Puerta de cristal el día,
pared de cristal el aire,
techo de cristal el cielo…
¡Dios hizo mi casa grande!
Ventanas de maravilla
sobre escondidos lugares:
el sendero de las hadas
y el camino de los ángeles.
Puerta de cristal el día,
pared de cristal el aire,
techo de cristal el cielo…
¡Dios hizo mi casa grande!
Ventanas de maravilla
sobre escondidos lugares:
el sendero de las hadas
y el camino de los ángeles.
Va la hormiga con un retazo de amapola
hacia el blando montoncito de arena.
Yo soy insecto,
tú eres insecto,
él es insecto.
¡Ah pesada basura
la del nombre que escogieron
para hacerme tan importante!
*
Como poeta ciego
canté mi ensueño, mi albergue,
mi amistad y mis lágrimas.
Eras niño de niebla
casi en la nada;
nombre de mi sonrisa
detrás del alma.
Y era un barco dichoso
de tanto viaje
y un ángel marinero
bajo mi sangre.
Subías como el lirio,
como las algas;
en tu peso crecía
la madrugada.
¡Calla , mi flor de leche,
mi siempre niña!
Los sueños que se cuentan
se hacen ceniza.
No te fíes del mar
porque da y quita,
ni del hombre que llega
de lejanías.
Primores de este valle
son tuyos, hija.
Como abeja obstinada
exploro inefables reinos
que desconoces
y al entrar en la memoria de tu corazón
señalo parajes virginales.
¡Aquí la eternidad
modificando nuestro minuto!
No puedo ser abismo:
con la luz se hacen viñedos
y retamas.
presumida elegante libertina
antigua luz que sube graderías
peldaños
y miríadas de mirlos
que todos miran más allá del día
sin doctrina ni sombra ni demonio
donde cantan altivas serenatas
que escriben las derrotas del que nada
y los ríos de sangre del que nace
Para María y Mariano Coronado
Dolor del mundo entero que en mi dolor estalla,
hambre y sed de justicia que se vuelven locura;
ansia de un bien mayor que el esfuerzo apresura,
voluntad que me obliga a ganar la batalla.
confusa la mirada
y las manos
eternamente
en fuga
la ventana
abierta
a castigos y represalias
arco de aire nostálgico
por el que se observa a diario
en los folios del códice
apenas una paloma
perplejo quizá
sin obras y sin testimonio
ante aquel melancólico
en sus ojos los dardos
invencibles
del amor o del odio
la tradición cristiana
qué es
aplicada y domesticada
qué significa espíritu
de los jóvenes a los ancianos
resulta casi habitual
recurso que otros usaron
subieron a los montes
por la pena la muerte y el infierno
en la casa de riguroso dibujo
implicancias mágicas del garabato
el estudio de la luz las imágenes las ideas
se hace difícil la búsqueda de Dios
que reina por su propia autoridad
no lo sería sin secretas resistencias
la respuesta es negativa
hay dos monólogos secretos
vuelven al gran tema de la izquierda del cuadro
en la misma oportunidad lejana y misteriosa
ciertas cosas existen pero no del todo
a partir de cosas que no fueron
un discurso que ya no habla de nada
el humo dormido
en otras lenguas
solía decir refiriendo
con buena vida y ejemplo
ellos resuelven entre ellos
en las calles y adentro de los bares
una música
de verdadera desolación
hoy la interrogan
con palabras de santa doctrina
todos jinetes
amarillos
sobre llanura
de raíces
tempestad
de agua
y agua
un gran deseo se cree un deseo universal
mucho después vino el viaje
huella de sus pies desnudos
la acción del poema
simple y frugal
pero esta misma imagen
debido a un golpe de sombra
y rudo realismo de la memoria
es la balada inmortal entre texto y figuras
las construcciones y las destrucciones
si logramos
el acento más agudo
que se organiza desde luego
en el profundo espanto del anfibio
como el follaje de las frágiles coronas
la desgracia de su caída es
fragmento
fecha
días después
porque entre otras
el paisaje
se reduce
a juego
con las armas de Marte
dejaron de hablar
en un día de sol
de silencio de dioses
de nada le serviría
este domingo
acaba
de morir
en Montevideo
la narración
aquí
lloverá
siempre
la lluvia
se deja mirar por quien
los tonos del claroscuro
amó las mañanas y las noches de Buenos Aires
sin valor de la propia historia
de su pobre vida
energías lineales
último segundo
llave secreta
así
ritmo convulso
calumnias
muy de tarde
en tarde
para gastar
azul inmaculado
negación
de la negación
y si no es posible
alas
fondo de cielo
polvo
Maduro fuego por azar cautivo
en el estrecho cauce de mis venas.
