajeno a emprestar,
Mas me dije: si el copiar
Fuera ley, no nacería
Hombre alguno, pues haría
Lo que antes de él se ha hecho:
Y dije, llamando al pecho,
¡Sé quien eres, alma mía!?
Cuba nos une en extranjero suelo,
Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
Cuba en tu libro mi palabra sea.
Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.
Dentro de mí hay un león enfrenado:
De mi corazón he labrado sus riendas:
Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto
Me pareció bien enfrenar a la fiera.
Antes, cual la llama que en la estera prende,
Mi cólera ardía, lucía y se apagaba:
Como del león generoso en la selva
La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.
Las campanas, el sol, el cielo claro
me llenan de tristeza, y en los ojos
llevo un dolor que el verso compasivo mira,
un rebelde dolor que el verso rompe
¡y es, oh mar, la gaviota pasajera
que rumbo a Cuba va sobre tus olas!
Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla!
El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española.
Han hecho bien en quitar
El banderón de la acera;
Porque si está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
Cuando, oh Poesía,
¡Cuando en tu seno reposar me es dado!?
Ancha es y hermosa y fúlgida la vida:
¡Que éste o aquél o yo vivamos tristes,
Culpa de éste o aquél será, o mi culpa!
Nace el corcel, del ala más lejano
Que el hombre, en quien el ala encumbradora
Ya en sus ingentes brazos se diseña:
Sin más brida el corcel nace que el viento
Espoleador y flameador, ?al hombre
La vida echa sus riendas en la cuna!
Fuera del mundo que batalla y luce
Sin recordar a su infeliz cautivo,
A un trabajo servil sujeto vivo
Que a la muerte temprano me conduce.
Mas hay junto a mi mesa una ventana
Por donde entra la luz; y no daría
Este rincón de la ventana mía
¡Por la mayor esplendidez humana!
Ganado tengo el pan: hágase el verso,?
Y en su comercio dulce se ejercite
La mano, que cual prófugo perdido
Entre oscuras malezas, o quien lleva
A rastra enorme peso, andaba ha poco
Sumas hilando y revolviendo cifras.
Bardo ¿consejo quieres?
Tú flotas sobre todo,
Hijo del alma!
De la revuelta noche
Las oleadas,
En mi seno desnudo
Déjante el alba;
Y del día la espuma
Turbia y amarga,
De la noche revueltas
Te echan las aguas.
Aquí estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
Los vapores del mar la roca ciñen:
Sacra angustia y horror mis ojos comen:
A qué, Naturaleza embravecida,
A qué la estéril soledad en torno
¿De quién de ansia de amor rebosa y muere?
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda…
Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.
Una mora de Trípoli tenía
Una perla rosada, una gran perla:
Y la echó con desdén al mar un día:
?«¡Siempre la misma! ¡ya me cansa verla!»
Pocos años después, junto a la roca
De Trípoli… ¡la gente llora al verla!
Hay sol bueno y mar de espuma,
Y arena fina, y Pilar
Quiere salir a estrenar
Su sombrerito de pluma.
?«¡Vaya la niña divina!»
Dice el padre y le da un beso:
?«¡Vaya mi pájaro preso
A buscarme arena fina!»
?«Yo voy con mi niña hermosa»,
Le dijo la madre buena:
«¡No te manches en la arena
Los zapaticos de rosa!»
Fueron las dos al jardín
Por la calle del laurel:
La madre cogió un clavel
Y Pilar cogió un jazmín.
Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Puesto a horcajadas
Sobre mi pecho,
Bridas forjaba
Con mis cabellos.
Ebrio él de gozo,
De gozo yo ebrio,
Me espoleaba
Mi caballero:
¡Qué suave espuela
Sus dos pies frescos!
Yo no lo quiero:
Ni rey de bolsa
Ni posaderos
Tienen del vino
Que yo deseo;
Ni es de cristales
De cristaleros
La dulce copa
En que lo bebo.
Mas está ausente
Mi despensero,
Y de otro vino
Yo nunca bebo.
No me quites las canas
Que son mi nobleza:
Cada cana es la huella de un rayo
Que pasó, sin doblar mi cabeza.
Dame un beso en las canas, mi niña:
¡Que son mi nobleza!
Odio el mar, sólo hermoso cuando gime
Del barco domador bajo la hendente
Quilla, y como fantástico demonio,
De un manto negro colosal tapado,
Encórvase a los vientos de la noche
Ante el sublime vencedor que pasa:?
Y a la luz de los astros, encerrada
En globos de cristales, sobre el puente
Vuelve un hombre impasible la hoja a un libro.?
En la cuna sin par nació la airosa
Niña de honda mirada y paso leve,
Que el padre le tejió de milagrosa
Música azul y clavellín de nieve.
Del sol voraz y de la cumbre andina,
Con mirra nueva el séquito de bardos
Vino a regar sobre la cuna fina
Olor de myosotis y luz de nardos.
La verdad quiere cetro. El verso mío
Puede, cual paje amable, ir por lujosas
Salas, de aroma vario y luces ricas,
Temblando enamorado en el cortejo
De una ilustre princesa o gratas nieves
Repartiendo a las damas. De espadines
Sabe mi verso, y de jubón violeta
Y toca rubia, y calza acuchillada.
Rosario,
En ti pensaba, en tus cabellos
Que el mundo de la sombra envidiaría,
Y puse un punto de mi vida en ellos
Y quise yo soñar que tú eras mía.
Ando yo por la tierra con los ojos,
Alzados ?¡oh mi afán!?
Ved: sentado lo llevo
Sobre mi hombro:
Oculto va, y visible
Para mí solo!
Él me ciñe las sienes
Con su redondo
Brazo, cuando a las fieras
Penas me postro:?
Cuando el cabello hirsuto
Yérguese y hosco,
Cual de interna tormenta
Símbolo torvo,
Como un beso que vuela
Siento en el tosco
Cráneo: su mano amansa
El bridón loco!?
Yo sueño con los ojos
Abiertos, y de día
Y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
Del ancho mar revuelto,
Y por entre las crespas
Arenas del desierto
Y del león pujante,
Monarca de mi pecho,
Montado alegremente
Sobre el sumiso cuello,?
Tengo un huésped muy inquieto
Del lado del corazón.?
¡Muy celoso, muy celoso!?
Dormir no sabe mi huésped: no.?
Como una sierpe se enrosca
Mas no como sierpe, no:?
Como hoguera que consume
El lado donde está mi corazón!?
Tiene el alma del poeta
Extrañeza singular:
Si en su paso encuentra al hombre
El poeta da en llorar.
Con la voz de un niño tiembla,
Es de amor, y al amor va–
Un amor que no se estrecha
En un límite carnal.
Y te busqué por pueblos,
Y te busqué en las nubes,
Y para hallar tu alma
Muchos lirios abrí, lirios azules.
Y los tristes llorando me dijeron:
?¡Oh, qué dolor tan vivo!
¡Que tu alma ha mucho tiempo que vivía
En un lirio amarillo!?
Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
?Flor de mi seno, Homagno generoso
De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.