¿Se recuerda de mí, compañero Anatoli?
Ahora monto a caballo sobre un cerro de piedra
En mi país sombrío
Aún le encanta el almíbar de los higos de Sochi?
Pienso en su loable sencillez de hombre bueno
Se acuerda que hubo un día que fumamos
En Jalóvnaia Riechka, tres cajillas de Kázbek?
Poemas salvadoreños
Al fin y al cabo
Cantar a toda hora es de buen juicio
Aunque siga en un hilo nuestra vida
Cuando la luz hace parir las flores de la tierra
Cuando la lluvia desangra en los tejados su caballería
Cuando el hincha comprime con sus manos al ídolo que aplaude
Cuando vamos en bus nalga con nalga y lomo a lomo
Cuando vemos que aumenta la injusticia…
Hoy se crispa la tierra
El huevo tropical echa a rodar el día
El espacio babea la orilla de las formas
La llanura ensordece los rebaños
De cal
Y el sol hace vibrar su cuerda en la pupila
La mañana se aleja
(es muy posible)
Con sus plumas doradas metidas en el lomo
Filosofan pío XII y la edad media en la universidad
Los muchachos preparan su corazón de cuero y su cartera
A buenos pescozones se convierten
En licenciados en algún volado Cultos señores
Universitarios la geología estudia
El sumun de esta época La nueva cultura
Del país
Será de piedra
En el Vietnam los finos vietnamitas con su Tiíto Ho
Hacen mundo
Derriban los fhantóms crían sus hijos cultivan buen arroz
Ahuyentan la plaga arrean gringos
Crean las apoteosis como la vida manda En la universidad
De mi país perrado
Los bitonguitos-bien mastican libros
De la misma manera que chicles adams
Ronroneaban la ciencia en cuatro rezos y se academian
En algún volado En los valles de hierro de Bolivia
Como la vida manda el Che dispara
Hunde sus grandes pasos de diluvio en historia
Como la vida manda
el Che dispara
Avientan las piernas las parejas. En un círculo agudo
El pie se vuelve punta que pica el corazón de este planeta
La hierba crece, una flor se aproxima a la mano
Mi niño tiene en cruz
Los bracerillos como espantapájaros
El espíritu azul de la mañana
Escapa de sus ojos
Un fantasma lo mira desde el baile!
Francamente,
Cualquiera afirmaría
Que tú viviste de hombre.
La vorágine herida de mi grito
Aún lo está preguntando:
¿Fuiste invierno,
que retornó a su origen?
¿O fuiste lana,
que volvió a su oveja?
¿O a la grave nostalgia,
de algún minero antiguo?
No sé si a ustedes
Se les cae el rostro o les pica el cabello como alergia
Si es que entienden que habitan
Con tanto deprabado. Si aún tienen el cerebro bajo la voluntad
De tres candados yale golpéense la cabeza
Y ustedes
Chuchos politiqueros
Lameculos desde el siglo pasado
No jodan la paciencia
Sean breves!
En este mundo que promete más trigo
Que estrellas tengo hambre
Nazim Hokmet
Tía soledad, ahora recuerdo sus panecillos de oro,
Acontece que vivo de recuerdos, mi tía Soledad!
No hubo en la comarca quien pudiera imitarle su receta
Usted era una sabia, técnica del sabor, sueño del paladar
Señora de la mesa
Mi tía Soledad, enciclopedia antigua, fama de nuestra casa
Señora de la alquimia, usted hacía milagros de canela!
Vive a gusto perrado ciudadano
(pues tú perras)
La libertad la miden tus verdugos Te esqueletas
La forma tú la eliges No es mendiga tu lengua
Santísima miseria
A diario nos metemos en las piernas
La democracia como cazoncillos!
Vuelo como gorrión de un lado a otro
Formo nido en mi fuego
Llevo loco mi nombre a todas partes
Explico la razón en cada sitio
Sin oir ni mi voz, empujo a un lugar este país
Nunca sabré hacia dónde lo llevarán mis manos
Vibro como la sangre que hace mover las alas
Envuelvo con el alma cuanto hago
Lanzo mi corazón a la fatiga,
Por el jardín de todos
Camino calle a calle
No dejo casa o muro sin tocar con mis dedos en la ciudad helada
En medio de la noche palpo la soledad de las paredes
Mientras los ciudadanos de las casas duermen, yo escribo
Mi palabra libertad
ellos la borrarán después de haber soñado
¡Yo busco ansiosamente mi tesoro!
Al apagar el foco
Algo de luz se queda en los objetos
Sólo así puede el tiempo desgastarse las uñas
La cobertura de las formas
Se hace
Con la huellas de sol envejecido
Y bajo las sombras
(mientras ennegrece)
Mete sus alfileres de saliva
La luz que de la fuente se desprende
Es (más o menos)
La carcoma fluida,
Que al tocar el soporte de las cosas
Pone su baba
Y otra forma brilla
Difícil es el tiempo que vivimos se propone quitarnos la cadena
(no podemos vivir sin las cadenas)
El señor ciudadano se preocupa, la señora padece escalofríos
¿viviremos el sismo que hará temblar el valle de las hamacas?
¡Quién sabe!
A ese paso con que va la cosa todos morirán serios en su cama
Nadie sentirá gusto tan profundo de encontrarse la muerte a carcajada
En sus habitaciones tapizadas de borrosas imágenes beberán su postrero
Chocolit
Con las sienes untadas de mentol y algo de dolor en la cabeza
Recibirán al cura teólogo teologariums
A ese paso con que fue tu cosa
Brumoso el ideal, la carne inerte…
Para otros dieron lana las vicuñas…
En este invierno -macho de la muerte-
¡cuántos nos hemos de comer las uñas!