Brazo de afán helado entre cadenas,
rostro de ayer presente en sueño vivo.
Paloma del zarzal y del olivo
que a perseguir tu vuelo me condenas.
Fuente, sobre la sed de las arenas,
negándose a mi tallo sensitivo.
Vara alta de plátano falso,
octava maravilla salida de madre
cuando la tarde victoria sobre la muerte,
dibujado compás de dos por cuatro
que enreda la madeja
de astutos campeadores y pérfidos rampantes,
hilo sutil que acuña
colores minuendos a la luz de julio,
no te olvide la inevitable virazón para que puedas
flébil jamás
otorgarme la dicha de mirar el tiempo.
Ternura móvil que enraizó a mi lado,
niño grande sin nombre y sin alero;
huésped del sueño en cuerpo verdadero,
oscuro corazón iluminado.
Pago del día, saldo del pasado,
dulce heridor y hábil curandero;
mina de venas rotas y venero
que sin reserva da lo que he buscado.
La exigente doctrina
abolió toda música,
el aire
con gorriones y límpido
de la tarde,
la luz
de nuestro patio:
sola
quedó la poesía
y su diálogo
en silencio tenaz.
Por la cautiva playa marinera
–centauro casi, casi profecía–
sobre una resonante jerarquía
alzaba su esperanza aventurera.
De sangre era la cruz no de madera;
de hierro la palabra y la osadía;
y en el color de la mirada fría
iba el peligro de su llama entera.
X
Juan Guzmán Cruchaga, quiero
hablar de la tierra tuya.
Tierra visible en el sueño
y en la realidad oculta.
Tierra que busco y encuentro
por estremecidas rutas
del clima de la poesía,
de corazones en fuga,
de reflejos y relatos,
y adivinanza y pregunta.
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Color redondo, carne dulce y fina,
abierto corazón de primavera;
llama fugaz en tierra pajarera,
columna de evidencia matutina.
Goce de abril, inútil bailarina
de la sangre y la luz en la frontera,
comunicada con la vida entera
por el silencio amargo de la espina.
Zumo de angustias, leche milagrosa,
raíz inaccesible, árbol salado.
¡Qué temblor en el túnel anegado!
¡Qué llama y nieve en subterránea rosa!
Escala de contactos, misteriosa
razón del sueño, el miedo y el pecado.
Silencio a todo grito encadenado
y tapiada presencia dolorosa.
Va sobre espuma alzada, casi en vuelo,
sin rozar el navío ni la roca
y la distancia abierta la provoca
un doloroso afán de agua y de cielo.
El canto suelto, desflecado el pelo,
de la tierra inocente, grave y loca;
encendidos los sueños y en la boca
la extraña sangre de una flor de hielo.
I
Me salva de mí misma:
huésped del alma en alma devolviendo
la palabra que abisma,
lo que entiendo y no entiendo
por este viaje en que llorando aprendo.
Amoroso elemento
forma su fina y leve arquitectura;
con ágil movimiento
de flor sin atadura
abre su vuelo reino de blancura.
1. Quiero, para nombrarte, voz tan fina
y tan honda… conciencia de la rosa,
eje del aire, llama melodiosa,
cambiante y desolada voz marina.
