FUEGO SOBRE EL MADERO

Después de romper el áspero
castrante
hostil
cerrojo de las ataduras
apuñalé al pecado
cayendo agónicas
mis trabas y mis culpas

Dejé de pedir permiso para vivir

Disponiendo conocerte
abrí tus brazos en cruz
—cristo de mis pasiones—
y hundí el sabor
de mi presencia
en tus pies
en tu cuello
en la blanca playa de tu espalda

Recorriéndote fui creciendo
hoja de tu rama
rama de tu árbol
árbol de tu bosque
hoja loca al vaivén
de tu tronco elocuente

Empinando a la fiebre
mi despertar
caminé y rodé en tus cumbres
y tu sexo brotó
dejando su vasta lluvia
en mi rezumante tierra nueva.

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PLEGARIA AL ORGASMO

Ajeno a mis pensamientos
huiste a un casto silencio

Hoy
que sedienta mi sangre te busca
ni a golpes ni a ruegos
te insinúas

enajenado prosigues
riguroso y oprimido y largamente oscuro
como pasillo de convento desolado


ángel de dura delicia
apático orgasmo rebelde
erizado temblor
pólvora vulnerable

regresa a mí
y aniquílame

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La desmemoria

Hace siglos vine de la infancia

encontré dragones

y vasijas llenas de rostros ausentes

En las ascuas de mi memoria

las montañas rugen

El viento golpea

Nada nos recuerda

Sonámbulos caminamos

y el dolor no nos duele

Todos siguen la voz

de mi abuelo

mientras bailan

un tango de polvo

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La noche

La noche ladra a los perros

que cruzan la calle

Bajo un almendro

una sirena se detiene

a cantar sus exilios

Es tarde

y nada puede impedir

que los espejos se quiebren

cada vez

que un niño sueña

Mi mano se inunda

de verbos mudos

soles marchitos

e historias en ceniza

A nadie le importan mis heridas

mis padres cayeron

y en sus huesos

descansan mis espejismos

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La patria de los robles

Esta es la patria de los robles

aquí olvidaron

su guitarra

los grillos

y en ellas

nacieron ciudades

y memorias

Esta ciudad es grande

los muros que la protegen

están construidos

de huesos

y sombreros

Aquí no hay sol

y llueven piedras

cuando alguien quiere verlo

La noche se prolonga

y sus racimos

se pudren

en nuestras vidas

El recuerdo hiede

y nos carcome

Los pájaros mueren

antes de levantarse de las cenizas

Un río corre a unos metros

y en sus cristales

las figuras se detienen

beben estío

y regresan a sus sombras

Una antorcha

se enciende bajo la lluvia

y un rayo muere

en el mismo instante

que los centauros brindan

por el frío de los robles

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El poeta

El reflejo de los libros

me da asco

Renuncio a la vida

y a mi nombre

muerto en el éxodo

de mis escombros

En mis desvelos

habita el llanto de la luna

Los ceniceros de Chicho Cuadra

no me regalan ninguna profecía

Caigo sobre una almohada

Sueño gotea de mis ojos

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Oficio

Espío mi pensamiento

Con mis ojos

hurgo el mundo

de los muertos

Abro las puertas

de los libros

y las palabras callan

Busco los rostros

de mis nombres marchitos

En las esquinas

de los signos

encuentro el reflejo

de los huesos

sin ventana

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Parto

La luna

encela al pájaro

que duerme

en la idea del poeta

El no conoce pájaros

sino muchas lunas

en que el sueño se evapora

y los fantasmas no aparecen

La idea pierde su cuerpo

el poeta

otra luna

y la luna

gana tiempo

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Altibajos

Un día, risa loca-,
y otro, lágrimas;
sin que medien caricias ni querellas…
Son estados del alma
o de la mente,
que
-en forma ya consciente o subconsciente-
marcan el frágil rostro,
para siempre,
con el sello indeleble de sus huellas.

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Busqué

Busqué, en la espesa niebla,
un rayo cristalino.
Laceraron mis pies
las piedras del camino.
Rasgué la oscuridad
en busca del destino-,
y sólo hallé la nada.
Entonces -ya cansada-
quise oír el latido
de tu pecho de hombre;
y al hurgar en el fondo
de mi mente obcecada,
sentí que me quemaba el eco de tu nombre!

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El calendario

Desprendo una hoja, cada día,
del calendario, que me mira atónito-,
y,
en el desgarre que mi impaciencia deja,
creo escuchar
del número que fue, una débil queja.
La culpa no es de nadie;
no del día que pasa-,
ni de la noche,
que transcurre
amparada en la luz ya mortecina
de una lámpara antigua-,
ni del mismo destino, quizá,
ni de la vida…
¿De quién será?_me digo,
mientras mis dedos
arrancan una hoja cada día…

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Maternidad

Niebla sin luz-,
y luz entre la niebla,
emergiendo en forma subrepticia;
existencia que brota -como gema-
del milagro que engendra una caricia.
El seno fecundado pone a prueba
la caricia,
que en feto se perfila-,
y se transmuta en lámpara votiva
en el instante en que la hora llega!

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Nuevo año en el telar del tiempo

El tiempo teje-, y no cesa
un instante de tejer,
con los recuerdos de ayer
o el valor de una promesa.
Ahora ha desenrollado
su ovillo de lana verde,
para tejer -lentamente-
las emociones del año.
Y escogerá sentimientos
armoniosos o contrarios,
con que adornará muestrarios
para lanzar a los vientos.

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Se me escapa

Se me escapa la noche
entre encajes de sombras…
Se me escapan -despacio-
los latidos del pecho.
Se me escapa la dicha;
se me escapa la calma…
Y,
aunque yo me resista
-con profusión de lágrimas-
¡se me escapa hasta el alma!

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Tu soledad

El eco de tu voz,
que me persigue en mis horas de insomnio,
es un lamento…
Y pienso:
«Quizá estás triste»,
quizá estás solo bajo el firmamento…
Tu soledad se funde en mi presente.
Con las manos crispadas,
intento, en vano, atrapar el viento
que se lleva el eco de tu voz…
Y un suspiro me dice:
«No podrás; se disolvió», lo siento!..

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La voz del pueblo

No más odio ni venganza
fruto amargo de la guerra;
queremos paz y justicia
sin temores ni violencia.
No más sangre de inocentes
mancillando nuestra tierra,
no más crímenes ocultos
ni traición tras de las puertas.

Seremos un pueblo noble
que no se ampare en la fuerza;
Si libres queremos ser
tendremos el alma enhiesta
que temple nuestras acciones
y nos limpie la conciencia.

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