Tres meses de hospital a leche cruda
o terminar mendigo y en muletas.
Invierno, viejo amigo, se apaga ya tu pipa;
el humo de la niebla me invade la nariz.
Un lácteo sol, con tierna maternidad, disipa
la hiposa tos del humo que da la bruma gris.
Paterno sol de leche, la nata de la bruma
flota en la fresca fronda de un árbol y, todo es
una plenilunaria palpitación de espuma
que invade en liros sacros la gracias de tus pies.
Poetas: caracoles del viento.
En los del mar se oye el fragor marino.
En vosotros se oye el pensamiento.
Un unísono canto levantino
son las fuerzas del bien cuando el acento
del buen amor dirige su camino.
O cuando por perífrasis su aumento
depende las luchas del destino
que da flores de luz sólo un momento.
Mi vida ha sido un largo pecado; tú lo hiciste;
Yo que lo vivo siento
Horror… ¡Tú debes estar más triste!
Tú más triste, Señor, porque lo has creado;
Quien peca tiene el arrepentimiento,
¡Y el arrepentimiento no es pecado!
Relámpagos de un cielo de saturno,
Luciérnagas que pasan por la casa
Y logran alumbrar con luz escasa
El aire familiar y taciturno.
Relámpagos juglares de un nocturno
Y diminuto mundo que, en el asa
A veces de la lámpara, sin brasa,
Por raras circunstancias hacen turno.
Sube el verdor del campo hacia la altura
En la noche sin lunas y con estrellas,
Las estrellas agrestes y más bellas
Que el silencio soñó en la noche oscura.
Se refleja en cada órbita de aquellas
Desde la tierra azul la honda espesura,
Donde el temblor de la heredad madura
El esplendor que idealizó con ellas.
En las márgenes plácidas y quietas
Del río en cuyos bordes me recreo,
El agua entre las piedras del paseo
Va formando remansos y facetas.
Rompiéndose en puñados de saetas
Del horizonte alcanza el aleteo
Con el último y trémulo gorjeo
Que se oye del caudal entre las grietas.
Un ritmo dócil, una emoción sedeña
En qué vaciar el oro de una canción humana,
Que tenga esa fragancia de la novia risueña
Que deja los corpiños olientes a manzana.
Unos vocablos tristes que hagan melancolía.
Y puntos suspensivos que dan tanto temblar,
Se fugen en un largo suspiro de agonía
¡Despertando un recóndito deseo de llorar!
El día hincha sus llamas,
Buscan acribillados la sombra algunos asnos;
Y por entre las ramas
Levantan las cabezas y botan los duraznos.
Niños desherados de hambre y de sed maltrechos
Se acercan al pomar casi maduro.
Una niña harapienta muestra en parte los pechos
Y al ver que hurgo y deploro sus harapos deshechos
Se cubre con las manos el tesoro más puro.
Si no creaste otras cosas en tu sabiduría
Un futuro imperfecto más te atormentaría
Si yo no hubiera sido,
Mi vida no sería
Bajo los astros soplo de la tuya, Señor,
¡Cuánta fe faltaría!
Pero tú bien quisiste
En la iglesia de siglos de tu labor increada,
Angustiar esta llama de mi lámpara triste
Que casi no ardió nada
Alargar esta llama que mi carne consume,
Y ponerme muy hondo de este aliento
La intimidad del alma que en apenas perfume
De tu presentimiento.
Pienso en ese hombre que besa como si el mar fuera a
desbordarse, que siembra su sonrisa en mi piel con la altivez de
la espiga, que dibuja mi soledad sobre la niebla.
Pienso en ese hombre, dócil a mis ojos, fiel, pleno, íntegro.
Ha crecido el abril en mi abandono.
Ha venido a llenarlo todo con su llanto, para humedecer las
lunas del cristal, los tallos verdes, la gracia que toca el
suelo duro.
Se ha llenado de cigarras, que miran con tristeza.
Te toco en la memoria y una luz cae mar abierto, eres fuerza irresistible que me atrae y voluntad que precipita cada uno de mis pasos. Impulso que mezcla el gozo y la tristeza, suspiro y amor que corta el viento.
¿Qué importa si no estrecho más el coral de tus labios ni arribo a tus ojos con las sienes serenas?
Fallezco en el intento de tocarte, amor de tierra, espacio y piel, porque este viento sólo habla de tormentas y sombras que se rompen en pedazos.
Soy el beso virgen que prendido de tus ojos hace florecer todos sus campos; soy esa mujer, eternidad que yerra sola por la sombra, amor de manos ciegas.
En esta cárcel de mi alma giro sin huellas.
Soy la rosa ya palidecida, la hoja temerosa que tiembla entre tus alas, un nido vacío.
Detrás de mí, están el suspiro largo y frío, una lejana música, ardida piel prohibida.
Soy un amor de soledad, lleno de sombra, una fría ceniza de ilusión, un vuelo silencioso.
Se ha quedado quieto, conversando con el polvo y las hormigas, tiritan sus labios en un charco del parqueo que se traga su risa.
Se ha quedado quieto, sembrando maíz en los recuerdos, bajo los oídos de los árboles con una mancha que pinta la tristeza.
Esta noche ha entrado la luz casi dormida, atrapando estrellas y violines.
Ha venido con su boca helada y rendida, con su alma gris templando mis raíces.
Ha venido a tallar el tiempo, con un manojo de violetas, como un sueño sin aurora, pintado de nuevo con cenizas.
Cuando cubres mi espalda con el velo de la noche
y cruzas en silencio el húmedo paisaje de mi
cuerpo, el ala errante del viento
se quiebra en nuestro sueño.
La luna cae sobre el mar,
llena de silencios.
La tarde se vuelve tempestad, agua despeñada de lo alto,
voz de lluvia.