Vaivén de arrullo, trémolo a sordina,
rumor que el mundo y el azul rebosa;
arpegio de la escala luminosa
donde el canto de amor sube y se afina.
Fui por el aire, tras la luz caída,
pisando signos y colores planos
y llevaba, desnuda, entre las manos,
la flor de ayer, alzando nueva vida.
Una paloma leve y abstraída
buscó la espiga de celestes granos
y en caminos profundos y lejanos
quedó mi propia forma detenida.
Bajo la noche, de la nave
han salido las mismas preguntas:
-¿Acaso sabemos hacia dónde vamos?
-¿Nos habremos equivocado de ruta?
Hace tiempo que dejamos la tierra,
y por el mar de la aventura
arribaremos esta noche
a la capital de la luna…
Lo que antes era fino concierto,
hoy es una sinfonía:
cobre de los intrumentos
en las cuerdas de oro del día.
La marcha heroica de la tarde
los sones del mar armonizan;
mas la batuta del sol desaparece
y la confución se inicia
los sonidos falsos de rocas-oboes
y apresuramiento en las olas flautistas.
El sol tocó las aguas y acrecentó su canto.
Esta ola viajera
desparramó su música
sobre la arena.
La brisa y el calor mueven las hojas
de la palmera.
Los pájaros marinos
callan, abochornados, sus confidencias.
Una familia de tortugas
sale a tomar el fresco a la ribera.
Alegre, tranquilo,
acaricias la nave.
Tan sereno como el monte,
tu guardián eterno.
La leve música del agua
se confunde con el silencio.
Claro murmullo,
como el lento
pasar de pájaros
en vuelo.
La espuma de tus ondas
baña la luz y el fuego
del sol, que las adorna
con los colores del espectro.
En una frágil barquilla,
Vacilante mi esperanza,
No ve propicia mudanza,
Ni mira remota orilla,
Roto el mástil y la quilla
Sin remo y vela
Triste recela,
Que a cada paso
Halla un abismo;
Y a un tiempo mismo
Teme y sospecha, y sin consuelo va
Pues un desastre cruel presiente ya.
Fluyen en la mente
como peces
enfilando
hacia ignota carnada
y no se detienen
a respirar
ni cuando duermes
porque eres una máquina
perfecta
que sólo habrá de suspender
su ritmo
al final
de la última jornada.
En el solo espacio
abierto
congregarla -mi poesía-,
rescatando
alientos y quebrantos
que viejas o inéditas
aletean aún
porque todavía significan
-al menos para el hombre diferente/igua al
que sigo siendo.
Retomarla desde la óptica
del más reciente cuándo
y del adónde enexorable
en los que agradecido sobrevivo.
Por horas
permanezco
como en trance
oyéndome pensar
por horas.
Puedo sentarme quieto
un día entero
y hasta varios días
sin que sepa
por qué me agreden
como víboras hambrientas
los atardeceres de la memoria.
Hay días
en que salgo a buscarme
y no me encuentro
por ningún lado.
Si acaso logro verme
en alguna fuente clara
o detrás de la fachada
de un escaparate
resulta que es otro
el que me está mirando
como un reflejo.
A Cristina y Angélica
Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.
Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
Son los que nunca dan la mano
Pero abren la boca del lobo
Los que esparcen la espuma amarga
Que rezuma de las iglesias
Los que de pronto se bifurcan
Entre el delirio y el olvido
Su sombra desborda la tierra
pero la brizna los oculta
Nacieron de bellos revólveres
De largos años y promesas
Saltaron de turbias catástrofes
O del fuego de los amores
O de encuentros entre las moscas
¿Pero quién ama esas hamacas
Que cuelgan de tanta pereza?
Una mujer tan secreta y lenta, pero insisto
en descubrir el sol que la nutre y el león que olfatea
su nuca
en la sombra,
cuando duerme de bruces,
de modo que escribo con cierta ansiedad
poemas en busca de la hierba tan fresca que brilla
en sus besos.
