María del Carmen

Es que la vida no había traído un dolor
tan perennemente extraño.
Y como la ceniza que se vierte
las manos arden
y arde la sonrisa
las uñas se rebelan
y el corazón se sale de su orbita.
Es que el dolor tiene un vestido en todo, y es invierno y es verano,
musgosa soledad
y piedra en sombra.

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Por el amor vivido

Vosotros estaréis aquí esperando mi muerte
Y yo os diré:
Recoged esta voz,
Lanzadla a cualquier sitio,
Escondedla en el último rincón,
Yo estaré libre nutriéndome de nuevo.

Quiero escribir para los dos días últimos,
Para cuando se empiece a formar dentro de mi piel
La fuente mineral de mi terrestre
Deformada materia.

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Primera lluvia

¡Arriba! ¡A perforar los siete cielos
con vuestros brazos nudos o cubiertos!
¿Vais con amor? Pues elevad los brazos
verdes, frondosos, apacibles, mansos.
J. Moreno Villa

??Ven, vamos a caminar juntos esta vez,
Mañana volveré a estar solo
Y entonces de mi brazo
Irá sólo tu sonrisa

??Ven, pienso que mi camino
Puede aún ser muy corto,
O alargarse de pronto hasta el final encuentro
De tu sangre y la mía.

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Recado

Esto para un recuerdo que se quedó encendido
abriendo el mar, a veces, desde su misma tumba,
y en donde el sol caía como un romero líquido
la tarde era una sola gaviota suspendida.

Esto es para una calle completamente absorta
que espera nuevos pasos para nombrar sus huellas,
el polvo es una copa de longitud desierta
cubriendo más de un árbol estacionado cerca.

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La flor de izote

El izote, a que llaman bayoneta,
¿Qué anuncia o qué defiende
Con su explosión de espadas?
Francisco Gavidia

Catedral de marfil petalecido,
campanularia emerges entre espadas…
Triunfo de la blancura, tus nevadas
corolas que el rocío ha bendecido…

Territorio de albura protegido
por verdes bayonetas sublevadas,
que con fiel vocación de ser espadas,
¡defienden tu ascensión a blanco nido!

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La taza de café

Es la musa que anima a los poetas
que van al cafetín
de tarde en tarde.
Mientras hablan de versos y cometas,
la cafeína
en sus cerebros arde.

Allí Mendoza, Suárez,
Castrorrivas,
-fumadores, humosos, tabacales-
concentrando sus fuerzas volitivas
construyen mil cajitas musicales.

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Las conchas negras

Concha negra sensual.
Cuando profano
el misterio
de tu cajita negra,
mi apetito de sátiro se alegra,
fáunicamente,
con tu sexo indiano.

En cópula ritual de amor pagano,
tu cuerpo de ostra india,
pelinegra,
suavemente
en mi boca desintegra
su temblor virginal y cortesano.

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Tu voz

¡Tu voz!
Voz de campana
con húmedo badajo de geranios.
¡Voz que arrodilla el alma!

Voz que viene y no llega.
Que llega y no se va…
Que no se sabe si entristece
o nos hace reír y cantar.

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Ángelus

Incógnitos ángeles
trizaban el agua insomne del miedo
en mis lentos ojos de niño
y trémulo buscaba la cabellera de mi madre
en el ángelus
cuando las sombras hinchaban el sonido de los árboles
y resbaladas luces muertas caían en la estancia
donde mi abuelo auscultaba el corazón antiguo de la Biblia
La tarde era en mis ojos un inmenso silencio
con pequeños elfos que temblaban en los vidrios
mirándome con desolada tristeza
El temor a la noche me invadía
y solitario buscaba el corazón en los ojos de mi madre
porque yo desde que fui un soplo
tuve miedo al misterio iluminado de la noche
y en mi cuarto temblaba al escuchar el viento en los ramajes
y hundía en la almohada la cabeza en congoja
porque creía que una mano
que unos ojos en las tinieblas me buscaban
y que un roce helante me besaba los labios
y me dejaba la piel húmeda de tristeza.

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Antonio Machado

Vi
un ramito de violetas
brotó el llanto

Pensé en Darío agonizando en su Nicaragua natal
Pensé en todos los herederos de Cervantes
que no fueron laureados
ni amados

Lloré por Góngora loco
por Vallejo enfermo
por Gavidia anciano

Maestro
tu prosa
tu verso
me alivian

Nabucodonosor no fue perdurable
El fariseo de Carter lo será menos

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El poeta extranjero

El poeta extranjero camina en la ciudad extranjera
Mira el río las barcas los pájaros saltando en la nieve
En el vago espectáculo se sienta a ver la tarde
los vehículos que pasan las palomas que pasan
y fumando su cigarro se hunde en el invierno
-puñado de frío excitación de la piel tos necesaria
El poeta extranjero se levanta se cala el sombrero
tose otra vez
y se pierde en la noche extranjera.

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Embriaguez

Sólo son los ángeles
del vino que estrujan sus esponjas
y nos llevan a instantáneos laberintos
donde arden las lumbradas del vómito.
Sólo es el vacío,
lo inasible que nos besa los ojos
siluetas de ceniza que nos beben por instantes la tristeza.

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Son cuatro inviernos

Son cuatro inviernos de agonía hermana.
De amanecer el corazón abierto.
Quisiera ser, pero el futuro incierto
me ensombrece la senda del mañana.

Cuatro años de penumbra cotidiana.
De presentir vivir, viviendo muerto.
De abrir el corazón, sentirlo yerto,
sin escuchar su musical campana.

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Amor sintiendo

Dónde están mis ganas de decir tu cuerpo
De hablar de tus olores… de tus fuegos
Dónde la necesidad de decirte amor: «te quiero»
Te quiero amor tan dentro.
Donde el contarte que me siento
hogar
Volcán,
ausol,
fuego de invierno
Con solo imaginar tus labios besándome los dedos
Mal digo imaginar…
si tantas beses…
Si tantas beses me has besado hasta el silencio.

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Injusticias

Lo injusto no son estas paredes,
tan asquerosamente limpias
de ventanas,
ni la blancura estridente
que las cubre.
No son los pocos barrotes
que adornan las cornisas,
ni este colchón sin resortes
ni sábanas.
Lo injusto es esta carne,
esta piel que me detiene,
esta espalda incapaz
de explotar en alas.

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Locura uno

Con esta locura de abatidas alas,
que se le contagia hasta a las nubes,
que anda rebotando de imagen en espejos,
que no conoce ancla,
que nunca llega a puerto.
Con esta locura
de duendes, de dragones, de luceros
de humo, de miradas
sin brida, sin mojón, sin freno,
converso con la aurora
cuando ambas somos fuego.

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Metamorfosis

Hay días en los que me despierto
convertida en agua:
Toda húmeda,
sin fondo,
habitada por luces,
tocándolo todo.
Días en los que me siento océano
bailando al compás del universo,
haciéndome remolino,
subiendo y bajando mis mareas…
Entonces se me antojan tus manos,
azules cuencos infinitos,
como único recipiente
capaz de contenerme…

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