Perro
no toques esos senos donde las más delicadas violetas orgánicas serán un hervidero de escorpiones un ladrido baldío en la ribera caliente de esa sirvienta de las hojas que ha trabajado tanto
para esas flores enormes del martirio
para los arrozales
con el gatillo del pantano al rojo vivo del silencio y a terrible
prisionera
no cae no cede únicamente insulta
con su gemido de supliciada
Perro
no toques ese pelo mordido por la lluvia etre las lentas
pantallas del follaje
en la sombra de la injusticia
ella
la empecinada la desnuda
entre las hojas cómplices
No toques ese cuerpo conectado a las fibras de un pueblo de dientes fulgurantes conectado a la savia y a la luna que recoge esos muertos de una negra cosecha al grito del amor y del monzón al alarido del soldado consumido por un soplo de gelatina ardiente
Esa presa es tantálica
como el país sin sueño que defiende
ese paíds de plantaciones de ocio que se contagia de hoa en hoja
Esa presa es tantálica
Era el corazón de mi madre
Aquel tam tam de las tinieblas
Aquel temblor sobre mi cráneo
En las membranas de la tierra
(La lenta piragua materna
Un ritmo de espumas en viaje
Una seda de grandes aguas
Donde un suave trópico late)
Día y noche su ceremonia
-No había día ni había noche-
Sólo un hondo país de esponjas
Toda una tribu de tambores
El corazón de un solo orgánico
Un ronco sueño de tejidos
Yo era la magia y era el ídolo
En el fondo de las montañas
Aquel tambor donde golpeaban
Las galaxias y las mareas
Aquella sangre germinada
Por el vino de la Odisea
Vivir en un huevo de llamas
Mezclando la tierra y el cielo
Vivir en el centro del mundo
Sin rostro ni odio ni tiempo
Crecía antiguo en la dulzura
Con astrales ojos de musgo
Yo era un germen lleno de estrellas
Un poder oscuro y terrible
Tu corazón -¡oh madre mía!-
Resonaba como el océano
Batía sus alas salvajes
Su insaciable tambor de fuego
Yo te besaba en las entrañas
Yo me dormía entre tus sueños
En un país de rojas plumas
Era tu carne y tu destierro
El paraíso de tu sangre
La gran promesa de tus brazos
Oía al sol en su corriente:
Tu corazón lleno de pájaros
Aquel tambor de la aventura
Aquel tambor de luna viva
La tierra ardiendo con su grito
Una vida desconocida
Afuera todo era enemigo:
Las uñas las voces el frío
Los días las rosas las uvas
El viento la luz el olvido
Hacia abajo en la oscura humedad de los helechos que tal vez
sean yo mismo o divinidades monótonas
desciendo
al antro de mi sexo
con la investidura de un cuerpo torturado por poderes frenéti-
cos presa de esas imágenes soñadas de mulatas de dientes
crueles con las franjas fosforescentes de sus
vientres y de sus espaldas
las tiernas estranguladoras inclinadas sobre sus
amantes para dejarles en la boca la fragancia de menta y de
sal que emana de sus pechos en el oleaje
He ahí la misteriosa serpiente con la aureola de sus labios y su
canto de profanación infinita el foco ávido donde flotan re-
giones de una blancura de relámpago
La serpiente de mirada de catástrofe la papisa del sol en su ar-
chipiélago de espejismos donde crea fantasmas carnales y
suntuosos que se retuercen con caderas llenas de savia muje-
res palpables y rápidas
cabelleras desplegadas para el lujo de un loco
Y mi sangre de príncipe animal heredero de una raza de paro-
xismo
Se filtra por esas grietas de abismo que reconocen la especie se
irisa cuando ese indolente demonio despliega sus alas
y con un acto mágico con una brasa de ceremonia de la noche
de las cavernas con una sílaba de raíz arrancada y de fronte-
ras que se desvanecen toca a mi corazón para decirme que la
tierra es errónea
Traídos por una lluvia
De salivas lubricantes
Caen pechos a mi boca y piernas
Y mejillas y caderas y muslos
Y vulvas y suaves pezones y frases
Dichas para el hambre incontenible
De la carne
El lujurioso Encomendero
Arrasa hembras en su feudal
Dominio de sí mismo
Y hay después
De tan abrupta molicie
Ese enseñoramiento del pecado
Que aclara y vivifica las ideas
Razones sólo para la yesca
de la sangre
sin ideas nada se hace
no se irrumpe en la alegría
de saberse a sí mismo
no da la mano el amigo
no habría el dinero
no se le superaría
sin ideas nuestro lenguaje
no sería más allá del mugido angustioso
de la res en el rastro
no mallarmé no safo
aún con vida sin ideas
La fantasía del niño remitida
A una realidad es inagotable
Como un escepticismo
Soy digamos un muñeco (o un zompopo)
Un niño sabe hablar a sus criaturas
Darles de comer curarlos corregirlos
Si hay que hacerlo da golpes de estado
Suspende garantías ametrallando desde
Supersónicos con boca e índices
O simplemente si se aburre
El cesto de los juguetes será suficiente
Mis muñecos soy yo mismo
Puedo también ser el cadáver de un zompopo
Acarreado por otro zompopo
Da lo mismo la muerte prevalece
Ella que desconoce todo de sí
Porque me quema un grito
y un alarido convulsiona
un espacio de bullicios
Porque la ausencia es grande
y una caricia tuya
cobra dimensiones
de país en gesta
de ciudad disfrutando un centenario
Porque
-después de tantos años y lugares-
no sé
si libertad se escribe con mayúsculas
o es un atentado a la vida de las prisiones
porque
tampoco sé
si es vida
esta mentira larga
alimentada por las hilachas del tiempo:
me invento
un rostro
un nombre
una imagen
una presencia
para recorrer
incesantemente
estas calles estas avenidas
llenas de interrogantes sin respuesta
de enigmas sin solución
Espero que aún te vistas de mí
que continuemos siendo
-después de años sábanas
besos y mordiscos-
una sola piel
un mismo cuerpo
que me lleves
más allá de lo inasible
de lo perecedero
de la memoria y el recuerdo:
ser
pliegue
estría
vello
perfume
rimel
bloomer
collar que te circunda y te define
(A Carmelo Niño)
Todo pasa desconocido
entre los bastidores de la vida
escenario de intimidades
proscriben la curiosidad ajena
la comidilla malediciente
el atrevimiento de la mirada
Maestros de cortes y palacios
apadrinan la adustez
el rigor
el anonimato
el desapego
esa ausencia tuya de gestos y emociones
Fantasmas reconocibles
trasgos de la imaginación
entre realidad y fantasía
en medio de ficciones y evidencias
confirman aromas halos auras
huellas dactilares
una existencia cierta
en medio de tanta incredulidad
Bombillos solidarios
despojos de una noche sin memoria
convierten enigmas de chimeneas
chisporroteos audaces
luminosidades prohibidas
en atisbos de anonimatos y preludios de presencias
Habita entre tus telas
en un simulacro de alegrías
en una parodia de seres vivos
la desesperanza
el desconsuelo
una muerte cierta
parecida al olvido y la tristeza
Dios existe
me lo dicen tus ojos
este amor que es eucaristía
espíritu encarnado
en tu cuerpo de diosa diminuta
Dios existe
lo saboreo en tus besos húmedos
cáliz de salivas
río desbordado de pasiones
Dios existe
lo encuentro entre tus labios
los otros
cuando me aprietas largo
intensamente
y esa muerte momentánea
deseada irresistible
funge de juicio final
de resurrección anticipada
de eternidad posible
localizada
en el mero centro
de tu cuerpo perecedero
Se presentó el río
acompañado de invitados inusuales
desconocidos
no venían en son de paz
bebieron
tragaron
dispusieron de todo lo que había
dejándonos
hambrientos sedientos
temerosos de esas fiestas
a las que arriban
sin aviso sin nuestro consentimiento
convidados
de palo de lodo
de piedra
Después de tanto decantar
de tanto cernir
vivencias sitios
lugares amigos
los exámenes del colegio la salle
el farol que alumbraba optimista
los estudios realizados al aire libre
en silla de extensión
cuando se comentaba
con amigos que no están
un beso sin saliva
el primer roce de una mano femenina
Puedo sumar también
la ausencia de un padre legendario
que no alcanzó a ser mi héroe
un abuelo siempre amigo
una abuela que nunca
saldrá de mi corazón
De mi madre
es poco y mucho lo que queda
cualquier recuerdo suyo
tiene un toque de infelicidad
un tono de desesperanza
de amores que no pudieron ser
Van quedando
la inagotable chaqueta
la camisa manga larga
la pulcritud el horario
y sobre todo
este maldito sentido de responsabilidad
que me lleva
a levantarme todos los días
para hacer lo que tengo que hacer
como si fuera
el último minuto de mi vida
Soñarás siempre
con campos devastados
el invierno
teñirá tus pupilas de tristeza
Pasarás efímero
confuso
por el mundo
como huella
que también
pertenece a otro
De la belleza
no tendrás noticia
anidarán en ti
las ruinas de un amor
destruido por el olvido
De tu infancia
conocerás sólo
una heráldica de ausencias
que te convertirá
en fugitivo y perseguidor
de un recuerdo inaccesible
que yace protegido
en la memoria de tus muertos
Tengo nostalgia
de tu aliento
En esta tarde fría
de inviernos impuestos
veranos negados
y primaveras prescritas
certifico
que el olvido
no te acompaña
En esta hora última triste
desearía
que tu cuerpo caliente
este cuerpo sin destino
que impulsado
por tu recuerdo
lanzo al vacío
Si perdiera la vista
¿Qué haría?
¿Será posible verlo todo
a través del recuerdo?
Tus gestos
esos mohines
coquetos y amorosos
que todavía me cautivan
¿Podré reproducirlos
recrearme con ellos
aun sin mis ojos?
(para Felipe Herrera)
Salmos bizarros
carentes de letras y melodías
le son entonados a un Dios desconocido
que impuso su presencia
por los siglos de los siglos
Sangra su corazón
se vuelve ardiente
un cuchillo común y pendenciero
busca tomar venganza
de aquel mordisco femenino
que desterró por siempre al hombre del paraíso
Un cuerpo sin cara
un Cristo sin rostro
herido y lacerado por la mano del prójimo
restaura decidido
una paz que nace del amor
Tu altar de retablos infinitos
como inmensa paradoja
contiene el sacrificio de pan y vino
de ese que sigue siendo corazón benévolo
nueva y santa alianza encarnada
para redimir al hombre de los hombres
Como calvario del arte
una cruz de madera viva
austera desolada inclinada
libre de ladrones y sanedrines
contiene sólo pies y manos los extremos
de un Dios hecho hombre
de ese terco salvador
cuya identidad buscamos
en el más oscuro rincón
en ese recoveco íntimo y desolado
donde habita lo más genuino de lo humano
para Julio Pacheco Rivas
¿Dónde están las voces?
¿Qué pasó con la mirada?
del amor
¿Qué noticias tenemos?
La ciudad vive para sí misma
Plazas edificios avenidas
objetos sin uso
y sin denominación
carentes de alguien que los nombre
ejercen un señorío
parecido a la muerte
cercano a la indiferencia y al olvido
Un silencio largo
de autopista deshabitada
se suma al coro de mudeces
que aturde restaurantes y mercados
La palabra no existe
se la comió el color
el espacio la luz
el peso de la ausencia
vuelve sobre sus pasos
el tiempo
va y viene transcurre solícito
marcando horas sin destinatario
en ciudades privadas de prisas y contemplaciones
Nadie respira ninguno jadea
se perdieron los latidos
el calor del cuerpo
las apetencias de la carne
el sabor del beso y la saliva
el orgasmo de humedades compartidas
sólo nos queda un recuerdo esta muerte
que también se va diluyendo